Hotel Ryugyong: la historia del edificio más alto de Corea del Norte
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Con 330 metros de altura, 105 pisos, más de
3.000 habitaciones, tres alas de 100 metros de largo
–que al juntarse forman un pináculo– y una estruc-
tura circular de 40 metros de ancho, que alberga
ocho plantas giratorias, seis plantas estáticas y
numerosos pabellones, jardines y terrazas, se creó
uno de los edificios de mayor tamaño en el planeta,
un monstruo que hoy es tan solo una estructura
inconclusa que nunca logró su inauguración.
Una historia de ambición y poder
Este asombroso rascacielos se concibió
durante la Guerra Fría para demostrar la majes-
tuosidad y el poderío de Corea del Norte frente a
su vecino del sur. Desde entonces, es considerado
como un gran monumento hecho en memoria
del gran líder Kim Il Sung.
Precisamente, fue durante esa oscura y
caótica época, que los líderes norcoreanos vie-
ron en el proyecto una oportunidad para atraer
la atención de los inversionistas de occidente y,
posteriormente, a miles de visitantes del mundo
entero. En 1987, la firma Baikdoosan Architects
& Engineers decidió dar inicio a los trabajos de
construcción, que se pretendían concluir dos años
después. De esta forma, se proyectaba que la inau-
guración del hotel se diera en medio del Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se
celebraría ese año en Pyongyang.
Estalló la crisis
Tras tres años de retraso en la entrega ori-
ginal, en 1992 la construcción se detuvo por falta
de dinero. La causa principal fue la disolución de
la Unión Soviética, que generó complejas dificul-
tades económicas para Corea del Norte, lo que
llevo a la escasez de materiales y de mano de obra
para continuar con la construcción.
Desde entonces, el gobierno norcoreano
ha criticado fuertemente este emprendimiento,
llegando a afirmar que la obra no es más que un
alcance ridículo y soberbio de la política totalita-
ria. En medio de esta discusión, los funcionarios se
dieron a la tarea de manipular las fotos turísticas
de la ciudad y ocultar el hotel. Su objetivo princi-
Elevado sobre el horizonte de Pyongyang,
capital de Corea del Norte, el imponente Hotel
Ryugyong sigue vacío y silencioso a la espera
de una solución que le de vida y movimiento.
El costo promedio de la
construcción del hotel fue
en un comienzo de USD
750 millones, lo que refleja
2% del PIB del país.
A enero de este año, el hotel
ocupa el lugar número
35 entre los edificios
más altos del mundo.
pal era borrarlo de la memoria de los visitantes,
para que no pudieran recordar la existencia de la
gigantesca construcción abandonada.
Para la economía, la política y el turismo
del país, el Hotel Ryugyong se ha convertido en un
sueño inconcluso, que más que ganancias, ha gene-
rado innumerables pérdidas. Si las obras hubieran
culminado a tiempo, este hubiera sido el hotel
más alto del mundo –y el primer edificio fuera de
Estados Unidos– en superar los 100 pisos.
Evolución compleja
En abril de 2008 y tras 16 años de aban-
dono, la construcción del Ryugyong fue retoma-
da por la constructora egipcia Orascom Group,
quienes previamente habían invertido en obras
de infraestructura y telefonía en la ciudad. En un
principio se estimó que la obra se concluiría en
2010, pero al ver que el proceso era más complejo,
se postergó la fecha de entrega para 2012.
Entre tanto, el gobierno y los oficiales del
país pretendían que el hotel estuviera finalizado
para el 15 de abril de 2012, con motivo del ani-
versario número 100 del nacimiento de Kim Il
Sung, fundador de la nación. Sin embargo, hasta
el momento, solamente se ha avanzado con la
instalación de paneles de vidrio y varias antenas
de telecomunicaciones.
Por ahora, lo realmente cierto es que el pre-
supuesto final que se va a alcanzar con la reanu-
dación de la obras es de 10% del PIB del país, una
cifra que oscila entre los 300 y los 2.000 millones
de dólares. Por eso, si se logra culminar con este
macro proyecto, el hotel dejaría de ser ese gran
monumento a la ambición del régimen norcorea-
no, y volvería a reaparecer en los mapas y en las
fotografías de la ciudad.
Si los resultados son los esperados, los ciudadanos
de Pyongyang podrían dejar de ignorarlo, los guías
turísticos empezarían a nombrarlo en sus recorri-
dos y los visitantes extranjeros llegarían a ocupar
una de sus habitaciones de lujo.
Hotel fantasma,
testigo mudo