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JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO                                      Ministro de Fernando VII

                                                EL JURISTA
               n diciembre de 1801 opositó a la cátedra de Vísperas1 de Cánones de la Real
        “E     Universidad de Sevilla, aprobando nemine discrepante y en julio de 1803, en
ausencia de su propietario, se encontraba ejerciendo dicha cátedra
       Fue Individuo de la Real Academia de Jurisprudencia Práctica de Sevilla. Desempeñó
durante un año el cargo de Juez Eclesiástico y el de Fiscal, para el que fue elegido por sus
propios compañeros.
       Cuatro años pasó en el Estudio del Doctor don Angel Ortega, abogado sevillano,
practicando la facultad y desempeñando quantos asuntos se le encargaron por dicho su
Director.”2
       En Febrero de 1802 solicitó a la Real Audiencia de Sevilla ser admitido al examen
para ser abogado de la misma, para lo cual presentaba el grado de Bachiller que había
obtenido en 1797.3 Superó dicha prueba y en Marzo se incorporó a los Reales Consejos
        El 12 de julio de 1807 solicita al Rey la Auditoría de Guerra de la Habana, que se
hallaba vacante. En la solicitud hace constar que, en varias ocasiones, había sido consultado
por la Cámara de Indias para ocupar plaza de jurista en los dominios americanos, así como
que es soltero y de salud robusta. No le es concedida esta Auditoría, pues en la misma
instancia en la que la solicita aparece una nota marginal que dice: “La notaria que pretende se
concedió en 11 Enero de 1808 a Don Domingo Santibañez”.
        Estas solicitudes, pues dos son las que se conservan, se encuentran depositadas en el
Archivo General Militar de Segovia y, aparte de su importancia documental, constituyen dos
auténticas joyas por su inestimable y entrañable valor sentimental. Están escritas por la mano
de D. Juan Gualberto y su letra es firme, adornada, uniforme y de una gran belleza y
corrección, llamando la atención la originalidad de su firma. Desde este mismo momento
renuncia a cualquier apellido que no sea el de González. Será así, bajo Juan Gualberto
González, como le encontraremos nombrado en todos los documentos.
        Su interés no se circunscribía, solamente, al conocimiento de las Humanidades, pues,
finalizados sus estudios de Jurisprudencia, también se centró en la Aritmética, Algebra y
Geometría, asistiendo a las clases en los Estudios Reales, que estaban a cargo de la Sociedad
Patriótica de Sevilla, sufriendo un examen riguroso para pasar al segundo año de
Matemáticas que continuaba cursando en 1803
       También tenía conocimiento de lenguas extranjeras. Esta circunstancia se manifiesta
en su obra literaria, pues en el prólogo del Tomo I queda patente su dominio de la lengua
francesa. Era Individuo de varias Academias: de Buenas Letras, Derecho e Historia
Universal a las que asistía aplicadamente.
       No debió de cejar en su empeño por ocupar una plaza en las posesiones americanas,
pues el 24 de Febrero de 1810 el Consejo de Regencia de España e Indias, en nombre de
Fernando VII, que se hallaba cautivo en Valencey, expidió a su favor el título de Oidor de la
Real Audiencia de Guatemala, un cargo que con anterioridad había ocupado su tío D. Jose
Pablo Valiente.
      Del Título de Oidor entresacamos que: “... Por quanto por fallecimiento de D. Antonio
Rodriguez de Cardenas resultó vacante la plaza de Oydor que obtenia en mi real Audiencia

1
  La Cátedra de Vísperas eran clases que se impartían por las tardes.
2
  Cuando no se indique nada en sentido contrario, los textos en cursiva, relativos a estudios y cargos, son los que
    figuran en la “Relación de exercicios, grados y méritos del Doctor D. Juan Gualberto Gonzalez Bravo y
    Delgado” expedido por la Universidad de Sevilla en 12 de Julio de 1800, y que se encuentra depositado en el
    MINISTERIO DE DEFENSA. Archivo General Militar de Segovia Sección 1, Legajo G-3325.
3
  En su expediente de la Universidad de Sevilla figura un documento en el que consta este extremo. Índice de
    Carreras, AHUS Libro 810, folio 293
José Domínguez Valonero

