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ARMANDO TEJADA GÓMEZ



Su Biografía




Nace en Mendoza, el 21 de abril de 1929, a orillas del zanjón Guaymallén. Hijo de Lucas Tejada, tropero
(llevaba ganado de Mendoza a San Juan y Chile, a través de la cordillera), y de Florencia Gómez, casada a
los 14 años.




Hijo anteúltimo de 24 hermanos. Canillita, lustrador de zapatos, luego obrero de la construcción. A la
muerte de su padre, con cuatro años, vive algunos meses en el campo, con su tía Fidela Pavón, quien le
enseña las primeras letras en un breviario. Es esa la única instrucción que recibió. A los quince años
adquiere un Martín Fierro y a partir de allí comienza a leer fervorosamente toda clase de lecturas,
instruyéndose por su cuenta. Comienza a despertarse su inquietud social, participando de jornadas de
protesta, luchas obreras y políticas al mismo tiempo que comienza a expresarse a través de su poesía.




1950 - Ingresa a la Radiotelefonía en LV.10 Radio de Cuyo, como locutor profesional. Comienza su tarea
autoral junto a Oscar Matus, su comprovinciano.




1954 - Obtiene su Segundo Premio del V Concurso Literario Municipal de Mendoza, por su obra
PACHAMAMA.
1955 - Obtiene el Premio Juan Carlos D'Accurzio, patrocinado por la Sociedad Mendocina de Escritores
por TONADAS DE LA PIEL, con prólogo de Jaime Dávalos




1958 - Comprometido en las luchas gremiales y políticas es electo diputado provincial por la U.C.R.I., por
un período de dos años. Publica ANTOLOGIA DE JUAN, con ilustraciones de Carlos Alonso.




1959 - Abandona el bloque de la U.C.R.I. y forma un bloque independiente. Integra una delegación de
parlamentarios e intelectuales argentinos en una visita a la República Popular China en su 100 aniversario,
la U.R.S.S., Checoslovaquia y Francia. A su regreso se afilia al Partido Comunista.




1960 - Terminado su mandato vuelve a su trabajo de locutor, siempre en L.V. 10.




1961 - Obtiene la Primera Recomendación del II Concurso Latinoamericano de Literatura "Casa de las
Américas", La Habana, Cuba, Por su libro LOS COMPADRES DEL HORIZONTE.




1963 - Funda el Movimiento del Nuevo Cancionero junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa, Eduardo Aragón
y otros. Publica AHI VA LUCAS ROMERO, con dibujos de Enrique Sobisch.




1964 - Se radica en Buenos Aires y se dedica íntegramente a su tarea artística. Monta su primer espectáculo,
en el Teatro I.F.T., con Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia. Edita su primer disco con sus Poemas,
SONOPOEMAS DEL HORIZONTE.




1967 - Publica TONADAS PARA USAR. Se edita su disco LOS OFICIOS DE PEDRO CHANGA, con
Los Trovadores. Funda una peña 'Folklore '67" (Talcahuano 360), presentando "Resurrección y Canto de
la copla", donde actúa junto con Los Nocheros de Anta, Marián Farias Gómez, César Isella, José Adolfo
Gaillardou y Martha Serra. Allí se presentan también invitados como: Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos,
Cuarteto Zupay, Tito Segura y Otros.
1968 - Publica PROFETA EN SU TIERRA, antología de sus primeros libros.




1969 - Primer Premio Ciudad de Buenos Aires, en el Primer Festival Ibero-Americano de la Canción y la
Danza con CANCION DEL CENTAURO, música de Iván Cosentino.




1971 - Publica AMANECECER BAJO LOS PUENTES, donde relata su infancia como canillita y sus
comienzos con la poesía.




1972 - Premio Festival de la Patagonia en Punta Arenas, Chile, por FUEGO EN ANIMANA, con música
de César Isella. Gran Premio Sadaic, por su canción ELOGIO DEL VIENTO, con música de Gustavo
"Cuchi" Leguizamón, Finalista Festival Agustín Lara de México.




1974 - Gana el Premio Poesía "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, con su libro CANTO POPU-
LAR DE LAS COMIDAS. Viaja nuevamente a la U.R.S.S., invitado al Festival Pushkin, Georgia. En
septiembre integra junto a César Isella y Los Trovadores la primera delegación artística Argentina que viaja
a Cuba, después del levantamiento del bloqueo por parte del gobierno de Cámpora. Cuando la Triple A da
a conocer su listado de artistas amenazados de muerte, y se inicia el éxodo de decenas de ellos a España y
México, ellos vuelven. Un poco más tarde es amenazado de muerte junto a sus familiares y llama a una
conferencia de prensa en la sede de la S.A.D.E. donde manifiesta que no abandonará el país.




1976 - El gobierno militar publica un listado de composiciones y autores prohibidos para su difusión en
todo el ámbito de la república, donde figura su nombre y algunas de sus canciones más Celebres: Canción
con Todos y Fuego en Animaná. Es declarado persona no grata por el gobierno de facto de la provincia de
Santa Fe y "deportado" a la provincia de Buenos Aires, en medio de la noche, luego de una frustrada
actuación en la sala de la Lotería Provincial de dicha ciudad, en un festival a beneficio. Comienza un largo
periodo do oscurecimiento y ostracismo, prohibidas sus representaciones, la publicación de sus libros y la
difusión de sus canciones.
1978 - En los primeros meses del año viaja a España, a intentar suerte. Vuelve lleno de nostalgia hacia fines
de noviembre y recibe apenas llegado la noticia de que su novela DIOS ERA OLVIDO se había hecho
acreedora al Premio Internacional de Novela, en Bilbao, España. Vuelve a España a recibir el Premio y a
intentar una vez más su inserción en ese país, aprovechando la difusión de su nombre gracias al premio
recibido, pero se inicia el conflicto del Beagle en enero del '79, y regresa a Buenos Aires. Comienza a
utilizar el seudónimo Carlos de Mendoza para registrar sus temas nuevos y que puedan pasarse por las
radios.




1979 - Viaja a México para participar de la grabación del disco CORAL TERRESTRE, con el grupo vocal
Sanampay, que dirigía Naldo Labrín. Se publica en España su biografía de Horacio Guarany, de Ediciones
Júcar, colección Los Juglares.




1980 - Participa en la edición de La VI Feria Internacional del Libro del Autor al Lector de Buenos Aires,
donde se presenta su novela ganadora y firma ejemplares en el stand de Espasa Calpe, a despecho de La
prohibición que todavía pesaba sobre él. Recibe la primera distinción de honor de La Fundación
Dupuytren, en la Tercera Bienal de Letras "Cuarto Centenario de la 2º Fundación de la Ciudad de Buenos
Aires", por su novela DIOS ERA OLVIDO.




1981 - Finalista del Premio Plaza y Janés de Novela Argentina, por su novela "Cuatrocientas sudestadas",
con el seudónimo de Marcos Zonda, posteriormente editada como EL RIO DE LA LEGUA.




1982 - Toma parte del Primer Foro y Festival Latinoamericano do La Nueva Canción, en México. Se
desata la guerra de Malvinas y vuelve.




1983 - Viaja a Managua, Nicaragua, para participar del Festival por La Paz, junto a Mercedes Sosa, el
Quinteto Tiempo, y el compositor Naldo Labrín. Participa del Festival de La Canción Bolivariana en
Venezuela. Viaja al Festival de Baradero, Cuba. Junto con el advenimiento de la democracia vuelve a
presentarse en festivales, actuaciones unipersonales y a montar espectáculos con diversos artistas.




1984 - Participa del Encuentro Internacional de Escritores por la Paz, Sofía, Bulgaria. Publica TODA LA
PIEL DE AMERICA, cancionero.
1985 - Nominado para el Premio Konex, entre las cinco mejores figuras de la Historia de la Música
Popular Argentina en La disciplina Autor de Folklore. Publica HISTORIA DE TU AUSENCIA.




1986 - Gran Premio SADAIC, por el conjunto de su obra cancionera. Publica BAJO ESTADO DE
SANGRE, poemas escritos entre




1974 y 1983. Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para La Poesía, en su 20º Aniversario.




1991 - La Cámara de Diputados bonaerense declara su obra de "interés educativo'. Publica COSAS DE
NINOS y EL RIO DE LA LEGUA.




1992 - Fallece en Buenos Aires, el 3 de noviembre. En 1994, se edita su libro póstumo LOS TELARES
DEL SOL.




OBRA LITERARIA




1954 - Segundo Premio Concurso Literario Municipal de Mendoza, por su obra PACHAMAMA.
Publicado por Editorial "La Avispa", con ilustraciones de Juan Carlos de La Motta y Enrique 0. Sobisch, en
1955.




1955 - Premio Juan Carlos D’Accurzio, patrocinado por La Sociedad Mendocina de Escritores, por
TONADAS DE LA PIEL. Prólogo de Jaime Dávalos.
1957 - CAPITAN DEL SUR, inédito.




1958 - Primera edición de ANTOLOGIA DE JUAN, con ilustraciones de Carlos Alonso.




1958 - LOS COMPADRES DEL HORIZONTE. Primera recomendación II Concurso Latinoamericano
de literatura "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, 1961.




1963 - AHI VA LUCAS ROMERO, con dibujos de Enrique Sobisch.




1963 - LUZ DE ENTONCES (inédito).




1967 - TONADAS PARA USAR.




1968 - PROFETA EN SU TIERRA, antología. Con ilustraciones de Omar Sobisch.




1971 - AMANECER BAJO LOS PUENTES.




1974 - CANTO POPULAR DE LAS COMIDAS. Premio Poesía Casa de las Américas, La Habana, Cuba,
1974.




1978 - DIOS ERA OLVIDO, Premio Internacional de Novela, Bilbao, España.
1979 - HORACIO GUARANY, biografía. Ediciones Júcar, España.




1984 - Cancionero TODA LA PIEL DE AMERICA.




1985 - HISTORIA DE TU AUSENCIA.




1986 - BAJO ESTADO DE SANGRE (1974-1983).




1991 - EL RIO DE LA LEGUA.




1991 - COSAS DE NIÑOS.




1994 - LOS TELARES DEL SOL (póstumo).




OBRA DISCOGRÁFICA




1959 - LA VOZ DE LA ZAFRA, Mercedes Sosa. RCA.
1964 - SONOPOEMAS DEL HORIZONTE, su voz. Edit. Juglaría.




1965 - TESTIMONIAL DEL NUEVO CANCIONERO, su voz, con Oscar Matus. Edit. El Grillo-
Juglaría.




1965 - POEMAS Y CANCIONES EN DIRECCION DEL VIENTO, su voz, con Ramón Ayala. Edit.
Estudio.




1966 - CANTORAL DE MI PAIS AL SUR, su voz. Edit. Juglaría.




1967 - LOS OFICIOS DEL PEDRO CHANGA, su voz con Los Trovadores. Edit. CBS Columbia.




1972 - CANTATA POPULAR DE LAS COMIDAS, con Cuchi Leguizamón, inédita.




1972- LAS COPLERAS DEL VIENTO, con Horacio Guarany.




1972 - LOS POETAS QUE CANTAN EN COSQUIN, con H.L Quintana y otros, Azur.




1973 - AMERICA EN VILO, con Kilapayum y César Isella, inconclusa, Chile.
1973 - CANCION CON TODOS, con Rosa Rodríguez Gerling, Trova.




1974 - ISELLA CON TODOS, con César Isella y Cantoral.




1980 - CORAL TERRESTRE, con el conjunto Sanampay, México.




1984 - TONADA LARGA PARA EL PAlS DEL SOL, con Nacencia.




1986 - HISTORIA DE TU AUSENCIA, su voz, CBS




Poeta de la legua


Cantando por ahí, se ha sentado a mi mesa

el cantor, el rufián, el ángel, el guerrero,

el empresario, el lúcido, el loco, la ramera:

gente de bravas índoles y de modales feos.

Juntos hemos bebido del vino del escándalo

y le hemos bajado los calzones al tiempo.
Alguna vez la copla arde en sus corazones

y recorre sus aguas y sale por sus ojos

con el sigilo junco de un niño abandonado

que ha visto a un dios de sal, pero lejos y solo.




Y yo, que tengo sitio de laurel en mi pueblo,

mientras esto no cambie, bebo y canto con todos.




Canción de un peso


Hoy, al salir de casa,

me encontré una moneda.

Un peso. Un sol

mondo y lirondo de metal.

Bueno, yo sé que nada

se compra con un peso:

ni un fósforo

ni un barco

ni una espiga
ni un pan,

pero dije: es mi día

de suerte. Hermoso día!

y con el sol delante

me puse a caminar...




Llamé a todas las puertas

y no encontré trabajo

ni un fósforo

ni un barco

ni una espiga

ni un pan;

el día, como siempre,

retiraba sus redes

y, con la tarde a cuestas,

tuve que regresar.




La gente de mi pueblo

apenas gana un peso.

Un peso. Un sol

mondo y lirondo de metal.

Sabe que poco y nada
puede comprar con eso:

ni un fósforo

ni un barco

ni una espiga

ni un pan.

Sin embargo mi gente,

la gente de mi pueblo,

con todo el sol delante

se ha puesto a caminar...!




El bienaventurado


Aquel hombre de enfrente,

simple de corazón,

agonizó sus años

corriendo a tres empleos.

Un día, simplemente,

su simple corazón

le estalló en una esquina

y despertó en el cielo.




Dios, bonachón y antiguo,
le dio la bienvenida,

palmeándolo y diciendo:

Qué cuenta de la vida?




Y aquel hombre de enfrente,

simple de corazón,

se quedó boquiabierto

y preguntó: qué vida?




***




La noche quedó atrás


Esta es la vida nueva:

trabajar seriamente en tu oficio, vivir

algunas inquietudes y despuntar el vicio

de pintar, de cantar, de pescar, de reír

o cantar seriamente o pescar

seriamente

o pintar seriamente
y despuntar el vicio de vivir

y vivir

y vivir.




Este es el nuevo oficio

de la vida del hombre.




Es simple como el hombre:

se trata de vivir.




Pero al que no trabaja

quítale el pan y el agua,

al guerrero las armas

y al avaro el botín.




Mas luego,

seriamente,

como quien suelta pájaros,

a construir la alegría,

a vivir con lo puesto,

a vivir, simplemente,

simplemente,
a vivir!




***




EXPLICACIÓN DEL VIENTO



Amigo, ciudadano del viento y las esquinas: sólo cuatro palabras antes de conocernos. No
hablaremos de mí, precisamente.

En fin, qué le diré, sólo del ciento. Sólo de usted y el viento. A todo riesgo, siempre quise para
mis poemas el destino del viento. Me dolía en la poesía su cautiverio de anaqueles, la polvosa
gloria de la solemnidad, su alineación del hombre innumerable de mi Patria y América, usted
comprende. Me urgía rescatarla de los oscuros aquelarres de iniciados, para ponerla, como le
digo, en dirección del viento a todo riesgo. Y todo porque entiendo que la poesía está en la
entraña de la condición humana. Simplemente por eso. Esa es, pues la razón de ser de este
disco en el que, por supuesto, ningún Buda de las ganancias creía. Sólo yo, los míos y mi Juan
de siempre, que anda por el mundo con su silbido a cuesta, esperando que los poetas se bajen
del caballo y le den contenido a su instinto sonoro. Y usted sabe, Juan, que es empinado el
rumbo y que va a ser difícil devolverle a la gente ese patrimonio también enajenado: el canto, la
bendita costumbre de soñar y esperanzarse, el viejo oficio de la maravilla, con el que la
humanidad se ha abierto camino por la vida y la historia.




Y es que los sueños crecen.
Cualquiera, un Juan, un hombre, se sueña primavera y de repente, un día, avanza entre jardines.
Después es muy difícil sustraerle el aroma. Pone la vida en eso. Juega la muerte en eso. Es que
la poesía es un asunto heroico: el más hermoso riesgo de la sangre. Por lo demás ni hablar de
mis imperfecciones! Esa no es la cuestión, precisamente. Hay que buscarle el hueso a lo que
canto, penetrar en las zonas donde a usted le concierne mi guitarra, de este modo o el otro. Yo
sé qye usted es cantor de sus silencios. Vaya si lo sabré! No de balde lo atajo con poemas,
cuando usted cruza el viento, de prisa, en las esquinas, suponiéndose lejos de mi viento y mi
prisa.




                                                                   Armando Tejada Gómez




Canción de largas calles




Los dos sabíamos que no era cierto, pero a mí me encantaba contárselo y a él, al Toto, le
encantaba escucharme.

¿De dónde podía haber tenido yo su hermano, un caballo que se llamaba Marcial y que tenía
una estrella entre los ojos de enorme lucidez como dos noches? ¿De dónde podía tener yo la
casa, de puro y pleno sol que no teníamos? Pero nos gustaba a morir tener un caballo que se
llamaba Marcial con una estrella y una casa de sol grandote, tamañazo, revés más bien violento
de la madriguera de abajo del puente donde dormíamos con el solo calor de nuestros cuerpos y
el pedazo de trapo o arpillera que habíamos robado andá a saber adónde, porque hacía ya rato
que andábamos alzados, huyendo a la ternura furiosa con que la Mamá nos azotaba, a
manotones con la miseria que llegó con cuatro velas y sin sopa el día que se llevaron al Papá,
totalmente dormido como lo recuerdo, los cuatro peones de la Municipalidad, porque no había
cómo ni quién entre nosotros.
Desde entonces -o de antes, según la versión de mis hermanos mayores- para comer había que
aviarse o procurarse o como se dijera al modo nuestro, toda vez que no había nada que comer
de una manera absolutamente seria y definitiva. Por lo que cada cual, allí donde estuviera, se las
tenía que arreglar con las dos manos, las diez uñas, los dos pies, las rodillas, los codos o la
mismísima madre querida que nos trajo al mundo, sólo para verse sola con nosotros delante,
ocho que quedábamos de los veintitrés que parió, sin contar a Manuel y Nazario que eran,
fueron, asuntos de mi padre que debe haber tenido también su mediodía en medio de la cueca
o acaso, si cantaba, su caliente abriboca para después del vino como siempre sucede cuando
uno es disponible.

Así es que yo, penúltimo, número veintidós, casual, inevitable como cualquier resfrío, debía
procurarme. Y el Toto, como yo, casual, inevitable, a patas por la calle, procuraba conmigo.
Pero a él le encantaba acortar el camino, escuchándome hablar. Así es que conveníamos lo que
yo le contaba. Era un pacto de honor. Jamás se le ocurrió hacerme zancadillas ni exigirme las
pruebas de los hechos contados. Me dejaba mentir en su provecho. Y yo inventaba cosas:
milagros, maravillas, le contaba películas partiendo del afiche aunque los dos sabíamos que
ninguno sabía y ferozmente menos que existiera un caballo Marcial con una estrella y una casa
solar con jamones y sol, como decía. Pero quiero jurar que nos hacía bien. Pero puedo llorar
por estas cosas. Fueron años enteros: de los seis a los doce o algo así. Toda nuestra inocencia
supongo que sería.




El Toto me llevaba un año y medio. Raúl, un poco más. Lucas, toda una vida. Lucas fue de
linyera y volvió proletario, condición que aprendimos por el cuarenta y cinco, después, cuando
Perón prendió fuego en nosotros y llamó a los bomberos. Caso que ahí quedamos: del trabajo
a la casa, de la casa al trabajo, pero esta es otra roncha como dijo el mosquito. Cuento que yo
contaba, que le contaba al Toto historias con caballos, que íbamos a la Imprenta, que
sacábamos diarios con la muerte del Papa, creo que Pío X, creo que Pío XI. Entonces ardió
España de su luz y su sombra, pero ganó la sombra, es decir la ceniza, según me fui enterando
por Pablo y por Vallejos. Un día de esos días deben haber sitiado de muerte a Federico. El sería
noticia en ese entonces. ¿Habré voceado yo su muerte enorme? No recuerdo en mi voz esa
agonía. Juro que no recuerdo y que me duele, como suele pasar en las peleas: después viene el
dolor, después se hincha. Después puedo gritar: ¡Y fue en Granada! ¡Carajo, fue en Granada!
¡Qué sabía... Ay, don Antonio, abajo del ciruelo; ay, padre de mi voz, puedo jurarle que yo
recuerdo que tenía frío, que no recuerdo si grité esa muerte, que no puedo acordarme del
olvido!




Pero todo era así: feroz y hermoso, vital, canalla, límpido, grosero; alucinante, duro,
sustancioso; soez, maligno, espeso, miserable; todo era iniquidad, nazi, jocundo; asesino,
Guernica, Alcazar, canto; miedo, trepidación, zarpa en la sangre; concentración, Ejército del
Ebro; era la chispa, el grito que no vuelve, París, aliados Londres, bombardeos; tremaba el
Rider Digest por manteca y supe Praga, Maginot, Dunkerke; todo quemaba como Stalingrado y
dije Partisanos o Salernos, un fuego súbito en el que todo ardía en tanto yo tenía un hambre
ciego, particular, insomne, permanente, un hambre mío en medio del infierno, un hambre de
siete años cabalgando sobre un Marcial caballo y sobre un cuento, que al Toto le gustaba que
contara, aunque supiéramos que no era cierto.




***




Fe de búsquedas


El primer deslumbramiento que tuve con el tema de las comidas en la poesía, fue en mi niñez
leyendo nuestro poema nacional Martín Fierro:




Venía la carne con cuero,

la sabrosa carbonada,

mazamorra bien pisada,

los pasteles y el buen vino

pero, ha querido el destino

que todo aquello acabara...




Me inoculó cierta nostalgia esa sentencia, nostalgia por un menú que creí irrecuperable y que,
creciendo, rescató la mano del pueblo, pues ninguno de esos platos habían caído al olvido
como creía don José Hernández. Más acá y ya lector infatigable, advertí en mis andanzas de
cantor de ranchos y boliches, las innumerables referencias a los alimentos, su preparación y sus
bondades que hay dispersas tanto en la copla popular anónima como también en el cancionero
folclórico no sólo de nuestro país, sino también en el de España y la América Latina.

Allá por 1950, conocí fragmentos de la chilenísima Epopeya de las comidas y bebidas de Chile
del gran Pablo de Rokha, precursor colosal -como a él le gustaba decir- de la poesía
latinoamericana de masas. Luego, en cientos de libros perseguí las ocasionales alusiones a las
comidas y celebré largamente el abordaje del tema por el otro Pablo inmenso, Neruda, en sus
sensuales y bellísimas odas al caldillo de congrio, al ajo, a la cebolla. También me deslumbré de
encontrar el olor a cocina en algunos textos sagrados de distintas religiones y,
fundamentalmente, en esa catedral de conocimiento antropológico que es La rama dorada de
Sir James Frazer.

No obstante, y como todos saben, la literatura sobre el tema es por demás exigua, y mis
búsquedas, sobre todo históricas, han sido mayormente infructuosas. Tan es así, que al
disponerme a escribir un Cancionero nacional de las comidas, origen de esta obra, con el
músico salteño Gustavo Leguizamón, me encontré con un territorio inexplorado en nuestro
país desde el punto de vista de la poesía. Todo lo que pude hallar está en la literatura de
investigación folclórica, y los textos, casi siempre antiguas ediciones, son muy difíciles de
consultar.

Tema tan subestimado por nuestro interés cultural ha provocado el asombro de la mayoría
cuando se supo que yo estaba escribiendo sobre un asunto aparentemente tan distante de la
poesía, según esta es entendida por nuestras costumbres mentales. Durante los dos últimos
años he amolado la paciencia de amigos y desconocidos urgiéndoles datos, comentarios,
alusiones, notas y cualquier material escrito, literario o no, que me ayudara a penetrar el cerrado
mutismo en que hemos mantenido un hecho de tal categoría vital y tan lleno de connotaciones
subyugantes.

En la tarea he descubierto cosas tan sorprendentes como que la comida regional es el único
elemento folclórico vivo, pues nadie puede preparar plato alguno partiendo de los habituales
recetarios de cocina, sino por la tradición oral y la práctica directa. En fin, que, como siempre,
no sólo he ido escribiendo el poema, sino también aprendiendo, a medida que entraba en el
tema.

Se advertirá claramente que, al contrario de los gigantes que me preceden -De Rokha, Neruda-,
yo he dado menos materia poética al mundo de las sensaciones del paladar, porque me ha
importado mas expresar la relación dialéctica que las comidas tienen en la vida del hombre y de
los pueblos, ajustándome a una geografía necesariamente limitada: lo que podemos definir
como civilización de Tiahuanaco, esa zona de influencia cultural que va desde el alto Perú al
Río de la Plata, acentuando el contenido nacional de que se nutre mi poesía y a insoslayable
regionalidad argentina de mi palabra.

