1. Los últimos pueblos indígenas aislados
en el Siglo XXI: la supervivencia
de sus culturas depende de políticas
de protección territorial
por Vincent Brackelaire1
. Sociólogo – Consultor socio-ambiental, Rio de Janeiro
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Tema central: Gestión de la diversidad cultural
3. monitoreo de los límites externos de los territorios de uso de
los indígenas aislados, creando condiciones de seguridad para
que puedan sobrevivir, y recurren al contacto solamente para
las situaciones extremas, cuando representa la última oportu-
nidad de supervivencia física para los indígenas (en caso, por
ejemplo, de conflicto manifiesto o latente, con otros grupos
indígenas o con colonos, con ilegales, etc.). En 2011, la CGII ma-
neja información sobre más de cincuenta posibles grupos indí-
genas aislados, habiendo comprobado la existencia de la mitad.
Siendo Brasil el único país de la región que presenta el funcio-
namiento de una política tan completa, se vuelve una referencia
para los países vecinos.
Políticas de protección eficientes pasan por una
cooperación regional
Con apoyo de Brasil y en base a su propia experiencia, los
otros países (que son todos fronterizos o vecinos de Brasil) se
encuentran en 2011 en el difícil proceso de formular una agenda
para su protección efectiva antes de que desaparezcan y utilizan
para ello el marco regional de la Organización del Tratado de
Cooperación Amazónica y su Agenda Indígena.
El contexto político internacional, en evolución rápida, es
favorable a la protección de los pueblos aislados y existen ahora
una serie significativa de instituciones e instrumentos que mues-
tran una toma de conciencia, con declaraciones y propuestas,
lo que permite abordar más concretamente la protección de
estos pueblos. En teoría, la cooperación desde una perspectiva
regional ofrece más valor agregado para conseguir resultados
más rápidos y con más impacto dentro de los países, en un
contexto en el cual cada uno de los países no han conseguido
muchos resultados de manera independiente. Impulsar a través
de un pacto regional que los Estados trabajen simultáneamente
y juntos en una problemática común de emergencia, provoca
más resultados que esperar que cada país trabaje por separado.
Por otra parte, no hay cooperación regional si primero no hay
contrapartes nacionales bien establecidas y procesos nacionales
claros; la cooperación regional sirve para consolidar estos pro-
cesos y mejorarlos.
A pesar de que todos estos países firmaron el Convenio
169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización In-
ternacional del Trabajo (OIT) que establece que los pueblos
indígenas en general tienen derecho a que sus costumbres y
territorios sean respetados por el Estado, en ninguno de ellos
han existido hasta hoy mecanismos de protección que funcio-
nen para respetar y proteger el derecho de mantenerse aislados
para no ser eliminados. Todos los países en cuestión conocen
graves crisis económicas, muestran otras prioridades y muchas
veces falta voluntad política como en Ecuador y Perú, donde la
prioridad son los beneficios económicos de la explotación de
petróleo y gas, recursos localizados justamente en los territo-
rios más remotos donde transitan los pueblos aislados, y gene-
ralmente también faltan recursos humanos y financieros para
proteger estos territorios (lo que no significa que estén aislados
de los depredadores). También a nivel nacional se observa ge-
neralmente que cada gobierno se encuentra afectado por la falta
de diálogo y de coordinación interministerial. Si bien en Brasil,
Paraguay y Perú existe una instancia indigenista (FUNAI, INDI e
INDEPA), lo que no impide graves crisis en el sector indigenista,
en Bolivia y Ecuador la situación es más compleja y complicada
frente a la diversidad de responsabilidades existentes para los
pueblos aislados. Además el tema de la salud indígena es de
responsabilidad de los Ministerios de Salud, no siempre coordi-
nados con las otras instancias.
Los Estados sacan hoy lecciones de las situaciones pasadas
de contacto inicial y de la evaluación de sus consecuencias sa-
nitarias, sociales, culturales y ambientales; tienen como refe-
rencias una extensa literatura en cada país sobre las tragedias
que viven hasta hoy los pueblos en situación de contacto inicial,
como los nukak en Colombia, los diferentes pueblos indígenas
en la región de Camisea en Perú, o los yuqui en Bolivia. De esta
manera, una iniciativa de cooperación regional debe ayudarlos a
no repetir errores del pasado en emprendimientos de explota-
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5. ción de recursos naturales relacionados con los territorios de
los pueblos indígenas más vulnerables. La cooperación regional
debe buscar la consolidación de un sistema de protección de
los pueblos indígenas aislados y en contacto inicial, en el sentido
de articulación y coordinación entre todos los actores nacio-
nales y regionales que promueven la protección, y en el senti-
do de organización metodológica del proceso de protección:
conocimientos, políticas y reglamentos, monitoreo, estrategia
preventiva de salud y acompañamiento sanitario, difusión de la
información en la sociedad.