de Guatemala; y conviniendo proveerla en persona de las cualidades y circunstancias que se
requieren, atendiendo a que estas y otras concurren en vos el Doctor D. Juan Gualberto
Gonzalez Bravo abogado de mis reales consejos he venido por mi real decreto de diez y
nueve del corriente a consulta de la camara de catorce y publicado en ella en veinte y uno del
mismo en nombraros y elegiros para dicha plaza... Y os mando que en el termino de mes y
medio contado desde el día de la publicacion de esta gracia ós presenteis ante el Juez de
Arribada del Puerto por donde determinareis vuestro viaje para aprovechar la ocasion que se
proporcione de embarcaros; el qual ha de remitir certificacion á mi via reservada y a la
camara de que lo habeis executado; con prevencion que de no verificarlo se declarara
vacante dicho empleo. ...” Este título aparece firmado, en la Real Isla de León, por D. Javier
Castaños, Presidente del Consejo de Regencia, D. José Colon, D. Manuel de Lardizabal y D.
Sebastián de Torres.4
        En Noviembre de 1814 D. Juan Gualberto fue promocionado a Fiscal del Consejo de
Indias. También su tío Jose Pablo Valiente le había precedido en este Consejo, pues había
sido Ministro del mismo. Encontramos dos vidas que seguían destinos paralelos, aunque el
final de la de D. Juan Gualberto superaría a la de su tío, si bien parece que podemos intuir que
en los primeros momentos de su carrera no debió de faltarle el apoyo de una persona tan
influyente como era D. José Pablo, sobre el que hablaremos más adelante.
        Al incorporarse D. Juan Gualberto al Consejo de Indias, la Audiencia de Guatemala
quedó en una precaria situación, pues, en un principio, sólo fueron tres los Ministros que
quedaron al frente de la misma y, poco tiempo después, este número se redujo a dos. Esta
circunstancia hizo que el Fiscal de dicha Audiencia, D. Ignacio de Berasueta, con fecha 3 de
Octubre de 1815, dirigiese una representación a S.M. exponiendo la escasez de personal y,
con el fin de evitar los perjuicios que por esta causa se causaba a los fieles Vasallos del Rey,
solicitaba que se obligase a ir a servir sus plazas al Regente, a un Oidor y a un Fiscal que,
estando nombrados para estos cargos, no se habían incorporado a los mismos, así como que se
nombrasen a los que tenían que suplir a D. Joaquín Bernardo Campuzano, que había sido
ascendido a Regente de Puerto Príncipe y a D. Andrés Cavallero, que había fallecido sin
llegar a incorporarse.5
        Este Fiscal deja constancia de que esta misma representación la había enviado
anteriormente en dos ocasiones. La primera el 18 de Noviembre de 1814 y, ante la posibilidad
de su extravío, volvió a remitirla el 18 de Marzo de 1815, pero nuevamente procedía a su
envío por tener noticias de que “el bergantín San Juan Baptista procedente de Honduras para
el Puerto de Cadiz, tubo que echar al mar la correspondencia de este Reyno antes de su
arribo á la Habana por la persecucion de un Pirata Corsario de Cartagena.”
        Por estos documentos sabemos que la plantilla de la Real Audiencia de Guatemala,
hasta 1812, estaba formada por un Regente, cuatro Oidores y dos Fiscales.
       El 9 de Octubre de 1812 se promulga la Ley llamada de Arreglo de los Tribunales y,
de acuerdo con la misma, la plantilla de esta Audiencia debía componerse de nueve Ministros,
un Regente y dos Fiscales. Dice la representación que es “imposible tener expedido el
despacho de los negocios a pesar del celo, actividad y dedicacion de los Ministros actuales,
(que como hemos dicho eran dos) con especialidad mientras haya de observarse la Ley de 9
de Octubre de 1812 que requiere la antedicha plantilla segun su sistema de no haber
sentencia sin tres votos conformes, y de que en las revistas sean Jueces enteramente distintos
de los que intervinieron en la apelacion, y mucho mas habiendose devuelto al conocimiento
de las Audiencias el negociado tan complicado de Propios, Arbitrios, y Comunidades de
Indias”. A la vista de lo expuesto es fácil llegar a la conclusión de que en estas circunstancias
no era posible el funcionamiento de este alto tribunal.


4
    Archivo General de Indias, Guatemala 503.`Título Oidor, (Fecha 24 Febrero 1810)
5
    Archivo General de Indias, Guatemala 520. Expediente sobre vacante (1815 - 1816)
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO                                  Ministro de Fernando VII

        En contra de lo que en un principio podíamos pensar, de la lectura de esta
documentación se deduce que el cargo de Oidor de esta Audiencia no parece que fuese muy
deseado.
        Así mismo, de estos escritos deducimos que, durante su permanencia en la Audiencia
de Guatemala, D. Juan Gualberto coincidió con: D. José Bernardo Asteguieta, que era el
Regente, D. Joaquín Bernardo Campuzano, que desempeñó las funciones de Regente al
fallecer el anterior, D. José Isidro Yañez, quien se marchó a México, en Noviembre de 1810,
promovido a Alcalde del Crimen, y al que D. Juan Gualberto sustituyó al frente de las
Fiscalías Criminal y Civil, D. José Ignacio Berasueta, que fue quien le relevó en los citados
cargos y D. Antonio Norberto Serrano Polo.
        En el expediente que estamos analizando figura un informe que D. Juan Gualberto, en
calidad de Fiscal del Consejo de Indias, emitió sobre este asunto. Está fechado en Madrid el
día 23 de Septiembre de 1815
        Los Oidores eran los magistrados de las audiencias, con especiales facultades y
privilegios.6
        Las Audiencias eran tribunales de justicia establecidos en los diversos paises, por el
modelo de las chancillerías de España, que juzgaban en ultima instancia las causas civiles y
eclesiasticas hasta el importe de 10.000 duros, podian dirigir representacion al virey, cuyas
veces hacian durante las vacantes, y se entendian directamente con el Consejo de Indias: Los
individuos de la audiencia dotados de muchos y señalados privilegios, no miraban a otro
interes mas que al de la madre patria, y ni ellos ni los vireyes podian contraer parentesco ni
adquirir propiedades en el pais vencido. 7
        La Audiencia de Guatemala dependía del Virreinato de Nueva España y, partiendo del
sudeste de Méjico (Chiapas), ocupaba toda la actual América Central, excepto Panamá
        Las fechas de la marcha de D. Juan Gualberto a Guatemala y de su regreso a la
península no han podido ser determinadas con exactitud. Pero no hay duda de que su partida
debió de ser sobre el mes de Mayo de 1810 y su regreso a caballo de los años 1814 - 1815.
        Dice Pérez Anaya que “promovido a la fiscalía del Consejo de Indias, 8 se dedicó
exclusivamente a los asuntos de este Tribunal, llegando a ser en breve una de las personas
más inteligentes en las cosas de Indias.9
        El Consejo de Indias era el más respetable de la monarquía española. Fue fundado por
Fernando el Católico y, después, organizado por Carlos I, en 1524, para conocer todos los
negocios eclesiásticos, civiles, militares y comerciales de aquel hemisferio y publicaba sus
decisiones en nombre del rey, cuando estas eran aprobadas por las dos terceras partes de sus
individuos. De él dependían todos los americanos desde el más humilde súbdito hasta el
virrey.10
       Cuando D. Juan Gualberto llega a Madrid la afición favorita de los madrileños eran las
corridas de toros, acerca de las cuales ya debía de tener bastante conocimiento nuestro
biografiado, pues, en su larga estancia en Sevilla, es probable que en alguna ocasión
presenciara el traslado de los astados desde Tablada hasta la Maestranza, que por aquellos
años finales del siglo XVIII aún se encontraba en construcción, y los mano a mano que tenían
lugar durante los días de toros. José María Blanco White en su ya citada obra Letters from
6
   Para profundizar en este tema, ver INSTITUCIONES, José Mª Ots y Capdequí, Salvat Editores S.A.
    Barcelona 1958. Pag 256 a 259.
7
  HISTORIA DE CIEN AÑOS (1750-1850), Cesar Cantu, Ed. 1851, tomo II, pag. 488
8
  “El Consejo de Indias, junto con los de Castilla, Ordenes y Hacienda, se encontraba frente a la Iglesia
    Parroquial de Santa María de la Almudena, en el Palacio que habitó la Reyna Doña Maria Ana de Austria,
    propio de la casa de Uzeda”. LAZARILLO O NUEVA GUÍA PARA NATURALES Y FORASTEROS
    DE MADRID, Manuel Alonso, 1783. Este palacio es actualmente ocupado por el Consejo de Estado y por el
    Cuartel General de la Región Militar Centro
9
  LECCIONES Y MODELOS DE ELOCUENCIA FORENSE, Pérez Anaya, t. II. pag. 73
10
   HISTORIA DE CIEN AÑOS (1750-1850), Cesar Cantu, Ed. 1851, tomo II, pag. 488
José Domínguez Valonero