Por último, y ya con la obra terminada delante, estoy cierto de que este poema no es sino un
punto de partida. Me he preguntado también si en lugar de un poema a las comidas, no he
escrito una especie de geopoética del hambre en nuestro continente, y se me ha impuesto la
obligación de dedicarlo al brasileño Josué de Castro, cuyos libros han dado a este poema ese
estado de conciencia de lucha contra el subdesarrollo en nuestro Continente, vértebra de una
lucha política y cultural contra el imperialismo donde la epopeya no se cuente sólo por los
héroes, sino por la presencia de las masas populares en la transformación de la vida histórica.




                                                                   Armando Tejada Gómez




Menú del día


1




El lunes se despierta labrador, metalúrgico,

ferroviario, bracero, pintor, oficinista;

avanza tumultuoso con todos los oficios

y simple, como un silbo, va a buscarse la vida.

Dicen que el lunes es padre. Pero también es madre.

Yo canto que también es muchacho y muchacha.

Madruga en las azules brújulas del planeta

y anda de campanero por los gallos del alba.




El lunes se conduele del que no tiene lunes,

del lunes sin semana de los desocupados,
pasa frente a sus casas como una estrella errante

donde hace cola el odio con los puños cerrados.

Yo suelo ver al lunes a eso del mediodía

en la fonda, en los bares, en las grises cantinas,

celebrando un puchero de rabo sustancioso

donde un coro de choclos sinfoniza la risa.




Pienso que si los lunes se pusieran de acuerdo,

como ya sucedió y sigue sucediendo,

todo amanecería violentamente hermoso

y en todas las cantinas cantaría el puchero.




2




Si uno ríe los martes, debe llorar los viernes

y mirarse las manos a la luz de una vela,

porque el martes, desnudo, como un niño, padece

de las admoniciones de la luna perversa.

Los martes tiene ruidos en todos los rincones

y suelen nominarse con un trece tridente,

por lo que el martes es ese muchacho de catástrofe

que rompe las ventanas de los adolescentes.
Haga el martes arroz, fideos con manteca,

una sopa liviana, churrasco vuelta y vuelta:

hay que evitar el íncubo que oficia a media noche

y las convocatorias rojas de la pimienta.




Los martes se discute. Hay plenario en la casa.

El viejo se levanta. Deja el puño en la mesa.

Sus hijos dicen: armas, dicen Che, dicen basta

y sobre nuestra bronca pasa ardiendo la huelga.

-Madre, no llore. Madre, no estamos contra el viejo.

-Estamos contra el mate del paro dominguero.

-El cree que la huelga es cosa de parar

y nosotros creemos que es pueblo en movimiento.




***




Dios era olvido es la primera novela de Armando Tejada Gómez, escritor y poeta nacido en
Mendoza, cuya vasta obra literaria se ha encauzado hasta hoy por los caminos de la poesía y de
la canción popular. En la primera línea destaca su Canto Popular de las Comidas, galardonado
con el primer premio de poesía de Casa de las Américas, de La Habana, en 1974. Como
folklorista fundó en 1963 el movimiento Nuevo Cancionero que dio origen a la nueva canción
argentina. Sus composiciones las cantan los más egregios representantes del folklore
sudamericano.
En la novela Dios era olvido, premio Villa de Bilbao 1978, desarrolla una estremecedora
historia sobre el origen social de la violencia, en un medio primario y sobrecogedor como es la
vida de los marginados que habitan las Villas Miseria de Argentina. A través de un lenguaje de
riquísima originalidad, plantea una inquietante interrogación sobre qué es la realidad en
realidad; los seres vivos y palpitantes de la narración hacen brillar de vez en cuando el amor, la
ternura y la alegría de vivir, como diamantes brutales en medio de la ciénaga que los circunda.
La novela ofrece además otro fenómeno tan inquietante como su trama: el ensanchamiento
continental del idioma castellano hasta el límete de crear un idioma dentro del propio idioma.

La novela que presenta Ediciones Albia, supone la aparición en todo el mundo de habla
hispana de un nuevo hito de la narrativa en nuestra lengua.




Tonada de la calle larga




Con mucho, la Calle Larga, era la más vieja calle de esa añosa provincianía que había empezado
cuatrocientos años atrás, en las tierras del Cuyunque, que en la desaparecida lengua Huarpe
quería decir lo contrario de lo que vino a ser: arenal, país o lugar de los arenales, tierra árida,
vasto desierto que debió testimoniar don Charles Darwin describiendo con los ojos ardiendo el
colosal viento zonda, ese incendio de polvo que lo hostigó cuando anduvo por aquí, tanto,
como para que su recuerdo esté escrito al pie de la cruz del Paramillo, a la entrada
sobrecogedora de la Quebrada del Toro, bajando de Uspallata con el silencio encima. Cuyum,
sonando a tambor áfono o trutruca y que por formación o deformación del uso, ha terminado
siendo la palabra: Cuyo, un inmenso valle hecho a mano en medio del medanal de medanales,
gracias al aprovechamiento de las aguas del deshielo cordillerano por los indios Huarpes
señores que fueron de aquí, ingenieros desnudos que aprovechando una grieta volcánica
construyeron el canal legendario, ahora llamado Canal-Zanjón Guaymallén y bifurcaron los
cauces, fundando, cientos de años antes de la llegada de los Conquistadores desde la Capitanía
General de Chile, la civilización del riego, donde creció el maíz y parpadeó, siglo tras siglo, el
ojo azul rocío de la flor de la papa.

Pero la Calle Larga nació, debió haber nacido, con la conquista, como la Plaza de Armas y toda
esa nomenclatura desarrapada que muestra el viejo mapa del primer emplazamiento de la
ciudad capital por Don Pedro del Castillo, Capitán de sus muy reverendísimas Majestades
Católicas que, al mando de sesenta familias encomenderas, vino de la capitanía General a
consolidar el poder de algunas de las facciones políticas que pululaban en las trapacerías
coloniales, lejos de Dios y a un tiro de arcabuz de esta plaza como dice el Acta de Fundación,
pero muy cerca de los apetitos terrenales. Pues que la primera fundación se secó al sol,
entonces más infernal que cualquier otro verano, por lo que debió acudir, años después, a la
Segunda Fundación, otro Capitán, Don Juan de Jufré y le dio, al fin sometiendo a los Huarpes,
el hombre que lleva: Mendoza. No por el primer Adelantado del Río de la Plata, don Pedro,
sino por Hurtado de Mendoza, a la sazón Capitán General de Chile. Ahí nació, debe haber
nacido, la calle, ya que en el antiguo Cuyum no había calles ni límite alguno, porque la tierra, la
sembrada y la yerma, era de todos, pues entonces la única propiedad que existía -si acaso
hubieran tenido noción de ella- era la vida, y todo se repartía, según se sabe por dichos y
consejas, en puñados iguales. Desde los Capitanes, la calle está ahí y no hace aún cien años la
trajinaban las caretas que venían del Este trayendo vidas y milagros del mítico y lejanísimo Río
de la Plata, desde donde traían los embelecos relucientes con destino a las familias pudientes de
los primeros encomenderos y de vez en vez, a algún Corregidor de la Real Audiencia con
órdenes precisas que todos olvidaban puntualmente en medio de los vientos de agosto o los
solazos del verano que, ya entonces, daban la impresión de no irse nunca como que recién se
pone a las nueve y media, pasado meridiano y el crepúsculo no es otra cosa que un bostezo de
la luz y la sombra, pero borracho de color. La entera historia de lo que es -y no es- el país, pasó
por esa calle, desde los aleluyas de la Emancipación de la Corona hasta las Intervenciones
Federales de la República, periódicas, precisas, puntuales, crónicas, de ayer nomás. Por esa calle
entró el Tropero Sosa, habiendo hecho el camino desde Buenos Aires con su tropa en 23
jornadas, trayendo al Cuyum el grito de Mayo, el día en el que enloquecieron las campanas y los
criollos salieron a abrazarse en medio de la Plaza.




***




EL CANTO QUE NOS UNE



Cuando pude escuchar por primera vez al Grupo Sanampay, me pregunté dentro de qué estilo
podrían enmarcar a esta excelente formación. El tiempo y la experiencia (para ellos y para mí)
me han dado la respuesta: en ésta, su más reciente obra, el Sanampay se me define como la
integridad que hace años espera oir en grupos de este mismo formato. En esta obra que nos
espera, que no es propiamente una cantata, que no es sólo las formas sencillas y bellas del
samba, el choro, rin, cueca, galopa, milonga, guarania, candombe, huella, malambo y chaya, he
podido admirar cada parte en sí y al mismo tiempo recrearme en una sólida estructura, que me
ha llevado de la mano por toda la América del Sur, pregonando un cierto futuro. Si el
tratamiento orquestal, utilización de determinadas células clásicas en este tipo de obras y limpia
ejecución, me asombraron, Armando Tejada Gómez me convenció otra vez de que es un poeta
mayor de nuestra América, silenciado por las distancias y las cada día más absurdas fronteras
continentales. Pero hay un logro que más me compensa y es este resultado final de Argentinos
y Mexicanos que tocan, cantan y hablan de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay
y Perú, anunciando el múltiple diálogo del toque y el canto que nos unió en el origen y que hoy,
a pesar de todo, nos une.




                                                    Pablo Milanes, La Habana, Cuba, 1980.




OBRA TERMINADA



En el mes de mayo de 1979, fui invitado por el Grupo Argentino-Mexicano SANAMPAY a
viajar a México para escribir el texto de una obra integral en base a los géneros más populares
de nuestra América del Sur. Sabía que viajaba hacia una nueva y gran experiencia: la realización,
tal vez imposible, de un tema tan vasto, como era la de aprehender en un discurso diverso y
totalizador este Cono subcontinental desgarrado por una realidad alucinante, por un destino
común dramatizado por el sismo político del siglo, cuyo epicentro en nosotros, hace imposible
la mera apelación a sus formas musicales y poéticas, a sus deslumbrantes paisajes, a sus
enceguecedores colores locales, a usu potentes idiosincracias. Al abordar la obra, se nos hizo
insoslayable la imposición de formas y contenidos indivisibles. Había que contar y cantar desde
nuestros orígenes, hasta la urgente y lacerante realidad de ya mismo, eludiendo por un lado el
panfleto y por el otro, la vacuidad. Dirá el oyente, si algo de semejante desafío, se ha logrado.
Queda, para nuestra aventura artística personal, el regocijo de lo que fueron aquellos fecundos
sesenta días, trabajando en equipo, enmendando partituras y textos, polemizando
fraternalmente en cada tramo de la obra, encerrados en el fervor colectivo de crear un
testimonio vivo y palpitante, que sirva a la honda reflexión sobre nosotros y nuestro destino,
que deberá ser común y uno, en el seno de esta América nativa cuya conciencia de liberación
acaba de estallar entre nosotros.
Armando Tejada Gómez

                                                                Buenos Aires, Argentina, 1982




EL RÍO DE LA LEGUA


A Dorita,

que caminó conmigo

esta legua de sueños




Armando Tejada Gómez terminó su novela El Río de la Legua a fines de 1979.

Fue presentada en los concursos Editorial Planeta, Barcelona, España, 1980 y Plaza y Janés,
Argentina, 1982, y en ambos fue finalista, no mereciendo el logro de su publicación.

Por cierto que entonces pesaba sobre el autor una absoluta prohibición de toda su obra literaria
y musical, así como la mención de su nombre en los medios de difusión del país.

Esta novela indaga, profundamente, en nuestros orígenes, en nuestro espíritu, en nuestra
cultura.

En ella, todos nosotros nos sentimos representados.




Don Cleto
Don Anacleto Aznar entró a la sala aún bufando y dio orden de cerrar -tapiar, dijo- todas las
puertas y ventanas -y cualquier otro resquicio, agregó- de su mansión solariega de la calle de la
Catedral y bufó fulmíneo, tonante, ante toda su familia y la servidumbre atónitas:

-Ni el aire. ¡Que no entre ni salga ni el aire de esta casa, nunca más!

Y sus hermanas solteras se llevaron, como siempre, las manos a la cara y la servidumbre inclinó
su impasible reverencia y la Lela, su Ama de Llaves, chancleteó hasta la poltrona donde don
Cleto se había dejado caer y comenzó a sacarle las polainas y a desabrocharle los botines de
capellada alta de charol, mientras una de su hijas, también soltera, lo abanicaba para que no
fuera darle un soponcio.

Como tantas veces había salido esa mañana con don Bartolomé Mitre de la casa del general,
discutiendo ese asunto de la guerra con el Paraguay y cuando ya iba a hacerle una seña a su
cochero, quedó clavado en la palabra: inconcebible -que venía diciendo-, al oír un como trueno
de todo el averno y ver venir desde el fondo de la calle de la Florida un tronco de percherones
arrastrando una carrindanga monstruosa y el toque a rebato de una corneta estridente de
sonido grotesco, admirado de cómo la gente se apartaba presurosa y de que hasta algunas
damas tuviera que saltar a la vereda para ponerse a salvo del paso irresoluto de esa guarangada
que pasó ante su asombro levantando una nube de polvo. A su confusión la terminó de
confundir la carcajada del general que, además había dicho:

-Es el Tranway, don Cleto. ¡Es el progreso que avanza!

Furibundo, don Cleto había mirado al general y con un ademán olímpico, ordenado a su
cochero que se acercara a la acera para partir empacado en su dignidad herida, con apenas una
leve inclinación de cabeza a Mitre, que se quedó riendo ya moderadamente, despidiéndolo
divertido porque, al fin, esta no era más que otra manía del maduro patriarca, pero sin
sospechar hasta dónde llegaría la ofensa del tranvía a caballos, verdaderamente atronador, que
había incorporado a la ciudad un ritmo que, raudamente, la alejaba de la Gran Aldea para
siempre.

Ahí iba don Cleto, en el recinto recoleto de su carroza, sabiendo que ese era su último paseo
por las calles ya atestadas de un Buenos Aires procaz, insolente, infestado de gringos que
parloteaban una jerigonza bárbara, donde ya no se podía vivir. De ahí que parentela y
servidumbre, tardarían mucho tiempo en comprender qué quiso decir cuando dijo, ordenó,
decretó:

-¡Ni el aire!
***




Pago Lejos
(Los desterrados)


1




Por años, los escasos años suyos que ya servían para algún recuerdo, el tren había sido el único
suceso de Pago Lejos, como le llamaban los lugareños a Coronel Cevallos, como rezaba el
cartel de la Estación, o las guías o remitos a los lejanos consignatorios -Bunge y Born-, a cuyo
destino iba el grano embolsado o la leña o el algodón, según fuera la siembra del año; nombre
éste del oscuro coronel que ganara estas tierras en un tiempo ya tapado por los polvaderales y
que algunos, ya muy viejos para saber a qué se referían, llamaban la Campaña del Desierto, una
como guerra que alguna vez hubo o debió haber, no precisamente en esta desolación sino que
vaya a saber dónde, pero el caso es que aunque ya no quedaran ni cenizas del coronel se seguía
llamando así, Coronel Cevallos, para fijar un punto de partida a los Bunje y Borges, como les
llamaban los lugareños, que, al parecer, eran los únicos cristianos que aún recordaban a Pago
Lejos o tenían algo que ver con este confín algunas veces al año. Ni ellos. Porque como decía el
tío Benito: este es un pueblo de irse. El único que vuelve aquí, cuando se va, es el sol.

El Panza, todavía andaba muy borracho de chicharras a los diez años, la honda colgada al
cuello, los bolsillos negros de moras, agujereados de piedras, las alpargatas reventadas en los
dedos gordos de los pies, bigotudas, deshilachadas, para ponerse a entender otra cosa que ese
portento de pitadas lejanas, ese renovada acontecimiento de ver pasar, aunque más no fuera, a
ese toro negro con un penacho de humo grueso sobre la testuz que arrastraba tras de sí quince,
veinte vagones, haciendo temblar el aire quieto de los atardeceres con sus terribles bufidos que
lo precedían desde mucho tiempo antes de que se lo divisara y la gente volviera a jugar a la
eterna adivinanza: ¿parará? ¿no parará? Que para, te digo; cuánto de jugás. Hasta que, parara o
no, el tren seguía arrastrando su misterio, interrumpiendo el bostezo de aquella monotonía de
la que, claro, nadie se daba cuenta, si no pasaba el tren por Pago Lejos.
De nuevo, nada. Que el turco vino como todas las veces que hacía lo que él llamaba la travesía
y paró el carro frente al rancho, pero de nuevo, nada. Las muchachas alborotadas, también
como siempre, ante los cortes de telas estampadas que les hacían relampaguear los ojos y
palparlas en el tacto áspero de sus dedos hechos a las duras tareas del campo y de la casa,
plegarlas contra sus cuerpos, imaginando cómo les quedarían ya cortadas y cosidas, hablar y
reír, chanceando con el Turco, que no era turco sino italiano, pero que le decían el Turco,
como a cualquiera que recorriera el campo vendiendo baratijas, ropas, espejos, jabones, toscos
zapatos, botas, alpargatas y el módico tendal de objetos que los campesinos renovaban después
de cada cosecha y que, si acaso había sido un poco más abundante que otros años, les hacía
llegar hasta el derroche de un frasco de perfume para las mujeres y otro de agua de colonia para
los graves hombres silenciosos que compraban de lejos, a cierta distancia de las alharacas del
hembraje y el regateo tenaz de las curtidas madrazas insobornables a la palabrería del Turco
que, fuera turco, alemán o escandinavo, desplegaba un mismo oficio de seducción por la
palabra a fin de despertar el entusiasmo que facilitara la venta y los precios verdaderamente
falaces con los que, a la larga, cerraban los tratos.

Todo venía igual, tal cual había sucedido temporada tras temporada y el Panza, aún lejos de la
edad de presumir, alternaba su curiosidad con los juegos del perro, excitado por el revuelo del
color de los trapos y pensando que de todo ese jaleo él saldría favorecido con algún par de
alpargatas nuevas, como siempre, o alguna tricota, porque el resto de sus ropas las heredaba
siempre, también de su padre, aunque esa vez, la rueda de los hechos iguales se le empantanó
en un: vení, muchacho, de su padre; probate estos zapatos y, súbitamente, se encontró
sorprendido por toda una sucesión de medias, pantalones, camisa y una chaqueta que lo sujetó
por los hombros y lo ató de los brazos, mientras su madre se la tiraba de atrás y le ordenaba:
enderezate y fue ahí, en medio de su embarazo, cuando vio la guitarra colgada del techo de la
carrindanga del Turco y se dejó hacer y deshacer, totalmente absorto ante el milagro.




***




CANCIONERO TODA LA PIEL DE AMÉRICA




LAS RAICES
En mi región, mezclado con muchas voces quechuas, se hablaba el mapuche, el idioma de ese
antiguo país que fue la Araucanía y que comprendía totalmente a Chile y a gran parte de la
actual región sur de nuestro país. Los araucanos fueron una tribu de guerreros y cazadores, de
la que en algún momento la comunidad huarpe se separó para vincularse más con el Inca, a
quien tributaron. Así, los huarpes se hacen depositarios de la milenaria civilización del riego,
introduciendo el labrantío en el oeste de lo que es hoy la República Argentina.




HISTORIA DE TU AUSENCIA



HISTORIA DE ESTA HISTORIA



De un modo pertinaz y casi inexplicable, este libro, cuya primer versión tomó forma allá por
1960, nunca fue publicado. Algunos poemas sueltos han circulado en revistas y alguna que otra
antología de magra difusión como casi todas ellas. Ahora mismo no sabría explicar por qué no
lo di a editar. Acaso sea debido a una reserva interior de hacer pública cierta intimidad de estos
sentimientos y sensaciones tan personales y recónditas.




Acaso, también, porque entonces pensara que el amor que las mujeres aludidas aquí dejaron en
mi vida, era cosa estrictamente mía -y de ellas, claro- y no lograba vencer la absurda resistencia
a ventilar estos estremecimientos, dolores, deslumbramientos que han pasado, como un viento
dulce o terrible, por mi corazón. Absurda resistencia porque, precisamente, los libros de poesía
son en general testimonios de este asunto inextinguible del hombre y la mujer de todos los
tiempos. A salvo ya de ese largo pudor por mis asuntos personales, los doy a la luz con el
mismo título del original, si bien que engrosados con los poemas que sobre el tema he ido
pergeñando en distintos momentos y lugares, durante estos últimos 22 años. Muchos de estos
últimos han circulado como canciones en la última década y más de uno ha alcanzado enorme
popularidad gracias a los modernos medios de difusión y al auge de la canción popular tanto en
nuestro país como en el exterior.
En verdad, pienso que entrego a los lectores que siguen mi obra -salvadas sean las
prohibiciones de mis libros y canciones- un costado novedoso de mi escritura y de mi ser
interior. Apenas asoma aquí el poeta rebelde, entregado en cuerpo y alma a la lucha por el
destino de los desposeídos, las fracturas históricas de mi patria y el destino de los pueblos de
América Latina y el mundo, que protagonizan de un modo insoslayable el contenido de mi
obra total, ya extensa, discutible -¡y vaya cuanto!-, controvertida, como toda obra humana.




Serán transparentes al lector los desniveles de lenguaje, estilo, tono, tratamiento temático y
actitudes espirituales ante las mujeres que he amando sin olvido durante estas casi tres décadas
de mi vida. Debo a ellas la mitad más hermosa del hombre que soy. Ellas, todas, han
compartido todos los riesgos de mi lucha por el pan, la tierra y la libertad. En homenaje a ellas,
este libro ve luz del día.

Que el amor sea con vosotros.




                                                                     Armando Tejada Gómez




La Cancionera, Guernica,

Provincia de Buenos Aires,

El 13 de julio de 1982.




La Barca


A imagen de mí,

a semejanza
de cuánto y tanto sueño desvelado,

te vi llegar,

atravesar la ausencia

con la proa lunada de tu barca.

Y a imagen de ti,

a semejanza

de un antiguo profeta destinado,

salí a nombrarte niños,

a fundarte,

a ser tu territorio y tu habitante.




Pongo una historia aquí,

fecho tu arribo,

inauguro en tu voz mi calendario:

tú has de explicarme el alba cuando llegue

rodeada del rito de los pájaros.




Destino tu lugar.

Este es el sitio

donde fui diariamente solitario.

Siembro una estrella aquí para que crezca

su luz enamorada por tu sangre.
Fundo tu casa aquí,

sostengo el día

y su paloma sideral sin margen

para que andes vestida de alegría

tan húmeda de azul como el verano.




Debes decirme tú cómo la tarde

se te vuelve horizonte en el regazo,

cómo la noche es tu materia y tiembla

ceñida por tu piel y por mis brazos.




Cuéntame como canto cada rama,

cada viento que pasa, cada olivo

y aprenderás a verme en mis silencios,

maduros de memoria, como el vino.




Pongo tu nombre aquí.

Este es mi modo

de amarrarte la barca con la vida,

mi manera inocente de ser hombre,

la costumbre terrestre de mi espiga.
Escúchame crecer.

Multiplicarme.




La muerte queda lejos todavía.




Punta del Este, Uruguay, 1959




***




Sencillo exilio


Paso frente a esa casa

que alguna vez fue un nido,

donde a esperanza y sueños

jaqueamos al olvido,

echamos la tristeza

y limpiamos el tedio

del patio a la cocina,

porque la soledad,
al fin, se había ido.




Volvió un Golpe de Estado

con fanfarrias y edictos

y la noche, ya bruja,

pasó borrando amigos;

yo fui a las catacumbas

de las que salgo y entro

y al regresar a casa

aún estábamos vivos.




Empezamos de nuevo.

Cantó la cacerola

y la escoba barrió

el silencio del piso.

Huyó el moho. Abrimos

el sol de las ventanas

y entró, otra vez, la voz

del niño del vecino.

A poco, mi guitarra,

recuperó el sonido.
Después, no sé en qué espejo

un día no nos vimos.

Empezó la tristeza

y comenzó el olvido.

Las valijas partieron

por distintos caminos

y ahí quedó la casa

que alguna vez fue nido.




Hoy pasé frente a ella

con mis pasos perdidos:

recordé tus sollozos

y me lloré el exilio.




Buenos Aires, noviembre 11 de 1982




BAJO ESTADO DE SANGRE



Dedicatoria:




A Alberto Burnichón
y Lucho Torres Agüero

que quisieron para mí

una palabra sin olvido.




A Pablo y Gabriel,

porque por ellos veo

el día de mañana.




A cada uno.




