Este capítulo presenta a Bansir, un fabricante de carros en Babilonia que se siente desanimado por su pobreza a pesar de trabajar duro. Su amigo Kobi, un músico, intenta animarlo pero Bansir se queja de que a pesar de vivir en la ciudad más rica del mundo, él y Kobi no poseen riqueza a pesar de años de trabajo. Bansir se pregunta por qué no pueden conseguir más dinero y posesiones para ellos y sus hijos.
2. Los secretos del ´xito de los antiguos
e
Como alzanzar el ´xito y solucionar sus problemas financieros
e
Primera edicion: mayo 1994
1
3. Este libro trata del ´xito personal que procede de nuestro esfuerzo y de nuestro
e
buen hacer. Una buena preparaci´n es la clave del ´xito, pues nuestros actos no
o e
pueden ser mejores que nuestros pensamientos. Una serie de reglas tan antiguas
como el mundo contienen el secreto del ´xito y de la prosperidad. En este libro,
e
que se lee como una novela, aprender´ estos secretos.
a
Con un lenguaje sencillo y ameno, El hombre m´s rico de Babilonia ofrece un
a
plan financiero que le colocar´ en el camino de la riqueza. Aprender´ a ganar el
a a
dinero que necesita, a conservarlo y a hacerlo fructificar.
Ante usted se extiende su futuro. A lo largo de esta ruta hay ambiciones que
usted desea realizar. Si desea realmente satisfacer todos sus deseos, este libro le
desvelar´ el secreto para conseguirlo.
a
Ante usted se extiende el futuro como un camino que lleva muy lejos. A lo largo
del camino se encuentran las ambiciones que usted desea realizar... los deseos
que usted quiere satisfacer.
Para realizar sus ambiciones y sus deseos, tiene que triunfar en el terreno fi-
nanciero. Para ello, aplique los principios fundamentales claramente enunciados
en las p´ginas de este libro. Deje que estos principios lo lleven m´s all´ de las
a a a
dificultades que trae la pobreza y que le ofrezcan la vida feliz y plena que da
una bolsa bien provista.
Estos principios son universales e inmutables como la ley de la gravedad. Le
podr´n mostrar, como ya lo han hecho a tantos otros antes que a usted, la
a
manera de engrosar su bolsa, de aumentar su cuenta bancaria y de asegurarse
un notable ´xito econ´mico.
e o
Dinero abundar´ para los que comprendan las simples reglas de la adquisici´n
a o
de bienes.
1. Comience a llenar su bolsa.
2. Controle sus gastos.
3. Haga dar frutos a su dinero.
4. Impida que sus tesoros se pierdan.
5. Haga que su propiedad sea una inversi´n rentable.
o
6. Aseg´rese ingresos para el futuro.
u
7. Aumente su habilidad en la, adquisici´n de bienes.
o
2
4. PREFACIO
La prosperidad de la naci´n depende de la prosperidad econ´mica personal de
o o
cada uno.
Este libro trata del ´xito personal de cada uno. El ´xito procede de los logros
e e
producidos gracias a nuestros esfuerzos y habilidad. Una buena preparaci´n es
o
la clave del ´xito. Nuestras acciones no pueden ser m´s sabias que nuestros
e a
pensamientos. Nuestra manera de pensar no puede ser m´s sabia que nuestro
a
entendimiento.
Este libro de terap´utica para los bolsillos vac´ constituye una gu´ financiera.
e ıos ıa
Su objetivo es ofrecer a los que buscan el ´xito financiero una visi´n que los
e o
ayude a conseguir dinero, a conservarlo y a hacer que d´ frutos.
e
En las p´ginas siguientes lo transportaremos a Babilonia, cuna de las reglas
a
b´sicas de la econom´ que son reconocidas a´n hoy en d´ y aplicadas en todo
a ıa u ıa
el mundo.
El autor desea que este libro sirva de inspiraci´n para sus nuevos lectores, como
o
lo ha sido para tantos otros en todo el pa´ a fin de que su cuenta bancaria
ıs,
se engrosara constantemente, de que aumenten sus ´xitos econ´micos y de que
e o
descubran la soluci´n a sus problemas financieros.
o
El autor aprovecha la ocasi´n para expresar su gratitud a los administradores
o
que han compartido generosamente estos relatos con sus amigos, parientes, em-
pleados y asociados. Ning´n apoyo habr´ sido m´s convincente que el de los
u ıa a
hombres pr´cticos que han apreciado estas ense˜anzas y han triunfado utilizan-
a n
do las reglas que propone este libro.
Babilonia fue la ciudad m´s rica del mundo en la antig¨edad porque sus ciu-
a u
dadanos eran en aquel tiempo los m´s ricos. Apreciaban el valor del dinero.
a
Aplicaron s´lidas reglas b´sicas para obtenerlo, conservarlo y hacerle dar fruto.
o a
Consiguieron lo que todos deseamos: ingresos para el futuro.
Dinero es el criterio universal por el que se mide el ´xito en nuestra sociedad.
e
El dinero da la posibilidad de gozar de las mejores cosas de la existencia.
El dinero abunda para quien conoce los medios de obtenerlo.
3
5. Hoy en d´ el dinero est´ sometido a las mismas leyes que lo reg´ hace seis
ıa a ıan
mil a˜os, cuando los hombres pr´speros se paseaban por las calles de Babilonia.
n o
4
6. Cap´
ıtulo 1
EL HOMBRE QUE
DESEABA ORO
Bansir, el fabricante de carros de la ciudad de Babilonia, se sent´ muy desani-
ıa
mado. Sentado en el muro que rodeaba su propiedad, contemplaba tristemente
su modesta casa y su taller, en el que hab´ un carro sin acabar.
ıa
Su mujer sal´ a menudo a la puerta. Lanzaba una mirada furtiva en su direcci´n,
ıa o
record´ndole que ya casi no les quedaba comida y que tendr´ que estar acabando
a ıa
el carro, es decir, clavando, tallando, puliendo y pintando, extendiendo el cuero
sobre las ruedas; prepar´ndolo de este modo para ser entregado y que fuera
a
pagado por el rico cliente.
Sin embargo, su cuerpo grande y musculoso permanec´ inm´vil, apoyado en la
ıa o
pared. Su mente lenta daba vueltas a un asunto al que no encontraba soluci´no
alguna. El c´lido sol tropical, tan t´
a ıpico del valle del ´ufrates, ca´ sobre ´l
e ıa e
sin piedad. Gotas de sudor perlaban su frente y se deslizaban hasta su pecho
velludo.
Su casa estaba dominada, en la parte trasera, por los muros que rodeaban las
terrazas del palacio real. Muy cerca de all´ la torre pintada del Templo de Bel se
ı,
recortaba contra el azul del cielo. A la sombra de una majestad tal se dibujaba
su modesta casa, y muchas otras tambi´n, mucho menos limpias y cuidadas que
e
la suya.
As´ era Babilonia: una mezcla de suntuosidad y simplicidad, de cegadora riqueza
ı
y de terrible pobreza sin orden alguno en el interior de las murallas de la ciudad.
Si se hubiera molestado en darse la vuelta, Bansir habr´ visto c´mo los ruidosos
ıa o
carros de los ricos empujaban y hac´ tambalearse tanto a los comerciantes
ıan
que llevaban sandalias como a los mendigos descalzos. Incluso los ricos estaban
obligados a meter los pies en los desag¨es para dejar paso a las largas filas de
u
esclavos y de portadores de agua “a servicio del rey”. Cada esclavo llevaba una
pesada piel de cabra llena de agua que vert´ en los jardines colgantes.
ıa
5
7. Bansir estaba demasiado absorto en su propio problema para o´ o prestar aten-
ır
ci´n al ajetreo confuso de la rica ciudad. Fue el sonido familiar de una lira lo que
o
le sac´ de su enso˜aci´n. Se dio la vuelta y vio el rostro expresivo y sonriente
o n o
de su mejor amigo, Kobi el m´sico.
u
–Que los dioses te bendigan con gran generosidad, mi buen amigo –dijo Kobi
a modo de saludo–. Pero me parece que son tan generosos que ya no tienes
ninguna necesidad de trabajar. Me alegro de que tengas esa suerte. Es m´s, a
me gustar´ compartirla contigo. Te ruego que me hagas el favor de sacar dos
ıa
shekeles de tu bolsa, que debe estar bien llena, puesto que no est´s trabajando
a
en tu taller, y me los prestes hasta despu´s del fest´ de los nobles de esta noche.
e ın
No los perder´s, te ser´n devueltos.
a a
–Si tuviera dos shekeles –respondi´ tristemente Bansir–, no podr´ prest´rselos
o ıa a
a nadie, ni a ti, mi mejor amigo, porque ser´ toda mi fortuna. Nadie presta
ıan
toda su fortuna ni a su mejor amigo.
–¿Qu´? –exclam´ Kobi sorprendido– ¿No tienes ni un shekel en tu bolsa y
e o
permaneces sentado en el muro como una estatua? ¿Por qu´ no acabas ese
e
carro? ¿C´mo sacias tu hambre? No te reconozco, amigo m´ ¿D´nde est´ tu
o ıo. o a
energ´ desbordante? ¿Te aflige alguna cosa? ¿Te han causado los dioses alg´n
ıa u
problema?
–Debe de ser un suplicio que me han enviado los dioses –coment´ Bansir–.
o
Comenz´ con un sue˜o, un sue˜o que no ten´ sentido, en el que yo cre´ que
o n n ıa ıa
era un hombre afortunado. De mi cintura colgaba una bolsa repleta de pesadas
monedas. Ten´ shekeles que tiraba despreocupadamente a los mendigos, mon-
ıa
edas de oro con las que compraba utiles para mi mujer y todo lo que deseaba
´
para m´ incluso ten´ monedas de oro que me permit´ mirar confiadamente
ı; ıa ıan
el futuro y gastar con libertad. Me invad´ un maravilloso sentimiento de satis-
ıa
facci´n. Si me hubieras visto no habr´ conocido en m´ al esforzado trabajador,
o ıas ı
ni en mi esposa a la mujer arrugada, habr´ encontrado en su lugar una mujer
ıas
con el rostro plet´rico de felicidad que sonre´ como al comienzo de nuestro
o ıa
matrimonio.
