El BCE reducirá previsiblemente el tipo de interés al 0% o cercano el 5 de junio para estimular la débil economía de la eurozona. Esto beneficiará a deudores pero perjudicará a acreedores como bancos. Sin embargo, es incierto que ayude realmente a la economía real debido a la falta de inflación, y podría incluso ser contraproducente al aumentar la deuda. El BCE podría adoptar más medidas no convencionales como comprar deuda privada, aunque su efecto también es incierto.
Dinero gratis del BCE para estimular la economía europea
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DINERO GRATIS E IMPULSO ECONOMICO.
Manfred Nolte
El 5 de Junio próximo, el Consejo de Gobierno del Banco Central europeo(BCE),
presidido por Mario Draghi situará previsiblemente el precio del dinero
prestado a los Bancos, el llamado ‘tipo central de refinanciación’ en el cero por
ciento o en su entorno próximo(el tipo actual es el 0,25% anual). O sea dinero
gratis o casi. A las entidades financieras que decidan depositar sus excedentes
en el Banco emisor(la remuneración actual está en el 0%), hacerlo les va a costar
dinero, esto es, deberán satisfacer una prima negativa en porcentaje anual.
Naturalmente hablamos de hipótesis sujetas al veredicto de los hechos, pero se
han lanzado pistas suficientes desde hace algunos meses y sobre todo se han
reforzado con las recientes declaraciones del consejero y miembro del directorio
Yves Mersch en la mismísima presencia del guardián de la ortodoxia monetaria
europea, Jens Weidmann, Presidente del Bundesbank alemán. Paralelamente el
propio discurso de ‘Supermario’ contenido en la llamada ‘forward guidance’ o
guía anticipada de su política monetaria apunta en dicha dirección.
Incierto el ‘cuanto’, las apuestas coinciden mayoritariamente en el ‘qué’ (rebaja)
y en el ‘cuando’(5 de junio). Más en el aire quedan otras medidas debatidas
como una tercera barra de liquidez ilimitada, los llamados programas LTRO,
por sus siglas en inglés, en línea con la facilidad billonaria practicada en el
transito de los años 2011 al 2012, aunque en su caso con una condicionalidad en
su destino, consistente en el apoyo crediticio a las pequeñas y medianas
empresas, cuyo colateral serviría a su vez de garantía para la liquidez concedida.
Menos valedores en la quiniela tiene el debatido programa de ‘relajación
cuantitativa’ (‘quantitative easing’) consistente en la compra de deuda emitida
no solo por los estados sino por las corporaciones privadas, al menos hasta
observar las reacciones del paciente a la nueva terapia y también con el ánimo
de comprar tiempo ante la velada hostilidad al proyecto mostrada por el banco
emisor alemán.
El BCE intentará de esta manera estimular la anémica travesía europea en un
contexto de bajo nivel de inflación, “dada la dinámica de debilidad económica
de la economía real y la de la dinámica monetaria subyacente”. En particular, el
Instituto emisor contempla una demanda agregada deprimida en un ambiente
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de debilidad en las condiciones de trabajo y en la utilización de la capacidad
productiva. En el terreno de las finanzas la dinámica monetaria refleja un
crecimiento raquítico de los agregados monetarios y un desarrollo muy débil del
crédito al sector privado no-financiero en el necesario contexto de un
desapalancamiento de activos, que sin embargo es negativo para el crecimiento
económico. No se asume un escenario deflacionista, aunque se linde con él en
algunos sectores y períodos y aunque la indeseada apreciación del euro reste
competitividad a las exportaciones del área euro y constituyan en su
consecuencia un tipo de deflación importada. Desde el verano de 2012 en que el
euro cotizaba a 1,20 dólares, la moneda europea se ha apreciado en un 15%
frente al dólar y en términos reales, teniendo en cuenta la inflación, más de un
10% respecto a las divisas de los principales compradores de productos de la
eurozona. Combatir monetariamente la débil recuperación del área euro en un
escenario predeflacionista, he ahí el argumentario fundamental exhibido por el
BCE de cara a sus próximas actuaciones.
La doble pregunta que se desprende de las medidas anticipadas se refiere a los
beneficiarios y perjudicados de las mismas y si en última instancia tendrán
alguna efectividad en la línea de los objetivos perseguidos. Es claro que, en
principio, un abaratamiento del precio del dinero favorecerá a todos los que
mantengan posiciones deudoras, como son todas aquellas empresas y
particulares con créditos bancarios y muy en particular a los gobiernos y
administraciones públicas que acuden regularmente a financiarse en el
mercado. Quedarán perjudicados los acreedores a tipo de interés variable,
llevándose la palma los Bancos privados, cuyos márgenes financieros sufrirán
nuevos recortes que tratarán sin duda de compensar con el cobro de comisiones
u otras fuentes novedosas de facturación.
Pero, ¿ayudará una política de tipos de interés en el umbral del cero por ciento a
estimular la economía real? Difícilmente. En el entorno sin inflación por el que
transitamos, mientras los tipos nominales caen, los tipos ‘percibidos’ u
operativos se mantienen, de manera que la política monetaria de tipos cero
apenas tiene incidencia en la actividad, situación conocida como la ‘trampa de
la liquidez’. Los precios caen, y la confianza flaquea, lo que a su vez conduce al
atesoramiento y a la reducción de la velocidad de circulación en un círculo que
se autoalimenta. Entretanto, el valor relativo de la deuda aumenta mientras la
demanda se mantiene a la expectativa.
Pero tampoco cabe argumentar que las medidas sean perjudiciales o
contraproducentes. Sicológicamente, siempre resulta positivo percibir que
Draghi se mueve. Y refiriéndonos a la economía española, simplemente hay que
constatar que nuestra situación seudo-deflacionista es consecuencia del
imprescindible proceso de devaluación interna acometido y que por lo tanto la
nula inflación es el síntoma evidente de que el país recupera a marchas forzadas
la competitividad. Lo mismo cabe decir de la caída recurrente del crédito debida
a la reducción de posiciones activas de la Banca(desapalancamiento) necesaria
hasta un cierto límite para reiniciar la senda de un crecimiento ordenado.
Puede que cuanto se decida en Frankfurt el 5 de junio nos resulte simplemente
inefectivo. Aún quedaría en el sótano del BCE un misil no ensayado de potencial
y alcance desconocidos: la política monetaria no convencional titulada
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‘relajación cuantitativa’, antes citada. Ya se verá.
Pero cada uno, a lo que está en su propia mano: la economía española, que
debuta tímidamente en el escenario de la recuperación debe proseguir sin
desaliento el adelgazamiento y eficacia de su estructura productiva, lo que
denominamos ‘políticas estructurales’ o de oferta, para concursar eficazmente
en un mundo cada vez mas globalizado y competitivo.