Spain hace una magnífica descripción tanto de la importancia de estos festejos como de la
plaza de toros de la Maestranza.
       Con respecto a los toros en Madrid, dice D. Fernando Fernández de Córdoba en su
obra Mis memorias íntimas que el Rey Fernando VII era quien dirigía la lidia y que daba sus
órdenes con señales disimuladas que hasta los mas aficionados desconocian. Para mandar
tocar banderillas, llevabase unas veces la mano derecha al sombrero; si las banderillas
debian ser de fuego, sacaba los avios para encender un cigarro, y así en diferentes formas y
con signos para el público desconocidos, determinaba el momento de soltar los perros o de
comenzar la lídia. Generalmente daba Fernando VII satisfaccion a los espectadores que lo
tenian por un inteligente, sin que por esto se librara siempre de algunas faltas que le valieron
en ocasiones silbas terribles y la obligada tonadilla cantada en coro de “no lo entiende V.”,
lo que hacia reir mucho al Monarca.” Existían dos partidos, uno en torno a Romero y otro a
favor de Cándido, que a veces se envolvieron en riñas y aun batallas”.11
         De las costumbres sociales de la época, dice D. Fernando que “la flor y nata de la
sociedad madrileña paseaba por el Prado y los miembros de la familia Real por el Retiro.
         Las gentes de aquella época paseaban en invierno los domingos y días de fiesta desde
la una de la tarde, después de la misa, hasta las cuatro y media, hora en que se retiraban a
comer.
         El Prado era la cita y reunión de la sociedad elegante. La juventud de Madrid gozaba
del privilegio (…) de encontrar diariamente, a la hora marcada y en delicioso paseo dentro
de la ciudad misma, un sitio en donde de fijo estaba cada uno seguro de verse con la mujer de
su pensamiento o de su ardiente culto. Dos o tres horas reunidos en tan limitado recinto,
dando continuadas vueltas a pie y en tan inmediato contacto, satisfacía a los más exigentes,
formandose las relaciones mas estrechas, porque, aun a despecho de las terribles oposiciones
de padres y tutores, entonces muy frecuentes, nunca faltaba ocasión para deslizar un atrevido
billete, una inteligente mirada o la más inocente pero significativa frase.”
      Los cafés que se cerraban a las diez y media de la noche no eran para la juventud sitio
      favorecido en donde pasarla toda. Solo en el del Principe comenzaba a reunirse y
      trasnochar un poco los aficionados a las letras, los cuales tomaron también cierto barniz
      distinguido cuando se presentaron en su alegre tertulia los discípulos de Lista, tales como
      Escosura, Espronceda, Vega. Tampoco se conocian casinos ni clubs donde distraerse con
      juegos de envite. Eran muy pocos los que concurrian a las funciones en verso en los
      teatros del Principe y de la Cruz.
       La ópera italiana, que alternaba en los dos únicos coliseos, de la Cruz y del Principe,
que habia en Madrid, era el espectáculo predilecto de la buena sociedad. Un palco costaba
60 reales, una butaca, entonces llamada luneta, no pasaba de 12, ni de 6 un asiento de
galería.”12
        Este Madrid, del que añade D. Fernando que tenía “las calles vigiladas por los serenos
y malísimamente iluminadas por los faroles del pésimo aceite que el Municipio
suministraba”, fue el que recibió a Don Juan Gualberto a su regreso de tierras guatemaltecas.
        Mesonero Romanos nos ofrece unas vivas estampas de cómo era el Madrid del
segundo tercio del siglo XIX. Sus “Estampas Matritenses”, que son una serie de artículos que
se publicaron en “El Semanario Pintoresco Español” y que aparecen bajo el seudónimo de
“El Curioso Parlante”, reflejan el sino de una sociedad que luchaba por desembarazarse de
las ataduras de los duros años que iban quedando atrás, se abría paso hacia el progreso y, al
mismo tiempo, tenía que hacer frente a una cruel guerra civil.