Armando




Cuestionario en la Legua


La Juglaría que he ejercido y ejerzo en todos los rincones de mi país, América y el mundo
exterior que he podido recorrer -desde -China al Estrecho de Magallanes-, ha sido y es un
intento de convertir a mi poesía en un género popular, en un pan cotidiano del espíritu de los
seres humanos. He buscado conseguirle espacio junto al canto, del que es fundadora; el teatro,
el cine, la danza, todos los géneros, en fin, de participación colectiva. Por eso, hace como
treinta años ya, renuncié a cantar. Tomé la palabra y me fui con ella por la legua. La metí en las
canciones sin desmedro de ella. Escribí libros de danzas para los bailarines de nuestro folklore.
La tramé en espectáculos y cantatas. La puse a caminar todas las calles, las aldeas y los pueblos
de la vida. Usted dirá si lo he conseguido.

Le advierto que no sólo las canciones me siguen en el canto de otras voces: recitales, emisoras
de radio y TV, socavones donde se macera la Nueva Canción. Con la misma frecuencia, mis
poemas salen a encontrarme en la voz de la gente en sitios inimaginables. Ya sabe usted que el
pueblo tiene más memoria que uno. Con y por mis poemas y canciones he entrado y salido de
las prisiones. Han sido mi premio y mi castigo. Todas las dictaduras nos han prohibido. De ahí
que yo tenga como evidencia -y acepto su opinión en contrario- de que esto ha sido así, porque
encarnaron en mi prójimo, al punto de que, a las puertas de este nuevo libro, voy a dialogar con
él, es decir con usted, tratando de recordar el cuestionario de la legua, ese reportaje sin fin que
el pueblo me hace, sin agua va, allí donde me encuentra.




-¿Qué quiere decir: BAJO ESTADO DE SANGRE?




-Hasta diciembre de 1973 -y desde 1930- habíamos vivido bajo Estado de Sitio; a partir de ahí
comenzamos a vivir bajo Estado de Sangre.




-Siempre hubo matanzas: la Semana Trágica, la represión sangrienta en la Patagonia, los
asesinatos políticos aquí y allá, los fusilamientos de José León Suárez, la masacre de Ezeiza...




-Cierto. Pero eran horrores aislados. Dolorosas anécdotas del espanto. Es a partir del golpe
militar de 1976, que el Estado de Sitio ya no basta. Ahí comienza el Estado de Sangre. La
Doctrina de Seguridad Nacional del Pentágono. El terrorismo de estado. La guerrilla, lo que
llamaron «la subversión» estaba ya en dispersión en lo rural y lo urbano. Fue el gran pretexto
para imponer por el terror una economía de total dependencia al imperialismo yanqui. El otro
objetivo fue el vaciamiento cultural: exilios, prohibiciones, muertes. Pensar y escribir el
pensamiento fue un delito. El otro, ser joven.




-¿Este libro es una especie de reflexión sobre lo que pasó?




-No. Estos poemas fueron escritos bajo Estado de Sangre en su mayoría, durante la
Resistencia. Son hojas de la clandestinidad. Hacía montones de copias y las distribuía en las
casas del pueblo, por si me llevaban o me mataban. Donde podía los grababa. Fueron
difundidos uno por uno, por debajo. Dispersos, claro. En todo el país alguien tenía uno dicho
o escrito.

-¿Usted no se exilió?




-No. Siempre quise tener una hendidura, un resquicio para volver a entrar al país. Si me asilaba
ya no podía volver. A todo riesgo, yo volvía.




-¿Muchas veces?




-Dos fundamentales: cuando el conflicto del Beagle, 5 de enero del 79, y el 7 de abril del 82,
cuando la Guerra de las Malvinas. Esta vez, desde México.




-¿Por qué no publicó este libro antes?




-Porque entonces estaba prohibida hasta la mención de mi nombre. Era un muerto en vida
dentro de mi patria. Todos lo saben. Es obvio. Sólo aparecieron dos libros bajo el Estado de
Sangre, no, tres: mi biografía de Horacio Guaranv, en Gijón, Asturias; Dios era olvido, en
Madrid, en editorial Albia, subsidiaria de Espasa Calpe que presentó en la Feria del Libro esa
novela y Toda la piel de América, gracias al coraje de Lucho Torres Agüero.




-¿Qué hay de su obra anterior?




-Está agotada. Ahora irá reeditándose.
-Hay una generación entera que no lo conoce, o conoce alguna de sus canciones.




-Cierto. Para ellos soy un poeta nuevo. Es una propuesta hermosa del surrealismo
latinoamericano.




-¿Cuántos libros ha publicado?




-Más de veinte.




-¿Cuántas canciones ha escrito?




-Ni idea. Como mil.




-¿Cuál es la diferencia entre un poema y una canción?




-Sólo que el poema canción lleva música adicionada al texto.




-¿El poema propiamente, o tradicionalmente dicho, tiene música?
-Es lo que tiene. Por eso no es prosa.




-¿La prosa puede tener música?




-Si el escritor quiere, sí.




-Cuando usted estaba prohibido a cal y canto, un compadre suyo me dijo que había mucha
gente viviendo de su silencio.




-Ahora están agonizando.




-Aparte de poesía, ¿qué otra cosa hace usted?




-Hijos. Vamos, poemas con patitas




-Usted vive de la poesía.




- Por y de mi poesía.
-¿Bien?




-Decorosamente. Pero gracias a ustedes que compran discos, pagan entradas a mis recitales,
compran, cuando hay, mis libros. De ese modo. Yo estoy rentado por el pueblo hace añares.




-¿Cómo es su vida política?




-Política.




-¿Qué le diría a los jóvenes?




-Que hay que soñar la vida para que sea cierta.




Oración a la bandera
Quédate en el cielo, amor,

no bajes.

Aquí abajo, los grises

son tan grises

que, de algún modo gris,

van a ultrajarte.




Y sos tan linda allá,

tan nomeolvides,

-simple ademán de madre

por el aire-

que si caes, amor,

con la ternura

conque caen las hojas

de los árboles;

si llegas a caer,

acaso nunca

vuelvas a ser tan cielo

ni tan madre.




Déjanos a nosotros,

los humildes,
los que nunca te usamos

ni abusamos de tu inmenso

silencio planetario,

que cuidemos la altura

donde habitas,

celestemente hermosa,

como el aire.




Déjanos a nosotros.

De los otros,

es piadoso no hablarte.




Buenos Aires, 1977




***




Segundo informe para ausentes


Es increíble: he muerto

y ando por mi casa.

Vienen amigos. Beben
y, minuciosamente,

se acuerdan del pasado.




Me recuerdan: ¿te acuerdas

de aquello que cantabas?

-¿Cómo era esa del niño?

-¿La del laurel es tuya?

-Yo le oí esa canción

a la Mercedes Sosa.

Hablaba de la tierra...

(puta, si me acordara!)

Era una que decía

que el que no cambia todo

no cambia nada.

Hacé memoria. Dale!

(Puta, mi me acordara!)




Insepulto, le agrego

más brasas al asado.

Pienso en ustedes.

Echo más leña al fuego.

Digo: el humo bombero
me ha mojado esta lágrima.

Pienso a lo lejos. Sé

que no debo llorarlos.

Aunque esté muerto

y ande como Juan por su casa.




***




COSAS DE NIÑOS




Estas Cosas de niños que les entrego ahora son las reincidencias intermitentes a un paraíso que
siempre intento recuperar y que siempre, en mágicos lugares, sorprendo en los niños. No tengo
más que pensarme para saber que el hombre es el hijo del niño que fue, como leí en un artículo
del mexicano Carlos Fuentes.




El material que les brindo es casi inédito, salvo Cita en la misma Esquina, Hay un niño en la
calle, autobiográfico y La Vida Dos Veces, que por la popularidad que alcanzaron y tienen, van
en letra cursiva, expresamente.




Es obvio que este es un libro para adultos, para que hacia adentro, no sigan adulterándose y
terminemos adúlteros de ese patrimonio único y último que no conoce la traición, la mentira ni
la desesperanza, porque está y estará siempre disponible para empezar la vida.
Salgo siempre con el niño que fui y suelo preguntarle si aún me le parezco.




                                                                  Armando Tejada Gómez ....




"Sin memoria no se puede escribir", dijo Ernest Hemingway poco tiempo antes de su muerte.
Pero no se refería exclusivamente a la memoria que almacena los conocimientos adquiridos
sino también, y especialmente, a la memoria de los ancestros, aquella yacente en los meandros y
recovecos de la subconciencia, así como a la más combatida por los poderes dominantes: la
memoria popular.




A todas estas memorias, que en su conjunto constituyen La Memoria, rescata Armando Tejada
Gómez en Los Telares de Sol, último libro -es de presumir que inconcluso- que ahora se edita
después de su reciente fallecimiento. Allí transcurren las tragedias y los sucesos de la conquista
y avasallamiento de América de una manera, diría, mágica.




Rescata voces, palabras, todo un pensamiento cosmogónico del aborigen, elementos que han
quedado aprisionados, apretados contra el horizonte o en el último recodo de la memoria
ancestral. Creencias, mitos hasta lo profundo del pensamiento religioso, punto de partida de la
vida social de los distintos asentamientos tribales americanos.




Es mucha y muy densa la obra de Armando Tejada Gómez donde nada sale de contexto: todo
tiene una unidad monolítica.
Como siempre ha sido en la historia del arte, en la tarea de los grandes creadores.




Los Telares del Sol es un libro que se inscribe en las más altas cumbres de la poesía americana,
llega, duele, conduele, lucha y enciende una esperanza en este dolido continente o, si se
prefiere, en este desmantelado subcontinente




                                                                      Hamlet Lima Quintana




El Telar del Sol


Urdimbre de los siglos,

unas terrosas manos tejen

hilo por hilo

la vida permanente,

las guardas, los colores

de totales crepúsculos

y el milagro rocío

del día adolescente.




Hace quinientos años

el asombro fue mutuo:

¡Dí con el paraíso!,
escribió el Almirante

en su nao de niebla.

No supo, ni en la muerte,

que chocó con Andinia.




El oro encegueció

la búsqueda de Especias

y comenzó la muerte

su lóbrega tarea,

la conquista, el incendio

de las depredaciones,

pero el telar urdía

la vida que no cesa.




De Las Casas clamó

junto al padre Victoria.

Umbrosos capitanes

clavaron la Encomienda.

Desde la España clara

llegó la España negra.

El telar, tinto en sangre,

siguió con su tarea.
***




El Telar de los Mapas




Las naos abordaron

por distintas corrientes,

milenios tras milenios

las costas de mi sangre,

las bahías azules,

las penínsulas ciegas,

el resuello del mar.




Los hombres no vinieron

de distantes galaxias,

llegaron de la vida,

la misma vida y única

que aquí se vio llegar.

La vida que ya estaba

donde vive la vida.

La vida allende el mar.

La vida aquende el mar.
Al telar de los mapas

los ha borrado el tiempo,

los robos, los naufragios,

el lento deterioro

de toda antigüedad.

¿De dónde vino entonces

esa vida que vino?

¿Y esta vida que estaba

adónde fue a parar?




Nos han llamado Indios

los que iban a las Indias,

obsesos mercaderes,

oscuras faltriqueras,

torpes cartografías,

frailes de íncubo y súcubo

que dieron de narices

con mi tierra opulenta,

se dijeron: no existe.

Y que no se hable más.

Y al telar de los mapas
lo arrojaron al mar.




***




10 ANOS DESPUES, EN BUENOS AIRES...




Nota Revista Folklore

Julio de 1972




Armando Tejada Gómez,

vanguardia visible del Nuevo Cancionero, mostró su plataforma conceptual,

sus antecedentes y también su futuro:




Una nota de Luís Córdoba.




ARMANDO TEJADA GÓMEZ




"Nunca se podrá evitar que las nuevas
generaciones pidan la palabra y la guitarra".
Hablar del Nuevo Cancionero y asociar como cabeza visible del mismo a Armando Tejada
Gómez, es todo uno. Por eso nuestro dialogo con ese uno que lo simboliza en cuerpo y palabra




¿Cuál es la originalidad del Nuevo Cancionero?




Al plantear una renovación de forma y contenido de la canción de raíz folklórica, nos
propusimos darle a esa canción, no sólo una estructura musical y literaria que supone un nuevo
lenguaje, sino también un contenido que exprese al hombre

argentino de hoy y aquí.




¿Por qué en 1962?




Porque entonces la canción se debatía entre un nuevo costumbrismo y una agónica alusión a.
un pasado ilusorio.




¿No creés que mucho antes de la aparición del Manifiesto del Nuevo Cancionero, existieron
otros cultores de esos mismos principios allí enunciados?




Sí. En su momento, nosotros señalamos como tales a Buenaventura Luna y Atahualpa
Yupanqui en la canción folklórica y en tango a Carlos Gardel, Le Pera, Pugliese, Celedonio
Flores y, funda-mentalmente, a Discépolo.
Ellos solos, de por si, podrían haber representado un Movimiento y por ende haber creado una
conciencia...




8í, pero no te olvides que a pesar de esos predecesores, la juventud artística de hace una década
no tenía, si no en casos aislados, una conciencia de este fenómeno.




¿Cuáles eran, entonces; los errores de esa generación?




Por ejemplo en lo musical un abuso del dominante y tono, así como una elaborada
elementalidad. En cuanto a poesía, cierta general frivolidad folklórica.




¿Había confusión en ese momento?




En general se confundía la autenticidad con el analfabetismo artístico. Muchos folkloristas al
uso, no eran tales.




¿Con qué obra nace la continuidad del movimiento?




Desde "La de los humildes" toda nuestra obra mantuvo idénticos caracteres.




Ustedes mencionan como enrolados en el movimiento a quienes no suscribie-ron siquiera el
manifiesto.
Ramón Ayala y Gustavo Cuchi Leguizamón no formalizaron su adhesión en aquel momento,
pero si lo integraron por la continuidad de su labor, íntima-mente ligada a los preceptos del
manifiesto.




¿Fueron los únicos?




No. Fijate que cuando elaboramos este espectáculo quisimos nombrarlos a. todos, el número,
son alrededor de 60, nos lo impidió por razones de tiempo.




¿Entre ellos figuraría el nombre de Ariel Petrocelli, por ejemplo?




¡Ariel es fundamental como presencia!




El movimiento se inició con la participación de diez artistas, entre poetas, músicos y cantores,
hoy declaran ser 60 ¿qué incorporaron los otros 50 en bene-ficio del movimiento?




Mirá, justamente, hemos pensado hacer una asamblea del Nuevo Cancionero para recibir el
aporte de los nuevos.

Tal ves muy pronto concretemos esa idea.




¿El movimiento tiene proyección únicamente dentro del país?
No. En nuestra declaración firmada en Mendoza, ya anunciábamos nuestra vinculación con
América y el mundo.




¿Cuá1es fueron los primeros contactos?




En 1964 tuvimos vinculación con Daniel Viglietti y la juventud artística del Uruguay.

Oscar Matus y Mercedes Sosa fueron los primeros en ocuparse de esas relaciones
internacionales de las cuales me tocó participar durante una residencia de 6 meses en el país
vecino. Fue el momento en el que incorporamos al repertorio Canción para mi América, el
tema con el cual Mercedes debutara en Cosquín.




¿A qué otros poetas americanos consideran integrados con el movimiento?




Al peruano Nicomedes Santa Cruz, Patricio Mans y Pablo Neruda, de quien soy amigo
personal.




¿Cuál es el éxito mayor que se adjudica el movimiento durante este tiempo?




Nosotros en estos diez años de labor hemos destruido el mito que suponía como comercial lo
malo.

Demostramos también que lo óptimo también es comercial.
¿El movimiento está identificado con alguna corriente política en especial?




Ciertos sectores interesados en el comercio de la canción le atribuyeron veladas intenciones
partidistas.

El movimiento tenía y tiene conciencia política. Sólo los animales no tienen conciencia política.

Nuestro grupo cree que en su seno deben existir, como coexisten, todas las opiniones.




Especialmente las de izquierda...




¡El movimiento admite el vuelco hacia la izquierda, como lo admiten todas las grandes masas
populares argentinas! Recordá que si está expresado por el pueblo, estaremos al lado del
pueblo.




Perdoná, me suena demasiado demagógico...




No hay demagogia. Tenemos una conducta que el pueblo conoce, como conoce todas las
persecuciones que hemos sufrido, las leales y las desleales también.




¿Té inquieta la censura?




Hemos sido prohibidos en diversos momentos de la vida política del país.

Como hijos del pueblo debemos correr los mismos riesgos que el pueblo afronta.
¿Qué futuro le ves al Movimiento?




Depende de las nuevas generaciones. Toda vez que el artista entienda que él es parte de la
conciencia colectiva, estará afirmando los postulados del nuevo cancionero.




¿Por qué?




Porque el arte como la vida, están en permanente transformación a través de los siglos.




Nunca se podrá evitar que las nuevas generaciones pidan la palabra y la guitarra.




Reflexivo, pero con énfasis, Armando Tejada Gómez fue respondiendo una a una las preguntas
u observaciones que fueron surgiendo de esta charla que transcribí para usted, caro lector, sin
otra intención que representarlo ante las dudas que a veces, seguramente, llegaron a asaltarlo.




Nota Diario La Ciudad
Venado Tuerto, marzo 31 de 1982 - Año IV - Nº 170




ARMANDO TEJADA GÓMEZ




No he padecido ningún privilegio; eso me avergonzaría mucho


Una nota de Juan Carlos Rodríguez

Fotos de Omar Raúl Nepote




-¿Cómo nace su vinculación con Pablo Neruda?




La pregunta formulada por Roberto Ledesma rompió el fuego, y fue el puntapié inicial para un
reportaje que no empezaba por la sencilla razón de que la sobremesa se hacía agradable,
llevadera, cálida.Es que la charla con ARMANDO TEJADA GÓMEZ nutre, proporciona
conocimientos, da vida. Por eso se disfruta y se estira.

Y el poeta respondió entonces, contó cómo lo conoció a Neruda, lo que el gran poeta chileno
dijo de él, narró sus emociones, y así empezó un tome y traiga que se prolongó por varias horas
más. Que sirvieron, lógicamente, para poder formarse una idea acabada acerca de la
personalidad del inmenso poeta argentino. Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que llegó
hasta nuestra ciudad, gracias a las gestiones de la Biblioteca Juan B. Alberdi, a presentar el libro
de su amigo, el venadense Ricardo San Esteban, con quien también charlamos y conocimos su
pensar.
Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que demostró no sólo la fuerza y potencia de su canto,
no sólo la vitalidad y valentía de su mensaje, sino también la bellísima poesía que alimenta sus
escritos. Quienes quisieron gozar el mensaje de un poeta con mayúsculas, pudieron hacerlo.
Quienes quisieron encontrarse con aquel que, hace tantos años, por gritar verdades fue
injustamente silenciado, también pudieron hacerlo.

Los que estuvieron la noche del sábado 20 en la Biblioteca Alberdi, difícilmente olviden la
plenitud de ese poeta, la magia inocultable de sus palabras, la inconfundible ternura de sus
imágenes poéticas. En cada aplauso, en cada gesto de admiración, quedó reflejado el
sentimiento que TEJADA GÓMEZ supo despertar.

Y para quienes tuvimos el privilegio de compartir sus horas, de beber de su filosofía, hecha a
golpes y a poesía, nos queda la inmensa satisfacción de saber que en su alma abriga la
coherencia necesaria para defender con hechos lo que pregonan las palabras.

La síntesis obligada, por razones de espacio, refleja igualmente la esencia de su sentir. Aquí
están sus pensamientos, sus convicciones -que defiende a muerte-, sus creencias.

Aquí está este valiente ARMANDO TEJADA GÓMEZ, que pelea diariamente a puño abierto
contra la mediocridad, contra las zonceras, contra la complacencia. Aquí está este hombre de la
respuesta rápida, profunda, inteligente. Aquí está -nada menos- la palabra de uno de los
mayores poetas de la lengua castellana.

No tiene desperdicio.




¿Por qué empieza a cantar, y a crear? ¿Por contagio?




El hombre siempre deja hechas cosas para los demás. Con el sentido de eternidad con que se
hacen las cosas para que perduren, se hace todo. Nuestros padres intentaron un techo, un
campo labrado, un molino, cosas que después a nosotros nos han servido, de modo que todo
se hace por una necesidad de expresión universal. Yo comencé a cantar de la manera más
espontánea e inocente. Empecé cuando era un niño, antes de la edad de la razón. Escuchaba
cantar y repetía el canto. Como parece ser que yo he venido dotado para eso, para comprender
y sentir el canto, he cantado toda mi vida, y la canción, para mí, era una donación: si yo
cantaba, la gente se sentía alegre, contenta, en los obrajes, en la viña, cuando yo cosechaba. Nos
juntábamos esperando el camión que venía a llevar la uva y yo cantaba, cuecas, tonadas...

La creación comenzó después, en rueda de amigos, ya que siempre me pedían a mí que dijera
algo, que hiciera algo. Allí por los 5 o 6 años yo escuchaba las guitarras de los que le iban a dar
serenatas a mis hermanas; todo eso era un mundo mágico, un mundo hermoso que me ganó
para siempre. Después fui descubriendo la literatura y fui aprendiendo a expresarme de una
manera más independiente. En aquella época, los poetas cultos desdeñaban este modo. No se
concebía que un poeta hiciera una zamba; un poeta estaba llamado a las voces altas del Olimpo,
y esa creencia llevó a una lucha muy larga. Yo tengo una mala prensa en la prensa culta del país,
precisamente por mi popularidad, que me viene de las canciones. Nadie me perdona la
popularidad. Nadie.




La prensa suele dividir a la poesía o a la canción, en testimonial o de protesta. ¿Usted cómo
calificaría a su canto?




Es poesía. Yo trato de que sea poesía. Ya Horacio se metía con las cuestiones del mundo: se
metía Homero: se metía el Dante, que escribió La Divina Comedia en el destierro. La
verdadera tradición de una poesía perdurable está en que se ocupa de los asuntos del mundo, y
no que se despreocupa. Mi poesía no es testimonial ni es de protesta. Eso va por cuenta de los
que sienten que les cae el sayo. Ya dice el dicho popular que al que le cae el sayo que se lo
ponga; si yo me conmuevo hasta las lágrimas por una gota de rocío ¿cómo no me voy a
conmover ante el dolor humano? ¿Cómo no voy a tener sensibilidad ante un hombre caído?
Para mí la poesía es el hecho poético perdurable que un hombre apresa en sus palabras, ya sea
cuando llora o ve llorar, o cuando vuela y ve volar.




¿Por qué hubo tanto silencio estos años? ¿Por qué Tejada Gómez no llegaba al pueblo?




Yo creo que esa pregunta se la tendría que hacer al gobierno. Pero no sólo he estado prohibido
con éste gobierno con el cual la cosa ha sido atroz. En cada cambio de gobierno me
prohibieron; y tuve detenciones. Me privaron la libertad, pero la física, porque la otra libertad
no me la puede privar nadie. Ni la muerte. Me han prohibido letras, libros, espectáculos,
actuaciones. Me han prohibido casi consecuentemente todos los gobiernos, menos uno: el de
Illia, de quien se dice que tenía mis discos y escuchaba mis poemas. Pero desafortunadamente
en una fiesta nos detuvieron a todos los que estábamos, que éramos 180 personas. Así que aún
con el gobierno de Illia estuve preso. Ahora, usted me pregunta por qué. Debe ser porque se
gangrena la calificación. En un país pequeño como éste, cuando uno es calificado, nadie se
ocupa de descalificarlo. O sea que al que mata perros una vez, le llaman siempre mataperros. Y
le voy a decir más: a veces uno mata perros Yo quisiera saber que estoy prohibido por matar
los perros del odio.




¿Usted cree que hay lugares más aptos que otros para la creación?




Un creador tiene que crear en cualquier lugar, en cualquier situación. Aún cabeza abajo. Yo a
veces he hecho poemas de memoria, porque hay lugares en que a uno no le dejan lápiz ni
papel. La coplera del prisionero está hecha de memoria.




¿Por qué cree que ahora puede cantar, puede llegar al pueblo? ¿Hay una mayor apertura?




Yo no he dejado de cantar ninguna vez en todo este largo tiempo. Si así hubiera sido, cuando
era un muchacho de 24 años y escribí la Copla a Guatemala, y me llevaron preso por primera
vez, con ese asunto no hubiera cantado nunca más. Ya es imposible matar lo que canté; se
podrá matar lo que voy a cantar en el futuro, si es que no me queda futuro, pero de todos
modos, el futuro es la dignidad hoy.