–Un bello sue˜o en efecto –coment´ Kobi–, pero ¿por qu´ sentimientos tan
n o e
placenteros te hab´ de convertir en una estatua colocada sobre el muro?
ıan
–¿Por qu´? Porque en el momento que me he despertado y he recordado has-
e
ta qu´ punto mi bolsa se encontraba vac´ me ha invadido un sentimiento de
e ıa,
rebeld´ –Hablemos de ello. Como dicen los marinos, los dos remamos en la
ıa.
misma barca. De j´venes fuimos a visitar a los sacerdotes para aprender su
o
sabidur´ Cuando nos hicimos hombres, compartimos los mismos placeres. En
ıa.
la edad adulta, siempre hemos sido buenos amigos. Est´bamos satisfechos de
a
nuestra suerte. ´ramos felices de trabajar largas horas y de gastar libremente
e
nuestro salario. Ganamos mucho dinero durante los a˜os pasados, pero los go-
n
ces de la riqueza s´lo los hemos podido experimentar en sue˜os. ¿Somos acaso
o n
est´pidos borregos? Vivimos en la ciudad m´s rica del mundo. Los viajeros di-
u a
cen que ninguna otra ciudad la iguala. Ante nosotros se extiende esta riqueza,
6
8. pero no poseemos nada de ella. Tras haber pasado la mitad de tu vida traba-
jando arduamente, t´, mi mejor amigo, tienes la bolsa vac´ y me preguntas:
u ıa
¿Me puedes dejar una suma tan insignificante como dos shekeles hasta despu´s e
del fest´ de los nobles de esta noche?” ¿Y qu´ es lo que yo te respondo? ¿Digo
ın e
que aqu´ tienes mi bolsa, y que comparto contigo su contenido? No, admito que
ı
mi bolsa est´ tan vac´ como la tuya. ¿Qu´ es lo que no funciona? ¿Por qu´ no
a ıa e e
podemos conseguir m´s plata y m´s oro, m´s de lo necesario para poder comer
a a a
y vestirse?
Consideremos a nuestros hijos. ¿No est´n siguiendo el mismo camino de sus
a
padres? ¿Tambi´n ellos con sus familias, y sus hijos con las suyas, tendr´n que
e a
vivir entre los acaparadores de oro y se tendr´n que contentar con beber la
a
consabida leche de cabra y alimentarse de caldo claro?
–Durante todos estos a˜os que hemos sido amigos, nunca hab´ hablado as´
n ıas ı,
–replic´ Kobi intrigado.
o
–Durante todos estos a˜os, jam´s hab´ pensado as´ Desde el alba hasta que
n a ıa ı.
me hac´ parar la oscuridad he trabajado haciendo los m´s bellos carros que
ıa a
pueda fabricar un hombre, sin casi atreverme apenas a esperar que un d´ los ıa
dioses reconocer´ mis buenas obras y me dar´ una gran prosperidad, lo que
ıan ıan
jam´s han hecho. Al fin me doy cuenta de que nunca lo har´n. Por eso estoy
a a
triste. Deseo ser rico. Quiero poseer tierras y ganado, lucir bellas ropas y llenar
mi bolsa de dinero. Estoy dispuesto a trabajar para ello con todas mis fuerzas,
con toda la habilidad de mis manos, con toda la destreza de mi cabeza, pero
deseo que mis esfuerzos sean recompensados. ¿Qu´ nos ocurre? Te lo vuelvo a
e
preguntar. ¿Por qu´ no tenemos una parte justa de todas las cosas buenas, tan
e
abundantes, que pueden conseguir los que poseen el oro?
–¡Ay si conociera la respuesta! –respondi´ Kobi–. Yo no estoy m´s satisfecho
o a
que t´. Todo el dinero que gano .con mi lira se gasta r´pidamente. A menudo he
u a
de planificar y calcular para que mi familia no pase hambre. Yo tambi´n tengo
e
en mi fuero interno el deseo de tener una lira suficientemente grande para.
hacer resonar la grandiosa m´sica que me viene a la mente. Con un instrumento
u
as´ podr´ producir una m´sica tan suave que ni el mismo rey habr´ o´ nunca
ı ıa u ıa ıdo
nada parecido.
–T´ deber´ tener una lira as´ Nadie en la ciudad de Babilonia podr´ hacerla
u ıas ı. ıa
sonar mejor que t´, hacerla cantar tan melodiosamente que, no s´lo el rey, sino
u o
los mismos dioses quedar´ maravillados. Pero, ¿como podr´ conseguirla si
ıan ıas
t´ y yo somos tan pobres como los esclavos del rey? ¡Escucha la campana! ¡Ya
u
vienen! –se˜al´ una larga columna de hombres medio desnudos, los portadores de
n o
agua que ven´ del r´ sudando y sufriendo por una estrecha calle. Caminaban
ıan ıo,
en columna de a cinco encorvados bajo la pesada piel de cabra llena de agua.
–El hombre que los gu´ es hermoso –Kobi indic´ al hombre que tocaba la
ıa o
campana y andaba al frente de todos,– sin carga–. En su pa´ es f´cil encontrar
ıs a
a hombres hermosos.
–Hay varios rostros bellos en la fila –dijo Bansir–, tanto como los nuestros.
7
9. Hombres altos y rubios del norte, hombres negros y risue˜os del sur y peque˜os
n n
y morenos de los pa´ıses vecinos. Todos caminan juntos del r´ a los jardines
ıo
y de los jardines al r´ cada d´ de cada a˜o. No pueden esperar ninguna
ıo, ıa n
felicidad. Duermen sobre lechos de paja y comen gachas. ¡Me dan pena esos
pobres animales, Kobi!
–A m´ tambi´n me dan pena. Pero me hacen recordar que nosotros no estamos
ı e
mucho mejor que ellos, aunque nos llamemos libres. –
–Es cierto, Kobi, pero no me gusta pensar en eso. No queremos seguir viviendo
como esclavos a˜o tras a˜o. Trabajar, trabajar, trabajar...¡Y no llegar a nada!
n n
–¿No deber´ıamos intentar averiguar c´mo los otros consiguieron su oro y hacer
o
como ellos? pregunt´ Kobi.
o
–Tal vez haya un secreto que podemos aprender simplemente si encontramos a
los que lo conocen, –respondi´ Bansir pensativo.
o
–Hoy mismo –a˜adi´ Kobi– me he cruzado con nuestro viejo amigo Arkad, que se
n o
paseaba en su carro dorado. Te dir´ que ni me ha mirado; una cosa que algunos
e
de los de su clase creen tener derecho a hacer. En vez de eso ha hecho una se˜al
n
con la mano para que los espectadores pudieran verle saludar y conceder el favor
de una sonrisa amable a Kobi el m´sico.
u
–S´ dicen que es el hombre m´s rico de toda Babilonia –dijo Bansir.
ı, a
–Tan rico, dicen, que el rey recurre a su oro para asuntos del tesoro –contest´ Ko-
o
bi.
–Tan rico –coment´ Bansir– que si me lo encontrara de noche estar´ tentado
o ıa
de vaciarle la bolsa.
–¡Eso es absurdo! –replic´ Kobi–. La fortuna de un hombre no est´ en la bolsa
o a
que lleva consigo. Una bolsa bien repleta se vac´ con rapidez si no hay una
ıa
fuente de oro para alimentarla. Arkad tiene unos ingresos que mantienen su
bolsa llena, gaste como gaste su dinero.
–¡Los ingresos, eso es lo importante! –dijo Bansir–. Deseo una renta que contin´e
u
alimentando mi bolsa, tanto si me quedo sentado en el muro de mi casa como si
viajo a lejanos pa´ ıses. Arkad debe de saber c´mo un hombre puede asegurarse
o
una renta. ¿Crees que ser´ capaz de explic´rselo a alguien con una mente tan
a a
torpe c´mo la m´
o ıa?
–Creo que ense˜´ su saber a su hijo Nomasir –respondi´ Kobi–. Este fue a N´
no o ınive
y, seg´n dicen en la posada, se convirti´, sin la ayuda de su padre, en uno de
u o
los hombres m´s ricos de la ciudad.
a
–Kobi, lo que acabas de decir ha hecho nacer en m´ una luminosa idea –un nuevo
ı
brillo apareci´ en los ojo de Bansir–. Nada cuesta pedir un sabio consejo a un
o
buen amigo, y Arkad siempre ha sido un amigo. No importa que nuestras bolsas
est´n tan vac´ como el nido de halc´n del a˜o anterior. No nos detengamos
e ıas o n
por eso. No nos inquietemos por no poseer oro en medio de la abundancia. De-
seamos ser ricos. ¡Ven! Vayamos a ver a Arkad y pregunt´mosle c´mo podr´
e o ıamos
conseguir ganancias por nosotros mismos.
8
10. –Hablas pose´ por una aut´ntica inspiraci´n, Bansir. Traes a mi mente una
ıdo e o
nueva visi´n de las cosas. Me haces tomar conciencia de la raz´n por la que
o o
nunca hemos tenido nuestra parte de riqueza. Nunca la hemos buscado activa-
mente. T´ has trabajado con paciencia para construir los carros m´s s´lidos de
u a o
Babilonia. Has concentrado en ello todos tus esfuerzos y lo has conseguido. Yo
me he esforzado en convertirme en un h´bil m´sico, y lo he logrado.
a u
En lo que nos hemos propuesto triunfar, hemos triunfado. Los dioses estaban
contentos de dejarnos continuar as´ Ahora, por fin vemos una luz tan brillante
ı.
como el amanecer. Nos ordena que aprendamos m´s para hacernos m´s pr´sper-
a a o
os. Encontraremos, con un nuevo entendimiento, maneras honorables de cumplir
nuestros deseos.
