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ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
342 • 2001 / VI
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Introducción a la
prospectiva:
metodologías, fases y
explotación de resultados.
PROSPECTIVA TECNOLÓGICA
El afán de los humanos por conseguir adivinar el futuro para tomar
mejor sus decisiones en el presente es tan viejo como el paso a la re-
flexión de la especie. Unas veces contemplando las estrellas, otras,
rebuscando en las entrañas de un ave
muerta, los hombres primitivos intentaban
prever cuáles de sus acciones iban a ser
gratas a los dioses y cuáles iban a desen-
cadenar su furia.
En las antiguas civilizaciones, el de la pro-
fecía era el más preciado de los dones, y
los profetas se convertían con cierta facili-
dad en dirigentes, puesto que eran quienes
mejor podían tomar decisiones acertadas
compatibles con lo que les había sido reve-
lado sobre el porvenir. Generales y políti-
cos acudían al oráculo de Delfos para con-
sultarle antes de iniciar sus empresas.
JESÚS RODRÍGUEZ CORTEZO
Director General. Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial (OPTI)
Más recientemente, Nostradamus puso en
sus versos tal capacidad de adivinación que
todavía hoy centenares de millares de bue-
nas almas se aterrorizan especulando sobre
lo que queda hasta el fin del mundo. Y
también en la actualidad, los horóscopos
son las páginas más leídas de las revistas, y
videntes de todo tipo se hacen de oro facili-
tando visiones de futuro a esa creciente
fracción de la humanidad que parece haber
puesto todo su empeño en huir desespera-
damente de la racionalidad.
La prospectiva no tiene nada que ver con
todo esto, y, por otra parte, es mucho más
reciente. Sin embargo, sí que tiene algo en
común con las viejas tradiciones adivinato-
rias: el objetivo de conocer por dónde pue-
de ir el futuro para tomar mejores decisio-
nes en el presente. Lo que sucede es que
para conseguirlo no recurre a la magia, sino
a las opiniones de personas expertas en las
materias de que se trate, expresadas a través
de mecanismos sistematizados de reflexión
colectiva. Son estos mecanismos los que
constituyen las técnicas y metodologías em-
pleadas en prospectiva.
Las técnicas que se utilizan en lo que ac-
tualmente se llama prospectiva (encuestas
DELPHI, construcción de escenarios, etc.)
tienen su origen en la mitad del siglo XX, y
quienes las emplearon primero fueron
corporaciones norteamericanas que traba-
jaban para el sistema de defensa de ese
país. Sin embargo, esas mismas herra-
mientas metodológicas fueron enseguida
aplicadas a finalidades comerciales, al
desarrollarse el marketing como elemento
fundamental de la competitividad y super-
vivencia de las empresas.
Igualmente han sido ampliamente emplea-
das en sociología y otras áreas de conoci-
miento, y ha sido frecuente que muchos
países hayan creado entidades específica-
mente dedicadas a realizar estudios de
prospectiva sobre diferentes aspectos que
configuran el futuro. Naturalmente, a lo lar-
go de estas décadas uno de esos aspectos
es, no podía ser de otra forma, la evolución
de la ciencia y la tecnología, y han sido nu-
merosos los estudios que se han realizado
identificando escenarios de futuro y ten-
dencias previsibles de evolución en distin-
tos ámbitos del conocimiento científico-
tecnológico.
En este contexto, lo que aporta de nuevo
la década de los noventa es la intervención
de los gobiernos, que empiezan a conside-
rar a la prospectiva tecnológica como una
herramienta privilegiada al servicio de la
definición de sus políticas. La novedad,
pues, reside en el uso que se hace de la
herramienta, no en la naturaleza de la mis-
ma: en el hecho de que los gobiernos ha-
yan decidido asignar recursos de cierta im-
portancia a la realización de estudios de
prospectiva tecnológica y a la difusión y
explotación de los resultados de esos estu-
dios. Dado lo universal del fenómeno en
los últimos diez o doce años, merece la
pena preguntarse de qué se está hablando.
Es lo que se va a intentar en el presente ar-
tículo.
Concepto de prospectiva
La aplicación de la prospectiva a los fines
mencionados de apoyo a la definición de
políticas y a la toma de decisiones, se ex-
plica por el elevado nivel de incertidumbre
en que se realizan estos procesos. Efectiva-
mente, todo cuanto se relaciona con la tec-
nología, su evolución a largo plazo y su
aplicación práctica aparece revestido con
el barniz de lo incierto. La globalización de
la economía, el ritmo de avance del des-
arrollo tecnológico, el volumen de recur-
sos a invertir en los desarrollos, el acorta-
miento de la vida de los productos, el
protagonismo de los servicios intensivos
en tecnologías de la información en la ex-
pansión económica y la vulnerabilidad
que rodea al despegue de estos servicios,
por su misma naturaleza, son, todas ellas,
razones que avalan ese nivel de incerti-
dumbre del que se ha hablado, en el que
se toman decisiones que comprometen
grandes volúmenes de recursos y de es-
fuerzo humano a largo plazo, con un gran
desconocimiento del marco de situaciones
posibles que se pueden producir cuando
se llegue al final del proceso iniciado. Ese
desconocimiento de los escenarios posi-
bles es precisamente lo que se define co-
mo incertidumbre (ver «La prospectiva y la
política de innovación», Economía Indus-
trial, n.° 331).