Hay gente que inocentemente ignora que usted esta prohibido.




Es que oficialmente no se ha dicho que estoy prohibido. No se dice oficialmente. Se sugiere. Y
guarda con no escuchar la sugerencia. Pero de todos modos, esto tenía que terminar. Acá no
era que estaba prohibido yo; aquí estaba prohibido el ejercicio pleno de los derechos; aquí
estaba prohibida la Constitución Nacional. ¿Quién soy yo por encima de esa letra sublime y
maravillosa para no estar prohibido? Si un pueblo está prohibido, lo están sus poetas. Qué mal
me sentiría yo de haber tenido todas las prerrogativas cuando todo mi pueblo no se ha podido
expresar. Sería triste; sería como cómplice. Por suerte no he padecido ningún privilegio; eso me
avergonzaría mucho; yo he gozado de las dificultades de mi pueblo, lo que me hace quererlo
más y entenderlo más. Pero no tengo rencores; yo lo que tengo es una madura actitud para
enfrentar las dificultades que tiene la Nación.




¿Cómo lucha usted contra la censura?




Yo soy miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, soy socio de Argentores; y soy socio
conspicuo de SADAIC; y participo de las luchas populares de mi pueblo a lo largo y lo ancho
de la nación. De ese modo lucho contra la censura; no contra mi censura, sino contra la
censura del pensamiento nacional; mi lucha está entroncada con la del pueblo argentino por su
libertad plena.




¿Qué siente el poeta cuando escribe algo con amor, con sentimiento, y después se entera que
no se puede escuchar, difundir?




Se siente lo que sienten todos los artistas argentinos en este momento. Se siente la esterilidad
del destino del esfuerzo. Se siente una frustración, una desvalorización dramática de la
personalidad nacional. Todo eso y algunas cosas más que en este momento no atino a expresar.
Yo no he caído en la desesperación porque sabía que más temprano que tarde, el camino de los
prohibidores carecía de futuro. Yo sabía que todas estas oscuridades tenían los días contados.
Tienen los días contados, porque nosotros no sabemos existir si no es en la convivencia
democrática.

Esto es lo hemos recibido de nuestro mayores, esto es lo que afirma el mejor programa político
que tienen los argentinos, que es la Constitución Nacional. Cada uno a lo suyo para que el país
crezca; en la diversidad está la grandeza de nuestro país, porque no se puede hablar de un ser
nacional en un país hecho con todas las sangres de la tierra. El ser nacional será la tarea a
construir, pero nadie puede excluir a otro porque se crea más argentino que el otro. Institución
o persona quien cometa este acto es un criminal lisa y llanamente. Somos un crisol y una
enorme levadura; lo dice un huarpe. La Constitución convocó a todos los hombres de la tierra
de buena voluntad que quisieran habitar este suelo; no se los puede estafar un siglo después. Es
la peor de las estafas, porque no nos pueden cercar el país y hacernos prisioneros de la
arbitrariedad y de las dictaduras, y de la soberbia y la mediocridad. Nuestros padres hicieron el
país y las leyes, las obras, las novelas, los poemas y las canciones; nosotros nos atenemos a esa
tradición y el ser nacional lo vamos a buscar entre todos, lo vamos a construir entre todos el
día en que sin desmedro, TODOS nos podamos mirar a la cara.

Con las manos limpias.




Es importante ver qué a pesar de los golpes o de los silencios, no se ha modificado la forma de
ver o de sentir la música popular en usted...




Yo creo que no se puede tapar el sol con un harnero, como decía mi madre. Lo hecho está
hecho; es muy difícil desarraigar del corazón de la gente lo que entró sin imposición. En estos
últimos años ustedes han visto que nos han querido hacer cantar por decreto, pensar por
decreto, escribir por decreto, soñar por decreto. Sin embargo, todo lo que se nos impone con
jingles de cada 25 minutos, ni lo silbamos, y acudimos a aquello que ha consagrado nuestra
sangre y nuestro corazón.

Las canciones que nos representan, los poemas que son verdaderamente parte de nuestra
forma de sentir la vida: no se pueden imponer en el alma de un país modelos, sentires ajenos a
la fuerza intrínseca de ese país. Sólo un delirante cree que con un decreto va a prohibir una
canción, porque una canción es inasible; aun en la prisión, los prisioneros cantaban mi Canción
con todos. El alma de ellos estaba libre.




¿Y qué pasa, Armando, con la música folclórica?




Le voy a contestar con un proverbio chino: Si usted tiene un jardín y comienza a crecer la
maleza, y usted ve que crece y no acude a limpiarlo, eso ya no es un jardín. En el jardín del
canto nacional, prohibieron lo que eran las flores cultivadas, lo que venia de una tradición
cierta, lo que se había ganado el derecho de existir por propia gravitación e impusieron una
maleza híbrida, hecha de malheridas serenatas, mal cantados boleros e infinitas zonceras. Y un
pueblo inteligente como este no lo ha aceptado. Los cantores de zonceras están enfermos de
muerte, porque el pueblo les ha dado la espalda. No existe la decadencia del folclore; existe la
decadencia de ellos. Nada ha muerto; a medida que el silencio no resiste más y se deshiela, la
vieja flor del jardín vuelve a recuperar la lozanía, y los jóvenes están apretando la maleza, en
todo el país.




Ortega y Gasset dijo que el folclore es un rumor que va de casa en casa y de padre a hijo ¿Qué
piensa de esa definición? ¿Coincide con ella?




Es linda la frase de Gasset, pero lo que él dice yo lo aplicaría más a la música popular argentina.
El folclore está hecho; el folclore se produce en la etapa primaria de una cultura, cuando aún
no existe la escritura, de manera que el folclores es el yacimiento hacia el cual hay que ir para
extraer la veta que hace un alma nacional, que hace una identidad. Cuando hacemos canciones,
estamos haciendo tradición cultural; que puede tener un signo popular si el pueblo participa en
ella; si el pueblo no participa es una cultura muerta, estéril y seca; sin destino. La cultura se
nutre de la vida popular, y es el texto protagónico de un pueblo. Es imposible hacer el folclore:
mienten los que se dicen folcloristas porque tocan la guitarra y rasgan zambas. El folclores está
hecho, es irrenunciable a la identidad nacional; lo que estamos haciendo nosotros es música
popular argentina.




Se dice que el folclore ha muerto y hay quienes intentan resucitarlo. ¿A quien rescata usted, de
esos que luchan dignamente y con talento por nuestro folclore?




San Martín ha muerto, pero la herencia de San Martín está viva; Sarmiento, Echeverría han
muerto; sus herencias no. Este es un tema difícil; esto es para preguntarse qué cosa es la muerte
exactamente; decir que el folclore ha muerto es como decir que el jazz ha muerto. Sólo muere
lo que es baladí, lo que no tiene perdurabilidad; y a propósito de la segunda parte de la
pregunta, yo nombraría a Manuel Acosta Villafañe, Julio Gerez, Andrés Chazarreta,
Buenaventura Luna, Marta de los Ríos, Los Hermanos Abalos, Los Chalchaleros, el Cuchi
Leguizamón.

Le estoy hablando de todos los que hicieron algo por que esto estuviera en pie. En Europa se
llenan los lugares donde se toca nuestra música; en México hay una eclosión de la música
sudamericana, que se apoya en la Argentina y en la chilena.

Por lo tanto le digo que el folclores está más vivo que nunca.
Usted me contaba hoy de un periodismo que mutilaba sus conceptos o no los difundía. En este
caso, en que le aseguro que lo dicho se difundirá ¿qué me puede agregar?




Lo que tenía que decir se lo he dicho.




En algunos momentos lo vi irritado...




Es que por ahí me caliento. Y es porque me caliento que puedo escribir. ¿Sabe lo que sería
escribir en frío? ¿Qué se puede escribir en frío? Un aviso de licitación...




Un comunicado...




No, un comunicado no, porque ya no es en frío; ya es en avieso. En frío se puede escribir un
edicto, una ordenanza municipal. No estacionar frente a esta acera. Eso se puede escribir en
frío; lo demás está lleno de sangre. Y muchas veces, desgraciadamente, llena de sangre
inocente. Esta ha sido una hermosa charla; no sé si se publicará o no; la vida dirá. En estos
últimos años, he sido entrevistado varias veces; he dicho esto mismo, no más ni menos, y luego
no aparecía nada. Hay como un no querer nombrarme, hay miedo...




¿Cuál es su mayor deseo, Armando?




La libertad de mi pueblo.
Diario La Voz




Buenos Aires, Domingo 20 de marzo de 1983. Páginas 12 y 13




Armando Tejada Gómez, poeta militante que el Proceso militar
pretendió condenar al silencios




Aquí estoy de vuelta con mi voz, aunque nunca me fui...




Yo nací en Mendoza, nací en la confluencia del zanjón Frías y el Guaymallén. Ahí alquilábamos
una casa. En ese lugar murió mi padre, al que prácticamente no lo conocí, era muy pequeño. El
recuerdo que tengo de él fue cuando me alzaron a verlo, estaba en el féretro y lo recuerdo
dormido, con un rostro tranquilo y grandes bigotes, ese es el único y real recuerdo que tengo
de mi padre. Después, con los años, sus antiguos amigos, los lugareños me lo fueron contando.
Mi padre era tropero y tenía una larga leyenda de sus andares por los caminos, él llevaba tropas
de carros. Algo así como el famoso capataz de tropa del libro de Sarmiento, el Facundo. Tenía
carros propios y además le encargaban carros otros productores para que integrara la caravana
de los mismos. Ese fue el oficio fundamental de mi padre, el gaucho don Lucas Tejada.
Mi madre provenía de una familia chilena, uno de mis abuelos, don Domingo Gómez era
chileno y todos somos de origen araucano o huarpe y por los dos lados de la familia no
teníamos europeos hasta nosotros que ya sí nos casamos con muchachas hijas de europeos. Y
todos los antepasados habían sido agricultores. De chico nuestra zona de residencia era
Panquehua, al norte de Mendoza y recuerdo que había trigales en aquella época y algunos de
los trigales que aparecen en mis poemas me han sido contados por mi madre. Bueno, yo crecí
en el desamparo ya que cuando murió mi padre éramos muchos, 23 Tejada Gómez. Yo era el
número 22, ocho éramos muy pequeños y fuimos repartidos entre la familia. Yo por suerte fui
a parar al campo, a una finca que administraba el tío Aniceto. De él tengo un recuerdo
imborrable: me llevó al corral y me dejó elegir caballo y elegí un caballo con estrella en la frente
que se llamaba Marcial.




Allí, una tía vieja, que se llamaba Fidela Pavón que murió a los 109 años me enseñó a leer en el
catecismo, para que yo leyera en la novena que ellos hacían. ¡Me emociona acordarme de esto!
Bueno, ahí fui a la escuela por primera y única vez, era una escuelita rural y estuve tres meses y
ya sabía leer y escribir. Y es extraño pero tengo la impresión que siempre supe leer, es que tenía
cuatro años cuando leía el catecismo con mi tía Fidela. De ahí recuerdo la mirada de un
campesino viejo, analfabeto que se asombraba que pudiera leer en el pequeño libro negro.
Después mi madre me reclamó. Ya se había establecido en la ciudad y ahí hubo que ayudar y
comenzaron mis oficios de intemperie. Comencé a vender diarios, a lustrar zapatos y a los doce
años ingresé al gremio de la construcción. Eramos muy pobres...




Vivíamos en la calle todas las vicisitudes sin ningún beneficio. Eran muy pocos entonces los
que tenían zapatos. En la construcción mojaba ladrillos y me fui formando con los viejos
italianos albañiles, encofradores, de quienes aprendí el orgullo de terminar un trabajo bien
hecho. Eso me lo clavaron en la conciencia para siempre y también las ideas. Ahí comienzo a
saber que existe la clase obrera, como clase y se hablaba de la necesidad del sindicalismo y que
quien no se metía allí era un cagón. También te enseñaban la solidaridad y mi primo Julio
Villanueva y los compañeros me fueron acercando a la militancia sindical y de ahí a las lecturas
políticas.




Puedo decir que mi contacto con la poseía se produce a través del Martín Fierro, y por
casualidad. A mí me atraía un dibujo que había en la tapa del libro, era el dibujo de un duelo
criollo y como eso tenía que ver con la historia de mi padre, de nosotros mismos, un día mi
madre me dio para el cine y con eso compré el libro y lo leí de un tirón aquella tarde. Llegué a
saberlo casi de memoria. Eso me ayudó después en los obrajes cuando en las noches o en los
domingos después de comer, eran los únicos momentos de descanso en los obrajes de la alta
cordillera, hacíamos fogones, recitaba y comprendí la importancia de la poesía en medio de
nuestra soledad. Les contaba la payada con el negro o la vida de los hijos de Fierro y les hacía
bien a todos esos duros hombres que venían de todas partes del olvido: los ojos encendidos
por la compañía de un poema. De ese modo también aprendí a cantar y la guitarra era como la
radio o el televisor ahora, un guitarrista suscitaba a todos y se aprendía a cantar coreándolo, de
una manera natural.




¿Qué pasó con mi familia? Nos dispersamos. Mis hermanos mayores se fueron por el camino a
buscar trabajo. Siembre faltaba trabajo y cuando había parate en el gremio de la construcción
acudíamos a levantar las cosechas. Ibamos a la vendimia, a la cosecha de durazno o de
manzana y los patrones nos trasladaban de un punto a otro de la provincia. ¡Mi familia...!,
algunos y algunas se casaron, otros partieron buscando piqui, trabajo y recorrieron el país. Mi
hermano Lucas que me impactó mucho con sus historias cuando volvía de estos viajes y nos
contaba el enorme país, un continente desconocido. Después le siguió el rumbo mi hermano
Raúl que se hizo marinero y recorrió el mundo. Mi mamá a la sazón era cocinera de un gran
hotel de Mendoza. En esa época tuvimos cierta prosperidad. Recuerdo que vivíamos en el
barrio de las latas a la orilla del canal y anualmente venían las grandes crecientes y se llevaban el
barrio y ahí teníamos que juntar las latas y reconstruir la casa...




Esa es la historia de los Tejada Gómez, ¿pero a quién pude interesar esto? Tienes que
comprender que el canto y la poesía son recurrentes en el pueblo, están incorporados y cuando
había un espacio en la vendimia ya estaba la guitarra. Mira, me contaba mi madre de don Elías
Molina, un cantor que según ella sabía alrededor de cuatrocientas tonadas y solía aparecer por
Panquehua para los casamientos, las fiestas. El no trabajaba de otra cosa, tampoco el pueblo
quería que se dedicara a otra cosa, lo querían para el canto, para las serenatas, como trovador a
domicilio. Costumbres de nuestro pueblo, ¿no? Esta nacencia me dio una noción de lo
latinoamericano y nunca he podido pensar de otra manera que como latinoamericano. Y por
ahí nace el malentendido que pueda tener con la cultura porteña. Creo que por esas raíces no
he sido admitido en el staff cultural porteño. Pretextan que ando cantando, pretextan que soy
folklorista y soy por esa razón un marginal -no un automarginado- de la literatura. Y soy
reconocido detrás de nuestra fronteras y en ningún lado llegan a confundirme tan tenazmente
con un folklorista. Tengo 25 libros editados, pero la cultura porteña no me ha perdonado las
canciones.
Como todos los pobres, entonces teníamos dos alternativas, el box y el fútbol. Fui boxeador
amateur hasta que encontré los libros. Quería saber y no era la poesía una de mis pasiones.
Creo que di con la poesía de frente el día que mataron a mi hermano, el Toto, allá, cuando
tenía unos 15 años. El sacudón fue tan tremendo, con este hermano habíamos compartido eso
de dormir bajo los puentes, defendernos entre los dos, sacar los diarios y de pronto me lo
sacaron. Y de esta soledad feroz, este arrancón que fue la muerte de mi hermano, emergí días
después como quien dice una oración, pero era un poema lo que estaba haciendo. Además me
hice esta reflexión, el cayó porque además de pobres, somos ignorantes y aquí está al trampa,
esta es la valla que hay que cruzar. Desde ese día me fui a las bibliotecas y empecé por e primer
estante hasta que llegué al fondo. ¡Claro!, leía todo mezclado, Fisiología del placer de
Mantegazza con La Divina Comedia. Eran bibliotecas de barrio y no estaban ordenadas. El
objetivo era dejar la ignorancia...




Son cosas casuales, sorpresivas y son como para agrandar la anécdota, pero así suceden las
cosas, como una acumulación de casualidades. Después por estas casualidades fui
desenterrando el tesoro de nuestra lengua, de nuestra cultura. Quevedo, Tirso de Molina y
tantos otros que la padecieron, la cantaron y lloraron. Luego los latinoamericanos, Darío,
Gutiérrez Nájera y la suerte de vivir cerca de Chile de donde nos llegaba la literatura del
Pacífico. Mira, la primera vez que vine a Buenos Aires caminé todas las librerías buscando a
César Vallejo que nosotros conocíamos y bien en Mendoza. Aquí no era conocido ni por los
libreros. Aunque había un libro editado por Losada, creo que era Trilce. Pero nosotros
recibíamos la influencia de Huidobro, de Neruda, de don Pablo de Rokha, un poeta
injustamente acallado y ya me apasioné con la poesía.




Cuando me preguntan por las influencias -que todos quieren que sean de Neruda-, se
equivocan, la mayor influencia es la de José Hernández. El que lea atentamente mi poesía,
comprende rápidamente que la intención es cantar opinando. De esos troncos vengo y uno se
larga con las influencias sobre los hombros intentando encontrar su propia voz, es continuar
contando la historia de nuestros mayores y agregar un espacio propio. Y fui ganado premios,
vas editando, te convertís en adulto mientras buscás aprender a vivir, buscando que alguien
diga ahí va el poeta. Y no quiero aparecer como petulante, pero las raíces mismas te van
llevando, te surgen nuevos desafíos y hace unos años me puse a escribir en prosa (aquella
novela que luego fue premiada en España). Después también están las persecuciones. En el 74
gané el premio de la Casa de las Américas, en Cuba, y ya comenzó la persecución feroz y desde
todos los ángulos, los culturosos donde un crítico sacó un brulote que me acusaba de
comentador y me aconsejaba que me hiciera poeta, bueno, ataques de todos lados que por
malicia asocio a la poesía militante que tanto molesta, ¿no?




La verdad es que no comprendo dónde adquirí este sortilegio que la cultura porteña se ponga
tan nerviosa conmigo. Casi no hay una línea escrita sobre mis veintitantos libros, hasta no he
recibido crítica literaria o esas gacetillas que se acostumbran a hacer en forma de critica literaria.
Son cosas de amigos, el amigo que comenta el libro del amigo. Mira, si yo hubiera tenido que
vender un libro por las críticas, no hubiera vendido uno solo. Por suerte no fue así. Y en esto
coincidieron con los sucesivos gobiernos que me prohibieron, sobre todo este último que me
condenó al silencio y persiguieron todo lo que tuviera que ver conmigo, hasta estaba prohibido
mencionarme. Pasaban mis canciones sin mencionar al autor, por ejemplo. Y estuvo muerto
estos últimos siete años. Y es una experiencia increíble estar muerto y vivo.




Entonces estás ahí, viendo tu propia sobrevivencia para ver el horror y no poder gritarlo. El
horror a diario, cotidiano y no poder más que verlo y de ahí vienen los exilios. La mayoría para
salvar la vida y otros porque teníamos que trabajar. Cuando me quedé sin un solo contrato,
cuando me detuvo el ejército en Santa Fe rodeando toda la manzana con automóviles y cuando
me sacaron con metralletas de adentro del teatro, ¿qué empresario iba a arriesgarse en el
futuro? ¿Quién me iba a contratar cuando volaron el local de Villa Mercedes donde iba a
actuar? Y bueno, ya quedé mirando el techo de mi casa, envuelto en una tenacidad suicida de
no irme del país, de no hacerle caso a las amenazas de las Tres A... en todo caso, que me
mataran. Luego el hambre me hizo partir hacia España y otros países...




Son consecuencias de la militancia política. Creo que mi militancia era insoslayable, no pude
evitarlo dado las condiciones en que crecí, los trabajos en que he ocupado mi vida me dieron
un concepto de la solidaridad desde muy niño. La primera militancia fue en el gremialismo y de
ahí a la conciencia política del hombre de trabajo hay menos que un paso. Uno advierte que
esta lucha de clases está establecida en términos políticos y eso te va llevando a ubicarte en los
movimientos sociales de un modo natural. Cuando quise acordarme me encontré militando en
la UCRI, era un grupo radical que recogía la doctrina de Lebenson, unos veníamos del campo
obrero, otros eran universitarios o profesionales. El partido lo lideraba Frondizi. Aunque tenía
muchos amigos comunistas, creo que quise cortar camino y es un error que después siguieron
muchos. En cambio de seguir estrictamente a través de mi necesidad de clase una ideología de
mi clase. Entonces comencé a militar en la UCRI, era la época de la Revolución Libertadora
(ponelo entre comillas ya que no fue revolución ni libertadora de nada). Ya había aparecido el
poema Hay un niño en la calle, Antiguo Labrador, donde coincide con un desprendimiento de
lo anterior. Recuerdo que mi hermano Lucas, que tenía una trayectoria gremial dentro de la
construcción un día me felicitó por un libro, Qué lindo es -dijo-. Bueno, ¿qué te voy a poder
decir? Pero sabés lo que pasa, que dicen los muchachos que no se te entiende, que ellos no te
entienden, ¿por qué no escribís más sencillo? Eso fue una astilla en la conciencia y tenía razón,
éramos hijos de la clase, éramos obreros, ¡cómo era posible que escribiera cosas que los míos
no comprendían! Entonces comencé a escribir esas experiencias que eran de todos nosotros, de
ahí salió Hay un niño en la calle, La coplera del prisionero (Esa la escribí en prisión y de
memoria, ¡si no te dejan ni el cinturón!) y me fui haciendo conocido entre mi gente.




Bueno. Me aparté un poco de lo que venía diciendo. Pero ahí estaba ubicado cuando vino la
campaña electoral y en los actos políticos cuando subía a la tribuna no hablaba, decía poemas y
esto me hizo electo diputado de mi provincia por la UCRI. Recuerdas, fue cuando el
peronismo decidió apoyar a Frondizi. A los seis meses se firmaron los contratos petroleros con
las compañías norteamericanas y entramos en una colisión que no terminó más. Y de ahí nos
separamos. Yo fui a parar al partido que debió ser siempre el mío, el partido de mi clase, el
Partido Comunista. Después fui invitado a visitar China Popular. Para esa época bajó
definitivamente Fidel de la Sierra. En China, era el décimo aniversario de la revolución, conocí
a La Pasionaria, Dolores Ibarruri, a Patricio Lumumba, a Guillén y fue una experiencia
definitiva. También, años después viajé a la Unión soviética, pero esto está cerca en esta especie
de reseña...




Después Latinoamérica, pero eso es como andar por casa, uno siempre está.




Ahora me estoy por ir a México, al Festival de la Nueva Canción. Tenemos una reunión
plenaria porque estamos alentando la creación de festivales en los distintos países donde hay
Nueva Canción. Fijate que este movimiento ha cobrado tal importancia: la canción como
elemento de la cultura contemporánea.




Antes la canción ea considerada la hermana menor de la poesía y de la música, pero este siglo
ha producido el fenómeno que entre los bienes culturales de la humanidad, es la canción, parte
inseparable del arsenal cultural del hombre y la mujer de este tiempo.
Y así el hombre solitario, este agregado al olvido, se conecta con el mundo, toma conciencia de
lo que está sucediendo. Por eso la canción es un instrumento de avance cultural revolucionario,
inédito. Por supuesto que muchos lo niegan, las elites culturales niegan o reducen la nueva
canción a hermana bastarda. Esto lo atribuyo a una costumbre mental, se nos ha formado en
los valores culturales europeos y como Europa no había asimilado ni incorporado este
fenómeno, entonces no tuvo franquicia entre nuestros pensadores de la cultura. No tenía pase.
Pero como ahora allí le han dado un calificativo cultural, es posible ver que ya está siendo
aceptado. Los europeos se deslumbraron ante este mundo, de ahí que el fenómeno Yupanqui,
Mercedes Sosa, Quilapayún, Viglietti, Serrat o la evolución de Alberto Cortés que pasa de
cantar el Sucu-Sucu a un repertorio verdaderamente poético. Es el fenómeno de la nueva
canción argentina, que es la pionera, que la fundamos en 1963 en la provincia de Mendoza, con
Tito Francia, Mercedes Sosa, yo, donde firmamos un manifiesto donde reconocíamos como
precursores a Atahualpa Yupanqui, a Buenaventura Luna y a Gardel...