–Vayamos hoy a ver a Arkad dijo Bansir–. Pidamos a los amigos de nuestra
infancia que tampoco han triunfado que se unan a nosotros y que compartan
con nosotros esa sabidur´
ıa.
–Eres en verdad un amigo considerado, Bansir. Por eso tienes tantas amistades.
Haremos como dices. Vayamos hoy a buscarlos y llev´moslos con nosotros.
e
9
11. Cap´
ıtulo 2
EL HOMBRE MAS RICO
DE BABILONIA
En la antigua Babilonia viv´ un hombre muy rico que se llamaba Arkad. Su
ıa
inmensa fortuna lo hac´ admirado en todo el mundo. Tambi´n era conocido
ıa e
por su prodigalidad. Daba generosamente a los pobres. Era espl´ndido con su
e
familia. Gastaba mucho en s´ mismo. Pero su fortuna se acrecentaba cada a˜o
ı n
m´s de lo que pod´ gastar.
a ıa
Un d´ unos amigos de la infancia lo fueron a ver y le dijeron:
ıa,
–T´, Arkad, eres m´s afortunado que nosotros. Te has convertido en el hombre
u a
m´s rico de Babilonia mientras que nosotros todav´ luchamos por subsistir.
a ıa
T´ puedes llevar las m´s bellas ropas y regalarte con los m´s raros manjares,
u a a
mientras que nosotros nos hemos de conformar con vestir a nuestras familias de
manera apenas decente y alimentarlas tan bien como podemos.
Sin embargo, en un tiempo fuimos iguales. Estudiamos con el mismo maestro.
Jugamos a. los mismos juegos. No nos superabas en los juegos ni en los estudios.
Y durante esos a˜os no fuiste mejor ciudadano que nosotros.
n
Y por lo que podemos juzgar, no has trabajado m´s duro ni m´s arduamente que
a a
nosotros. ¿Por qu´ entonces te elige a ti la suerte caprichosa para que goces de
e
todas las cosas buenas de la vida y a nosotros, que tenemos los mismos m´ritos,
e
nos ignora?
–Si no hab´is conseguido con qu´ vivir de manera sencilla desde los a˜os de
e e n
nuestra juventud –los reprendi´ Arkad–, es que hab´is olvidado aprender las
o e
reglas que permiten acceder a la riqueza, o tambi´n puede ser que no las hay´is
e a
observado.
La Fortuna Caprichosa es una diosa malvada que no favorece siempre a las
mismas personas. A1 contrario, lleva a la ruina a casi todos los hombres sobre
los que ha hecho llover oro sin que hicieran esfuerzo alguno. Hace actuar de
10
12. manera desordenada a los derrochadores irreflexivos que gastan todo lo que
ganan, dej´ndoles tan s´lo apetitos y deseos tan grandes que no puedan saciarlos.
a o
En cambio, otros de a los que favorece se vuelven avaros y atesoran sus bienes
por miedo a gastar los que tienen, pues saben que no son capaces de reponerlos.
Adem´s, siempre temen ser asaltados por los ladrones y se condenan a vivir una
a
vida vac´ solos y miserables. Probablemente existen otros que pueden usar
ıa,
el oro que han ganado sin esfuerzo, hacerlo rendir y continuar siendo hombres
felices y ciudadanos satisfechos. Sin embargo, son poco numerosos. S´lo los
o
conozco de o´ ıdas. Pensad en los hombres que repentinamente–han heredado
fortunas y decidme si esto que os digo no es cierto.
Sus amigos pensaron que estas palabras eran ver´
ıdicas, pues sab´ de hom-
ıan
bres que hab´ heredado fortunas. Le pidieron que les explicara c´mo se hab´
ıan o ıa
convertido en un hombre tan pr´spero.
o
–En mi juventud –continu´–, mir´ a mi alrededor y vi todas las buenas cosas
o e
que me pod´ dar felicidad y satisfacci´n, y me di cuenta de que la riqueza
ıan o
aumentaba el poder de esos bienes.
La riqueza es un poder, la riqueza hace posible muchas cosas.
Permite amueblar una casa con los m´s bellos muebles.
a
Permite navegar por mares lejanos.
Permite degustar finos manjares de lejanos pa´
ıses.
Permite comprar los adornos del orfebre y del joyero.
Permite, incluso, construir grandiosos templos para los dioses.
Permite todas esas cosas y a´n muchas otras que procuran placer a los
u
sentidos y satisfacci´n al alma.
o
Cuando comprend´ todo eso, me promet´ que yo tendr´ mi parte de las cosas
ı ı ıa
buenas de la vida. Que no ser´ uno de esos que se mantienen al margen, mirando
ıa
con envidia c´mo los otros gozan de su fortuna. No me conformar´ con ropas
o ıa
menos caras que s´lo ser´ respetables. No me contentar´ con la vida de un
o ıan ıa
pobre hombre. Al contrario, estar´ invitado al banquete de las buenas cosas.
ıa
Siendo, como ya sab´is, el hijo de un humilde comerciante, y miembro de una
e
familia numerosa, no ten´ ninguna esperanza de heredar, y no estaba especial-
ıa
mente dotado de fuerza o de sabidur´ como hab´is dicho con tanta franqueza;
ıa, e
as´ que decid´ que si quer´ obtener lo que deseaba necesitar´ dedicar tiempo y
ı ı ıa ıa
estudio.
En cuanto al tiempo, todos los hombres lo tienen en abundancia. Vosotros hab´is
e
dejado pasar el tiempo necesario para enriquecerse.
Y sin embargo admit´ que no ten´is otros bienes que mostrar que vuestras
ıs e
buenas familias, de las que ten´is raz´n de estar orgullosos.
e o
11
13. En lo que concierne al estudio, ¿No nos ense˜´ nuestro sabio profesor que posee
no
dos niveles? Las cosas que ya hemos aprendido y que ya sabemos; y la formaci´n
o
que nos muestra c´mo descubrir las que no sabemos.
o
As´ decid´ buscar qu´ hab´ que hacer para acumular riquezas, y cuando lo
ı ı e ıa
encontr´, me cre´ en la obligaci´n de hacerlo y de hacerlo bien. Pues ¿acaso
e ı o
no es sabio el querer aprovechar la vida mientras nos ilumina el sol, ya que la
desgracia pronto se abatir´ sobre nosotros en el momento que partamos hacia
a
la negrura del mundo de los esp´
ıritus?
Encontr´ un puesto de escriba en la sala de archivos, en la que durante largas
e
horas todos los d´ trabajaba sobre las tablillas de barro, semana tras semana,
ıas,
mes tras mes; sin embargo, nada me quedaba de lo que ganaba. La comida,
el vestido, lo que correspond´ a los dioses y otras cosas de las que ya no me
ıa
acuerdo, absorb´ todos mis beneficios. Pero todav´ estaba decidido.
ıan ıa
Y un d´ Algamish el prestamista vino a la casa del se˜or de la ciudad y
ıa, n
encarg´ una copia de la novena ley; me dijo: La tengo que tener en mi poder
o
dentro de dos d´ si el trabajo est´ hecho a tiempo te dar´ dos monedas de
ıas; a e
cobre
As´ que trabaj´ duro, pero la ley era larga y cuando Algamish volvi´, no hab´
ı e o ıa
terminado el trabajo. Estaba enfadado, si hubiera sido su esclavo me habr´ ıa
pegado. Pero como sab´ que mi amo no lo habr´ permitido, yo no tuve miedo
ıa ıa
y le pregunt´: Algamish, sois un hombre rico. Decidme c´mo puedo hacerme
e o
rico y trabajar´ toda la noche escribiendo en las tablillas para que cuando el sol
e
se levante la ley est´ ya grabada, ´l me sonri´ y respondi´: eres un joven astuto,
e e o o
pero acepto el trato .
Pas´ toda la noche escribiendo, aunque me dol´ la espalda y el mal olor de
e ıa
la l´mpara me daba dolor de cabeza, hasta que casi ya no pod´ ni ver. Pero
a ıa
cuando ´l regres´ al amanecer, las tablillas estaban terminadas.
e o
Ahora, dije, cumple tu promesa.
T´ has hecho tu parte del trato, hijo m´ me dijo ´l bondadosamente, y yo estoy
u ıo, e
dispuesto a cumplir la m´ te dir´ lo que deseas saber porque me vuelvo viejo
ıa. e
y a las lenguas viejas les gusta hablar, y cuando un joven se dirige a un viejo
para recibir un consejo, bebe de la fuente de la sabidur´ que da la experiencia.
ıa
Demasiadas veces, los j´venes creen que los viejos s´lo conocen la sabidur´ de
o o ıa
los tiempos pasados y de ese modo no sacan provecho de ella. Pero recuerda
esto: el sol que brilla ahora es el mismo que brillaba cuando naci´ tu padre y el
o
mismo que brillar´ cuando muera el ultimo de tus nietos.
a ´
Las ideas de los j´venes, continu´, son luces resplandecientes que brillan como
o o
meteoros que iluminan el cielo; pero la sabidur´ del anciano es como las estrellas
ıa
filas que lucen siempre de la misma manera, de modo que los marinos puedan
confiar en ellas.
Ret´n bien estas palabras si quieres captar la verdad de lo que te voy a decir y
e
no pensar que has trabajado en vano durante toda la noche.
12
14. Entonces, bajo las pobladas cejas, sus ojos me miraron fijamente y dijo en voz
baja pero firme: Encontr´ el camino de la riqueza cuando decid´ que una parte
e ı
de :todo lo que ganaba me ten´ que pertenecer. Lo mismo ser´ verdad para ti.
ıa a
Despu´s continu´ mir´ndome y su mirada me atraves´; giro no a˜adi´ nada
e o a o n o
m´s. ¿Eso es todo? , pregunt´.
a e
¡Fue suficiente para convertir en prestamista de oro a un pastor!, respondi´.
o
Pero puedo conservar todo lo que gano, ¿no? dije. En absoluto, respondi´. ¿No
o
pagas al zapatero? ¿No pagas al sastre? ¿No pagas por la comida? ¿Puedes vivir
en Babilonia sin gastar? ¿Qu´ te queda de todo lo que ganaste durante el a˜o
e n
pasado? ¡Idiota! Pagas a todo el mundo menos a ti. Lelo, trabajas para los otros.