La actuación de las organizaciones indígenas presentes en
los seis países es esencial en este proceso. Existen reglas inter-
nacionales que exigen su presencia y acompañamiento en este
proceso de protección regional. Además los pueblos aislados
constituyen un poderoso símbolo, con gran importancia es-
tratégica para el movimiento indígena, un tema que se volvió
un caballo de batalla político para las organizaciones indíge-
nas, sabiendo sin embargo que antes de las primeras reuniones
internacionales sobre el tema de los pueblos aislados (Belem
en 2005 y Santa Cruz en 2006), ninguna organización indígena
había considerado la protección de los aislados en su agenda,
aparte de AIDESEP y FENAMAD en Perú. Los procesos indíge-
nas son frágiles en América Latina, en particular a nivel de las
tierras indígenas, siempre en peligro de retrocesos si no hay
vigilancia y lobby nacional e internacional a través de institucio-
nes aliadas. Si bien muchos decretos para tierras indígenas se
hicieron durante la última década, también pueden deshacerse
según las épocas y los gobiernos. La participación indígena en
el proceso de protección de los últimos pueblos aislados no
solamente es un derecho, sino un aporte político importante
en este contexto.
Un desafío antropológico y político
Ha sido necesario esperar hasta inicios del siglo XXI para
preocuparse por la supervivencia de los pueblos indígenas aisla-
dos, cuando numerosas especies animales en vías de extinción
son mejor protegidas gracias a la Convención CITES sobre es-
pecies amenazadas que los últimos pueblos desconocidos del
planeta, con sociedades, tipos de saber, lenguas y culturas que
pueden ser extintos antes de ser conocidos, como muchos lo
fueron estos últimos cinco siglos, y probablemente todavía es-
tos últimos años. Se trata de grupos humanos con costumbres,
lenguas y mitos que nunca fueron escuchados y que hacen parte
del patrimonio material e inmaterial del Planeta que la UNESCO
tiene como misión de proteger2
.
Es sorprendente también ver la falta de reflexión y de impac-
to de la ciencia antropológica con relación al tema de los pue-
blos aislados. A pesar de sustentarse en tantas obras brillantes
sobre el ser humano y sobre las relaciones interculturales, la
antropología (con raras excepciones) no ha facilitado impactos
prácticos ni conseguido ayudar hasta hoy a proteger la mayo-
ría de los pueblos indígenas desconocidos de las consecuencias
fatales del contacto. El último contacto masivo ocurrido en Co-
lombia en 1988 con los nukak provocó la muerte de la mitad de
este pueblo, cientos de seres humanos, por falta de experiencia
y de preparación en el abordaje de sus problemas específicos.
Por la razón misma de su voluntad de aislamiento, es muy
sutil la relación entre su protección y las políticas culturales
encaminadas a proteger, conservar y revalorizar la diversidad
cultural, visto que en este caso se trata de apoyarlos en su aisla-
miento, ayudando a protegerlo, y aceptando de no contactarlos
si así lo desean, y hasta que cambien de opinión y decidan salir
del aislamiento y acercarse un día a la “sociedad moderna”.
Si bien el contacto será un día inevitable, la idea hoy es per-
mitir que ese momento sea escogido por los pueblos aislados,
volviéndolo así menos traumático, con más posibilidades de su-
pervivencia, y con la esperanza que ese día cada Estado nacional
(entre Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú) haya sido
capaz de establecer un marco legal de respeto de las caracte-
rísticas y deseos de estos pueblos en cuanto a su porvenir y
protección eficiente de sus territorios.
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6. Indígenas korubo en contacto inicial. Vale do Javari.
Foto Vincent Brackelaire
De esta manera, a pesar de toda la curiosidad y el inte-
rés antropológico que provocan, la supervivencia de las culturas
de los últimos pueblos indígenas aislados del planeta pasa para-
dójicamente por la aceptación de no conocerlos más allá de las
huellas e indicios que dejan, y por sólidas políticas de protección
territorial.
1 vibra2@gmail.com
2 Además de la misión de la UNESCO, existe la Declaración Universal sobre
Diversidad Cultural de la UNESCO (2001) y la Convención de París sobre
Protección del Patrimonio Intangible (2003).
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