2. Hoy en día todos sabemos cuanto debemos cuidar nuestra salud. Las curas de las enfermedades están en la prevención. Comer bien, sano y hacer deporte favorecen nuestro desarrollo. |
3. Hablar de desarrollo, nos obliga a pensar en el desarrollo integral de nuestra persona. Debemos vernos como seres bio- psico- espirituales. Por tanto, así como cuidamos nuestra salud física, debemos cuidar nuestra salud mental y espiritual.
4. La salud mental y del espíritu se alcanza entre otras formas haciendo un buen uso de los medios. No solo cuidando el tiempo del uso de la tecnología digital, sino cuidando la calidad de lo que consumimos. Los Medios de Comunicación, influyen en nosotros para bien o para mal, igual que nuestros alimentos, hacer un buen uso de ellos nos beneficia.
5. Si bien no existe una obesidad de mensajes, sabemos que el abuso de medios como T.V., Internet, cambian nuestros hábitos y nos hacen proclives a la ociosidad, a la falta de solidaridad, a la violencia, a los excesos, nos habituamos a lo incorrecto, nuestra conciencia lo tolera y suaviza como consecuencia de la repetición de los hechos, veo tanta violencia que soy ajena a ella aún cuando soy testigo de ella en la calle
6. Es por ello, que hoy en día debemos cuidar los tipos de mensajes a los que nos exponemos. Pensemos en nuestra salud mental, hagamos de nosotros personas saludables. Una sociedad sana es un conjunto de personas sanas. Cuidemos de nuestros jóvenes y niños, que se ven más expuestos que nosotros. Ellos son más vulnerables. Pensemos en el futuro de nuestro país. Somos lo que vemos, somos lo que oímos.
7. Hagamos dieta de medios, de programas de T.V. de radio, periódicos, internet. Una buena dieta de medios se empieza con estos tres tips: ver las distintas propuestas de mensajes; Seleccionar a lo que me voy a exponer, consumo lo bueno, lo malo lo dejo aunque este de moda; actuar responsablemente, sobre todo si participo con comentarios, en las redes sociales, twitter etc.
8. Recordemos siempre “Pueden prohibirme seguir mi camino, pueden intentar forzar mi voluntad; pero no pueden prohibirme que, en el fondo de mi alma, sea yo quien elija”. Henrik J. Ibsen