11
     MIS MEMORIAS INTIMAS, Fernando Fernández de Córdoba, Madrid, 1886, tomo I, pag. 91
12
     MIS MEMORIAS INTIMAS, Fernando Fernández de Córdoba, Madrid, 1886, tomo I, págs. 86 a 89.
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO                       Ministro de Fernando VII

        Pero volvamos a ocuparnos de D. Juan Gualberto. Dice Pérez de Anaya que
“Desempeñó esta fiscalía de Indias hasta la época del 1820 al 1823”, en que fue nombrado
fiscal del Consejo de la Guerra.13
        De esta época, 1820 a 1823, es uno de los tres dictámenes que, de D. Juan Gualberto,
incluye Pérez de Anaya en su obra Lecciones y Modelos de elocuencia forense. Se trata del
titulado “CENTINELA DE LOS REPUBLICANOS”, este dictamen debió de tener una gran
transcendencia en aquellos años, pues, no otra cosa puede deducirse del hecho de que en la
Biblioteca Nacional se guarden dos diferentes ediciones del mismo. El citado dictamen, del
que el autor de este trabajo ha suprimido el elevado número de notas aclaratorias que figuran
en el original, debido á su excesiva extensión, se reproduce en el anexo 12.
        Los otros dos dictámenes son “Sobre declarar a Cadiz Puerto franco”, fechado en 15
de enero de 1824, y “Sobre el modo con que se juzgaba y castigaba a los insurrectos en
America”, con fecha de 4 de noviembre de 1817.
       El prestigio que D. Juan Gualberto tuvo como jurista puede deducirse del hecho de
que sus dictámenes sean recogidos, como ejemplos a imitar, en la obra de Pérez de Anaya, la
cual, en sus cuatro tomos, con un total de 1798 páginas, incluye modelos forenses de sólo
veintinueve jurisconsultos, dándose, además, la circunstancia de que sea el Sr. González uno
de los pocos de los que se recogen tres textos, como ejemplos de bien juzgar, razonar y
exponer.
       Dice Pérez de Anaya que como fiscal, y en los negocios que diariamente despachaba,
se manifiestan la corrección y locución esmerada y, al mismo tiempo, facilidad, nobleza,
dignidad, y sobre todo un cierto sabor á nuestros escritores del siglo XVI. Sobre estos
conocidamente ha formado su estilo propio, en que si bien se advierten modos de decir,
formas de locucion, y aun frases de aquellos clasicos, puede decirse que con estos atavios,
que escoge y adopta, según su gusto, forma un todo con los caracteres peculiares que hemos
mencionado. En la conducta del discurso se distingue como un buen razonador. Su
argumentacion es vigorosa y enérjica, y llega hasta los últimos pormenores de la cuestion: de
esta manera se comprueba el íntimo enlace del arte de pensar con el de decir. Emplea, como
se verá en los dictámenes que siguen, las formas propias del foro, y el tono que corresponde
á un fiscal que habla en nombre de la ley, mostrándose con la firmeza, y con la
independencia propias de tan elevado ministerio
       Restituido después á su plaza de Indias la sirvió hasta que, en el año 1833, pasó a
ocupar el cargo de Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia.




13
     El Consejo de la Guerra se hallaba en la Calle de Segovia. LAZARILLO O NUEVA GUÍA PARA
      NATURALES Y FORASTEROS DE MADRID, Manuel Alonso, 1783
José Domínguez Valonero




Instancia de D. Juan Gualberto solicitando un cargo en la Habana
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO   Ministro de Fernando VII
José Domínguez Valonero
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO             Ministro de Fernando VII




               Instancia de D. Juan Gualberto
José Domínguez Valonero




 Transcripción de las dos instancias escritas de puño y letra por D. Juan Gualberto y que antes
                                        han sido reproducidas


       Los originales de estas instancias se encuentran en el Archivo General Militar de
                                            Segovia14,
                               __________________________________

                                                Señor
Dn. Juan Gualberto Gonzalez, abogado de vuestros Reales Consejos, de estado soltero, á V.M. con el
mas profundo respeto dice: que habiendo seguido la carrera de las Leyes y dedicadose á otros ramos
de literatura segun consta de la adjunta relación impresa ha merecido que vuestra Real Camara de
Indias le consulte para Asesorías de primer orden, fiscalías y plazas togadas de aquellos Dominios y
deseando servir en ellos á V.M. y hallándose vacante la Auditoria de Guerra de la Havana.
 Suplica humildemente á V.M. que se digne agregarle en ella en que recibirá merced.
                                                Señor
                                          Á.L.R.P. de V.M.
                                           Juan Gualberto
                                                Gonzalez

                                        ------&&&&&&&&------
                                                Señor
Dn. Juan Gualberto Gonzalez, abogado de los Reales Consejos, del claustro y gremio de la
universidad de Sevilla; á V.M. con el mas profundo respeto dice: que como consta de la adjunta
relación de méritos ha seguido la carrera de la Jurisprudencia, hecho oposiciones y suplido cátedra y
aplicadose utilmente á las Humanidades, matemáticas y otros ramos de la literatura, por lo qual ha
merecido que vuestra Cámara de Indias le consultase varias veces para plazas togadas y ultimamente
para la asesoría de Montevideo. Y hallándose vacante la Auditoria de Guerra de la Havana, y el
exponente soltero, y con salud robusta para pasar á aquellos dominios, y con las calidades necesarias
para el desempeño de aquel destino.
Suplica humildemente á V.M. que se digne concedérselo, en que recibirá merced. Madrid 12 de julio
de 1807

                                                 Señor
                                            Á.L.R.P. de V.M.
                                            Juan Gualberto
                                                 Gonzalez