Lo mismo dar´ que fueras un esclavo y trabajaras para tu due˜o, que te dar´
ıa n ıa
lo que necesitas para comer y vestir.
Si guardaras la d´cima parte de lo que ganas en un a˜o, ¿cu´nto tendr´ en
e n a ıas
diez a˜os?
n
Mis conocimientos de c´lculo me permitieron responder: tanto como gano en un
a
a˜o .
n
El replic´: lo que dices es una verdad a medias. Cada moneda de oro que ahorras
o
es una esclavo que trabaja para ti. Cada una de las peque˜as monedas que te
n
proporcionar´ ´sta, engendrar´ otras que tambi´n trabajar´n para ti. ¡Si te
a e a e a
quieres hacer rico, tus ahorros te deben rendir y estos rendimientos rendirte a
su vez! Todo esto te ayudar´ a conseguir la abundancia de que est´s ´vido
a a a
Crees que te pago mal por la larga noche de trabajo, continu´, pero en verdad
o
te pago mil veces; s´lo hace falta que captes la verdad de lo que te he presentado
o
Una parte de lo que t´ ganas es tuyo y lo puedes conservar. No debe ser menos
u
de una d´cima parte, sea cual sea la cantidad que t´ ganes. Puede ser mucho
e u
m´s cuando te lo puedas permitir. Primero p´gate a ti. No compres al zapatero
a a
o al sastre m´s de lo que puedas pagar con lo que te quede, de modo que tengas
a
suficiente para la alimentaci´n, la caridad y la devoci´n a los dioses.
o o
La riqueza, como el ´rbol, nace de una semilla. La primera moneda que ahorres
a
ser´ la semilla que har´ crecer el ´rbol de tu riqueza. Cuanto antes plantes tu
a a a
semilla, antes crecer´ el ´rbol. Cuanto m´s fielmente riegues y abones tu ´rbol,
a a a a
antes te refrescar´s, satisfecho, bajo su sombra.
a
Habiendo dicho esto, cogi´ sus tablillas y se fue.
o
Pens´ mucho en lo que me hab´ dicho y me pareci´ razonable. As´ que decid´ que
e ıa o ı ı
lo intentar´ Cada vez que me pagaban, tomaba una moneda de cobre de cada
ıa.
diez y la guardaba. Y por extra˜o que parezca, no me faltaba m´s dinero que
n a
antes. Tras habituarme, casi ni me daba cuenta, pero a menudo estaba tentado
de gastar mi tesoro, que empezaba a crecer, para comprar algunas de las buenas
cosas que mostraban los mercaderes, cosas tra´ıdas por los camellos y los barcos
del pa´ de lo fenicios. Pero me reten´ prudentemente.
ıs ıa
13
15. Doce meses despu´s de la visita de Algamish, este volvi´ y me dijo: Hijo m´
e o ıo,
¿te has pagado con la d´cima parte de lo que has ganado este a˜o?
e n
Yo respond´ orgulloso: S´ maestro
ı ı,
Bien, respondi´ contento, ¿qu´ has hecho con ella?
o e
Se la he dado a Azmur el fabricante de ladrillos. Me ha dicho que viajar´ por
ıa
mares lejanos y que comprar´ joyas raras a los fenicios en Tiro, para luego
ıa
venderlas aqu´ a elevados precios, y que compartir´
ı ıamos las ganancias
Se aprende a golpes, gru˜´, ¿c´mo has podido confiar en un fabricante de ladril-
no o
los sobre una cuesti´n de joyas? ¿Ir´ a ver al panadero por un asunto de las
o ıas
estrellas? Seguro que no, si pensaras un poco ir´ a ver a un astr´nomo. Has
ıas o
perdido tus ahorros, mi joven amigo; has cortado tu ´rbol de la riqueza de ra´
a ız.
Pero planta otro. Y la pr´xima vez, si quieres un consejo sobre joyas, ve a ver a
o
un joyero. Si quieres saber la verdad sobre los corderos, ve a ver al pastor. Los
consejos son una cosa que se da gratuitamente, pero toma tan s´lo los buenos.
o
Quien pide consejo sobre sus ahorros a alguien que no es entendido en la materia
habr´ de pagar con sus econom´ el precio de la falsedad de los consejos. Tras
a ıas
decir esto, se fue.
Y pas´ como ´l hab´ predicho, pues los fenicios resultaron ser unos canallas, y
o e ıa
hab´ vendido a Azmur trozos de vidrio sin valor que parec´ piedras preciosas.
ıan ıan
Pero, como me hab´ indicado Algamish, volv´ a ahorrar una moneda de cobre
ıa ı
de cada diez que ganaba ya que me hab´ acostumbrado y no me era dif´
ıa ıcil.
Doce meses m´s tarde, Algamish volvi´ a la sala de los escribas y se dirigi´ a
a o o
m´ ¿Qu´ progresos has realizado desde la ultima vez que te vi?
ı. e ´
Me he pagado regularmente, repliqu´, y he confiado mis ahorros a Ager, el
e
fabricante de escudos, para que compre bronce, y cada cuatro meses me paga
los intereses.
Muy bien. ¿Y qu´ haces con esos intereses?
e
Me doy un gran fest´ con miel, buen vino y pastel de especias. Tambi´n me he
ın e
comprado una t´nica escarlata. Y alg´n d´ me comprar´ un asno joven para
u u ıa e
poderme pasear.˚’
Al o´ eso, Algamish ri´: Te comes los beneficios de tus ahorros. As´ ¿c´mo
ır o ı, o
quieres que trabajen para ti? ¿C´mo pueden producir a su vez m´s beneficios
o a
que trabajen para ti? Proc´rate primero un ej´rcito de esclavos de oro, y despu´s
u e e
podr´s gozar de los banquetes sin preocuparte.
a
Tras esto, no lo volv´ a ver en dos a˜os. Cuando regres´, su rostro estaba cubierto
ı n o
de arrugas y ten´ los ojos hundidos, ya que se estaba haciendo viejo. Me dijo:
ıa
Arkad, ¿ya eres rico, tal como so˜abas?
n
Y yo respond´ No, todav´ no poseo todo lo que deseo, s´lo una parte, pero
ı: ıa o
obtengo beneficios que se n multiplicando.
¿Y todav´ pides consejo a los fabricantes de ladrillos?
ıa
14
16. Respecto a la manera de fabricar ladrillos, dan buenos consejos , repliqu´.
e
Arkad, continu´, has aprendido bien la lecci´n. Primero aprendiste a vivir con
o o
menos de lo que ganabas, despu´s, aprendiste a pedir consejo a hombres que
e
fueran competentes gracias a la experiencia adquirida y que quisieran compartir
´sta, y finalmente has aprendido a hacer que tu dinero trabaje para ti.
e
Has aprendido por ti solo la manera de conseguir dinero, de conservarlo y de
usarlo. De modo que eres competente y est´s preparado para asumir un puesto
a
de responsabilidad. Yo me hago viejo, mis hijos s´lo piensan en gastar y nunca
o
en ganar. Mis negocios son muy grandes y tengo miedo de no poderme encargar
de ellos. Si quieres ir a Nipur a encargarte de mis tierras de all´ te har´ mi socio
ı, e
y compartiremos los beneficios.
As´ que fui a Nipur y me encargu´ de los negocios importantes, y como estaba
ı e
lleno de ambici´n y hab´ aprendido las tres reglas de gesti´n de la riqueza pude
o ıa o
aumentar grandemente el valor de sus bienes. De modo que cuando el esp´ ıritu
de Algamish se fue al mundo de las tinieblas, tuve derecho a una parte de sus
propiedades, como ´l hab´ convenido conforme a la ley.
e ıa
As´ habl´ Arkad, y cuando hubo acabado de contar su historia, uno de los amigos
ı o
habl´.
o
–Tuviste una gran suerte de que Algamish te hiciera su heredero –dijo.
–Solamente tuve la gran suerte de querer prosperar antes de encontrarlo. ¿Acaso
no prob´ durante cuatro a˜os mi determinaci´n al guardar una d´cima parte de
e n o e
lo que ganaba? ¿Dir´ que tiene suerte el pescador que pasa largos a˜os estu-
ıas n
diando el comportamiento de los peces y consigue atraparlos gracias a un cambio
del viento, tirando sus redes justo en el momento preciso? La oportunidad es
una diosa arrogante que no pierde el tiempo con los que no est´n preparados.
a
–Hiciste prueba de mucha voluntad cuando continuaste despu´s de haber per-
e
dido los ahorros de tu primer a˜o. ¡Fuiste extraordinario! –exclam´ otro.
n o
–¡Voluntad! –replic´ Arkad–. ¡Qu´ absurdo! ¿Cre´is que la voluntad da al hombre
o e e
la fuerza para levantar un fardo que no puede transportar un camello o que
no que no puede tirar un buey? La voluntad no es m´s que la determinaci´n
a o
inflexible de llevar a cabo el se ha impuesto.
Cuando yo me impongo un trabajo, por peque˜o que sea, lo acabo. De otro
n
modo, ¿c´mo podr´ confiar en m´ mismo para realizar trabajos importantes?
o ıa ı
Si me propongo que durante cien d´ ıas, cada vez que pase por el puente que
lleva a la ciudad coger´ una piedra y la tirar´ al r´ lo har´. Si el s´ptimo d´
e e ıo, e e ıa
pas´ sin acordarme, no me digo que pasar´ el d´ siguiente, tirar´ dos piedras, y
o e ıa e
ser´ igual. En vez de eso dar´ la vuelta y tirar´ la piedra al r´ El vig´simo d´
a e e ıo. e ıa
no me dir´ que todo esto es in´til ni me, preguntar´ de qu´ sirve tirar piedras
e u e e
al r´ cada d´ podr´ tirar un pu˜ado de piedras y habr´ acabado todo .