Bueno, soy un poeta, he padecido estos siete años de oscuridad y quiero suponer que si tanto
moleta mi voz es porque está dirigida a mi pueblo. He padecido como trabajador, como los
compañeros hambreados en las fábricas o dejados sin trabajo. Todavía uno tiene el privilegio
de poder escapar al exilio, ver otros horizontes y escaparle al hambre al que nos condenó la
dictadura. Estoy de vuelta pero nunca me fui, tengo el corazón clavado en cada trabajador, en
cada compañera que lucha por la fertilidad de sus hijos y no tengo otra ambición que ayudarlos
por esa simple interrelación que existe entre el poeta y su pueblo. Yo sin ellos no existo y
somos socios en esto de marchar hacia una patria liberada.




Es la función del poeta, luchar junto a su pueblo pero cargando la vanidad que alguna vez al
pasar, una mujer diga, ahí va el poeta.




Creo que es todo lo que tengo para decir...
Armando Tejada Gómez, poeta y cantautor argentino
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Armando Tejada Gómez, poeta y cantautor argentino

  • 1. 1 ARMANDO TEJADA GÓMEZ Su Biografía Nace en Mendoza, el 21 de abril de 1929, a orillas del zanjón Guaymallén. Hijo de Lucas Tejada, tropero (llevaba ganado de Mendoza a San Juan y Chile, a través de la cordillera), y de Florencia Gómez, casada a los 14 años. Hijo anteúltimo de 24 hermanos. Canillita, lustrador de zapatos, luego obrero de la construcción. A la muerte de su padre, con cuatro años, vive algunos meses en el campo, con su tía Fidela Pavón, quien le enseña las primeras letras en un breviario. Es esa la única instrucción que recibió. A los quince años adquiere un Martín Fierro y a partir de allí comienza a leer fervorosamente toda clase de lecturas, instruyéndose por su cuenta. Comienza a despertarse su inquietud social, participando de jornadas de protesta, luchas obreras y políticas al mismo tiempo que comienza a expresarse a través de su poesía. 1950 - Ingresa a la Radiotelefonía en LV.10 Radio de Cuyo, como locutor profesional. Comienza su tarea autoral junto a Oscar Matus, su comprovinciano. 1954 - Obtiene su Segundo Premio del V Concurso Literario Municipal de Mendoza, por su obra PACHAMAMA.
  • 2. 1955 - Obtiene el Premio Juan Carlos D'Accurzio, patrocinado por la Sociedad Mendocina de Escritores por TONADAS DE LA PIEL, con prólogo de Jaime Dávalos 1958 - Comprometido en las luchas gremiales y políticas es electo diputado provincial por la U.C.R.I., por un período de dos años. Publica ANTOLOGIA DE JUAN, con ilustraciones de Carlos Alonso. 1959 - Abandona el bloque de la U.C.R.I. y forma un bloque independiente. Integra una delegación de parlamentarios e intelectuales argentinos en una visita a la República Popular China en su 100 aniversario, la U.R.S.S., Checoslovaquia y Francia. A su regreso se afilia al Partido Comunista. 1960 - Terminado su mandato vuelve a su trabajo de locutor, siempre en L.V. 10. 1961 - Obtiene la Primera Recomendación del II Concurso Latinoamericano de Literatura "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, Por su libro LOS COMPADRES DEL HORIZONTE. 1963 - Funda el Movimiento del Nuevo Cancionero junto a Oscar Matus, Mercedes Sosa, Eduardo Aragón y otros. Publica AHI VA LUCAS ROMERO, con dibujos de Enrique Sobisch. 1964 - Se radica en Buenos Aires y se dedica íntegramente a su tarea artística. Monta su primer espectáculo, en el Teatro I.F.T., con Mercedes Sosa, Oscar Matus y Tito Francia. Edita su primer disco con sus Poemas, SONOPOEMAS DEL HORIZONTE. 1967 - Publica TONADAS PARA USAR. Se edita su disco LOS OFICIOS DE PEDRO CHANGA, con Los Trovadores. Funda una peña 'Folklore '67" (Talcahuano 360), presentando "Resurrección y Canto de la copla", donde actúa junto con Los Nocheros de Anta, Marián Farias Gómez, César Isella, José Adolfo Gaillardou y Martha Serra. Allí se presentan también invitados como: Dino Saluzzi, Rodolfo Mederos, Cuarteto Zupay, Tito Segura y Otros.
  • 3. 1968 - Publica PROFETA EN SU TIERRA, antología de sus primeros libros. 1969 - Primer Premio Ciudad de Buenos Aires, en el Primer Festival Ibero-Americano de la Canción y la Danza con CANCION DEL CENTAURO, música de Iván Cosentino. 1971 - Publica AMANECECER BAJO LOS PUENTES, donde relata su infancia como canillita y sus comienzos con la poesía. 1972 - Premio Festival de la Patagonia en Punta Arenas, Chile, por FUEGO EN ANIMANA, con música de César Isella. Gran Premio Sadaic, por su canción ELOGIO DEL VIENTO, con música de Gustavo "Cuchi" Leguizamón, Finalista Festival Agustín Lara de México. 1974 - Gana el Premio Poesía "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, con su libro CANTO POPU- LAR DE LAS COMIDAS. Viaja nuevamente a la U.R.S.S., invitado al Festival Pushkin, Georgia. En septiembre integra junto a César Isella y Los Trovadores la primera delegación artística Argentina que viaja a Cuba, después del levantamiento del bloqueo por parte del gobierno de Cámpora. Cuando la Triple A da a conocer su listado de artistas amenazados de muerte, y se inicia el éxodo de decenas de ellos a España y México, ellos vuelven. Un poco más tarde es amenazado de muerte junto a sus familiares y llama a una conferencia de prensa en la sede de la S.A.D.E. donde manifiesta que no abandonará el país. 1976 - El gobierno militar publica un listado de composiciones y autores prohibidos para su difusión en todo el ámbito de la república, donde figura su nombre y algunas de sus canciones más Celebres: Canción con Todos y Fuego en Animaná. Es declarado persona no grata por el gobierno de facto de la provincia de Santa Fe y "deportado" a la provincia de Buenos Aires, en medio de la noche, luego de una frustrada actuación en la sala de la Lotería Provincial de dicha ciudad, en un festival a beneficio. Comienza un largo periodo do oscurecimiento y ostracismo, prohibidas sus representaciones, la publicación de sus libros y la difusión de sus canciones.
  • 4. 1978 - En los primeros meses del año viaja a España, a intentar suerte. Vuelve lleno de nostalgia hacia fines de noviembre y recibe apenas llegado la noticia de que su novela DIOS ERA OLVIDO se había hecho acreedora al Premio Internacional de Novela, en Bilbao, España. Vuelve a España a recibir el Premio y a intentar una vez más su inserción en ese país, aprovechando la difusión de su nombre gracias al premio recibido, pero se inicia el conflicto del Beagle en enero del '79, y regresa a Buenos Aires. Comienza a utilizar el seudónimo Carlos de Mendoza para registrar sus temas nuevos y que puedan pasarse por las radios. 1979 - Viaja a México para participar de la grabación del disco CORAL TERRESTRE, con el grupo vocal Sanampay, que dirigía Naldo Labrín. Se publica en España su biografía de Horacio Guarany, de Ediciones Júcar, colección Los Juglares. 1980 - Participa en la edición de La VI Feria Internacional del Libro del Autor al Lector de Buenos Aires, donde se presenta su novela ganadora y firma ejemplares en el stand de Espasa Calpe, a despecho de La prohibición que todavía pesaba sobre él. Recibe la primera distinción de honor de La Fundación Dupuytren, en la Tercera Bienal de Letras "Cuarto Centenario de la 2º Fundación de la Ciudad de Buenos Aires", por su novela DIOS ERA OLVIDO. 1981 - Finalista del Premio Plaza y Janés de Novela Argentina, por su novela "Cuatrocientas sudestadas", con el seudónimo de Marcos Zonda, posteriormente editada como EL RIO DE LA LEGUA. 1982 - Toma parte del Primer Foro y Festival Latinoamericano do La Nueva Canción, en México. Se desata la guerra de Malvinas y vuelve. 1983 - Viaja a Managua, Nicaragua, para participar del Festival por La Paz, junto a Mercedes Sosa, el Quinteto Tiempo, y el compositor Naldo Labrín. Participa del Festival de La Canción Bolivariana en Venezuela. Viaja al Festival de Baradero, Cuba. Junto con el advenimiento de la democracia vuelve a presentarse en festivales, actuaciones unipersonales y a montar espectáculos con diversos artistas. 1984 - Participa del Encuentro Internacional de Escritores por la Paz, Sofía, Bulgaria. Publica TODA LA PIEL DE AMERICA, cancionero.
  • 5. 1985 - Nominado para el Premio Konex, entre las cinco mejores figuras de la Historia de la Música Popular Argentina en La disciplina Autor de Folklore. Publica HISTORIA DE TU AUSENCIA. 1986 - Gran Premio SADAIC, por el conjunto de su obra cancionera. Publica BAJO ESTADO DE SANGRE, poemas escritos entre 1974 y 1983. Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para La Poesía, en su 20º Aniversario. 1991 - La Cámara de Diputados bonaerense declara su obra de "interés educativo'. Publica COSAS DE NINOS y EL RIO DE LA LEGUA. 1992 - Fallece en Buenos Aires, el 3 de noviembre. En 1994, se edita su libro póstumo LOS TELARES DEL SOL. OBRA LITERARIA 1954 - Segundo Premio Concurso Literario Municipal de Mendoza, por su obra PACHAMAMA. Publicado por Editorial "La Avispa", con ilustraciones de Juan Carlos de La Motta y Enrique 0. Sobisch, en 1955. 1955 - Premio Juan Carlos D’Accurzio, patrocinado por La Sociedad Mendocina de Escritores, por TONADAS DE LA PIEL. Prólogo de Jaime Dávalos.
  • 6. 1957 - CAPITAN DEL SUR, inédito. 1958 - Primera edición de ANTOLOGIA DE JUAN, con ilustraciones de Carlos Alonso. 1958 - LOS COMPADRES DEL HORIZONTE. Primera recomendación II Concurso Latinoamericano de literatura "Casa de las Américas", La Habana, Cuba, 1961. 1963 - AHI VA LUCAS ROMERO, con dibujos de Enrique Sobisch. 1963 - LUZ DE ENTONCES (inédito). 1967 - TONADAS PARA USAR. 1968 - PROFETA EN SU TIERRA, antología. Con ilustraciones de Omar Sobisch. 1971 - AMANECER BAJO LOS PUENTES. 1974 - CANTO POPULAR DE LAS COMIDAS. Premio Poesía Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1974. 1978 - DIOS ERA OLVIDO, Premio Internacional de Novela, Bilbao, España.
  • 7. 1979 - HORACIO GUARANY, biografía. Ediciones Júcar, España. 1984 - Cancionero TODA LA PIEL DE AMERICA. 1985 - HISTORIA DE TU AUSENCIA. 1986 - BAJO ESTADO DE SANGRE (1974-1983). 1991 - EL RIO DE LA LEGUA. 1991 - COSAS DE NIÑOS. 1994 - LOS TELARES DEL SOL (póstumo). OBRA DISCOGRÁFICA 1959 - LA VOZ DE LA ZAFRA, Mercedes Sosa. RCA.
  • 8. 1964 - SONOPOEMAS DEL HORIZONTE, su voz. Edit. Juglaría. 1965 - TESTIMONIAL DEL NUEVO CANCIONERO, su voz, con Oscar Matus. Edit. El Grillo- Juglaría. 1965 - POEMAS Y CANCIONES EN DIRECCION DEL VIENTO, su voz, con Ramón Ayala. Edit. Estudio. 1966 - CANTORAL DE MI PAIS AL SUR, su voz. Edit. Juglaría. 1967 - LOS OFICIOS DEL PEDRO CHANGA, su voz con Los Trovadores. Edit. CBS Columbia. 1972 - CANTATA POPULAR DE LAS COMIDAS, con Cuchi Leguizamón, inédita. 1972- LAS COPLERAS DEL VIENTO, con Horacio Guarany. 1972 - LOS POETAS QUE CANTAN EN COSQUIN, con H.L Quintana y otros, Azur. 1973 - AMERICA EN VILO, con Kilapayum y César Isella, inconclusa, Chile.
  • 9. 1973 - CANCION CON TODOS, con Rosa Rodríguez Gerling, Trova. 1974 - ISELLA CON TODOS, con César Isella y Cantoral. 1980 - CORAL TERRESTRE, con el conjunto Sanampay, México. 1984 - TONADA LARGA PARA EL PAlS DEL SOL, con Nacencia. 1986 - HISTORIA DE TU AUSENCIA, su voz, CBS Poeta de la legua Cantando por ahí, se ha sentado a mi mesa el cantor, el rufián, el ángel, el guerrero, el empresario, el lúcido, el loco, la ramera: gente de bravas índoles y de modales feos. Juntos hemos bebido del vino del escándalo y le hemos bajado los calzones al tiempo.
  • 10. Alguna vez la copla arde en sus corazones y recorre sus aguas y sale por sus ojos con el sigilo junco de un niño abandonado que ha visto a un dios de sal, pero lejos y solo. Y yo, que tengo sitio de laurel en mi pueblo, mientras esto no cambie, bebo y canto con todos. Canción de un peso Hoy, al salir de casa, me encontré una moneda. Un peso. Un sol mondo y lirondo de metal. Bueno, yo sé que nada se compra con un peso: ni un fósforo ni un barco ni una espiga
  • 11. ni un pan, pero dije: es mi día de suerte. Hermoso día! y con el sol delante me puse a caminar... Llamé a todas las puertas y no encontré trabajo ni un fósforo ni un barco ni una espiga ni un pan; el día, como siempre, retiraba sus redes y, con la tarde a cuestas, tuve que regresar. La gente de mi pueblo apenas gana un peso. Un peso. Un sol mondo y lirondo de metal. Sabe que poco y nada
  • 12. puede comprar con eso: ni un fósforo ni un barco ni una espiga ni un pan. Sin embargo mi gente, la gente de mi pueblo, con todo el sol delante se ha puesto a caminar...! El bienaventurado Aquel hombre de enfrente, simple de corazón, agonizó sus años corriendo a tres empleos. Un día, simplemente, su simple corazón le estalló en una esquina y despertó en el cielo. Dios, bonachón y antiguo,
  • 13. le dio la bienvenida, palmeándolo y diciendo: Qué cuenta de la vida? Y aquel hombre de enfrente, simple de corazón, se quedó boquiabierto y preguntó: qué vida? *** La noche quedó atrás Esta es la vida nueva: trabajar seriamente en tu oficio, vivir algunas inquietudes y despuntar el vicio de pintar, de cantar, de pescar, de reír o cantar seriamente o pescar seriamente o pintar seriamente
  • 14. y despuntar el vicio de vivir y vivir y vivir. Este es el nuevo oficio de la vida del hombre. Es simple como el hombre: se trata de vivir. Pero al que no trabaja quítale el pan y el agua, al guerrero las armas y al avaro el botín. Mas luego, seriamente, como quien suelta pájaros, a construir la alegría, a vivir con lo puesto, a vivir, simplemente, simplemente,
  • 15. a vivir! *** EXPLICACIÓN DEL VIENTO Amigo, ciudadano del viento y las esquinas: sólo cuatro palabras antes de conocernos. No hablaremos de mí, precisamente. En fin, qué le diré, sólo del ciento. Sólo de usted y el viento. A todo riesgo, siempre quise para mis poemas el destino del viento. Me dolía en la poesía su cautiverio de anaqueles, la polvosa gloria de la solemnidad, su alineación del hombre innumerable de mi Patria y América, usted comprende. Me urgía rescatarla de los oscuros aquelarres de iniciados, para ponerla, como le digo, en dirección del viento a todo riesgo. Y todo porque entiendo que la poesía está en la entraña de la condición humana. Simplemente por eso. Esa es, pues la razón de ser de este disco en el que, por supuesto, ningún Buda de las ganancias creía. Sólo yo, los míos y mi Juan de siempre, que anda por el mundo con su silbido a cuesta, esperando que los poetas se bajen del caballo y le den contenido a su instinto sonoro. Y usted sabe, Juan, que es empinado el rumbo y que va a ser difícil devolverle a la gente ese patrimonio también enajenado: el canto, la bendita costumbre de soñar y esperanzarse, el viejo oficio de la maravilla, con el que la humanidad se ha abierto camino por la vida y la historia. Y es que los sueños crecen.
  • 16. Cualquiera, un Juan, un hombre, se sueña primavera y de repente, un día, avanza entre jardines. Después es muy difícil sustraerle el aroma. Pone la vida en eso. Juega la muerte en eso. Es que la poesía es un asunto heroico: el más hermoso riesgo de la sangre. Por lo demás ni hablar de mis imperfecciones! Esa no es la cuestión, precisamente. Hay que buscarle el hueso a lo que canto, penetrar en las zonas donde a usted le concierne mi guitarra, de este modo o el otro. Yo sé qye usted es cantor de sus silencios. Vaya si lo sabré! No de balde lo atajo con poemas, cuando usted cruza el viento, de prisa, en las esquinas, suponiéndose lejos de mi viento y mi prisa. Armando Tejada Gómez Canción de largas calles Los dos sabíamos que no era cierto, pero a mí me encantaba contárselo y a él, al Toto, le encantaba escucharme. ¿De dónde podía haber tenido yo su hermano, un caballo que se llamaba Marcial y que tenía una estrella entre los ojos de enorme lucidez como dos noches? ¿De dónde podía tener yo la casa, de puro y pleno sol que no teníamos? Pero nos gustaba a morir tener un caballo que se llamaba Marcial con una estrella y una casa de sol grandote, tamañazo, revés más bien violento de la madriguera de abajo del puente donde dormíamos con el solo calor de nuestros cuerpos y el pedazo de trapo o arpillera que habíamos robado andá a saber adónde, porque hacía ya rato que andábamos alzados, huyendo a la ternura furiosa con que la Mamá nos azotaba, a manotones con la miseria que llegó con cuatro velas y sin sopa el día que se llevaron al Papá, totalmente dormido como lo recuerdo, los cuatro peones de la Municipalidad, porque no había cómo ni quién entre nosotros.
  • 17. Desde entonces -o de antes, según la versión de mis hermanos mayores- para comer había que aviarse o procurarse o como se dijera al modo nuestro, toda vez que no había nada que comer de una manera absolutamente seria y definitiva. Por lo que cada cual, allí donde estuviera, se las tenía que arreglar con las dos manos, las diez uñas, los dos pies, las rodillas, los codos o la mismísima madre querida que nos trajo al mundo, sólo para verse sola con nosotros delante, ocho que quedábamos de los veintitrés que parió, sin contar a Manuel y Nazario que eran, fueron, asuntos de mi padre que debe haber tenido también su mediodía en medio de la cueca o acaso, si cantaba, su caliente abriboca para después del vino como siempre sucede cuando uno es disponible. Así es que yo, penúltimo, número veintidós, casual, inevitable como cualquier resfrío, debía procurarme. Y el Toto, como yo, casual, inevitable, a patas por la calle, procuraba conmigo. Pero a él le encantaba acortar el camino, escuchándome hablar. Así es que conveníamos lo que yo le contaba. Era un pacto de honor. Jamás se le ocurrió hacerme zancadillas ni exigirme las pruebas de los hechos contados. Me dejaba mentir en su provecho. Y yo inventaba cosas: milagros, maravillas, le contaba películas partiendo del afiche aunque los dos sabíamos que ninguno sabía y ferozmente menos que existiera un caballo Marcial con una estrella y una casa solar con jamones y sol, como decía. Pero quiero jurar que nos hacía bien. Pero puedo llorar por estas cosas. Fueron años enteros: de los seis a los doce o algo así. Toda nuestra inocencia supongo que sería. El Toto me llevaba un año y medio. Raúl, un poco más. Lucas, toda una vida. Lucas fue de linyera y volvió proletario, condición que aprendimos por el cuarenta y cinco, después, cuando Perón prendió fuego en nosotros y llamó a los bomberos. Caso que ahí quedamos: del trabajo a la casa, de la casa al trabajo, pero esta es otra roncha como dijo el mosquito. Cuento que yo contaba, que le contaba al Toto historias con caballos, que íbamos a la Imprenta, que sacábamos diarios con la muerte del Papa, creo que Pío X, creo que Pío XI. Entonces ardió España de su luz y su sombra, pero ganó la sombra, es decir la ceniza, según me fui enterando por Pablo y por Vallejos. Un día de esos días deben haber sitiado de muerte a Federico. El sería noticia en ese entonces. ¿Habré voceado yo su muerte enorme? No recuerdo en mi voz esa agonía. Juro que no recuerdo y que me duele, como suele pasar en las peleas: después viene el dolor, después se hincha. Después puedo gritar: ¡Y fue en Granada! ¡Carajo, fue en Granada! ¡Qué sabía... Ay, don Antonio, abajo del ciruelo; ay, padre de mi voz, puedo jurarle que yo recuerdo que tenía frío, que no recuerdo si grité esa muerte, que no puedo acordarme del olvido! Pero todo era así: feroz y hermoso, vital, canalla, límpido, grosero; alucinante, duro, sustancioso; soez, maligno, espeso, miserable; todo era iniquidad, nazi, jocundo; asesino, Guernica, Alcazar, canto; miedo, trepidación, zarpa en la sangre; concentración, Ejército del
  • 18. Ebro; era la chispa, el grito que no vuelve, París, aliados Londres, bombardeos; tremaba el Rider Digest por manteca y supe Praga, Maginot, Dunkerke; todo quemaba como Stalingrado y dije Partisanos o Salernos, un fuego súbito en el que todo ardía en tanto yo tenía un hambre ciego, particular, insomne, permanente, un hambre mío en medio del infierno, un hambre de siete años cabalgando sobre un Marcial caballo y sobre un cuento, que al Toto le gustaba que contara, aunque supiéramos que no era cierto. *** Fe de búsquedas El primer deslumbramiento que tuve con el tema de las comidas en la poesía, fue en mi niñez leyendo nuestro poema nacional Martín Fierro: Venía la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra bien pisada, los pasteles y el buen vino pero, ha querido el destino que todo aquello acabara... Me inoculó cierta nostalgia esa sentencia, nostalgia por un menú que creí irrecuperable y que, creciendo, rescató la mano del pueblo, pues ninguno de esos platos habían caído al olvido como creía don José Hernández. Más acá y ya lector infatigable, advertí en mis andanzas de cantor de ranchos y boliches, las innumerables referencias a los alimentos, su preparación y sus
  • 19. bondades que hay dispersas tanto en la copla popular anónima como también en el cancionero folclórico no sólo de nuestro país, sino también en el de España y la América Latina. Allá por 1950, conocí fragmentos de la chilenísima Epopeya de las comidas y bebidas de Chile del gran Pablo de Rokha, precursor colosal -como a él le gustaba decir- de la poesía latinoamericana de masas. Luego, en cientos de libros perseguí las ocasionales alusiones a las comidas y celebré largamente el abordaje del tema por el otro Pablo inmenso, Neruda, en sus sensuales y bellísimas odas al caldillo de congrio, al ajo, a la cebolla. También me deslumbré de encontrar el olor a cocina en algunos textos sagrados de distintas religiones y, fundamentalmente, en esa catedral de conocimiento antropológico que es La rama dorada de Sir James Frazer. No obstante, y como todos saben, la literatura sobre el tema es por demás exigua, y mis búsquedas, sobre todo históricas, han sido mayormente infructuosas. Tan es así, que al disponerme a escribir un Cancionero nacional de las comidas, origen de esta obra, con el músico salteño Gustavo Leguizamón, me encontré con un territorio inexplorado en nuestro país desde el punto de vista de la poesía. Todo lo que pude hallar está en la literatura de investigación folclórica, y los textos, casi siempre antiguas ediciones, son muy difíciles de consultar. Tema tan subestimado por nuestro interés cultural ha provocado el asombro de la mayoría cuando se supo que yo estaba escribiendo sobre un asunto aparentemente tan distante de la poesía, según esta es entendida por nuestras costumbres mentales. Durante los dos últimos años he amolado la paciencia de amigos y desconocidos urgiéndoles datos, comentarios, alusiones, notas y cualquier material escrito, literario o no, que me ayudara a penetrar el cerrado mutismo en que hemos mantenido un hecho de tal categoría vital y tan lleno de connotaciones subyugantes. En la tarea he descubierto cosas tan sorprendentes como que la comida regional es el único elemento folclórico vivo, pues nadie puede preparar plato alguno partiendo de los habituales recetarios de cocina, sino por la tradición oral y la práctica directa. En fin, que, como siempre, no sólo he ido escribiendo el poema, sino también aprendiendo, a medida que entraba en el tema. Se advertirá claramente que, al contrario de los gigantes que me preceden -De Rokha, Neruda-, yo he dado menos materia poética al mundo de las sensaciones del paladar, porque me ha importado mas expresar la relación dialéctica que las comidas tienen en la vida del hombre y de los pueblos, ajustándome a una geografía necesariamente limitada: lo que podemos definir como civilización de Tiahuanaco, esa zona de influencia cultural que va desde el alto Perú al Río de la Plata, acentuando el contenido nacional de que se nutre mi poesía y a insoslayable regionalidad argentina de mi palabra. Por último, y ya con la obra terminada delante, estoy cierto de que este poema no es sino un punto de partida. Me he preguntado también si en lugar de un poema a las comidas, no he escrito una especie de geopoética del hambre en nuestro continente, y se me ha impuesto la