NOTA AL MARGEN.-La notaria que pretende se concedió en 11 Enero de 1808 a Don Domingo
Santibañez




14
     Reproducción cedida por el MINISTERIO DE DEFENSA. Archivo General Militar de Segovia, Sec. 1ª,
      G-3325
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO              Ministro de Fernando VII

          Títulode Oidor de la Audiencia de Guatemala
José Domínguez Valonero
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO   Ministro de Fernando VII
José Domínguez Valonero
JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO   Ministro de Fernando VII

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07 GONZALEZ BRAVO El Jurista

  • 1. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII EL JURISTA n diciembre de 1801 opositó a la cátedra de Vísperas1 de Cánones de la Real “E Universidad de Sevilla, aprobando nemine discrepante y en julio de 1803, en ausencia de su propietario, se encontraba ejerciendo dicha cátedra Fue Individuo de la Real Academia de Jurisprudencia Práctica de Sevilla. Desempeñó durante un año el cargo de Juez Eclesiástico y el de Fiscal, para el que fue elegido por sus propios compañeros. Cuatro años pasó en el Estudio del Doctor don Angel Ortega, abogado sevillano, practicando la facultad y desempeñando quantos asuntos se le encargaron por dicho su Director.”2 En Febrero de 1802 solicitó a la Real Audiencia de Sevilla ser admitido al examen para ser abogado de la misma, para lo cual presentaba el grado de Bachiller que había obtenido en 1797.3 Superó dicha prueba y en Marzo se incorporó a los Reales Consejos El 12 de julio de 1807 solicita al Rey la Auditoría de Guerra de la Habana, que se hallaba vacante. En la solicitud hace constar que, en varias ocasiones, había sido consultado por la Cámara de Indias para ocupar plaza de jurista en los dominios americanos, así como que es soltero y de salud robusta. No le es concedida esta Auditoría, pues en la misma instancia en la que la solicita aparece una nota marginal que dice: “La notaria que pretende se concedió en 11 Enero de 1808 a Don Domingo Santibañez”. Estas solicitudes, pues dos son las que se conservan, se encuentran depositadas en el Archivo General Militar de Segovia y, aparte de su importancia documental, constituyen dos auténticas joyas por su inestimable y entrañable valor sentimental. Están escritas por la mano de D. Juan Gualberto y su letra es firme, adornada, uniforme y de una gran belleza y corrección, llamando la atención la originalidad de su firma. Desde este mismo momento renuncia a cualquier apellido que no sea el de González. Será así, bajo Juan Gualberto González, como le encontraremos nombrado en todos los documentos. Su interés no se circunscribía, solamente, al conocimiento de las Humanidades, pues, finalizados sus estudios de Jurisprudencia, también se centró en la Aritmética, Algebra y Geometría, asistiendo a las clases en los Estudios Reales, que estaban a cargo de la Sociedad Patriótica de Sevilla, sufriendo un examen riguroso para pasar al segundo año de Matemáticas que continuaba cursando en 1803 También tenía conocimiento de lenguas extranjeras. Esta circunstancia se manifiesta en su obra literaria, pues en el prólogo del Tomo I queda patente su dominio de la lengua francesa. Era Individuo de varias Academias: de Buenas Letras, Derecho e Historia Universal a las que asistía aplicadamente. No debió de cejar en su empeño por ocupar una plaza en las posesiones americanas, pues el 24 de Febrero de 1810 el Consejo de Regencia de España e Indias, en nombre de Fernando VII, que se hallaba cautivo en Valencey, expidió a su favor el título de Oidor de la Real Audiencia de Guatemala, un cargo que con anterioridad había ocupado su tío D. Jose Pablo Valiente. Del Título de Oidor entresacamos que: “... Por quanto por fallecimiento de D. Antonio Rodriguez de Cardenas resultó vacante la plaza de Oydor que obtenia en mi real Audiencia 1 La Cátedra de Vísperas eran clases que se impartían por las tardes. 2 Cuando no se indique nada en sentido contrario, los textos en cursiva, relativos a estudios y cargos, son los que figuran en la “Relación de exercicios, grados y méritos del Doctor D. Juan Gualberto Gonzalez Bravo y Delgado” expedido por la Universidad de Sevilla en 12 de Julio de 1800, y que se encuentra depositado en el MINISTERIO DE DEFENSA. Archivo General Militar de Segovia Sección 1, Legajo G-3325. 3 En su expediente de la Universidad de Sevilla figura un documento en el que consta este extremo. Índice de Carreras, AHUS Libro 810, folio 293
  • 2. José Domínguez Valonero de Guatemala; y conviniendo proveerla en persona de las cualidades y circunstancias que se requieren, atendiendo a que estas y otras concurren en vos el Doctor D. Juan Gualberto Gonzalez Bravo abogado de mis reales consejos he venido por mi real decreto de diez y nueve del corriente a consulta de la camara de catorce y publicado en ella en veinte y uno del mismo en nombraros y elegiros para dicha plaza... Y os mando que en el termino de mes y medio contado desde el día de la publicacion de esta gracia ós presenteis ante el Juez de Arribada del Puerto por donde determinareis vuestro viaje para aprovechar la ocasion que se proporcione de embarcaros; el qual ha de remitir certificacion á mi via reservada y a la camara de que lo habeis executado; con prevencion que de no verificarlo se declarara vacante dicho empleo. ...” Este título aparece firmado, en la Real Isla de León, por D. Javier Castaños, Presidente del Consejo de Regencia, D. José Colon, D. Manuel de Lardizabal y