ıo ıa, ıas n ıas
No, no dir´ eso ni lo har´, cuando me impongo un trabajo lo hago, de modo
e e
que procuro no comenzar trabajos dif´ ıciles o imposibles porque me gusta tener
tiempo libre.
15
17. Entonces, otro de los amigos elev´ la voz.
o
–Si lo que dices es cierto —-dijo–, y si, como t´ has dicho, es razonable, entonces
u
todos los hombre podr´ hacerlo, y si todos lo hicieran, no habr´ suficiente
ıan ıa
riqueza para todo el mundo.
–La riqueza aumenta cada vez que los hombres gastan sus energ´ ıas, respon-
di´ Arkad.Si un hombre rico se construye un nuevo palacio, ¿se pierde el oro
o
con el que paga? No, el fabricante de ladrillos tiene una parte, el trabajador
otra, el artista la suya. Y todos los que trabajan, en la construcci´n del palacio
o
reciben una parte. Y cuando el palacio est´ terminado, ¿acaso no tiene el valor
a
de lo que ha costado? ¿Y el terreno sobre el que –est´ construido no adquiere
a
por este hecho m´s valor? La riqueza crece de manera m´gica. Ning´n hombre
a a u
puede predecir su l´ ımite. ¿Acaso no han levantado los fenicios grandes ciudades
en ´ridas costas gracias a las riquezas tra´
a ıdas por sus barcos mercantes?
–¿Qu´ nos aconsejas para que nosotros tambi´n nos hagamos ricos? pregunt´ uno
e e o
de los amigos–. Los a˜os han ido pasando, ya no somos j´venes y no tenemos
n o
dinero que ahorrar.
–Os recomiendo que pong´is en pr´ctica los sabios principios de Algamish; y
a a
dec´ una parte de todo lo que gano me revierte y la he de conservar. Dec´
ıos: ıoslo
cuando os levant´is, dec´
e ıoslo al mediod´ dec´
ıa, ıoslo por la tarde, dec´
ıoslo cada
hora de cada d´ Repetidlo hasta que estas palabras resalten como letras de
ıa.
fuego en el cielo.
Impregnaos de esta idea. Llenaos de este pensamiento. Tomad la porci´n queo
os parezca prudente de lo que gan´is, que no sea menos de la d´cima parte,
a e
y conservadla. Organizad vuestros gastos en consecuencia. Pero lo primero es
guardar esa parte. Pronto conocer´is la agradable sensaci´n de poseer un tesoro
e o
que s´lo os pertenece a vosotros, que a medida que aumenta, os estimula. Un
o
nuevo placer de vivir os animar´. Si hac´is mayores esfuerzos, obtendr´is m´s. Si
a e e a
vuestros beneficios crecen, aunque el porcentaje sea el mismo, vuestras ganancias
ser´n mayores, ¿no?
a
Cuando llegu´is a este punto, aprended a hacer trabajar vuestro oro para vosotros,
e
hacedlo vuestro esclavo. Haced que sus hijos y los hijos de sus hijos trabajen
para vosotros. Aseguraos una renta para el futuro, mirad a los ancianos y no
olvid´is que vosotros ser´is uno de ellos. Invertid vuestro patrimonio con la
e e
mayor prudencia para no perderlo. Los intereses de los usureros son irresistibles
cantos de sirena que atraen a los imprudentes hacia las rocas de la perdici´n y
o
el remordimiento.
Vigilad que vuestra familia no pase necesidad si los dioses os llaman a su reino.
Para asegurarle esta protecci´n, siempre se pueden ir desembolsando peque˜as
o n
cantidades a intervalos regulares. El hombre prudente no conf´ en recibir una
ıa
gran suma de dinero si no lo ha visto antes.
Consultad a los hombres sabios. Buscad el consejo de quienes manejan dinero
todos los d´ Permitid que os ahorren errores como el que yo comet´
ıas. ı–.al confiar
16
18. mi dinero al juicio de Azmur, el fabricante de ladrillos. Es preferible un peque˜o
n
inter´s seguro a un gran riesgo.
e
Aprovechad la vida mientras est´is en este mundo, no hag´is demasiadas econom´
a a ıas.
Si la d´cima parte de lo que gan´is es una cantidad razonable que pod´is ahor-
e a e
rar, contentaos con esa porci´n. A parte de esto, vivid de manera conforme con
o
vuestros ingresos y no os volv´is ro˜osos ni teng´is miedo de gastar. La vida es
a n a
bella y est´ llena de cosas buenas que pod´is disfrutar.
a e
Tras decir esto, sus amigos le dieron las gracias y se fueron. Algunos permanec´
ıan
silenciosos porque no ten´ imaginaci´n y no pod´ comprender, otros sent´
ıan o ıan ıan
rencor porque pensaban que alguien tan rico hab´ podido compartir su dinero
ıa
con ellos, pero unos terceros ten´ un nuevo brillo en los ojos. Hab´ compren-
ıan ıan
dido que Algamish hab´ vuelto a la sala de los escribas para mirar atentamente
ıa
a un hombre que se estaba trazando un camino hacia la luz. Una vez hubiera
encontrado la luz, ya tendr´ una posici´n. Sab´ que nadie pod´ ocupar este
ıa o ıan ıa
lugar sin antes haber llegado a comprender todo esto por si mismo y sin estar
dispuesto a aprovechar la ocasi´n cuando se presentara.
o
Estos ultimos fueron los que, durante los a˜os siguientes, visitaron asiduamente
´ n
a Arkad, quien los recib´ con alegr´ Les aconsej´ y les dio su sabidur´ de
ıa ıa. o ıa
modo gratuito como gustan de hacer siempre los hombres de larga experiencia.
Les ayud´ a invertir sus ahorros de modo que les dieran un inter´s seguro y no
o e
fueran malgastados en malas inversiones que no habr´ dado ning´n beneficio.
ıan u
El d´ que tomaron conciencia de la verdad que hab´ sido trasmitida de Al-
ıa ıa
gamish a Arkad y de Arkad a ellos, fue un hito en sus vidas.
Una parte de lo que gan´is revierte en vosotros, conservadla
a
17
19. Cap´
ıtulo 3
LOS SIETE MEDIOS DE
LLENAR UNA BOLSA
VACIA
La gloria de Babilonia persiste; a trav´s de los siglos, ha conservado la reputaci´n
e o
de haber sido una de las ciudades m´s ricas y con m´s fabulosos tesoros.
a a
No siempre fue as´ Las riquezas de Babilonia son el resultado de la sabidur´ de
ı. ıa
sus habitantes, que primero tuvieron que aprender la manera de hacerse ricos.
Cuando el buen rey Sarg´n regres´ a Babilonia despu´s de vencer a los elamitas,
o o e
sus enemigos, se encontr´ ante una situaci´n grave; el canciller real le explic´ las
o o o
razones de ello.
–Tras varios a˜os de gran prosperidad que nuestro pueblo debe a Su Majestad,
n
que ha construido grandes canales de riego y grandes templos para los dios-
es, ahora que las obras se han acabado, el pueblo parece no poder cubrir sus
necesidades.
–Los obreros no tienen trabajo, los comerciantes tienes escasos clientes, los
agricultores no pueden vender sus productos, el pueblo no tiene oro suficiente
para comprar comida.
–¿Pero a d´nde ha ido todo el dinero que hemos gastado en esas mejoras?
o
pregunt´ el rey.
o
–Me temo mucho que ha ido a parar a manos de algunos pocos hombres muy
ricos de nuestra ciudad –respondi´ el canciller–. Ha pasado por entre los dedos
o
de la mayor´ de nuestras gentes tan r´pido como la leche de cabra pasa por
ıa a
el colador. Ahora que la fuente de oro ha dejado de surtir, los m´s de nuestros
a
ciudadanos vuelven a no poseer nada.
18
20. –¿Por qu´ tan pocos hombres pudieron conseguir todo el oro? pregunt´ el rey
e o
despu´s de estar pensativo durante unos instantes.
e
–Porque sab´ c´mo hacerlo –respondi´ el canciller–. No se puede condenar a
ıan o o
un hombre porque logra el ´xito; tampoco se puede, en buena justicia, cogerle el
e
dinero que ha ganado honradamente para d´rselo a los que no han sido capaces
a
de hacer otro tanto.
–¿Pero por qu´ no pueden todos los hombres aprender a hacer fortuna y as´ hac-
e ı
erse ricos?
–Vuestra pregunta contiene su propia respuesta, Vuestra Majestad, ¿qui´n posee
e
la mayor fortuna de la ciudad Babilonia?
–Es cierto, mi buen canciller, es Arkad. Es el hombre m´s rico de Babilonia,
a
tr´emelo ma˜ana.
a n
El d´ siguiente, como hab´ ordenado el rey, se present´ ante ´l Arkad, bien
ıa ıa o e
derecho y con la mente despierta a pesar de su edad avanzada.
–¿Pose´ algo cuando empezaste?
ıas
–S´lo un gran deseo de riqueza. Aparte de eso, nada.
o
–Arkad –continu´ el rey–, nuestra ciudad se encuentra en una situaci´n muy del-
o o
icada porque son pocos los hombres que conocen la manera de adquirir riquezas.
Esos babilonios monopolizan el dinero mientras la masa de ciudadanos no sabe
c´mo actuar para conservar una parte del oro que recibe en pago.
o
Deseo que Babilonia sea la ciudad m´s rica del mundo, y eso significa que debe
a
haber muchos hombres ricos. Tenemos que ense˜ar a toda la poblaci´n c´mo
n o o
puede conseguir riquezas. Dime, Arkad, ¿existe un secreto para hacerlo? ¿Puede
ser transmitido?
