Emiliano Zapata y cinco de sus hombres, disfrazados para parecerse a él, acudieron a una invitación traicionera del Coronel Jesús Guajardo en la Hacienda de Chinameca. Al darse cuenta de la emboscada, intentaron huir pero dos de los hombres fueron asesinados. Zapata y uno de sus hombres lograron escapar y se escondieron, aunque uno murió de sus heridas. Al día siguiente, Zapata se fue en tren lejos de la zona, siendo la última vez que el narrador lo vio
Introducción:Los objetivos de Desarrollo Sostenible
Narración ficticia sobre la muerte de zapata
1. NARRACIÓN FICTICIA SOBRE LA
MUERTE DE ZAPATA.
Equipo.- Los revolucionarios:
María Margarita Romero Villalobos.
Adriana Patricia Payán Lezama
Martha Patricia Lezama Macías.
Fausto Miranda Canuto.
Jesús Armando Trejo Pineda..
2. NARRACIÓN FICTICIA SOBRE LA
MUERTE DE ZAPATA.
Yo, Jesús Pineda Hernández, fui uno de los cinco
jinetes que acompañó a mi general Zapata, esa
mañana, triste y brumosa del 10 de abril de
1919, a la Hacienda de Chinameca. Todos
sabíamos que aquella invitación hecha por el
Coronel Jesús Guajardo era posiblemente una
trampa, sin embargo continuamos con nuestro
plan trazado con días de anticipación. Entre los
puntos acordados, era que los cinco jinetes que
acompañarían al jefe Emiliano Zapata, deberían
tener mucha similitud en cuanto al físico de mi
general, a tal grado que hasta deberíamos tener
el bigote bien abultado como él. Después de
seleccionar a más de 10 de los zapatistas, fuimos
elegidos nosotros cinco.
3. También sabíamos que el Coronel Guajardo nunca había tenido
frente a frente al general Zapata y en el supuesto de detectar
alguna emboscada podríamos suplantar fácilmente a mi general
con alguno de nosotros.
No nos habíamos equivocado de la traición del Coronel.
Guajardo, ya que en las cercanías de la Hacienda donde se nos
había invitado para celebrar la unión de las fuerzas de mi
General Emiliano Zapata con las fuerzas militares del Coronel
Guajardo, se respiraba un ambiente silencioso y de quietud y no
de algarabía característico de las reuniones y fiestas. Al
observar con detenimiento el entorno, nos percatamos de que
en los techos de la Hacienda había muchas personas postradas
con fusiles, pero ya era demasiado tarde para huir. Al llegar a la
puerta principal, uno de los guardias nos hizo la siguiente
pregunta:- ¿Alguno de ustedes es el General Zapata?, razón por
la cuál decidí adelantar a Camilo Briones, quien era el más
parecido a mi general. Apenas había alcanzado a cruzar la
entrada, cuando Raúl Briones, hermano de Camilo se le
emparejó y avanzaron 10 metros de nosotros, cuando otro
guardia nos dijo.- ¡Pueden descansar, amarren sus caballos y
entren a pie!. Antes de desmontar, intempestivamente cerraron
4. Nos trataron de detener como 10 militares, pero les
echamos los caballos encima. En ese momento, veo
que cae como fulminado por un rayo, mi gran amigo
Juan Solís; sacamos nuestras armas y empezamos a
disparar también. Afortunadamente salimos de ese
lugar Mi General Zapata, Aniceto Hernández y Yo, sin
que nos siguieran, ya que tomamos algunos atajos
solo conocidos por nosotros. En el camino no quería
ni pensar en lo que les había pasado a Camilo y Raúl
adentro de la Hacienda de Chinameca. Después de
casi una hora, a medio galope, llegamos a uno de los
escondites de mi General, que yo creo solamente él
sabía porque no nos recibió nadie ni se veía ni una
alma. Al desmontar, cayó muerto Aniceto, que se
desangró por el camino, quién tenía dos impactos de
bala, uno en el hombro y otro en una pierna.
5. Al otro día muy temprano, mi general se aseó, se
rasuró y me pidió que lo acompañara a la
estación de trenes, en Ayala, donde tomó un tren
para la Ciudad de México y me dijo que de ahí se
iría para el norte, al estado de Tamaulipas. Ese
fue el último día que vi a mi gran amigo y
hermano Emiliano Zapata.
De toda esta suplantación y trifulca en
Chinameca, nadie supo nada, solamente mi Gral.
Zapata y Yo, y ahora ustedes que lo están
leyendo.