  • 20. obligación de dedicarlo al brasileño Josué de Castro, cuyos libros han dado a este poema ese estado de conciencia de lucha contra el subdesarrollo en nuestro Continente, vértebra de una lucha política y cultural contra el imperialismo donde la epopeya no se cuente sólo por los héroes, sino por la presencia de las masas populares en la transformación de la vida histórica. Armando Tejada Gómez Menú del día 1 El lunes se despierta labrador, metalúrgico, ferroviario, bracero, pintor, oficinista; avanza tumultuoso con todos los oficios y simple, como un silbo, va a buscarse la vida. Dicen que el lunes es padre. Pero también es madre. Yo canto que también es muchacho y muchacha. Madruga en las azules brújulas del planeta y anda de campanero por los gallos del alba. El lunes se conduele del que no tiene lunes, del lunes sin semana de los desocupados,
  • 21. pasa frente a sus casas como una estrella errante donde hace cola el odio con los puños cerrados. Yo suelo ver al lunes a eso del mediodía en la fonda, en los bares, en las grises cantinas, celebrando un puchero de rabo sustancioso donde un coro de choclos sinfoniza la risa. Pienso que si los lunes se pusieran de acuerdo, como ya sucedió y sigue sucediendo, todo amanecería violentamente hermoso y en todas las cantinas cantaría el puchero. 2 Si uno ríe los martes, debe llorar los viernes y mirarse las manos a la luz de una vela, porque el martes, desnudo, como un niño, padece de las admoniciones de la luna perversa. Los martes tiene ruidos en todos los rincones y suelen nominarse con un trece tridente, por lo que el martes es ese muchacho de catástrofe que rompe las ventanas de los adolescentes.
  • 22. Haga el martes arroz, fideos con manteca, una sopa liviana, churrasco vuelta y vuelta: hay que evitar el íncubo que oficia a media noche y las convocatorias rojas de la pimienta. Los martes se discute. Hay plenario en la casa. El viejo se levanta. Deja el puño en la mesa. Sus hijos dicen: armas, dicen Che, dicen basta y sobre nuestra bronca pasa ardiendo la huelga. -Madre, no llore. Madre, no estamos contra el viejo. -Estamos contra el mate del paro dominguero. -El cree que la huelga es cosa de parar y nosotros creemos que es pueblo en movimiento. *** Dios era olvido es la primera novela de Armando Tejada Gómez, escritor y poeta nacido en Mendoza, cuya vasta obra literaria se ha encauzado hasta hoy por los caminos de la poesía y de la canción popular. En la primera línea destaca su Canto Popular de las Comidas, galardonado con el primer premio de poesía de Casa de las Américas, de La Habana, en 1974. Como folklorista fundó en 1963 el movimiento Nuevo Cancionero que dio origen a la nueva canción argentina. Sus composiciones las cantan los más egregios representantes del folklore sudamericano.
  • 23. En la novela Dios era olvido, premio Villa de Bilbao 1978, desarrolla una estremecedora historia sobre el origen social de la violencia, en un medio primario y sobrecogedor como es la vida de los marginados que habitan las Villas Miseria de Argentina. A través de un lenguaje de riquísima originalidad, plantea una inquietante interrogación sobre qué es la realidad en realidad; los seres vivos y palpitantes de la narración hacen brillar de vez en cuando el amor, la ternura y la alegría de vivir, como diamantes brutales en medio de la ciénaga que los circunda. La novela ofrece además otro fenómeno tan inquietante como su trama: el ensanchamiento continental del idioma castellano hasta el límete de crear un idioma dentro del propio idioma. La novela que presenta Ediciones Albia, supone la aparición en todo el mundo de habla hispana de un nuevo hito de la narrativa en nuestra lengua. Tonada de la calle larga Con mucho, la Calle Larga, era la más vieja calle de esa añosa provincianía que había empezado cuatrocientos años atrás, en las tierras del Cuyunque, que en la desaparecida lengua Huarpe quería decir lo contrario de lo que vino a ser: arenal, país o lugar de los arenales, tierra árida, vasto desierto que debió testimoniar don Charles Darwin describiendo con los ojos ardiendo el colosal viento zonda, ese incendio de polvo que lo hostigó cuando anduvo por aquí, tanto, como para que su recuerdo esté escrito al pie de la cruz del Paramillo, a la entrada sobrecogedora de la Quebrada del Toro, bajando de Uspallata con el silencio encima. Cuyum, sonando a tambor áfono o trutruca y que por formación o deformación del uso, ha terminado siendo la palabra: Cuyo, un inmenso valle hecho a mano en medio del medanal de medanales, gracias al aprovechamiento de las aguas del deshielo cordillerano por los indios Huarpes señores que fueron de aquí, ingenieros desnudos que aprovechando una grieta volcánica construyeron el canal legendario, ahora llamado Canal-Zanjón Guaymallén y bifurcaron los cauces, fundando, cientos de años antes de la llegada de los Conquistadores desde la Capitanía General de Chile, la civilización del riego, donde creció el maíz y parpadeó, siglo tras siglo, el ojo azul rocío de la flor de la papa. Pero la Calle Larga nació, debió haber nacido, con la conquista, como la Plaza de Armas y toda esa nomenclatura desarrapada que muestra el viejo mapa del primer emplazamiento de la ciudad capital por Don Pedro del Castillo, Capitán de sus muy reverendísimas Majestades Católicas que, al mando de sesenta familias encomenderas, vino de la capitanía General a consolidar el poder de algunas de las facciones políticas que pululaban en las trapacerías coloniales, lejos de Dios y a un tiro de arcabuz de esta plaza como dice el Acta de Fundación, pero muy cerca de los apetitos terrenales. Pues que la primera fundación se secó al sol, entonces más infernal que cualquier otro verano, por lo que debió acudir, años después, a la Segunda Fundación, otro Capitán, Don Juan de Jufré y le dio, al fin sometiendo a los Huarpes,
  • 24. el hombre que lleva: Mendoza. No por el primer Adelantado del Río de la Plata, don Pedro, sino por Hurtado de Mendoza, a la sazón Capitán General de Chile. Ahí nació, debe haber nacido, la calle, ya que en el antiguo Cuyum no había calles ni límite alguno, porque la tierra, la sembrada y la yerma, era de todos, pues entonces la única propiedad que existía -si acaso hubieran tenido noción de ella- era la vida, y todo se repartía, según se sabe por dichos y consejas, en puñados iguales. Desde los Capitanes, la calle está ahí y no hace aún cien años la trajinaban las caretas que venían del Este trayendo vidas y milagros del mítico y lejanísimo Río de la Plata, desde donde traían los embelecos relucientes con destino a las familias pudientes de los primeros encomenderos y de vez en vez, a algún Corregidor de la Real Audiencia con órdenes precisas que todos olvidaban puntualmente en medio de los vientos de agosto o los solazos del verano que, ya entonces, daban la impresión de no irse nunca como que recién se pone a las nueve y media, pasado meridiano y el crepúsculo no es otra cosa que un bostezo de la luz y la sombra, pero borracho de color. La entera historia de lo que es -y no es- el país, pasó por esa calle, desde los aleluyas de la Emancipación de la Corona hasta las Intervenciones Federales de la República, periódicas, precisas, puntuales, crónicas, de ayer nomás. Por esa calle entró el Tropero Sosa, habiendo hecho el camino desde Buenos Aires con su tropa en 23 jornadas, trayendo al Cuyum el grito de Mayo, el día en el que enloquecieron las campanas y los criollos salieron a abrazarse en medio de la Plaza. *** EL CANTO QUE NOS UNE Cuando pude escuchar por primera vez al Grupo Sanampay, me pregunté dentro de qué estilo podrían enmarcar a esta excelente formación. El tiempo y la experiencia (para ellos y para mí) me han dado la respuesta: en ésta, su más reciente obra, el Sanampay se me define como la integridad que hace años espera oir en grupos de este mismo formato. En esta obra que nos espera, que no es propiamente una cantata, que no es sólo las formas sencillas y bellas del samba, el choro, rin, cueca, galopa, milonga, guarania, candombe, huella, malambo y chaya, he podido admirar cada parte en sí y al mismo tiempo recrearme en una sólida estructura, que me ha llevado de la mano por toda la América del Sur, pregonando un cierto futuro. Si el tratamiento orquestal, utilización de determinadas células clásicas en este tipo de obras y limpia ejecución, me asombraron, Armando Tejada Gómez me convenció otra vez de que es un poeta mayor de nuestra América, silenciado por las distancias y las cada día más absurdas fronteras continentales. Pero hay un logro que más me compensa y es este resultado final de Argentinos y Mexicanos que tocan, cantan y hablan de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay
  • 25. y Perú, anunciando el múltiple diálogo del toque y el canto que nos unió en el origen y que hoy, a pesar de todo, nos une. Pablo Milanes, La Habana, Cuba, 1980. OBRA TERMINADA En el mes de mayo de 1979, fui invitado por el Grupo Argentino-Mexicano SANAMPAY a viajar a México para escribir el texto de una obra integral en base a los géneros más populares de nuestra América del Sur. Sabía que viajaba hacia una nueva y gran experiencia: la realización, tal vez imposible, de un tema tan vasto, como era la de aprehender en un discurso diverso y totalizador este Cono subcontinental desgarrado por una realidad alucinante, por un destino común dramatizado por el sismo político del siglo, cuyo epicentro en nosotros, hace imposible la mera apelación a sus formas musicales y poéticas, a sus deslumbrantes paisajes, a sus enceguecedores colores locales, a usu potentes idiosincracias. Al abordar la obra, se nos hizo insoslayable la imposición de formas y contenidos indivisibles. Había que contar y cantar desde nuestros orígenes, hasta la urgente y lacerante realidad de ya mismo, eludiendo por un lado el panfleto y por el otro, la vacuidad. Dirá el oyente, si algo de semejante desafío, se ha logrado. Queda, para nuestra aventura artística personal, el regocijo de lo que fueron aquellos fecundos sesenta días, trabajando en equipo, enmendando partituras y textos, polemizando fraternalmente en cada tramo de la obra, encerrados en el fervor colectivo de crear un testimonio vivo y palpitante, que sirva a la honda reflexión sobre nosotros y nuestro destino, que deberá ser común y uno, en el seno de esta América nativa cuya conciencia de liberación acaba de estallar entre nosotros.
  • 26. Armando Tejada Gómez Buenos Aires, Argentina, 1982 EL RÍO DE LA LEGUA A Dorita, que caminó conmigo esta legua de sueños Armando Tejada Gómez terminó su novela El Río de la Legua a fines de 1979. Fue presentada en los concursos Editorial Planeta, Barcelona, España, 1980 y Plaza y Janés, Argentina, 1982, y en ambos fue finalista, no mereciendo el logro de su publicación. Por cierto que entonces pesaba sobre el autor una absoluta prohibición de toda su obra literaria y musical, así como la mención de su nombre en los medios de difusión del país. Esta novela indaga, profundamente, en nuestros orígenes, en nuestro espíritu, en nuestra cultura. En ella, todos nosotros nos sentimos representados. Don Cleto
  • 27. Don Anacleto Aznar entró a la sala aún bufando y dio orden de cerrar -tapiar, dijo- todas las puertas y ventanas -y cualquier otro resquicio, agregó- de su mansión solariega de la calle de la Catedral y bufó fulmíneo, tonante, ante toda su familia y la servidumbre atónitas: -Ni el aire. ¡Que no entre ni salga ni el aire de esta casa, nunca más! Y sus hermanas solteras se llevaron, como siempre, las manos a la cara y la servidumbre inclinó su impasible reverencia y la Lela, su Ama de Llaves, chancleteó hasta la poltrona donde don Cleto se había dejado caer y comenzó a sacarle las polainas y a desabrocharle los botines de capellada alta de charol, mientras una de su hijas, también soltera, lo abanicaba para que no fuera darle un soponcio. Como tantas veces había salido esa mañana con don Bartolomé Mitre de la casa del general, discutiendo ese asunto de la guerra con el Paraguay y cuando ya iba a hacerle una seña a su cochero, quedó clavado en la palabra: inconcebible -que venía diciendo-, al oír un como trueno de todo el averno y ver venir desde el fondo de la calle de la Florida un tronco de percherones arrastrando una carrindanga monstruosa y el toque a rebato de una corneta estridente de sonido grotesco, admirado de cómo la gente se apartaba presurosa y de que hasta algunas damas tuviera que saltar a la vereda para ponerse a salvo del paso irresoluto de esa guarangada que pasó ante su asombro levantando una nube de polvo. A su confusión la terminó de confundir la carcajada del general que, además había dicho: -Es el Tranway, don Cleto. ¡Es el progreso que avanza! Furibundo, don Cleto había mirado al general y con un ademán olímpico, ordenado a su cochero que se acercara a la acera para partir empacado en su dignidad herida, con apenas una leve inclinación de cabeza a Mitre, que se quedó riendo ya moderadamente, despidiéndolo divertido porque, al fin, esta no era más que otra manía del maduro patriarca, pero sin sospechar hasta dónde llegaría la ofensa del tranvía a caballos, verdaderamente atronador, que había incorporado a la ciudad un ritmo que, raudamente, la alejaba de la Gran Aldea para siempre. Ahí iba don Cleto, en el recinto recoleto de su carroza, sabiendo que ese era su último paseo por las calles ya atestadas de un Buenos Aires procaz, insolente, infestado de gringos que parloteaban una jerigonza bárbara, donde ya no se podía vivir. De ahí que parentela y servidumbre, tardarían mucho tiempo en comprender qué quiso decir cuando dijo, ordenó, decretó: -¡Ni el aire!
  • 28. *** Pago Lejos (Los desterrados) 1 Por años, los escasos años suyos que ya servían para algún recuerdo, el tren había sido el único suceso de Pago Lejos, como le llamaban los lugareños a Coronel Cevallos, como rezaba el cartel de la Estación, o las guías o remitos a los lejanos consignatorios -Bunge y Born-, a cuyo destino iba el grano embolsado o la leña o el algodón, según fuera la siembra del año; nombre éste del oscuro coronel que ganara estas tierras en un tiempo ya tapado por los polvaderales y que algunos, ya muy viejos para saber a qué se referían, llamaban la Campaña del Desierto, una como guerra que alguna vez hubo o debió haber, no precisamente en esta desolación sino que vaya a saber dónde, pero el caso es que aunque ya no quedaran ni cenizas del coronel se seguía llamando así, Coronel Cevallos, para fijar un punto de partida a los Bunje y Borges, como les llamaban los lugareños, que, al parecer, eran los únicos cristianos que aún recordaban a Pago Lejos o tenían algo que ver con este confín algunas veces al año. Ni ellos. Porque como decía el tío Benito: este es un pueblo de irse. El único que vuelve aquí, cuando se va, es el sol. El Panza, todavía andaba muy borracho de chicharras a los diez años, la honda colgada al cuello, los bolsillos negros de moras, agujereados de piedras, las alpargatas reventadas en los dedos gordos de los pies, bigotudas, deshilachadas, para ponerse a entender otra cosa que ese portento de pitadas lejanas, ese renovada acontecimiento de ver pasar, aunque más no fuera, a ese toro negro con un penacho de humo grueso sobre la testuz que arrastraba tras de sí quince, veinte vagones, haciendo temblar el aire quieto de los atardeceres con sus terribles bufidos que lo precedían desde mucho tiempo antes de que se lo divisara y la gente volviera a jugar a la eterna adivinanza: ¿parará? ¿no parará? Que para, te digo; cuánto de jugás. Hasta que, parara o no, el tren seguía arrastrando su misterio, interrumpiendo el bostezo de aquella monotonía de la que, claro, nadie se daba cuenta, si no pasaba el tren por Pago Lejos.
  • 29. De nuevo, nada. Que el turco vino como todas las veces que hacía lo que él llamaba la travesía y paró el carro frente al rancho, pero de nuevo, nada. Las muchachas alborotadas, también como siempre, ante los cortes de telas estampadas que les hacían relampaguear los ojos y palparlas en el tacto áspero de sus dedos hechos a las duras tareas del campo y de la casa, plegarlas contra sus cuerpos, imaginando cómo les quedarían ya cortadas y cosidas, hablar y reír, chanceando con el Turco, que no era turco sino italiano, pero que le decían el Turco, como a cualquiera que recorriera el campo vendiendo baratijas, ropas, espejos, jabones, toscos zapatos, botas, alpargatas y el módico tendal de objetos que los campesinos renovaban después de cada cosecha y que, si acaso había sido un poco más abundante que otros años, les hacía llegar hasta el derroche de un frasco de perfume para las mujeres y otro de agua de colonia para los graves hombres silenciosos que compraban de lejos, a cierta distancia de las alharacas del hembraje y el regateo tenaz de las curtidas madrazas insobornables a la palabrería del Turco que, fuera turco, alemán o escandinavo, desplegaba un mismo oficio de seducción por la palabra a fin de despertar el entusiasmo que facilitara la venta y los precios verdaderamente falaces con los que, a la larga, cerraban los tratos. Todo venía igual, tal cual había sucedido temporada tras temporada y el Panza, aún lejos de la edad de presumir, alternaba su curiosidad con los juegos del perro, excitado por el revuelo del color de los trapos y pensando que de todo ese jaleo él saldría favorecido con algún par de alpargatas nuevas, como siempre, o alguna tricota, porque el resto de sus ropas las heredaba siempre, también de su padre, aunque esa vez, la rueda de los hechos iguales se le empantanó en un: vení, muchacho, de su padre; probate estos zapatos y, súbitamente, se encontró sorprendido por toda una sucesión de medias, pantalones, camisa y una chaqueta que lo sujetó por los hombros y lo ató de los brazos, mientras su madre se la tiraba de atrás y le ordenaba: enderezate y fue ahí, en medio de su embarazo, cuando vio la guitarra colgada del techo de la carrindanga del Turco y se dejó hacer y deshacer, totalmente absorto ante el milagro. *** CANCIONERO TODA LA PIEL DE AMÉRICA LAS RAICES
  • 30. En mi región, mezclado con muchas voces quechuas, se hablaba el mapuche, el idioma de ese antiguo país que fue la Araucanía y que comprendía totalmente a Chile y a gran parte de la actual región sur de nuestro país. Los araucanos fueron una tribu de guerreros y cazadores, de la que en algún momento la comunidad huarpe se separó para vincularse más con el Inca, a quien tributaron. Así, los huarpes se hacen depositarios de la milenaria civilización del riego, introduciendo el labrantío en el oeste de lo que es hoy la República Argentina. HISTORIA DE TU AUSENCIA HISTORIA DE ESTA HISTORIA De un modo pertinaz y casi inexplicable, este libro, cuya primer versión tomó forma allá por 1960, nunca fue publicado. Algunos poemas sueltos han circulado en revistas y alguna que otra antología de magra difusión como casi todas ellas. Ahora mismo no sabría explicar por qué no lo di a editar. Acaso sea debido a una reserva interior de hacer pública cierta intimidad de estos sentimientos y sensaciones tan personales y recónditas. Acaso, también, porque entonces pensara que el amor que las mujeres aludidas aquí dejaron en mi vida, era cosa estrictamente mía -y de ellas, claro- y no lograba vencer la absurda resistencia a ventilar estos estremecimientos, dolores, deslumbramientos que han pasado, como un viento dulce o terrible, por mi corazón. Absurda resistencia porque, precisamente, los libros de poesía son en general testimonios de este asunto inextinguible del hombre y la mujer de todos los tiempos. A salvo ya de ese largo pudor por mis asuntos personales, los doy a la luz con el mismo título del original, si bien que engrosados con los poemas que sobre el tema he ido pergeñando en distintos momentos y lugares, durante estos últimos 22 años. Muchos de estos últimos han circulado como canciones en la última década y más de uno ha alcanzado enorme popularidad gracias a los modernos medios de difusión y al auge de la canción popular tanto en nuestro país como en el exterior.
  • 31. En verdad, pienso que entrego a los lectores que siguen mi obra -salvadas sean las prohibiciones de mis libros y canciones- un costado novedoso de mi escritura y de mi ser interior. Apenas asoma aquí el poeta rebelde, entregado en cuerpo y alma a la lucha por el destino de los desposeídos, las fracturas históricas de mi patria y el destino de los pueblos de América Latina y el mundo, que protagonizan de un modo insoslayable el contenido de mi obra total, ya extensa, discutible -¡y vaya cuanto!-, controvertida, como toda obra humana. Serán transparentes al lector los desniveles de lenguaje, estilo, tono, tratamiento temático y actitudes espirituales ante las mujeres que he amando sin olvido durante estas casi tres décadas de mi vida. Debo a ellas la mitad más hermosa del hombre que soy. Ellas, todas, han compartido todos los riesgos de mi lucha por el pan, la tierra y la libertad. En homenaje a ellas, este libro ve luz del día. Que el amor sea con vosotros. Armando Tejada Gómez La Cancionera, Guernica, Provincia de Buenos Aires, El 13 de julio de 1982. La Barca A imagen de mí, a semejanza
  • 32. de cuánto y tanto sueño desvelado, te vi llegar, atravesar la ausencia con la proa lunada de tu barca. Y a imagen de ti, a semejanza de un antiguo profeta destinado, salí a nombrarte niños, a fundarte, a ser tu territorio y tu habitante. Pongo una historia aquí, fecho tu arribo, inauguro en tu voz mi calendario: tú has de explicarme el alba cuando llegue rodeada del rito de los pájaros. Destino tu lugar. Este es el sitio donde fui diariamente solitario. Siembro una estrella aquí para que crezca su luz enamorada por tu sangre.
  • 33. Fundo tu casa aquí, sostengo el día y su paloma sideral sin margen para que andes vestida de alegría tan húmeda de azul como el verano. Debes decirme tú cómo la tarde se te vuelve horizonte en el regazo, cómo la noche es tu materia y tiembla ceñida por tu piel y por mis brazos. Cuéntame como canto cada rama, cada viento que pasa, cada olivo y aprenderás a verme en mis silencios, maduros de memoria, como el vino. Pongo tu nombre aquí. Este es mi modo de amarrarte la barca con la vida, mi manera inocente de ser hombre, la costumbre terrestre de mi espiga.
  • 34. Escúchame crecer. Multiplicarme. La muerte queda lejos todavía. Punta del Este, Uruguay, 1959 *** Sencillo exilio Paso frente a esa casa que alguna vez fue un nido, donde a esperanza y sueños jaqueamos al olvido, echamos la tristeza y limpiamos el tedio del patio a la cocina, porque la soledad,
  • 35. al fin, se había ido. Volvió un Golpe de Estado con fanfarrias y edictos y la noche, ya bruja, pasó borrando amigos; yo fui a las catacumbas de las que salgo y entro y al regresar a casa aún estábamos vivos. Empezamos de nuevo. Cantó la cacerola y la escoba barrió el silencio del piso. Huyó el moho. Abrimos el sol de las ventanas y entró, otra vez, la voz del niño del vecino. A poco, mi guitarra, recuperó el sonido.
  • 36. Después, no sé en qué espejo un día no nos vimos. Empezó la tristeza y comenzó el olvido. Las valijas partieron por distintos caminos y ahí quedó la casa que alguna vez fue nido. Hoy pasé frente a ella con mis pasos perdidos: recordé tus sollozos y me lloré el exilio. Buenos Aires, noviembre 11 de 1982 BAJO ESTADO DE SANGRE Dedicatoria: A Alberto Burnichón
  • 37. y Lucho Torres Agüero que quisieron para mí una palabra sin olvido. A Pablo y Gabriel, porque por ellos veo el día de mañana. A cada uno. Armando Cuestionario en la Legua La Juglaría que he ejercido y ejerzo en todos los rincones de mi país, América y el mundo exterior que he podido recorrer -desde -China al Estrecho de Magallanes-, ha sido y es un intento de convertir a mi poesía en un género popular, en un pan cotidiano del espíritu de los seres humanos. He buscado conseguirle espacio junto al canto, del que es fundadora; el teatro, el cine, la danza, todos los géneros, en fin, de participación colectiva. Por eso, hace como treinta años ya, renuncié a cantar. Tomé la palabra y me fui con ella por la legua. La metí en las canciones sin desmedro de ella. Escribí libros de danzas para los bailarines de nuestro folklore. La tramé en espectáculos y cantatas. La puse a caminar todas las calles, las aldeas y los pueblos de la vida. Usted dirá si lo he conseguido. Le advierto que no sólo las canciones me siguen en el canto de otras voces: recitales, emisoras de radio y TV, socavones donde se macera la Nueva Canción. Con la misma frecuencia, mis poemas salen a encontrarme en la voz de la gente en sitios inimaginables. Ya sabe usted que el
