2. Estamos en el
domingo anterior a la
Navidad. Hoy se nos
propone una inmediata
preparación, pero no
precisamente para una
navidad bullanguera o
externa, sino para que
Cristo nazca en
nuestro corazón de
una manera más
positiva. Para ello se
nos propone todos los
años la figura de la
Madre María.
3. Dios quiere salvar al
mundo y nos va a dar
una señal de salvación
y de victoria. Y lo hace
por medio de María, Y lo
hace por una señal
sencilla y viva: María
que es madre y virgen.
Es una señal antigua,
aunque oscura, pero
esclarecida por el
evangelista san Mateo,
que es el de este
ciclo A.
4. Así son las señales que nos
da Dios. No son
apabullantes sino
sugestivas, no son
grandiosas sino vivas, no
son terribles sino
estimulantes: Una joven
virgen que va a dar a luz un
hijo. Ello será motivo de
una gran alegría por su
unión con Dios; pero
también será motivo de un
gran dolor, una especie de
noche de dolor con una
entrega total en las manos
de Dios.
5. Hoy tenemos otro
protagonista. Junto a la
virgen madre está un
hombre bueno, el hombre
fiel, quien pasa una “noche
oscura”, pero amanece con
la sonrisa más plena,
puesto en los brazos de
Dios. El es san José.
Así nos dice el evangelio
de este día: Mt 1, 18-24
6. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su
madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla,
decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado
esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor
que le dijo: "José, hijo de David, no temas acoger a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto
sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor
por medio del Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a
luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa
"Dios-con-nosotros". Cuando José se despertó, hizo lo que le
había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su
mujer.
7. El evangelio comienza diciendo que María estaba
desposada con José, pero “antes de vivir Juntos…”
Sabemos que en aquella cultura había dos ceremonias del
matrimonio distanciadas por varios meses. Primero se
celebraba el compromiso, por el cual ya se consideraban
como verdaderos esposos, pero todavía no podían vivir
juntos. Por eso en la Anunciación se dice que María
“estaba desposada con José”.
9. El problema comenzó
cuando regresó María de su
visita a Isabel. Habían
pasado por lo menos más
de tres meses y alguien
comenzó a ver que María
iba a ser madre. Es posible
que José se enterase por
alguna vecina o por
habladurías del pueblo.
Alguno quizá hasta le
felicitó. Estaba medio
consentido; pero si se
supiese que José no había
sido el autor, aquello se
debía tener como un
adulterio.
10. María y José
tuvieron que
sufrir mucho.
Debían pasar ese
tremendo
desierto que se
llama “el silencio
de Dios”. A
veces el alma no
ve, mira por
todos lados y
parece como que
todo se hunde.
Así sería sobre
todo para san
José.
11. Igualmente sería
para María quien,
además de ver sufrir
a José y pensar que
no le debe descubrir
el misterio, podría
añadirse el hecho
de que quizá sus
familiares más
cercanos pudieran
saber sobre su voto
de virginidad, por
aquello que le dijo
al ángel que “no
conocía a varón”.
12. Alguno cree
solucionar todo
aquel dolor
preguntándose:
¿Y porqué no se
hablaron entre
sí aclarando lo
que pasaba?
San José es natural que no sacaría el tema por respeto,
por delicadeza. ¿Y María cómo se lo iba a decir? Es
normal que ella pensase que difícilmente la pudiera
creer. Además de que sería peor, pues pudiera parecer
que sería una manera de querer encubrir una falta
cometida.
13. María se pone en las manos de Dios.
Ella, que estaba
predestinada para
unirse a Cristo Jesús
en la redención, ya
comenzaba a unirse a
ese Redentor que tenía
pequeñito en su seno y
que ya tenía deseos de
redención. Sin embargo
¡Qué largos la
parecerían a María
aquellos meses hasta
poder ver el cielo, que
era aquel hijo que
llevaba en sus
entrañas!
21. ¿Y qué piensan tus parientes de aquella
niña de antaño que prometió vivir virgen a
lo largo de sus años?
22. ¡Cómo me mira la
gente! ¡Qué
nueve meses
más largos!
¡Cuántas miradas
hirientes! ¡Cuán
pesado es mi
cansancio!
23. ¡Cómo me mira
la gente! ¡Qué
nueve meses
más largos!
¡Cuántas
miradas
hirientes! ¡Cuán
pesado es mi
cansancio!
Hacer CLICK
24. En la vida a veces Dios nos hace sentir su silencio. Ante
el mal y la injusticia quisiéramos que Dios diera una
respuesta; pero muchas veces Dios calla.
En este vida imperfecta
y en camino nos es
necesario saber hablar
y quizá gritar al Dios
bueno, Padre lleno de
amor. Ese grito nos
salvará y pondremos
nuestro granito de
redención para otros.
25. Dios calla por un tiempo
para nuestro bien, aunque
no lo veamos. Hoy el
evangelio se fija
especialmente en san José.
Con su actitud también está
preparando la venida del
Salvador. Es una actitud
que es ejemplo para
nosotros. Es un hombre
“justo”; pero no con una
justicia retributiva o algo
parecido, sino con una
“justicia” al estilo de Jesús:
de bondad y santidad. Por
eso es el hombre “bueno”.
26. San José tiene una postura
digna, respetuosa y
acogedora. Es de corazón
generoso, que no busca el
bien suyo sino el de los
demás. No entiende el
misterio, pero prefiere
retirarse silenciosamente.
Podría haberlo discutido,
criticado o acusado; pero
prefiere guardar silencio y, si
alguno tiene culpa, que se la
echen a él.
27. Dios calla, pero termina
hablando con bondad.