–Es una cuesti´n pr´ctica, Vuestra Majestad. Todo lo que sabe un hombre puede
o a
ser ense˜ado.
n
–Arkad –los ojos del rey brillaban–, has dicho justamente las palabras que de-
seaba o´ ¿Te ofrecer´ para esa gran causa? ¿Ense˜ar´ tu ciencia a un grupo
ır. ıas n ıas
de maestros? Cada uno de ellos podr´ ense˜ar a otros hasta que hubiera un
ıa n
n´mero suficiente de educadores para instruir a todos los s´bditos capacitados
u u
de mi reino.
–Soy vuestro humilde servidor –dijo Arkad con una reverencia–. Compartir´ gus-
e
toso toda la ciencia que pueda poseer por el bienestar de mis conciudadanos y la
gloria de mi rey. Haced que vuestro buen canciller me organice una clase de cien
hombres y yo les ense˜ar´ las siete maneras que han permitido que mi fortuna
n e
floreciera cuando no hab´ en Babilonia bolsa m´s vac´ que la m´
ıa a ıa ıa.
Dos semanas m´s tarde, las cien personas elegidas estaban en la gran sala del
a
templo del Conocimiento del rey, estaban sentados en coloreadas alfombras y
formaban un semic´
ırculo. Arkad se sent´ junto a un peque˜o taburete en el que
o n
humeaba una l´mpara sagrada que desprend´ un olor extra˜o y agradable.
a ıa n
19
21. –Mira al hombre m´s rico de Babilonia –susurr´ un estudiante al o´ de su
a o ıdo
vecino cuando se levant´ Arkad–, no es diferente de nosotros.
o
–Como leal s´bdito de nuestro rey, empez´ Arkad, me encuentro ante vosotros
u o
para servirle. Me ha pedido que os transmita mi saber, ya que yo fui, en un
tiempo, un joven pobre que deseaba ardientemente poseer riquezas y encontr´ el
e
modo de conseguirlas.
Empec´ de la manera m´s humilde, no ten´ m´s dinero que vosotros para gozar
e a ıa a
plenamente de la vida, ni m´s que la mayor´ de los ciudadanos de Babilonia.
a ıa
El primer lugar donde guard´ mis tesoros era una ajada bolsa. Detestaba verla
e
as´ vac´ e in´til. Deseaba que estuviera abultada y llena, que el oro sonara en
ı, ıa u
ella. Por eso me esforc´ por encontrar las maneras de llenar una bolsa, encon-
e
tr´ siete.
e
Os explicar´, a vosotros que os hab´is reunido ante m´ estas siete maneras que
e e ı,
recomiendo a todos los hombres que quieran conseguir dinero a espuertas. Cada
d´ os explicar´ una de las siete, y as´ durante siete d´
ıa e ı ıas.
Escuchad atentamente la ciencia que os voy a comunicar; debatid las cuestiones
conmigo, discutidlas entre vosotros. Aprended estas lecciones a fondo para que
sean la .semilla de una riqueza que har´ florecer vuestra fortuna. Cada uno
a
debe comenzar a construir sabiamente su fortuna; cuando ya se´is competentes,
a
y s´lo entonces, ense˜ar´is estas verdades a otros.
o n e
Os mostrar´ maneras sencillas de llenar vuestra bolsa. Este es el primer paso que
e
os llevar´ al templo de la riqueza, ning´n hombre puede llegar a ´l si antes no
a u e
pone firmemente sus pies en el primer escal´n. Hoy nos dedicaremos a reflexionar
o
sobre la primera manera.
LA PRIMERA MANERA:
Empezad a llenar vuestra bolsa
Arkad se dirigi´ a un hombre que lo escuchaba atentamente desde la segunda
o
fila.
–Mi buen amigo, ¿a qu´ te dedicas?
e
–Soy escriba –respondi´ el hombre–, grabo documentos en tablillas de barro.
o
–Yo gan´ las primeras monedas haciendo el mismo trabajo. De modo que tienes
e
las mismas oportunidades de amasar una fortuna que yo. Despu´s habl´ a un
e o
hombre de rostro moreno que se encontraba m´s atr´s. –Dime por favor con
a a
qu´ trabajo te ganas el pan. –Soy carnicero –respondi´ el hombre–. Compro
e o
cabras a los granjeros y las sacrifico, vendo la carne a las
mujeres y la piel a los fabricantes de sandalias.
–Dado que tienes un trabajo y un salario, tienes las mismas armas que tuve yo
para triunfar. Arkad pregunt´ a todos c´mo se ganaban la vida, procediendo de
o o
la misma manera.
20
22. –Ya veis, queridos estudiantes, dijo cuando hubo terminado de hacer preguntas,
que hay varios trabajos y oficios que permiten al hombre ganar dinero. Cada
uno de ellos es un fil´n de oro del que el trabajador puede obtener una parte
o
para su propia bolsa gracias a su esfuerzo. Podemos decir que la fortuna es un
r´ de monedas de plata, grandes o peque˜as seg´n vuestra habilidad. ¿No es
ıo n u
as´
ı?
Todos estuvieron de acuerdo.
–Entonces, continu´ Arkad, si ceno de vosotros desea acumular un tesoro propio,
o
¿no ser´ sensato empezar usando esta fuente de riqueza que ya conocemos?
ıa
Tambi´n todos estuvieron de acuerdo. En ese momento Arkad se volvi´ hacia
e o
un hombre humilde que hab´ declarado ser vendedor de huevos. –¿Qu´ pasar´ si
ıa e a
tomas una de vuestras cestas y todas las ma˜anas colocas en ella diez huevos y
n
por la noche retiras nueve?
–Que al final rebosar´n.
a
–¿Por qu´? –Porque cada d´ pongo uno m´s de los que quito.
e ıa a
Arkad se volvi´ hacia toda la clase sonriendo.
o
–¿Hay alguien aqu´ que tenga la bolsa vac´ pregunt´.
ı ıa? o
Los hombres se miraron divertidos, rieron y finalmente sacudieron sus bolsas
bromeando.
–Bien –continu´ Arkad–. Ahora conocer´is el primer m´todo para llenar los
o e e
bolsillos. Haced justamente lo que he sugerido al vendedor de huevos. De cada
diez monedas que gan´is y guard´is en vuestra bolsa, retirad s´lo nueve para
e e o
gastar. Vuestra bolsa empezar´ a abultarse r´pidamente, aumentar´ el peso de
a a a
las monedas y sentir´is una agradable sensaci´n cuando la sopes´is. Esto os
e o e
producir´ una satisfacci´n personal.
a o
No os burl´is de lo que os digo porque os parezca simple. La verdad siempre lo
e
es. Ya os he dicho que os contar´ c´mo amas´ mi fortuna.
ıa o e
As´ fueron mis comienzos, yo tambi´n he tenido la bolsa vac´ y la he maldecido
ı e ıa
porque no conten´ nada con lo que pudiera satisfacer mis deseos. Pero cuando
ıa
empec´ a sacar s´lo nueve de cada diez monedas que met´ empez´ a abultarse.
e o ıa, o
Lo mismo le ocurrir´ a la vuestra.
a
Os dir´ una extra˜a verdad cuyo principio desconozc0. Cuando empec´ a gas-
e n e
tar s´lo las nueve d´cimas partes de lo que ganaba me arregl´ igual de bien
o e e
que cuando lo bastaba todo. No ten´ menos dinero que antes. Adem´s, con el
ıa a
tiempo, obten´ dinero con m´s facilidad. Es seguramente una ley de los dioses,
ıa a
que hace que, para los que no gastan todo lo que ganan y guardan un parte es
m´s f´cil conseguir dinero, del mismo modo que el oro no va a parar a manos
a a
de quien tiene los bolsillos vac´
ıos.
¿Qu´ dese´is con m´s fuerza? ¿Satisfacer los deseos de cada d´ joyas, muebles,
e a a ıa,
mejores ropas, m´s comida: cosas que desaparecen y olvidamos f´cilmente? ¿O
a a
21
23. bienes sustanciales como el oro, las tierras, los reba˜os, las mercanc´ los ben-
n ıas,
eficios de las inversiones? Las monedas que tom´is de vuestra bolsas os dar´n
a a
las primeras cosas; las que no retir´is, los segundas bienes que os he enumerado.
a
Este es, queridos estudiantes, el primer medio que he descubierto para llenar
una bolsa vac´ de cada diez monedas que gan´is, gastad s´lo nueve. Discutidlo
ıa: e o
entre vosotros. Si alguno puede probar que no es cierto, que lo diga ma˜ana
n
cuando nos volvamos a encontrar.
LA SEGUNDA MANERA:
Controlad vuestros gastos
Algunos de vosotros me hab´is preguntado lo siguiente: ¿C´mo puede un hombre
e o
guardar la d´cima parte de lo que gana cuando ni las diez d´cimas partes son
e e
suficientes para cubrir sus necesidades m´s apremiantes? –se dirigi´ Arkad a los
a o
estudiantes el segundo d´ –
ıa.
–¿Cu´ntos de vosotros ten´ ayer una fortuna m´s bien escasa?
a ıais a
–Todos –respondi´ la clase.
o
–Y sin embargo no gan´is todos lo mismo. Algunos ganan mucho m´s que otros.
a a
Algunos tienen familias m´s numerosas que alimentar. Y en cambio, todas las
a
bolsas estaban igual de vac´ Os dir´ una verdad que concierne a los hombres
ıas. e
y a sus hijos: los gastos que llamamos obligatorios siempre crecen en proporci´n
o
a nuestros ingresos si no hacemos algo para evitarlo.
No confund´is vuestros gastos obligatorios con vuestros deseos. Todos vosotros
a
y vuestras familias ten´is m´s deseos de los que pod´is satisfacer. Us´is vuestro
e a e a
dinero para satisfacer, dentro de unos l´ ımites, estos deseos, pero todav´ os
ıa
quedan muchos sin cumplir.
Todos los hombres se debaten contra m´s deseos de los que puede realizar.
a
¿Acaso cre´is que, gracias a mi riqueza, yo los puedo satisfacer todos? Es una
e
idea falsa. Mi tiempo es limitado, mis fuerzas son limitadas, las distancias que
puedo recorrer son limitadas, lo que puedo comer, los placeres que puedo sentir
son limitados.