  • 38. pueblo tiene más memoria que uno. Con y por mis poemas y canciones he entrado y salido de las prisiones. Han sido mi premio y mi castigo. Todas las dictaduras nos han prohibido. De ahí que yo tenga como evidencia -y acepto su opinión en contrario- de que esto ha sido así, porque encarnaron en mi prójimo, al punto de que, a las puertas de este nuevo libro, voy a dialogar con él, es decir con usted, tratando de recordar el cuestionario de la legua, ese reportaje sin fin que el pueblo me hace, sin agua va, allí donde me encuentra. -¿Qué quiere decir: BAJO ESTADO DE SANGRE? -Hasta diciembre de 1973 -y desde 1930- habíamos vivido bajo Estado de Sitio; a partir de ahí comenzamos a vivir bajo Estado de Sangre. -Siempre hubo matanzas: la Semana Trágica, la represión sangrienta en la Patagonia, los asesinatos políticos aquí y allá, los fusilamientos de José León Suárez, la masacre de Ezeiza... -Cierto. Pero eran horrores aislados. Dolorosas anécdotas del espanto. Es a partir del golpe militar de 1976, que el Estado de Sitio ya no basta. Ahí comienza el Estado de Sangre. La Doctrina de Seguridad Nacional del Pentágono. El terrorismo de estado. La guerrilla, lo que llamaron «la subversión» estaba ya en dispersión en lo rural y lo urbano. Fue el gran pretexto para imponer por el terror una economía de total dependencia al imperialismo yanqui. El otro objetivo fue el vaciamiento cultural: exilios, prohibiciones, muertes. Pensar y escribir el pensamiento fue un delito. El otro, ser joven. -¿Este libro es una especie de reflexión sobre lo que pasó? -No. Estos poemas fueron escritos bajo Estado de Sangre en su mayoría, durante la Resistencia. Son hojas de la clandestinidad. Hacía montones de copias y las distribuía en las casas del pueblo, por si me llevaban o me mataban. Donde podía los grababa. Fueron
  • 39. difundidos uno por uno, por debajo. Dispersos, claro. En todo el país alguien tenía uno dicho o escrito. -¿Usted no se exilió? -No. Siempre quise tener una hendidura, un resquicio para volver a entrar al país. Si me asilaba ya no podía volver. A todo riesgo, yo volvía. -¿Muchas veces? -Dos fundamentales: cuando el conflicto del Beagle, 5 de enero del 79, y el 7 de abril del 82, cuando la Guerra de las Malvinas. Esta vez, desde México. -¿Por qué no publicó este libro antes? -Porque entonces estaba prohibida hasta la mención de mi nombre. Era un muerto en vida dentro de mi patria. Todos lo saben. Es obvio. Sólo aparecieron dos libros bajo el Estado de Sangre, no, tres: mi biografía de Horacio Guaranv, en Gijón, Asturias; Dios era olvido, en Madrid, en editorial Albia, subsidiaria de Espasa Calpe que presentó en la Feria del Libro esa novela y Toda la piel de América, gracias al coraje de Lucho Torres Agüero. -¿Qué hay de su obra anterior? -Está agotada. Ahora irá reeditándose.
  • 40. -Hay una generación entera que no lo conoce, o conoce alguna de sus canciones. -Cierto. Para ellos soy un poeta nuevo. Es una propuesta hermosa del surrealismo latinoamericano. -¿Cuántos libros ha publicado? -Más de veinte. -¿Cuántas canciones ha escrito? -Ni idea. Como mil. -¿Cuál es la diferencia entre un poema y una canción? -Sólo que el poema canción lleva música adicionada al texto. -¿El poema propiamente, o tradicionalmente dicho, tiene música?
  • 41. -Es lo que tiene. Por eso no es prosa. -¿La prosa puede tener música? -Si el escritor quiere, sí. -Cuando usted estaba prohibido a cal y canto, un compadre suyo me dijo que había mucha gente viviendo de su silencio. -Ahora están agonizando. -Aparte de poesía, ¿qué otra cosa hace usted? -Hijos. Vamos, poemas con patitas -Usted vive de la poesía. - Por y de mi poesía.
  • 42. -¿Bien? -Decorosamente. Pero gracias a ustedes que compran discos, pagan entradas a mis recitales, compran, cuando hay, mis libros. De ese modo. Yo estoy rentado por el pueblo hace añares. -¿Cómo es su vida política? -Política. -¿Qué le diría a los jóvenes? -Que hay que soñar la vida para que sea cierta. Oración a la bandera
  • 43. Quédate en el cielo, amor, no bajes. Aquí abajo, los grises son tan grises que, de algún modo gris, van a ultrajarte. Y sos tan linda allá, tan nomeolvides, -simple ademán de madre por el aire- que si caes, amor, con la ternura conque caen las hojas de los árboles; si llegas a caer, acaso nunca vuelvas a ser tan cielo ni tan madre. Déjanos a nosotros, los humildes,
  • 44. los que nunca te usamos ni abusamos de tu inmenso silencio planetario, que cuidemos la altura donde habitas, celestemente hermosa, como el aire. Déjanos a nosotros. De los otros, es piadoso no hablarte. Buenos Aires, 1977 *** Segundo informe para ausentes Es increíble: he muerto y ando por mi casa. Vienen amigos. Beben
  • 45. y, minuciosamente, se acuerdan del pasado. Me recuerdan: ¿te acuerdas de aquello que cantabas? -¿Cómo era esa del niño? -¿La del laurel es tuya? -Yo le oí esa canción a la Mercedes Sosa. Hablaba de la tierra... (puta, si me acordara!) Era una que decía que el que no cambia todo no cambia nada. Hacé memoria. Dale! (Puta, mi me acordara!) Insepulto, le agrego más brasas al asado. Pienso en ustedes. Echo más leña al fuego. Digo: el humo bombero
  • 46. me ha mojado esta lágrima. Pienso a lo lejos. Sé que no debo llorarlos. Aunque esté muerto y ande como Juan por su casa. *** COSAS DE NIÑOS Estas Cosas de niños que les entrego ahora son las reincidencias intermitentes a un paraíso que siempre intento recuperar y que siempre, en mágicos lugares, sorprendo en los niños. No tengo más que pensarme para saber que el hombre es el hijo del niño que fue, como leí en un artículo del mexicano Carlos Fuentes. El material que les brindo es casi inédito, salvo Cita en la misma Esquina, Hay un niño en la calle, autobiográfico y La Vida Dos Veces, que por la popularidad que alcanzaron y tienen, van en letra cursiva, expresamente. Es obvio que este es un libro para adultos, para que hacia adentro, no sigan adulterándose y terminemos adúlteros de ese patrimonio único y último que no conoce la traición, la mentira ni la desesperanza, porque está y estará siempre disponible para empezar la vida.
  • 47. Salgo siempre con el niño que fui y suelo preguntarle si aún me le parezco. Armando Tejada Gómez .... "Sin memoria no se puede escribir", dijo Ernest Hemingway poco tiempo antes de su muerte. Pero no se refería exclusivamente a la memoria que almacena los conocimientos adquiridos sino también, y especialmente, a la memoria de los ancestros, aquella yacente en los meandros y recovecos de la subconciencia, así como a la más combatida por los poderes dominantes: la memoria popular. A todas estas memorias, que en su conjunto constituyen La Memoria, rescata Armando Tejada Gómez en Los Telares de Sol, último libro -es de presumir que inconcluso- que ahora se edita después de su reciente fallecimiento. Allí transcurren las tragedias y los sucesos de la conquista y avasallamiento de América de una manera, diría, mágica. Rescata voces, palabras, todo un pensamiento cosmogónico del aborigen, elementos que han quedado aprisionados, apretados contra el horizonte o en el último recodo de la memoria ancestral. Creencias, mitos hasta lo profundo del pensamiento religioso, punto de partida de la vida social de los distintos asentamientos tribales americanos. Es mucha y muy densa la obra de Armando Tejada Gómez donde nada sale de contexto: todo tiene una unidad monolítica.
  • 48. Como siempre ha sido en la historia del arte, en la tarea de los grandes creadores. Los Telares del Sol es un libro que se inscribe en las más altas cumbres de la poesía americana, llega, duele, conduele, lucha y enciende una esperanza en este dolido continente o, si se prefiere, en este desmantelado subcontinente Hamlet Lima Quintana El Telar del Sol Urdimbre de los siglos, unas terrosas manos tejen hilo por hilo la vida permanente, las guardas, los colores de totales crepúsculos y el milagro rocío del día adolescente. Hace quinientos años el asombro fue mutuo: ¡Dí con el paraíso!,
  • 49. escribió el Almirante en su nao de niebla. No supo, ni en la muerte, que chocó con Andinia. El oro encegueció la búsqueda de Especias y comenzó la muerte su lóbrega tarea, la conquista, el incendio de las depredaciones, pero el telar urdía la vida que no cesa. De Las Casas clamó junto al padre Victoria. Umbrosos capitanes clavaron la Encomienda. Desde la España clara llegó la España negra. El telar, tinto en sangre, siguió con su tarea.
  • 50. *** El Telar de los Mapas Las naos abordaron por distintas corrientes, milenios tras milenios las costas de mi sangre, las bahías azules, las penínsulas ciegas, el resuello del mar. Los hombres no vinieron de distantes galaxias, llegaron de la vida, la misma vida y única que aquí se vio llegar. La vida que ya estaba donde vive la vida. La vida allende el mar. La vida aquende el mar.
  • 51. Al telar de los mapas los ha borrado el tiempo, los robos, los naufragios, el lento deterioro de toda antigüedad. ¿De dónde vino entonces esa vida que vino? ¿Y esta vida que estaba adónde fue a parar? Nos han llamado Indios los que iban a las Indias, obsesos mercaderes, oscuras faltriqueras, torpes cartografías, frailes de íncubo y súcubo que dieron de narices con mi tierra opulenta, se dijeron: no existe. Y que no se hable más. Y al telar de los mapas
  • 52. lo arrojaron al mar. *** 10 ANOS DESPUES, EN BUENOS AIRES... Nota Revista Folklore Julio de 1972 Armando Tejada Gómez, vanguardia visible del Nuevo Cancionero, mostró su plataforma conceptual, sus antecedentes y también su futuro: Una nota de Luís Córdoba. ARMANDO TEJADA GÓMEZ "Nunca se podrá evitar que las nuevas generaciones pidan la palabra y la guitarra".
  • 53. Hablar del Nuevo Cancionero y asociar como cabeza visible del mismo a Armando Tejada Gómez, es todo uno. Por eso nuestro dialogo con ese uno que lo simboliza en cuerpo y palabra ¿Cuál es la originalidad del Nuevo Cancionero? Al plantear una renovación de forma y contenido de la canción de raíz folklórica, nos propusimos darle a esa canción, no sólo una estructura musical y literaria que supone un nuevo lenguaje, sino también un contenido que exprese al hombre argentino de hoy y aquí. ¿Por qué en 1962? Porque entonces la canción se debatía entre un nuevo costumbrismo y una agónica alusión a. un pasado ilusorio. ¿No creés que mucho antes de la aparición del Manifiesto del Nuevo Cancionero, existieron otros cultores de esos mismos principios allí enunciados? Sí. En su momento, nosotros señalamos como tales a Buenaventura Luna y Atahualpa Yupanqui en la canción folklórica y en tango a Carlos Gardel, Le Pera, Pugliese, Celedonio Flores y, funda-mentalmente, a Discépolo.
  • 54. Ellos solos, de por si, podrían haber representado un Movimiento y por ende haber creado una conciencia... 8í, pero no te olvides que a pesar de esos predecesores, la juventud artística de hace una década no tenía, si no en casos aislados, una conciencia de este fenómeno. ¿Cuáles eran, entonces; los errores de esa generación? Por ejemplo en lo musical un abuso del dominante y tono, así como una elaborada elementalidad. En cuanto a poesía, cierta general frivolidad folklórica. ¿Había confusión en ese momento? En general se confundía la autenticidad con el analfabetismo artístico. Muchos folkloristas al uso, no eran tales. ¿Con qué obra nace la continuidad del movimiento? Desde "La de los humildes" toda nuestra obra mantuvo idénticos caracteres. Ustedes mencionan como enrolados en el movimiento a quienes no suscribie-ron siquiera el manifiesto.
  • 55. Ramón Ayala y Gustavo Cuchi Leguizamón no formalizaron su adhesión en aquel momento, pero si lo integraron por la continuidad de su labor, íntima-mente ligada a los preceptos del manifiesto. ¿Fueron los únicos? No. Fijate que cuando elaboramos este espectáculo quisimos nombrarlos a. todos, el número, son alrededor de 60, nos lo impidió por razones de tiempo. ¿Entre ellos figuraría el nombre de Ariel Petrocelli, por ejemplo? ¡Ariel es fundamental como presencia! El movimiento se inició con la participación de diez artistas, entre poetas, músicos y cantores, hoy declaran ser 60 ¿qué incorporaron los otros 50 en bene-ficio del movimiento? Mirá, justamente, hemos pensado hacer una asamblea del Nuevo Cancionero para recibir el aporte de los nuevos. Tal ves muy pronto concretemos esa idea. ¿El movimiento tiene proyección únicamente dentro del país?
  • 56. No. En nuestra declaración firmada en Mendoza, ya anunciábamos nuestra vinculación con América y el mundo. ¿Cuá1es fueron los primeros contactos? En 1964 tuvimos vinculación con Daniel Viglietti y la juventud artística del Uruguay. Oscar Matus y Mercedes Sosa fueron los primeros en ocuparse de esas relaciones internacionales de las cuales me tocó participar durante una residencia de 6 meses en el país vecino. Fue el momento en el que incorporamos al repertorio Canción para mi América, el tema con el cual Mercedes debutara en Cosquín. ¿A qué otros poetas americanos consideran integrados con el movimiento? Al peruano Nicomedes Santa Cruz, Patricio Mans y Pablo Neruda, de quien soy amigo personal. ¿Cuál es el éxito mayor que se adjudica el movimiento durante este tiempo? Nosotros en estos diez años de labor hemos destruido el mito que suponía como comercial lo malo. Demostramos también que lo óptimo también es comercial.
  • 57. ¿El movimiento está identificado con alguna corriente política en especial? Ciertos sectores interesados en el comercio de la canción le atribuyeron veladas intenciones partidistas. El movimiento tenía y tiene conciencia política. Sólo los animales no tienen conciencia política. Nuestro grupo cree que en su seno deben existir, como coexisten, todas las opiniones. Especialmente las de izquierda... ¡El movimiento admite el vuelco hacia la izquierda, como lo admiten todas las grandes masas populares argentinas! Recordá que si está expresado por el pueblo, estaremos al lado del pueblo. Perdoná, me suena demasiado demagógico... No hay demagogia. Tenemos una conducta que el pueblo conoce, como conoce todas las persecuciones que hemos sufrido, las leales y las desleales también. ¿Té inquieta la censura? Hemos sido prohibidos en diversos momentos de la vida política del país. Como hijos del pueblo debemos correr los mismos riesgos que el pueblo afronta.
  • 58. ¿Qué futuro le ves al Movimiento? Depende de las nuevas generaciones. Toda vez que el artista entienda que él es parte de la conciencia colectiva, estará afirmando los postulados del nuevo cancionero. ¿Por qué? Porque el arte como la vida, están en permanente transformación a través de los siglos. Nunca se podrá evitar que las nuevas generaciones pidan la palabra y la guitarra. Reflexivo, pero con énfasis, Armando Tejada Gómez fue respondiendo una a una las preguntas u observaciones que fueron surgiendo de esta charla que transcribí para usted, caro lector, sin otra intención que representarlo ante las dudas que a veces, seguramente, llegaron a asaltarlo. Nota Diario La Ciudad
  • 59. Venado Tuerto, marzo 31 de 1982 - Año IV - Nº 170 ARMANDO TEJADA GÓMEZ No he padecido ningún privilegio; eso me avergonzaría mucho Una nota de Juan Carlos Rodríguez Fotos de Omar Raúl Nepote -¿Cómo nace su vinculación con Pablo Neruda? La pregunta formulada por Roberto Ledesma rompió el fuego, y fue el puntapié inicial para un reportaje que no empezaba por la sencilla razón de que la sobremesa se hacía agradable, llevadera, cálida.Es que la charla con ARMANDO TEJADA GÓMEZ nutre, proporciona conocimientos, da vida. Por eso se disfruta y se estira. Y el poeta respondió entonces, contó cómo lo conoció a Neruda, lo que el gran poeta chileno dijo de él, narró sus emociones, y así empezó un tome y traiga que se prolongó por varias horas más. Que sirvieron, lógicamente, para poder formarse una idea acabada acerca de la personalidad del inmenso poeta argentino. Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que llegó hasta nuestra ciudad, gracias a las gestiones de la Biblioteca Juan B. Alberdi, a presentar el libro de su amigo, el venadense Ricardo San Esteban, con quien también charlamos y conocimos su pensar.
  • 60. Este ARMANDO TEJADA GÓMEZ que demostró no sólo la fuerza y potencia de su canto, no sólo la vitalidad y valentía de su mensaje, sino también la bellísima poesía que alimenta sus escritos. Quienes quisieron gozar el mensaje de un poeta con mayúsculas, pudieron hacerlo. Quienes quisieron encontrarse con aquel que, hace tantos años, por gritar verdades fue injustamente silenciado, también pudieron hacerlo. Los que estuvieron la noche del sábado 20 en la Biblioteca Alberdi, difícilmente olviden la plenitud de ese poeta, la magia inocultable de sus palabras, la inconfundible ternura de sus imágenes poéticas. En cada aplauso, en cada gesto de admiración, quedó reflejado el sentimiento que TEJADA GÓMEZ supo despertar. Y para quienes tuvimos el privilegio de compartir sus horas, de beber de su filosofía, hecha a golpes y a poesía, nos queda la inmensa satisfacción de saber que en su alma abriga la coherencia necesaria para defender con hechos lo que pregonan las palabras. La síntesis obligada, por razones de espacio, refleja igualmente la esencia de su sentir. Aquí están sus pensamientos, sus convicciones -que defiende a muerte-, sus creencias. Aquí está este valiente ARMANDO TEJADA GÓMEZ, que pelea diariamente a puño abierto contra la mediocridad, contra las zonceras, contra la complacencia. Aquí está este hombre de la respuesta rápida, profunda, inteligente. Aquí está -nada menos- la palabra de uno de los mayores poetas de la lengua castellana. No tiene desperdicio. ¿Por qué empieza a cantar, y a crear? ¿Por contagio? El hombre siempre deja hechas cosas para los demás. Con el sentido de eternidad con que se hacen las cosas para que perduren, se hace todo. Nuestros padres intentaron un techo, un campo labrado, un molino, cosas que después a nosotros nos han servido, de modo que todo se hace por una necesidad de expresión universal. Yo comencé a cantar de la manera más espontánea e inocente. Empecé cuando era un niño, antes de la edad de la razón. Escuchaba cantar y repetía el canto. Como parece ser que yo he venido dotado para eso, para comprender y sentir el canto, he cantado toda mi vida, y la canción, para mí, era una donación: si yo
  • 61. cantaba, la gente se sentía alegre, contenta, en los obrajes, en la viña, cuando yo cosechaba. Nos juntábamos esperando el camión que venía a llevar la uva y yo cantaba, cuecas, tonadas... La creación comenzó después, en rueda de amigos, ya que siempre me pedían a mí que dijera algo, que hiciera algo. Allí por los 5 o 6 años yo escuchaba las guitarras de los que le iban a dar serenatas a mis hermanas; todo eso era un mundo mágico, un mundo hermoso que me ganó para siempre. Después fui descubriendo la literatura y fui aprendiendo a expresarme de una manera más independiente. En aquella época, los poetas cultos desdeñaban este modo. No se concebía que un poeta hiciera una zamba; un poeta estaba llamado a las voces altas del Olimpo, y esa creencia llevó a una lucha muy larga. Yo tengo una mala prensa en la prensa culta del país, precisamente por mi popularidad, que me viene de las canciones. Nadie me perdona la popularidad. Nadie. La prensa suele dividir a la poesía o a la canción, en testimonial o de protesta. ¿Usted cómo calificaría a su canto? Es poesía. Yo trato de que sea poesía. Ya Horacio se metía con las cuestiones del mundo: se metía Homero: se metía el Dante, que escribió La Divina Comedia en el destierro. La verdadera tradición de una poesía perdurable está en que se ocupa de los asuntos del mundo, y no que se despreocupa. Mi poesía no es testimonial ni es de protesta. Eso va por cuenta de los que sienten que les cae el sayo. Ya dice el dicho popular que al que le cae el sayo que se lo ponga; si yo me conmuevo hasta las lágrimas por una gota de rocío ¿cómo no me voy a conmover ante el dolor humano? ¿Cómo no voy a tener sensibilidad ante un hombre caído? Para mí la poesía es el hecho poético perdurable que un hombre apresa en sus palabras, ya sea cuando llora o ve llorar, o cuando vuela y ve volar. ¿Por qué hubo tanto silencio estos años? ¿Por qué Tejada Gómez no llegaba al pueblo? Yo creo que esa pregunta se la tendría que hacer al gobierno. Pero no sólo he estado prohibido con éste gobierno con el cual la cosa ha sido atroz. En cada cambio de gobierno me prohibieron; y tuve detenciones. Me privaron la libertad, pero la física, porque la otra libertad no me la puede privar nadie. Ni la muerte. Me han prohibido letras, libros, espectáculos, actuaciones. Me han prohibido casi consecuentemente todos los gobiernos, menos uno: el de Illia, de quien se dice que tenía mis discos y escuchaba mis poemas. Pero desafortunadamente
  • 62. en una fiesta nos detuvieron a todos los que estábamos, que éramos 180 personas. Así que aún con el gobierno de Illia estuve preso. Ahora, usted me pregunta por qué. Debe ser porque se gangrena la calificación. En un país pequeño como éste, cuando uno es calificado, nadie se ocupa de descalificarlo. O sea que al que mata perros una vez, le llaman siempre mataperros. Y le voy a decir más: a veces uno mata perros Yo quisiera saber que estoy prohibido por matar los perros del odio. ¿Usted cree que hay lugares más aptos que otros para la creación? Un creador tiene que crear en cualquier lugar, en cualquier situación. Aún cabeza abajo. Yo a veces he hecho poemas de memoria, porque hay lugares en que a uno no le dejan lápiz ni papel. La coplera del prisionero está hecha de memoria. ¿Por qué cree que ahora puede cantar, puede llegar al pueblo? ¿Hay una mayor apertura? Yo no he dejado de cantar ninguna vez en todo este largo tiempo. Si así hubiera sido, cuando era un muchacho de 24 años y escribí la Copla a Guatemala, y me llevaron preso por primera vez, con ese asunto no hubiera cantado nunca más. Ya es imposible matar lo que canté; se podrá matar lo que voy a cantar en el futuro, si es que no me queda futuro, pero de todos modos, el futuro es la dignidad hoy. Hay gente que inocentemente ignora que usted esta prohibido. Es que oficialmente no se ha dicho que estoy prohibido. No se dice oficialmente. Se sugiere. Y guarda con no escuchar la sugerencia. Pero de todos modos, esto tenía que terminar. Acá no era que estaba prohibido yo; aquí estaba prohibido el ejercicio pleno de los derechos; aquí estaba prohibida la Constitución Nacional. ¿Quién soy yo por encima de esa letra sublime y maravillosa para no estar prohibido? Si un pueblo está prohibido, lo están sus poetas. Qué mal