D. Sebastián de Torres.4 En Noviembre de 1814 D. Juan Gualberto fue promocionado a Fiscal del Consejo de Indias. También su tío Jose Pablo Valiente le había precedido en este Consejo, pues había sido Ministro del mismo. Encontramos dos vidas que seguían destinos paralelos, aunque el final de la de D. Juan Gualberto superaría a la de su tío, si bien parece que podemos intuir que en los primeros momentos de su carrera no debió de faltarle el apoyo de una persona tan influyente como era D. José Pablo, sobre el que hablaremos más adelante. Al incorporarse D. Juan Gualberto al Consejo de Indias, la Audiencia de Guatemala quedó en una precaria situación, pues, en un principio, sólo fueron tres los Ministros que quedaron al frente de la misma y, poco tiempo después, este número se redujo a dos. Esta circunstancia hizo que el Fiscal de dicha Audiencia, D. Ignacio de Berasueta, con fecha 3 de Octubre de 1815, dirigiese una representación a S.M. exponiendo la escasez de personal y, con el fin de evitar los perjuicios que por esta causa se causaba a los fieles Vasallos del Rey, solicitaba que se obligase a ir a servir sus plazas al Regente, a un Oidor y a un Fiscal que, estando nombrados para estos cargos, no se habían incorporado a los mismos, así como que se nombrasen a los que tenían que suplir a D. Joaquín Bernardo Campuzano, que había sido ascendido a Regente de Puerto Príncipe y a D. Andrés Cavallero, que había fallecido sin llegar a incorporarse.5 Este Fiscal deja constancia de que esta misma representación la había enviado anteriormente en dos ocasiones. La primera el 18 de Noviembre de 1814 y, ante la posibilidad de su extravío, volvió a remitirla el 18 de Marzo de 1815, pero nuevamente procedía a su envío por tener noticias de que “el bergantín San Juan Baptista procedente de Honduras para el Puerto de Cadiz, tubo que echar al mar la correspondencia de este Reyno antes de su arribo á la Habana por la persecucion de un Pirata Corsario de Cartagena.” Por estos documentos sabemos que la plantilla de la Real Audiencia de Guatemala, hasta 1812, estaba formada por un Regente, cuatro Oidores y dos Fiscales. El 9 de Octubre de 1812 se promulga la Ley llamada de Arreglo de los Tribunales y, de acuerdo con la misma, la plantilla de esta Audiencia debía componerse de nueve Ministros, un Regente y dos Fiscales. Dice la representación que es “imposible tener expedido el despacho de los negocios a pesar del celo, actividad y dedicacion de los Ministros actuales, (que como hemos dicho eran dos) con especialidad mientras haya de observarse la Ley de 9 de Octubre de 1812 que requiere la antedicha plantilla segun su sistema de no haber sentencia sin tres votos conformes, y de que en las revistas sean Jueces enteramente distintos de los que intervinieron en la apelacion, y mucho mas habiendose devuelto al conocimiento de las Audiencias el negociado tan complicado de Propios, Arbitrios, y Comunidades de Indias”. A la vista de lo expuesto es fácil llegar a la conclusión de que en estas circunstancias no era posible el funcionamiento de este alto tribunal. 4 Archivo General de Indias, Guatemala 503.`Título Oidor, (Fecha 24 Febrero 1810) 5 Archivo General de Indias, Guatemala 520. Expediente sobre vacante (1815 - 1816)
  • 3. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII En contra de lo que en un principio podíamos pensar, de la lectura de esta documentación se deduce que el cargo de Oidor de esta Audiencia no parece que fuese muy deseado. Así mismo, de estos escritos deducimos que, durante su permanencia en la Audiencia de Guatemala, D. Juan Gualberto coincidió con: D. José Bernardo Asteguieta, que era el Regente, D. Joaquín Bernardo Campuzano, que desempeñó las funciones de Regente al fallecer el anterior, D. José Isidro Yañez, quien se marchó a México, en Noviembre de 1810, promovido a Alcalde del Crimen, y al que D. Juan Gualberto sustituyó al frente de las Fiscalías Criminal y Civil, D. José Ignacio Berasueta, que fue quien le relevó en los citados cargos y D. Antonio Norberto Serrano Polo. En el expediente que estamos analizando figura un informe que D. Juan Gualberto, en calidad de Fiscal del Consejo de Indias, emitió sobre este asunto. Está fechado en Madrid el día 23 de Septiembre de 1815 Los Oidores eran los magistrados de las audiencias, con especiales facultades y privilegios.6 Las Audiencias eran tribunales de justicia establecidos en los diversos paises, por el modelo de las chancillerías de España, que juzgaban en ultima instancia las causas civiles y eclesiasticas hasta el importe de 10.000 duros, podian dirigir representacion al virey, cuyas veces hacian durante las vacantes, y se entendian directamente con el Consejo de Indias: Los individuos de la audiencia dotados de muchos y señalados privilegios, no miraban a otro interes mas que al de la madre patria, y ni ellos ni los vireyes podian contraer parentesco ni adquirir propiedades en el pais vencido. 