Os digo esto para que comprend´is que los deseos germinan libremente en el
a
esp´ıritu del hombre cada vez que hay una posibilidad de satisfacerlos de la
misma manera que las malas hierbas crecen en el campo cuando el labrador
les deja un espacio. Los deseos son muchos pero los que pueden ser satisfechos,
pocos.
Estudiad atentamente vuestros h´bitos de vida. Descubrir´is que la mayor´ de
a e ıa
las necesidades que consider´is como b´sicas pueden ser reducidas o eliminadas.
a a
Que sea vuestra divisa el apreciar al cien por cien el valor de cada moneda que
gast´is.
e
22
24. Escribid en una tablilla todas las cosas que causen gastos. Elegid los gastos que
son obligatorios y los que est´n dentro de los l´
a ımites de los nueve d´cimos de
e
vuestros ingresos. Olvidad el resto y consideradlo sin pesar como parte de la
multitud de deseos que deben quedar sin satisfacci´n.
o
Estableced una lista de gastos obligatorios. No toqu´is la d´cima parte desti-
e e
nada a engrosar vuestra bolsa, haced que sea vuestro gran deseo y que se vaya
cumpliendo poco a poco. Continuad trabajando seg´n el presupuesto, continuad
u
ajust´ndolo seg´n vuestras necesidades. Que el presupuesto sea vuestro primer
a u
instrumento en el control de los gastos de vuestra creciente fortuna.
Entonces, uno de los estudiantes vestido con una t´nica roja y dorada se levant´.
u o
–Soy un hombre libre –dijo–. Creo que tengo derecho a gozar de las cosas buenas
de la vida. Me rebelo contra la esclavitud de presupuesto que fija la cantidad
exacta de lo que puedo gastar, y en qu´. Me parece que eso me impedir´ gozar
e a
de muchos de los placeres de la vida y me har´ tan peque˜o como un asno que
a n
lleva un pesado fardo.
–¿Qui´n, amigo m´ decidir´ tu presupuesto? –Replic´ Arkad.
e ıo, a o
–Yo mismo lo har´ protest´ el joven.
e o
–En el caso de que un asno decidiera su carga, ¿t´ crees que incluir´ joyas,
u ıa
alfombras y pesados lingotes de oro? No lo creo, pondr´ heno, gran´. y una piel
ıa o
llena de agua para el camino por el desierto.
El objetivo del presupuesto es ayudar a aumentar vuestra fortuna; os ayudar´ a
a
procuraros los bienes necesarios y, en cierta medida, a satisfacer parte de los
otros, os har´ capaces de cumplir vuestros mayores deseos defendi´ndolos de
a e
los caprichos f´tiles. Coma la luz brillante en una cueva oscura, el presupuesto
u
os muestra los agujeros de vuestra bolsa y os permite taparlos y controlar los
gastos en funci´n de metas definidas y m´s satisfactorias.
o a
Esta es la segunda manera de conseguir dinero. Presupuestad los gastos de
modo que siempre teng´is dinero para pagar los que son inevitables, vuestras
a
distracciones y para satisfacer los deseos aceptables sin gastar m´s de nueve
a
d´cimos de vuestros ingresos.
e
LA TERCERA MANERA:
Haced que vuestro oro fructifique.
–Supongamos que hab´is acumulado una gran fortuna. Que os hab´is disciplina-
e e
do para reservar una d´cima parte de vuestras ganancias y que hab´is controlado
e e
vuestros gastos para proteger vuestro tesoro creciente.
Ahora veremos el modo de hacer que vuestro tesoro aumente. El oro guardado
dentro de una bolsa contenta al que lo posee y satisface el alma del avaro pero
no produce nada. La parte de nuestras ganancias que conserv´is no es m´s que
e a
el principio y lo que nos produzca despu´s es lo que amasar´ nuestras fortunas.
e a
23
25. As´ habl´ Arkad a su clase el tercer d´
ı o ıa.
¿C´mo podemos hacer que nuestro oro trabaje? La primera vez que invert´ dinero,
o ı
tuve mala suerte porque lo perd´ todo. Luego os lo contar´. La primera inversi´n
ı e o
provechosa que realic´ fue un pr´stamo que hice a un hombre llamado Agar, un
e e
fabricante de escudos. Una vez al a˜o compraba pesados cargamentos de bronce
n
importados de mares lejanos y que luego utilizaba para fabricar armas. Como
carec´ de capital suficiente para pagar a los mercaderes, lo ped´ a los que les
ıa ıa
sobraba dinero. Era un hombre honrado. Devolv´ los pr´stamos con intereses
ıa e
cuando vend´ los escudos.
ıa
Cada vez que le prestaba dinero, tambi´n le prestaba el inter´s que me hab´
e e ıa
pagado. Entonces, no s´lo aumentaba el capital sino que tambi´n los intereses.
o e
Me satisfac´ mucho ver c´mo estas cantidades volv´ a mi bolsa.
ıa o ıan
Queridos estudiantes, os digo que la riqueza de un hombre no est´ en las mon-
a
edas que transporta en la bolsa sino en la fortuna que amasa, el arroyo que
fluye continuamente de su fortuna y la va alimentando. Es lo que todo hom-
bre desea. Lo que cualquiera de vosotros desea: una fuente de ingresos que siga
produciendo, est´is trabajando o de viaje.
e
He adquirido una gran fortuna, tan grande que se dice que soy muy rico. Los
pr´stamos que le hice a Agar fueron mi primera experiencia en el arte de invertir
e
de forma beneficiosa. Despu´s de esta buena experiencia, aument´ mis pr´stamos
e e e
e inversiones a medida que aumentaba mi capital. Cada vez hab´ m´s fuentes
ıa a
que alimentaban el manantial de oro que flu´ hacia mi bolsa y que pod´ utilizar
ıa ıa
sabiamente como quisiera.
Y he aqu´ que mis humildes ganancias hab´ engendrado un mont´n de esclavos
ı ıan o
que trabajaban y ganaban m´s oro. Trabajaban para m´ igual que sus hijos y los
a ı
hijos de sus hijos, hasta que, gracias a sus enormes esfuerzos reun´ una fortuna
ı
considerable.
El oro se amasa r´pidamente cuando produce unos ingresos importantes como
a
observar´is en la siguiente historia: un granjero llev´ diez monedas de oro a un
e o
prestamista cuando naci´ su primer hijo y le pidi´ que las prestara hasta que
o o
el hijo tuviera veinte a˜os. El prestamista hizo lo que se le ped´ y permiti´–un
n ıa o
inter´s igual a un cuarto de la cantidad cada cuatro a˜os. El granjero le pidi´ que
e n o
a˜adiera el inter´s al capital porque hab´ reservado el dinero enteramente para
n e ıa
su hijo.
Cuando el chico cumpli´ veinte a˜os, el granjero acudi´ a casa del prestamista
o n o
para preguntar sobre el dinero. El prestamista le explic´ que las diez monedas
o
de oro ahora ten´ un valor de treinta y una monedas porque gracias al inter´s
ıan e
compuesto, la cantidad de partida se hab´ acrecentado.
ıa
El granjero estaba muy contento y como su hijo no necesitaba el dinero, lo
dej´ al prestamista. Cuando el hijo tuvo cincuenta a˜os y el padre ya hab´
o n ıa
muerto, el prestamista devolvi´ al hijo ciento sesenta y siete monedas.
o
Es decir que, en cincuenta a˜os, el dinero se hab´ multiplicado aproximada-
n ıa
mente por diecisiete.
24
26. Esta es la tercera manera de llenar la bolsa: hacer producir cada moneda para
que se parezca a la imagen d´los reba˜os en el campo y para que ayude a hacer de
e n
estros ingresos el manantial de la riqueza que alimenta constantemente vuestra
fortuna.
LA CUARTA MANERA:
Proteged vuestros tesoros de cualquier p´rdida
e
La mala suerte es un c´ırculo brillante. El oro que contiene una bolsa debe
guardarse herm´ticamente. Si no, desaparece. Es bueno guardar en lugar seguro
e
las sumas peque˜as y aprender a protegerlas antes que los dioses nos conf´ las
n ıen
m´s grandes.
a
As´ habl´ Arkad a su clase el cuarto d´
ı o ıa.
Quien posea oro se ver´ tentado en muchas ocasiones de invertir en cualquier
a
proyecto atractivo. A veces lar amigos o familiares impacientes que invierten
dinet4; hecho que nos puede influir.
El primer principio de la inversi´n consiste en asegurar vuestro capital. ¿Acaso
o
es razonable cegarse por las grandes ganancias si se corre el riesgo de perder el
capital? Yo dir´ que no.
ıa
El castigo por correr este riesgo es una posible p´rdida. Estudiad minuciosa-
e
mente la situaci´n antes de separaron de vuestro tesoro; cercioraos de que
o
podr´is reclamarlo con toda seguridad. No os dej´is arrastrar por los deseos
e e
rom´nticos de hacer fortuna r´pidamente.
a a
Antes de prestar vuestro oro a cualquiera, aseguraos de que el deudor os po-
dr´ devolver el dinero y de que goza de buena reputaci´n. No le hag´is, sin
a o a
saberlo, un regalo: el tesoro que tanto os ha costado reunir.
Antes de invertir vuestro dinero en cualquier terreno, sed conscientes de los
peligros que pueden presentarse.
Mi primera inversi´n, en aquel momento, fue una tragedia para m´ Confi´ mis
o ı. e
ahorros de un a˜o a un fabricante de ladrillos que se llamaba Azmur, que via-
n
jaba por los mares lejanos y por Tiro, y que acept´ comprarme unas extra˜as
o n
joyas fenicias. Ten´
ıamos que vender esas joyas a su vuelta y repartirnos los ben-
eficios. Los fenicios eran unos canallas y vendieron piezas de vidrio coloreado.