  • 63. me sentiría yo de haber tenido todas las prerrogativas cuando todo mi pueblo no se ha podido expresar. Sería triste; sería como cómplice. Por suerte no he padecido ningún privilegio; eso me avergonzaría mucho; yo he gozado de las dificultades de mi pueblo, lo que me hace quererlo más y entenderlo más. Pero no tengo rencores; yo lo que tengo es una madura actitud para enfrentar las dificultades que tiene la Nación. ¿Cómo lucha usted contra la censura? Yo soy miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, soy socio de Argentores; y soy socio conspicuo de SADAIC; y participo de las luchas populares de mi pueblo a lo largo y lo ancho de la nación. De ese modo lucho contra la censura; no contra mi censura, sino contra la censura del pensamiento nacional; mi lucha está entroncada con la del pueblo argentino por su libertad plena. ¿Qué siente el poeta cuando escribe algo con amor, con sentimiento, y después se entera que no se puede escuchar, difundir? Se siente lo que sienten todos los artistas argentinos en este momento. Se siente la esterilidad del destino del esfuerzo. Se siente una frustración, una desvalorización dramática de la personalidad nacional. Todo eso y algunas cosas más que en este momento no atino a expresar. Yo no he caído en la desesperación porque sabía que más temprano que tarde, el camino de los prohibidores carecía de futuro. Yo sabía que todas estas oscuridades tenían los días contados. Tienen los días contados, porque nosotros no sabemos existir si no es en la convivencia democrática. Esto es lo hemos recibido de nuestro mayores, esto es lo que afirma el mejor programa político que tienen los argentinos, que es la Constitución Nacional. Cada uno a lo suyo para que el país crezca; en la diversidad está la grandeza de nuestro país, porque no se puede hablar de un ser nacional en un país hecho con todas las sangres de la tierra. El ser nacional será la tarea a construir, pero nadie puede excluir a otro porque se crea más argentino que el otro. Institución o persona quien cometa este acto es un criminal lisa y llanamente. Somos un crisol y una enorme levadura; lo dice un huarpe. La Constitución convocó a todos los hombres de la tierra de buena voluntad que quisieran habitar este suelo; no se los puede estafar un siglo después. Es la peor de las estafas, porque no nos pueden cercar el país y hacernos prisioneros de la
  • 64. arbitrariedad y de las dictaduras, y de la soberbia y la mediocridad. Nuestros padres hicieron el país y las leyes, las obras, las novelas, los poemas y las canciones; nosotros nos atenemos a esa tradición y el ser nacional lo vamos a buscar entre todos, lo vamos a construir entre todos el día en que sin desmedro, TODOS nos podamos mirar a la cara. Con las manos limpias. Es importante ver qué a pesar de los golpes o de los silencios, no se ha modificado la forma de ver o de sentir la música popular en usted... Yo creo que no se puede tapar el sol con un harnero, como decía mi madre. Lo hecho está hecho; es muy difícil desarraigar del corazón de la gente lo que entró sin imposición. En estos últimos años ustedes han visto que nos han querido hacer cantar por decreto, pensar por decreto, escribir por decreto, soñar por decreto. Sin embargo, todo lo que se nos impone con jingles de cada 25 minutos, ni lo silbamos, y acudimos a aquello que ha consagrado nuestra sangre y nuestro corazón. Las canciones que nos representan, los poemas que son verdaderamente parte de nuestra forma de sentir la vida: no se pueden imponer en el alma de un país modelos, sentires ajenos a la fuerza intrínseca de ese país. Sólo un delirante cree que con un decreto va a prohibir una canción, porque una canción es inasible; aun en la prisión, los prisioneros cantaban mi Canción con todos. El alma de ellos estaba libre. ¿Y qué pasa, Armando, con la música folclórica? Le voy a contestar con un proverbio chino: Si usted tiene un jardín y comienza a crecer la maleza, y usted ve que crece y no acude a limpiarlo, eso ya no es un jardín. En el jardín del canto nacional, prohibieron lo que eran las flores cultivadas, lo que venia de una tradición cierta, lo que se había ganado el derecho de existir por propia gravitación e impusieron una maleza híbrida, hecha de malheridas serenatas, mal cantados boleros e infinitas zonceras. Y un pueblo inteligente como este no lo ha aceptado. Los cantores de zonceras están enfermos de muerte, porque el pueblo les ha dado la espalda. No existe la decadencia del folclore; existe la decadencia de ellos. Nada ha muerto; a medida que el silencio no resiste más y se deshiela, la
  • 65. vieja flor del jardín vuelve a recuperar la lozanía, y los jóvenes están apretando la maleza, en todo el país. Ortega y Gasset dijo que el folclore es un rumor que va de casa en casa y de padre a hijo ¿Qué piensa de esa definición? ¿Coincide con ella? Es linda la frase de Gasset, pero lo que él dice yo lo aplicaría más a la música popular argentina. El folclore está hecho; el folclore se produce en la etapa primaria de una cultura, cuando aún no existe la escritura, de manera que el folclores es el yacimiento hacia el cual hay que ir para extraer la veta que hace un alma nacional, que hace una identidad. Cuando hacemos canciones, estamos haciendo tradición cultural; que puede tener un signo popular si el pueblo participa en ella; si el pueblo no participa es una cultura muerta, estéril y seca; sin destino. La cultura se nutre de la vida popular, y es el texto protagónico de un pueblo. Es imposible hacer el folclore: mienten los que se dicen folcloristas porque tocan la guitarra y rasgan zambas. El folclores está hecho, es irrenunciable a la identidad nacional; lo que estamos haciendo nosotros es música popular argentina. Se dice que el folclore ha muerto y hay quienes intentan resucitarlo. ¿A quien rescata usted, de esos que luchan dignamente y con talento por nuestro folclore? San Martín ha muerto, pero la herencia de San Martín está viva; Sarmiento, Echeverría han muerto; sus herencias no. Este es un tema difícil; esto es para preguntarse qué cosa es la muerte exactamente; decir que el folclore ha muerto es como decir que el jazz ha muerto. Sólo muere lo que es baladí, lo que no tiene perdurabilidad; y a propósito de la segunda parte de la pregunta, yo nombraría a Manuel Acosta Villafañe, Julio Gerez, Andrés Chazarreta, Buenaventura Luna, Marta de los Ríos, Los Hermanos Abalos, Los Chalchaleros, el Cuchi Leguizamón. Le estoy hablando de todos los que hicieron algo por que esto estuviera en pie. En Europa se llenan los lugares donde se toca nuestra música; en México hay una eclosión de la música sudamericana, que se apoya en la Argentina y en la chilena. Por lo tanto le digo que el folclores está más vivo que nunca.
  • 66. Usted me contaba hoy de un periodismo que mutilaba sus conceptos o no los difundía. En este caso, en que le aseguro que lo dicho se difundirá ¿qué me puede agregar? Lo que tenía que decir se lo he dicho. En algunos momentos lo vi irritado... Es que por ahí me caliento. Y es porque me caliento que puedo escribir. ¿Sabe lo que sería escribir en frío? ¿Qué se puede escribir en frío? Un aviso de licitación... Un comunicado... No, un comunicado no, porque ya no es en frío; ya es en avieso. En frío se puede escribir un edicto, una ordenanza municipal. No estacionar frente a esta acera. Eso se puede escribir en frío; lo demás está lleno de sangre. Y muchas veces, desgraciadamente, llena de sangre inocente. Esta ha sido una hermosa charla; no sé si se publicará o no; la vida dirá. En estos últimos años, he sido entrevistado varias veces; he dicho esto mismo, no más ni menos, y luego no aparecía nada. Hay como un no querer nombrarme, hay miedo... ¿Cuál es su mayor deseo, Armando? La libertad de mi pueblo.
  • 67. Diario La Voz Buenos Aires, Domingo 20 de marzo de 1983. Páginas 12 y 13 Armando Tejada Gómez, poeta militante que el Proceso militar pretendió condenar al silencios Aquí estoy de vuelta con mi voz, aunque nunca me fui... Yo nací en Mendoza, nací en la confluencia del zanjón Frías y el Guaymallén. Ahí alquilábamos una casa. En ese lugar murió mi padre, al que prácticamente no lo conocí, era muy pequeño. El recuerdo que tengo de él fue cuando me alzaron a verlo, estaba en el féretro y lo recuerdo dormido, con un rostro tranquilo y grandes bigotes, ese es el único y real recuerdo que tengo de mi padre. Después, con los años, sus antiguos amigos, los lugareños me lo fueron contando. Mi padre era tropero y tenía una larga leyenda de sus andares por los caminos, él llevaba tropas de carros. Algo así como el famoso capataz de tropa del libro de Sarmiento, el Facundo. Tenía carros propios y además le encargaban carros otros productores para que integrara la caravana de los mismos. Ese fue el oficio fundamental de mi padre, el gaucho don Lucas Tejada.
  • 68. Mi madre provenía de una familia chilena, uno de mis abuelos, don Domingo Gómez era chileno y todos somos de origen araucano o huarpe y por los dos lados de la familia no teníamos europeos hasta nosotros que ya sí nos casamos con muchachas hijas de europeos. Y todos los antepasados habían sido agricultores. De chico nuestra zona de residencia era Panquehua, al norte de Mendoza y recuerdo que había trigales en aquella época y algunos de los trigales que aparecen en mis poemas me han sido contados por mi madre. Bueno, yo crecí en el desamparo ya que cuando murió mi padre éramos muchos, 23 Tejada Gómez. Yo era el número 22, ocho éramos muy pequeños y fuimos repartidos entre la familia. Yo por suerte fui a parar al campo, a una finca que administraba el tío Aniceto. De él tengo un recuerdo imborrable: me llevó al corral y me dejó elegir caballo y elegí un caballo con estrella en la frente que se llamaba Marcial. Allí, una tía vieja, que se llamaba Fidela Pavón que murió a los 109 años me enseñó a leer en el catecismo, para que yo leyera en la novena que ellos hacían. ¡Me emociona acordarme de esto! Bueno, ahí fui a la escuela por primera y única vez, era una escuelita rural y estuve tres meses y ya sabía leer y escribir. Y es extraño pero tengo la impresión que siempre supe leer, es que tenía cuatro años cuando leía el catecismo con mi tía Fidela. De ahí recuerdo la mirada de un campesino viejo, analfabeto que se asombraba que pudiera leer en el pequeño libro negro. Después mi madre me reclamó. Ya se había establecido en la ciudad y ahí hubo que ayudar y comenzaron mis oficios de intemperie. Comencé a vender diarios, a lustrar zapatos y a los doce años ingresé al gremio de la construcción. Eramos muy pobres... Vivíamos en la calle todas las vicisitudes sin ningún beneficio. Eran muy pocos entonces los que tenían zapatos. En la construcción mojaba ladrillos y me fui formando con los viejos italianos albañiles, encofradores, de quienes aprendí el orgullo de terminar un trabajo bien hecho. Eso me lo clavaron en la conciencia para siempre y también las ideas. Ahí comienzo a saber que existe la clase obrera, como clase y se hablaba de la necesidad del sindicalismo y que quien no se metía allí era un cagón. También te enseñaban la solidaridad y mi primo Julio Villanueva y los compañeros me fueron acercando a la militancia sindical y de ahí a las lecturas políticas. Puedo decir que mi contacto con la poseía se produce a través del Martín Fierro, y por casualidad. A mí me atraía un dibujo que había en la tapa del libro, era el dibujo de un duelo
  • 69. criollo y como eso tenía que ver con la historia de mi padre, de nosotros mismos, un día mi madre me dio para el cine y con eso compré el libro y lo leí de un tirón aquella tarde. Llegué a saberlo casi de memoria. Eso me ayudó después en los obrajes cuando en las noches o en los domingos después de comer, eran los únicos momentos de descanso en los obrajes de la alta cordillera, hacíamos fogones, recitaba y comprendí la importancia de la poesía en medio de nuestra soledad. Les contaba la payada con el negro o la vida de los hijos de Fierro y les hacía bien a todos esos duros hombres que venían de todas partes del olvido: los ojos encendidos por la compañía de un poema. De ese modo también aprendí a cantar y la guitarra era como la radio o el televisor ahora, un guitarrista suscitaba a todos y se aprendía a cantar coreándolo, de una manera natural. ¿Qué pasó con mi familia? Nos dispersamos. Mis hermanos mayores se fueron por el camino a buscar trabajo. Siembre faltaba trabajo y cuando había parate en el gremio de la construcción acudíamos a levantar las cosechas. Ibamos a la vendimia, a la cosecha de durazno o de manzana y los patrones nos trasladaban de un punto a otro de la provincia. ¡Mi familia...!, algunos y algunas se casaron, otros partieron buscando piqui, trabajo y recorrieron el país. Mi hermano Lucas que me impactó mucho con sus historias cuando volvía de estos viajes y nos contaba el enorme país, un continente desconocido. Después le siguió el rumbo mi hermano Raúl que se hizo marinero y recorrió el mundo. Mi mamá a la sazón era cocinera de un gran hotel de Mendoza. En esa época tuvimos cierta prosperidad. Recuerdo que vivíamos en el barrio de las latas a la orilla del canal y anualmente venían las grandes crecientes y se llevaban el barrio y ahí teníamos que juntar las latas y reconstruir la casa... Esa es la historia de los Tejada Gómez, ¿pero a quién pude interesar esto? Tienes que comprender que el canto y la poesía son recurrentes en el pueblo, están incorporados y cuando había un espacio en la vendimia ya estaba la guitarra. Mira, me contaba mi madre de don Elías Molina, un cantor que según ella sabía alrededor de cuatrocientas tonadas y solía aparecer por Panquehua para los casamientos, las fiestas. El no trabajaba de otra cosa, tampoco el pueblo quería que se dedicara a otra cosa, lo querían para el canto, para las serenatas, como trovador a domicilio. Costumbres de nuestro pueblo, ¿no? Esta nacencia me dio una noción de lo latinoamericano y nunca he podido pensar de otra manera que como latinoamericano. Y por ahí nace el malentendido que pueda tener con la cultura porteña. Creo que por esas raíces no he sido admitido en el staff cultural porteño. Pretextan que ando cantando, pretextan que soy folklorista y soy por esa razón un marginal -no un automarginado- de la literatura. Y soy reconocido detrás de nuestra fronteras y en ningún lado llegan a confundirme tan tenazmente con un folklorista. Tengo 25 libros editados, pero la cultura porteña no me ha perdonado las canciones.
  • 70. Como todos los pobres, entonces teníamos dos alternativas, el box y el fútbol. Fui boxeador amateur hasta que encontré los libros. Quería saber y no era la poesía una de mis pasiones. Creo que di con la poesía de frente el día que mataron a mi hermano, el Toto, allá, cuando tenía unos 15 años. El sacudón fue tan tremendo, con este hermano habíamos compartido eso de dormir bajo los puentes, defendernos entre los dos, sacar los diarios y de pronto me lo sacaron. Y de esta soledad feroz, este arrancón que fue la muerte de mi hermano, emergí días después como quien dice una oración, pero era un poema lo que estaba haciendo. Además me hice esta reflexión, el cayó porque además de pobres, somos ignorantes y aquí está al trampa, esta es la valla que hay que cruzar. Desde ese día me fui a las bibliotecas y empecé por e primer estante hasta que llegué al fondo. ¡Claro!, leía todo mezclado, Fisiología del placer de Mantegazza con La Divina Comedia. Eran bibliotecas de barrio y no estaban ordenadas. El objetivo era dejar la ignorancia... Son cosas casuales, sorpresivas y son como para agrandar la anécdota, pero así suceden las cosas, como una acumulación de casualidades. Después por estas casualidades fui desenterrando el tesoro de nuestra lengua, de nuestra cultura. Quevedo, Tirso de Molina y tantos otros que la padecieron, la cantaron y lloraron. Luego los latinoamericanos, Darío, Gutiérrez Nájera y la suerte de vivir cerca de Chile de donde nos llegaba la literatura del Pacífico. Mira, la primera vez que vine a Buenos Aires caminé todas las librerías buscando a César Vallejo que nosotros conocíamos y bien en Mendoza. Aquí no era conocido ni por los libreros. Aunque había un libro editado por Losada, creo que era Trilce. Pero nosotros recibíamos la influencia de Huidobro, de Neruda, de don Pablo de Rokha, un poeta injustamente acallado y ya me apasioné con la poesía. Cuando me preguntan por las influencias -que todos quieren que sean de Neruda-, se equivocan, la mayor influencia es la de José Hernández. El que lea atentamente mi poesía, comprende rápidamente que la intención es cantar opinando. De esos troncos vengo y uno se larga con las influencias sobre los hombros intentando encontrar su propia voz, es continuar contando la historia de nuestros mayores y agregar un espacio propio. Y fui ganado premios, vas editando, te convertís en adulto mientras buscás aprender a vivir, buscando que alguien diga ahí va el poeta. Y no quiero aparecer como petulante, pero las raíces mismas te van llevando, te surgen nuevos desafíos y hace unos años me puse a escribir en prosa (aquella novela que luego fue premiada en España). Después también están las persecuciones. En el 74 gané el premio de la Casa de las Américas, en Cuba, y ya comenzó la persecución feroz y desde todos los ángulos, los culturosos donde un crítico sacó un brulote que me acusaba de
  • 71. comentador y me aconsejaba que me hiciera poeta, bueno, ataques de todos lados que por malicia asocio a la poesía militante que tanto molesta, ¿no? La verdad es que no comprendo dónde adquirí este sortilegio que la cultura porteña se ponga tan nerviosa conmigo. Casi no hay una línea escrita sobre mis veintitantos libros, hasta no he recibido crítica literaria o esas gacetillas que se acostumbran a hacer en forma de critica literaria. Son cosas de amigos, el amigo que comenta el libro del amigo. Mira, si yo hubiera tenido que vender un libro por las críticas, no hubiera vendido uno solo. Por suerte no fue así. Y en esto coincidieron con los sucesivos gobiernos que me prohibieron, sobre todo este último que me condenó al silencio y persiguieron todo lo que tuviera que ver conmigo, hasta estaba prohibido mencionarme. Pasaban mis canciones sin mencionar al autor, por ejemplo. Y estuvo muerto estos últimos siete años. Y es una experiencia increíble estar muerto y vivo. Entonces estás ahí, viendo tu propia sobrevivencia para ver el horror y no poder gritarlo. El horror a diario, cotidiano y no poder más que verlo y de ahí vienen los exilios. La mayoría para salvar la vida y otros porque teníamos que trabajar. Cuando me quedé sin un solo contrato, cuando me detuvo el ejército en Santa Fe rodeando toda la manzana con automóviles y cuando me sacaron con metralletas de adentro del teatro, ¿qué empresario iba a arriesgarse en el futuro? ¿Quién me iba a contratar cuando volaron el local de Villa Mercedes donde iba a actuar? Y bueno, ya quedé mirando el techo de mi casa, envuelto en una tenacidad suicida de no irme del país, de no hacerle caso a las amenazas de las Tres A... en todo caso, que me mataran. Luego el hambre me hizo partir hacia España y otros países... Son consecuencias de la militancia política. Creo que mi militancia era insoslayable, no pude evitarlo dado las condiciones en que crecí, los trabajos en que he ocupado mi vida me dieron un concepto de la solidaridad desde muy niño. La primera militancia fue en el gremialismo y de ahí a la conciencia política del hombre de trabajo hay menos que un paso. Uno advierte que esta lucha de clases está establecida en términos políticos y eso te va llevando a ubicarte en los movimientos sociales de un modo natural. Cuando quise acordarme me encontré militando en la UCRI, era un grupo radical que recogía la doctrina de Lebenson, unos veníamos del campo obrero, otros eran universitarios o profesionales. El partido lo lideraba Frondizi. Aunque tenía muchos amigos comunistas, creo que quise cortar camino y es un error que después siguieron muchos. En cambio de seguir estrictamente a través de mi necesidad de clase una ideología de mi clase. Entonces comencé a militar en la UCRI, era la época de la Revolución Libertadora (ponelo entre comillas ya que no fue revolución ni libertadora de nada). Ya había aparecido el poema Hay un niño en la calle, Antiguo Labrador, donde coincide con un desprendimiento de
  • 72. lo anterior. Recuerdo que mi hermano Lucas, que tenía una trayectoria gremial dentro de la construcción un día me felicitó por un libro, Qué lindo es -dijo-. Bueno, ¿qué te voy a poder decir? Pero sabés lo que pasa, que dicen los muchachos que no se te entiende, que ellos no te entienden, ¿por qué no escribís más sencillo? Eso fue una astilla en la conciencia y tenía razón, éramos hijos de la clase, éramos obreros, ¡cómo era posible que escribiera cosas que los míos no comprendían! Entonces comencé a escribir esas experiencias que eran de todos nosotros, de ahí salió Hay un niño en la calle, La coplera del prisionero (Esa la escribí en prisión y de memoria, ¡si no te dejan ni el cinturón!) y me fui haciendo conocido entre mi gente. Bueno. Me aparté un poco de lo que venía diciendo. Pero ahí estaba ubicado cuando vino la campaña electoral y en los actos políticos cuando subía a la tribuna no hablaba, decía poemas y esto me hizo electo diputado de mi provincia por la UCRI. Recuerdas, fue cuando el peronismo decidió apoyar a Frondizi. A los seis meses se firmaron los contratos petroleros con las compañías norteamericanas y entramos en una colisión que no terminó más. Y de ahí nos separamos. Yo fui a parar al partido que debió ser siempre el mío, el partido de mi clase, el Partido Comunista. Después fui invitado a visitar China Popular. Para esa época bajó definitivamente Fidel de la Sierra. En China, era el décimo aniversario de la revolución, conocí a La Pasionaria, Dolores Ibarruri, a Patricio Lumumba, a Guillén y fue una experiencia definitiva. También, años después viajé a la Unión soviética, pero esto está cerca en esta especie de reseña... Después Latinoamérica, pero eso es como andar por casa, uno siempre está. Ahora me estoy por ir a México, al Festival de la Nueva Canción. Tenemos una reunión plenaria porque estamos alentando la creación de festivales en los distintos países donde hay Nueva Canción. Fijate que este movimiento ha cobrado tal importancia: la canción como elemento de la cultura contemporánea. Antes la canción ea considerada la hermana menor de la poesía y de la música, pero este siglo ha producido el fenómeno que entre los bienes culturales de la humanidad, es la canción, parte inseparable del arsenal cultural del hombre y la mujer de este tiempo.
  • 73. Y así el hombre solitario, este agregado al olvido, se conecta con el mundo, toma conciencia de lo que está sucediendo. Por eso la canción es un instrumento de avance cultural revolucionario, inédito. Por supuesto que muchos lo niegan, las elites culturales niegan o reducen la nueva canción a hermana bastarda. Esto lo atribuyo a una costumbre mental, se nos ha formado en los valores culturales europeos y como Europa no había asimilado ni incorporado este fenómeno, entonces no tuvo franquicia entre nuestros pensadores de la cultura. No tenía pase. Pero como ahora allí le han dado un calificativo cultural, es posible ver que ya está siendo aceptado. Los europeos se deslumbraron ante este mundo, de ahí que el fenómeno Yupanqui, Mercedes Sosa, Quilapayún, Viglietti, Serrat o la evolución de Alberto Cortés que pasa de cantar el Sucu-Sucu a un repertorio verdaderamente poético. Es el fenómeno de la nueva canción argentina, que es la pionera, que la fundamos en 1963 en la provincia de Mendoza, con Tito Francia, Mercedes Sosa, yo, donde firmamos un manifiesto donde reconocíamos como precursores a Atahualpa Yupanqui, a Buenaventura Luna y a Gardel... Bueno, soy un poeta, he padecido estos siete años de oscuridad y quiero suponer que si tanto moleta mi voz es porque está dirigida a mi pueblo. He padecido como trabajador, como los compañeros hambreados en las fábricas o dejados sin trabajo. Todavía uno tiene el privilegio de poder escapar al exilio, ver otros horizontes y escaparle al hambre al que nos condenó la dictadura. Estoy de vuelta pero nunca me fui, tengo el corazón clavado en cada trabajador, en cada compañera que lucha por la fertilidad de sus hijos y no tengo otra ambición que ayudarlos por esa simple interrelación que existe entre el poeta y su pueblo. Yo sin ellos no existo y somos socios en esto de marchar hacia una patria liberada. Es la función del poeta, luchar junto a su pueblo pero cargando la vanidad que alguna vez al pasar, una mujer diga, ahí va el poeta. Creo que es todo lo que tengo para decir...