El documento discute el concepto de poner al alumno en el centro del sistema educativo. Mientras que este principio parece obvio, en la práctica diaria hay desafíos para equilibrar la transmisión de conocimiento con la motivación del alumno. Se necesita encontrar formas de hacer que el aprendizaje sea significativo para los estudiantes sin renunciar a los objetivos del plan de estudios.
El alumno en el centro del sistema: un principio de sentido común
1.
2. En la práctica del día a día
nos preguntamos si es el
alumno o el saber que
esta en el <<centro del
sistema>>.
3. Enseñáis lo mejor posible, es decir, os esforzáis por transmitir
a los alumnos conocimientos establecidos por los programas,
tal como son.
4. Sería un error quedarse con una fórmula –el alumno el
centro del sistema- de la ley de orientación de 1989 pero
que ya había sido enunciada, alrededor de 1900 por
Édouard Claparède en el momento de la fundación del
Institut Jean Jackes Rousseau en Ginebra.
5. Se trataba entonces de recordar que es el alumno y sólo él, quien
aprende, y que, por lo tanto, todos los esfuerzos de la escuela deben
converger hacia sus aprendizajes.
“No cabe duda de que
hoy en día esto suena a
perogrullada”
Philippe Meirieu
6. El alumno en el centro del sistema
Es un principio que demuestra sentido común en una sociedad laica y
democrática que desea trasmitir a todos sus hijos los fundamentos de la
ciudadanía.
7. <<¿A caso no deben converger todos los esfuerzos hacia el alumno, el
centro común?>>.
De hecho, ¿quién podría afirmar
lo contrario?...
8. “Cuando se conoce el empeño de la
mayoría de profesores por transmitir
un conocimiento y las dificultades
que encuentran en la práctica de esta
tarea, denunciar los ‹‹espejismos de
la juventud›› o hacer un regreso a la
transmisión de los conocimientos, la
clave de las reformas futuras pudo
parecer fuera de contexto; la señal de
que nos estábamos negando atacar
el problema concreto del ¿cómo
hacer?…”
Bruno Descroix
10. Podríamos motivar a un niño con el juego, pero poco
a poco, nos iríamos encontrando con “una parte
incomprensible de aprendizaje libresco” en la cual la
motivación no entraría en juego.
11. Cualquier profesor sabe que debe
conjugar al mismo tiempo la motivación y
el trabajo, sin que uno anteceda al otro, y
sin convertir uno de los dos
elementos en condición para
acontecer al otro.
12. No podemos hacer trabajar al alumno por sumisión ,
servidumbre o miedo al castigo. Todo nuestro trabajo
consiste en hacer sumergir la motivación en el propio
movimiento del trabajo.
13. Se verá como un profesor de lengua y literatura consigue apartar sus
alumnos de la fascinación de la tele realidad para llevarlos a abordar un
autor de literatura clásica sin la menor concesión.