7 La Audiencia de Guatemala dependía del Virreinato de Nueva España y, partiendo del sudeste de Méjico (Chiapas), ocupaba toda la actual América Central, excepto Panamá Las fechas de la marcha de D. Juan Gualberto a Guatemala y de su regreso a la península no han podido ser determinadas con exactitud. Pero no hay duda de que su partida debió de ser sobre el mes de Mayo de 1810 y su regreso a caballo de los años 1814 - 1815. Dice Pérez Anaya que “promovido a la fiscalía del Consejo de Indias, 8 se dedicó exclusivamente a los asuntos de este Tribunal, llegando a ser en breve una de las personas más inteligentes en las cosas de Indias.9 El Consejo de Indias era el más respetable de la monarquía española. Fue fundado por Fernando el Católico y, después, organizado por Carlos I, en 1524, para conocer todos los negocios eclesiásticos, civiles, militares y comerciales de aquel hemisferio y publicaba sus decisiones en nombre del rey, cuando estas eran aprobadas por las dos terceras partes de sus individuos. De él dependían todos los americanos desde el más humilde súbdito hasta el virrey.10 Cuando D. Juan Gualberto llega a Madrid la afición favorita de los madrileños eran las corridas de toros, acerca de las cuales ya debía de tener bastante conocimiento nuestro biografiado, pues, en su larga estancia en Sevilla, es probable que en alguna ocasión presenciara el traslado de los astados desde Tablada hasta la Maestranza, que por aquellos años finales del siglo XVIII aún se encontraba en construcción, y los mano a mano que tenían lugar durante los días de toros. José María Blanco White en su ya citada obra Letters from 6 Para profundizar en este tema, ver INSTITUCIONES, José Mª Ots y Capdequí, Salvat Editores S.A. Barcelona 1958. Pag 256 a 259. 7 HISTORIA DE CIEN AÑOS (1750-1850), Cesar Cantu, Ed. 1851, tomo II, pag. 488 8 “El Consejo de Indias, junto con los de Castilla, Ordenes y Hacienda, se encontraba frente a la Iglesia Parroquial de Santa María de la Almudena, en el Palacio que habitó la Reyna Doña Maria Ana de Austria, propio de la casa de Uzeda”. LAZARILLO O NUEVA GUÍA PARA NATURALES Y FORASTEROS DE MADRID, Manuel Alonso, 1783. Este palacio es actualmente ocupado por el Consejo de Estado y por el Cuartel General de la Región Militar Centro 9 LECCIONES Y MODELOS DE ELOCUENCIA FORENSE, Pérez Anaya, t. II. pag. 73 10 HISTORIA DE CIEN AÑOS (1750-1850), Cesar Cantu, Ed. 1851, tomo II, pag. 488
  • 4. José Domínguez Valonero Spain hace una magnífica descripción tanto de la importancia de estos festejos como de la plaza de toros de la Maestranza. Con respecto a los toros en Madrid, dice D. Fernando Fernández de Córdoba en su obra Mis memorias íntimas que el Rey Fernando VII era quien dirigía la lidia y que daba sus órdenes con señales disimuladas que hasta los mas aficionados desconocian. Para mandar tocar banderillas, llevabase unas veces la mano derecha al sombrero; si las banderillas debian ser de fuego, sacaba los avios para encender un cigarro, y así en diferentes formas y con signos para el público desconocidos, determinaba el momento de soltar los perros o de comenzar la lídia. Generalmente daba Fernando VII satisfaccion a los espectadores que lo tenian por un inteligente, sin que por esto se librara siempre de algunas faltas que le valieron en ocasiones silbas terribles y la obligada tonadilla cantada en coro de “no lo entiende V.”, lo que hacia reir mucho al Monarca.” Existían dos partidos, uno en torno a Romero y otro a favor de Cándido, que a veces se envolvieron en riñas y aun batallas”.11 De las costumbres sociales de la época, dice D. Fernando que “la flor y nata de la sociedad madrileña paseaba por el Prado y los miembros de la familia Real por el Retiro. Las gentes de aquella época paseaban en invierno los domingos y días de fiesta desde la una de la tarde, después de la misa, hasta las cuatro y media, hora en que se retiraban a comer. El Prado era la cita y reunión de la sociedad elegante. La juventud de Madrid gozaba del privilegio (…) de encontrar diariamente, a la hora marcada y en delicioso paseo dentro de la ciudad misma, un sitio en donde de fijo estaba cada uno seguro de verse con la mujer de su pensamiento o de su ardiente culto. Dos o tres horas reunidos en tan limitado recinto, dando continuadas vueltas a pie y en tan inmediato contacto, satisfacía a los más exigentes, formandose las relaciones mas estrechas, porque, aun a despecho de las terribles oposiciones de padres y tutores, entonces muy frecuentes, nunca faltaba ocasión para deslizar un atrevido billete, una inteligente mirada o la más inocente pero significativa frase.” Los cafés que se cerraban a las diez y media de la noche no eran para la juventud sitio favorecido en donde pasarla toda. Solo en el del Principe comenzaba a reunirse y trasnochar un poco los aficionados a las letras, los cuales tomaron también cierto barniz distinguido cuando se presentaron en su alegre tertulia los discípulos de Lista, tales como Escosura, Espronceda, Vega. Tampoco se conocian casinos ni clubs donde distraerse con juegos de envite. Eran muy pocos los que concurrian a las funciones en verso en los teatros del Principe y de la Cruz. La ópera italiana, que alternaba en los dos únicos coliseos, de la Cruz y del Principe, que habia en Madrid, era el espectáculo predilecto de la buena sociedad. Un palco costaba 60 reales, una butaca, entonces llamada luneta, no pasaba de 12, ni de 6 un asiento de galería.”12 Este Madrid, del que añade D. Fernando que tenía “las calles vigiladas por los serenos y malísimamente iluminadas por los faroles del pésimo aceite que el Municipio suministraba”, fue el que recibió a Don Juan Gualberto a su regreso de tierras guatemaltecas. Mesonero Romanos nos ofrece unas vivas estampas de cómo era el Madrid del segundo tercio del siglo XIX. Sus “Estampas Matritenses”, que son una serie de artículos que se publicaron en “El Semanario Pintoresco Español” y que aparecen bajo el seudónimo de “El Curioso Parlante”, reflejan el sino de una sociedad que luchaba por desembarazarse de las ataduras de los duros años que iban quedando atrás, se abría paso hacia el progreso y, al mismo tiempo, tenía que hacer frente a una cruel guerra civil. 11 MIS MEMORIAS INTIMAS, Fernando Fernández de Córdoba, Madrid, 1886, tomo I, pag. 91 12 MIS MEMORIAS INTIMAS, Fernando Fernández de Córdoba, Madrid, 1886, tomo I, págs. 86 a 89.