Un ángel le habla
cuando José está en un
“sueño”. Esto es una
fórmula israelita para
decir que tiene una
experiencia espiritual.
José se da cuenta que
el mensaje viene de
Dios y su espíritu se
alegra y conforta
superando al
sufrimiento pasado.
28. El encuentro
de José con
María tuvo
que ser
mucho más
feliz que los
anteriores
encuentros.
José debía acoger definitivamente a María como esposa
y debía dar la paternidad legal al hijo de María,
garantizando de este modo el estatuto histórico de que
ese niño sea descendiente legítimo del rey David.
29. El encargo de que san José sea el padre legal
está en aquellas palabras: “Tu le pondrás por
nombre Jesús”. El padre es quien debía poner
nombre al hijo.
Por eso san
José, ante la
ley y ante la
sociedad, es
el padre con
todos los
compromisos
de verdadero
padre aquí en
la tierra.
30. Después en el evangelio hay una parte no muy fácil de
entender que es: “Todo esto sucedió para que se
cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del
Profeta: "Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dioscon-nosotros"”.
Y alguno dirá: si
un profeta dice
que la Virgen
dará a luz a un
hijo, pues está
muy clarito. –
Pues no está tan
clarito.
31. De esta profecía nos habla hoy la 1ª lectura. Es del
profeta Isaías (el 1º) por el año 715 a.C. Eran tiempos
difíciles para Israel, pues las tropas asirias amenazaban a
la ciudad de Jerusalén. Dice así en Is 7, 19-14:
32. En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
"Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo
hondo del abismo o en lo alto del cielo."
Respondió Acaz: "No la pido, no quiero
tentar al Señor." Entonces dijo Dios:
"Escucha, casa de David: ¿No os basta
cansar a los hombres, que cansáis incluso
a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os
dará una señal: Mirad: la virgen está
encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emmanuel, que significa "Dioscon-nosotros"."
33. Había una
coalición de
tropas, entre
los que
estaban los
asirios, que
venían en
contra de
Jerusalén.
El rey Acaz, que era el rey de Judá, estaba indeciso sobre
lo que debía hacer. Antes había sido ayudado por el rey
de Asiria para poder ser rey de Judá. Por eso no desea ir
contra los invasores. Pero el profeta Isaías denuncia su
actitud cobarde y le invita a la valentía y la resistencia.
34. Le dice que no puede
dejar conquistar a
Jerusalén, porque
siguen en pie las
promesas de Dios para
la casa de David. Y le
da una señal. Pero
resulta que en el
original hebreo dice:
“Mira que la muchacha
está encinta y va a dar
a luz un hijo”. La
muchacha o joven
señora era la reina, que
iba a tener un hijo que
sería un gran rey y muy
religioso: Ezequías.
Por lo tanto seguía en pie la
promesa a la casa de David.
35. Más tarde, por los
años ochenta o
cien antes de
Cristo, unos
sabios hebreos en
Alejandría
tradujeron la Biblia
del hebreo al
griego.
Y, al traducir lo de la muchacha, pusieron: la virgen o
una virgen, pues resulta que no había artículos. Hay una
ley o norma sobre la inspiración bíblica: que Dios no
sólo inspira el primer original, sino las copias de copias
de copias, que durante siglos cambiaban un poquito,
como en este caso. Esto hasta que con los apóstoles se
terminó la época de la Inspiración.
36. Entonces san Mateo
aprovecha esta
traducción en griego para
expresar que esa profecía
se aplicaba a la Virgen
que iba a tener aquel
Niño divino. De esta
manera continúa y
sublimada la profecía a la
casa de David. Por su
parte Dios ratifica estas
palabras de san Mateo
como mensaje inspirado
para nosotros, porque
ese niño sí va a ser
verdaderamente
Enmanuel, Dios con
nosotros.
37. Enmanuel no es solamente un nombre, sino una realidad
admirable. El hijo de la Virgen es Dios con nosotros. Por
la Encarnación Dios ha visitado a su pueblo. Pero no
sólo ha visitado, sino que se ha quedado con su pueblo.
Y no sólo se ha quedado. sino que se ha hecho uno de
su pueblo.
38. De ese Hijo de Dios, “nacido, según la carne, de la estirpe
de David”, les hablaba san Pablo a los romanos y nos
habla hoy a nosotros. Jesucristo es la salvación para
todos, para judíos y paganos. Debemos responder a esta
fe.
Así nos lo
dice hoy san
Pablo en la 2ª
lectura, que
es el
comienzo de
la carta a los
romanos.
39. Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol,
escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este
Evangelio, prometido ya por sus profetas en las
Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según
la carne, de la estirpe de David; constituido, según
el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por
su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro
Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer
que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria
de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros,
llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a
quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los
santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro
Padre, y del Señor Jesucristo.
40. Aquí se reafirma que Jesús es el Hijo venido del cielo,
pero al mismo tiempo es de la tierra, siguiendo la
descendencia de David. Jesús, por ser Dios, nace de una
Virgen, ratificándose claramente en el evangelio esta
virginidad.
41. Se reafirma la virginidad
de María, no porque
signifique un desprecio
o condena del amor
humano del matrimonio
y de la sexualidad. Sería
una contradicción, ya
que es una creación de
Dios, sino que se afirma
la virginidad de María
sobre todo porque
indica la sorprendente
iniciativa de Dios para
entroncarse en la carne
de la humanidad.
42. Dios, con todo su amor,
escoge aquella joven,
María, porque se ha
abierto sin condiciones
ni reservas a la venida
del Señor, a quien con
todo su amor esperaba.
Hoy la pedimos que
nos dé también al
esperado, porque
muchas veces
andamos como ovejas
sin pastor.