Perd´ mi tesoro. Hoy, la experiencia impedir´ que confiara la compra de joyas
ı ıa
a un fabricante de ladrillos.
As´ que os aconsejo, con conocimiento y experiencia que no confi´is demasiado
ı e
en vuestra inteligencia y no expong´is vuestros tesoros a posibles trampas de
a
inversi´n. Es mejor hacer caso a los expertos en el manejo del dinero para hacer
o
que ´ste produzca. Estos consejos son gratuitos y pueden adquirir r´pidamente
e a
el mismo valor en oro que la cantidad que se quer´ invertir. En realidad, este
ıa
es el valor real si as´ os salva de las p´rdidas.
ı e
25
27. Esta es la cuarta manera de incrementar vuestra bolsa y es de gran importancia
si as´ evita que se vac´ una vez llena. Proteged vuestro tesoro contra las p´rdidas
ı ıe e
e invertid solamente donde vuestro capital est´ seguro 0 donde pod´is reclamarlo
e a
cuando as´ lo dese´is y nunca dejar´is de recibir el inter´s que os conviene.
ı e e e
Consultad a los hombres sabios. Pedid consejo a aquellos que tienen experiencia
en la gesti´n rentable del oro. Dejad que su sabidur´ proteja vuestro tesoro de
o ıa
inversiones dudosas.
LA QUINTA MANERA:
Haced que vuestra propiedad sea una inversi´n rentable
o
–Si un hombre reserva una novena parte de las ganancias que le permiten vivir y
disfrutar de la vida y si una de estas nueve partes puede convertirse en una inver-
si´n rentable sin perjudicarle, entonces sus tesoros crecer´n con mayor rapidez.
o a
As´ habl´ Arkad a su clase en la quinta lecci´n.
ı o o
Demasiados babilonios educan a su familia en barrios de mala reputaci´n. Los
o
propietarios son muy exigentes y cobran unos alquileres muy altos por las habita-
ciones. Las mujeres no tienen espacio para cultivar las flores que alegran su
coraz´n y el unico lugar donde los hijos pueden jugar es en los sucios senderos.
o ´
La familia de un hombre no puede disfrutar plenamente de la vida a no ser
que posea un terreno, que los ni˜os puedan jugar en el campo o que la mujer
n
pueda cultivar adem´s de flores, sabrosas hierbas para perfumar la comida de
a
su familia.
El coraz´n del hombre se llena de alegr´ si puede comer higos de sus ´rboles y
o ıa a
racimos de uvas de sus vi˜as. Si posee una casa en un barrio que lo enorgullez-
n
ca, ello le infunde confianza y le anima a terminar todas sus tareas. Tambi´n e
recomiendo que todos los hombres tengan un techo que lo proteja tanto a ´l e
como a los suyos.
Cualquier hombre bienintencionado puede poseer una casa. ¿Acaso nuestro rey
no ha ensanchado las murallas de Babilonia para que pudi´ramos comprar por
e
una cantidad razonable muchas tierras inservibles?
Queridos estudiantes, os digo que los prestamistas tienen en muy buen concepto
a los hombres que buscan casa y tierras para su familia. Pod´is pedir dinero
e
prestado sin dilaci´n si es con el fin loable de pagar al fabricante de ladrillos
o
o al carpintero, en la medida en que dispong´is de buena parte de la cantidad
a
necesaria.
Despu´s, cuando hay´is construido la casa, podr´is pagar al prestamista regular-
e a e
mente igual que hac´is con el propietario. En unos cuantos a˜os habr´is devuelto
e n e
el pr´stamo porque cada pago que efectu´is reducir´ la deuda del prestamista.
e e a
Y os alegrar´is, tendr´is una propiedad en todo derecho y el unico pago que
e e ´
realizar´is ser´ el de las tasas reales.
e a
26
28. Y vuestra buena mujer ir´ al r´ con m´s frecuencia para lavar vuestras ropas
a ıo a
y cada vez os traer´ una piel de cabra llena de agua para regar las plantas.
a
Y el hombre que posea casa propia ser´ bendecido. El coste de su vida se re-
a
ducir´ mucho y har´ que pueda destinar gran parte de sus ganancias a los
a a
placeres y a satisfacer sus deseos. ´sta es la quinta manera de llenarse la bolsa:
e
poseer una casa propia.
LA SEXTA MANERA:
Aseguraron unos ingresos para el futuro
–La vida de cada hombre va de la infancia a la vejez. Este es el camino de
la vida y ning´n hombre puede desviarse a menos que los dioses lo llamen
u
prematuramente al m´s all´. Por este motivo declaro: El hombre es quien debe
a a
prever unos ingresos adecuados para su vejez y quien debe preparar a su familia
para el tiempo en que ya no est´ con ellos para reconfortarlos y satisfacer sus
e
necesidades. Esta lecci´n os ense˜ar´ a llenar la bolsa en los momentos en que
o n a
ya no sea tan f´cil para vosotros aprender.
a
As´ se dirigi´ Arkad a su clase el sexto d´
ı o ıa.
El hombre que comprende las leyes de la riqueza y de este modo obtiene un
excedente cada vez mayor, deber´ pensar en su futuro pr´ximo. Deber´ plan-
ıa o ıa
ificar algunos ingresos o ahorrar un dinero que le dure muchos ayos y del que
pueda disponer cuando sea el momento.
Hay distintas formas para que un hombre se procure la necesario para su futuro.
Puede buscar un escondrijo y enterrar un tesoro secreto. Pero aunque lo oculte
muy h´bilmente, este dinero puede convertirse en el bot´ de los mirones. Por
a ın
este motivo, no lo recomiendo.
Un hombre puede comprar casas y tierras con este fin. Si las escoge juiciosa-
mente en funci´n de su utilidad y de su valor futuro, tendr´n un valor que se
o a
acrecentar´ y sus beneficios y su venta le recompensar´n seg´n los objetivos que
a a u
se haya fijado.
Un hombre puede prestar una peque˜a suma de dinero al prestamista y aumen-
n
tarla a intervalos regulares. Los intereses que el prestamista a˜ada contribuir´n
n a
ampliamente a aumentar el capital. Conozco a un fabricante de sandalias lla-
mado Ausan que me explic´, no hace mucho tiempo, que cada semana, durante
o
ocho a˜os, llev´ al prestamista dos monedas. El prestamista le acaba de entregar
n o
un estado de cuentas que le ha alegrado mucho. El total de su dep´sito junto
o
con el inter´s a una tasa actual de un cuarto de su valor cada cuatro a˜os, le ha
e n
producido cuarenta monedas.
Le he animado a continuar, demostr´ndole gracias a mis conocimientos matem´ticos,
a a
que dentro de doce a˜os s´lo depositando semanalmente dos monedas, obten-
n o
dr´ cuatro mil monedas con las que podr´ sobrevivir el resto de sus d´
a a ıas.
27
29. Seguro que si una contribuci´n regular produce resultados tan provechosos,
o
ning´n hombre se puede permitir no asegurarse un tesoro para su vejez y la
u
protecci´n de su familia, sin importar hasta qu´ punto sus negocios e inver-
o e
siones actuales son pr´speros.
o
Incluso dir´ m´s. Creo que alg´n d´ habr´ hombres que inventar´n un plan
ıa a u ıa a a
para protegerse contra la muerte, los hombres s´lo pagar´n una cantidad m´
o a ınima
regularmente y el importe total constituir´ una suma importante que la famil-
a
ia del finado recibir´. Creo que esto es muy aconsejable y lo recomiendo con
a
vehemencia. Actualmente no es posible porque tiene que continuar m´s all´ de
a a
la vida de un hombre o de una asociaci´n para funcionar correctamente. Tiene
o
que ser tan estable como el trono real. Creo que alg´n d´ existir´ un plan co-
u ıa a
mo ´ste y ser´ un gran bendici´n para muchos hombres porque hasta el primer
e a o
peque˜o pago pondr´ a su disposici´n una cantidad razonable para la familia
n a o
del miembro fallecido.
Como vivimos en el presente y no en los d´ venideros, tenemos que aprovecharnos
ıas
de los medios y los m´todos actuales para llevar a cabo nuestros prop´sitos. Por
e o
ello, recomiendo a todos los hombres que acumulen bienes para cuando sean
viejos de forma sensata y meditada. Pues la desgracia de un hombre incapaz
de trabajar para ganarse la vida o de una familia sin cabeza de familia es una
tragedia dolorosa.
Este es la sexta manera, de llenarse la bolsa: preved los ingresos para los d´
ıas
venideros y asegurad as´ la protecci´n de vuestra familia.
ı o
LA SEPTIMA MANERA:
Aumentad vuestra habilidad para adquirir bienes
–Queridos estudiantes, hoy voy a hablaros de una de las maneras m´s impor-
a
tantes de amasar una fortuna. Pero no os hablar´ del oro sino de vosotros, los
e
hombres de vistosas ropas que est´is sentados frente a m´ Voy a hablaros de
a ı.
las cosas de la mente y de la vida de los hombres que trabajan para o contra su
´xito. As´ habl´ Arkad a su clase el s´ptimo d´
e ı o e ıa.
No hace mucho tiempo, un joven que buscaba alguien que le prestara dinero
me vino a ver. Cuando le pregunt´ sobre sus necesidades, se quej´ de que sus
e o
ingresos eran insuficientes para cubrir sus gastos. Le expliqu´ que en tal caso
e
era un cliente ruin para el prestamista porque no podr´ devolver el pr´stamo.
ıa e
Lo que necesitas, muchacho, le dije, es ganar m´s dinero. ¿Qu´ podr´ hacer
a e ıas
para aumentar tus ingresos?
Todo lo que pueda, respondi´. He intentado hablar con mi patr´n seis veces
o o
durante dos lunas para pedirle un aumento pero no lo he conseguido. No puedo
hacer m´s
a
Su simpleza hace re´ pero pose´ una gran voluntad de aumentar sus ganancias.
ır ıa
Ten´ un justo y gran deseo ganar m´s dinero.
ıa a
28