  • 5. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII Pero volvamos a ocuparnos de D. Juan Gualberto. Dice Pérez de Anaya que “Desempeñó esta fiscalía de Indias hasta la época del 1820 al 1823”, en que fue nombrado fiscal del Consejo de la Guerra.13 De esta época, 1820 a 1823, es uno de los tres dictámenes que, de D. Juan Gualberto, incluye Pérez de Anaya en su obra Lecciones y Modelos de elocuencia forense. Se trata del titulado “CENTINELA DE LOS REPUBLICANOS”, este dictamen debió de tener una gran transcendencia en aquellos años, pues, no otra cosa puede deducirse del hecho de que en la Biblioteca Nacional se guarden dos diferentes ediciones del mismo. El citado dictamen, del que el autor de este trabajo ha suprimido el elevado número de notas aclaratorias que figuran en el original, debido á su excesiva extensión, se reproduce en el anexo 12. Los otros dos dictámenes son “Sobre declarar a Cadiz Puerto franco”, fechado en 15 de enero de 1824, y “Sobre el modo con que se juzgaba y castigaba a los insurrectos en America”, con fecha de 4 de noviembre de 1817. El prestigio que D. Juan Gualberto tuvo como jurista puede deducirse del hecho de que sus dictámenes sean recogidos, como ejemplos a imitar, en la obra de Pérez de Anaya, la cual, en sus cuatro tomos, con un total de 1798 páginas, incluye modelos forenses de sólo veintinueve jurisconsultos, dándose, además, la circunstancia de que sea el Sr. González uno de los pocos de los que se recogen tres textos, como ejemplos de bien juzgar, razonar y exponer. Dice Pérez de Anaya que como fiscal, y en los negocios que diariamente despachaba, se manifiestan la corrección y locución esmerada y, al mismo tiempo, facilidad, nobleza, dignidad, y sobre todo un cierto sabor á nuestros escritores del siglo XVI. Sobre estos conocidamente ha formado su estilo propio, en que si bien se advierten modos de decir, formas de locucion, y aun frases de aquellos clasicos, puede decirse que con estos atavios, que escoge y adopta, según su gusto, forma un todo con los caracteres peculiares que hemos mencionado. En la conducta del discurso se distingue como un buen razonador. Su argumentacion es vigorosa y enérjica, y llega hasta los últimos pormenores de la cuestion: de esta manera se comprueba el íntimo enlace del arte de pensar con el de decir. Emplea, como se verá en los dictámenes que siguen, las formas propias del foro, y el tono que corresponde á un fiscal que habla en nombre de la ley, mostrándose con la firmeza, y con la independencia propias de tan elevado ministerio Restituido después á su plaza de Indias la sirvió hasta que, en el año 1833, pasó a ocupar el cargo de Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia. 13 El Consejo de la Guerra se hallaba en la Calle de Segovia. LAZARILLO O NUEVA GUÍA PARA NATURALES Y FORASTEROS DE MADRID, Manuel Alonso, 1783
  • 6. José Domínguez Valonero Instancia de D. Juan Gualberto solicitando un cargo en la Habana
  • 7. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII
  • 9. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII Instancia de D. Juan Gualberto
  • 10. José Domínguez Valonero Transcripción de las dos instancias escritas de puño y letra por D. Juan Gualberto y que antes han sido reproducidas Los originales de estas instancias se encuentran en el Archivo General Militar de Segovia14, __________________________________ Señor Dn. Juan Gualberto Gonzalez, abogado de vuestros Reales Consejos, de estado soltero, á V.M. con el mas profundo respeto dice: que habiendo seguido la carrera de las Leyes y dedicadose á otros ramos de literatura segun consta de la adjunta relación impresa ha merecido que vuestra Real Camara de Indias le consulte para Asesorías de primer orden, fiscalías y plazas togadas de aquellos Dominios y deseando servir en ellos á V.M. y hallándose vacante la Auditoria de Guerra de la Havana. Suplica humildemente á V.M. que se digne agregarle en ella en que recibirá merced. Señor Á.L.R.P. de V.M. Juan Gualberto Gonzalez ------&&&&&&&&------ Señor Dn. Juan Gualberto Gonzalez, abogado de los Reales Consejos, del claustro y gremio de la universidad de Sevilla; á V.M. con el mas profundo respeto dice: que como consta de la adjunta relación de méritos ha seguido la carrera de la Jurisprudencia, hecho oposiciones y suplido cátedra y aplicadose utilmente á las Humanidades, matemáticas y otros ramos de la literatura, por lo qual ha merecido que vuestra Cámara de Indias le consultase varias veces para plazas togadas y ultimamente para la asesoría de Montevideo. Y hallándose vacante la Auditoria de Guerra de la Havana, y el exponente soltero, y con salud robusta para pasar á aquellos dominios, y con las calidades necesarias para el desempeño de aquel destino. Suplica humildemente á V.M. que se digne concedérselo, en que recibirá merced. Madrid 12 de julio de 1807 Señor Á.L.R.P. de V.M. Juan Gualberto Gonzalez NOTA AL MARGEN.-La notaria que pretende se concedió en 11 Enero de 1808 a Don Domingo Santibañez 14 Reproducción cedida por el MINISTERIO DE DEFENSA. Archivo General Militar de Segovia, Sec. 1ª, G-3325
  • 11. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII Títulode Oidor de la Audiencia de Guatemala
  • 13. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII
  • 15. JUAN GUALBERTO GONZALEZ BRAVO Ministro de Fernando VII