Para combatir esta consciencia de preca-
riedad en el conocimiento, se utilizan di-
versas técnicas, que se diferencian entre sí
en el horizonte temporal contemplado y
en las bases en que se apoya la percep-
ción de futuro. Se pueden mencionar las
siguientes:
Identificación de la demanda tecnoló-
gica. Las tecnologías concretas que van a
ser objeto de demanda, y por las que, por
tanto, han de apostar los tomadores de de-
cisiones, se identifican mediante encues-
tas a las empresas usuarias de dichas tec-
nologías. Se trata, pues, de un método
basado en las opiniones de los expertos
empresariales que precisan utilizar la tec-
nología para sus fines industriales, como
un input más de la producción. Son, por
su misma naturaleza, proyecciones a pla-
zo más bien corto.
Vigilancia tecnológica. Bajo este nom-
bre se engloban distintas técnicas, que tie-
nen en común que se apoyan en la obser-
vación de acontecimientos relacionados
con la evolución de la tecnología, general-
mente en entornos de aplicación muy de-
finidos. Estos acontecimientos suelen ser
patentes registradas, anuncios y presen-
cias en ferias y congresos, noticias relacio-
nadas con el avance tecnológico o con la
aparición de productos industriales, etc.
La vigilancia tecnológica manifiesta su ma-
yor utilidad a la escala de las empresas.
Previsión tecnológica. La previsión a
medio y largo plazo de la evolución de las
tecnologías consiste en la descripción de
las expectativas lógicas de desarrollo ba-
sadas en los estudios de expertos tecnólo-
gos, que se apoyan en su profundo cono-
cimiento del nivel de desarrollo actual y
de los proyectos, recursos y líneas de in-
vestigación existentes o previsibles razo-
nablemente en el futuro.
Prospectiva. La prospectiva se basa tam-
bién en las opiniones de expertos, pero, a
diferencia de la previsión, no se apoya en
estudios técnicos de proyección del pre-
sente hacia el futuro en un plano estricta-
mente científico-tecnológico, sino que re-
caba pareceres de personas de diferentes
áreas de conocimiento y sitúa sus aproxi-
maciones a la evolución de la tecnología
en el marco de la evolución económica y
social.
Según la OCDE, la prospectiva consiste
en «tentativas sistemáticas para observar a
largo plazo el futuro de la ciencia, la tec-
nología, la economía y la sociedad, con
el propósito de identificar las tecnologías
emergentes que probablemente produz-
can los mayores beneficios económicos y
sociales».
Como se ve en esta definición, es consus-
tancial con el concepto de prospectiva la
aplicación de la tecnología y su encarna-
ción en «beneficios económicos y socia-
les». Nada más lejano a los criterios de la
ciencia por la ciencia y a la valoración del
conocimiento desarrollado sin atender a
su aplicación. La prospectiva es, por su
propia naturaleza, una disciplina social;
también lo es por la forma en que se apli-
ca. Efectivamente, se ha dicho que son
«tentativas sistemáticas», que deben impli-
car a la mayor cantidad de expertos posi-
ble, y hacerlo de una forma sistematizada,
aplicando metodologías predefinidas. En
otras palabras, se trata de un trabajo colec-
tivo, que adquiere su valor cuanto mayor
es el número y variedad de los expertos
implicados, y que se realiza metódicamen-
J. RODRÍGUEZ CORTEZO
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
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te. Sin estas características, no se está ha-
blando de prospectiva, sino de otra cosa.
Al ser una técnica participativa, es tam-
bién una técnica integradora. Los diver-
sos actores que colaboran en un ejercicio
de prospectiva intercambian conocimien-
tos y posiciones, y se esfuerzan en llegar
a consensos que luego les obligan a to-
dos. Se ha podido, con justicia, decir que
el proceso (la dinámica de reflexión colec-
tiva y negociación de consensos sobre las
diferentes visiones del futuro) es tan im-
portante en estos casos como el producto
(el informe final).
A ello se refiere la conocida regla de las
cinco Cs, que es considerada la base de la
cultura de la prospectiva, y con la que se
resume el efecto vertebrador que un ejer-
cicio de prospectiva tiene sobre los agen-
tes del sistema nacional de innovación.
Según esta regla, tal efecto se manifiesta
en las siguientes formas:
Comunicación entre diferentes actores
del sistema de I+DT. En condiciones nor-
males esta comunicación muchas veces
no se produce, o no con la fluidez desea-
ble.
Concentración en el largo plazo, mientras
se está atendiendo a las tareas de la pros-
pectiva.
Coordinación de acciones y políticas con-
juntas.
Consenso sobre prioridades y visión com-
partida del futuro. La obtención de con-
senso sobre las proyecciones de futuro,
no importa que el consenso sea de míni-
mos, es el objeto de las metodologías em-
pleadas en prospectiva.
Compromiso con los resultados obtenidos
y los objetivos a alcanzar.
Como resumen de esta aproximación al
concepto de prospectiva tecnológica, se
menciona a continuación qué es lo que
aporta o puede aportar:
1|— Desarrolla visiones de futuro sobre tec-
nologías y aspectos clave del desarrollo.
2|— Proporciona fuentes de conocimiento.
3|— Posibilita el diálogo entre actores.
4|— Fomenta la creación de redes de cola-
boración.
5|— Proporciona información para el desa-
rrollo de políticas tecnológicas.
6|— Moviliza un amplio colectivo y le obli-
ga a reflexionar sobre el futuro.
En pocas palabras: reduce el nivel de in-
certidumbre, mejora el conocimiento y fa-
cilita la interacción y la comunicación en-
tre los agentes del sistema nacional de
innovación.
Metodologías
Las metodologías utilizadas para realizar
trabajos de prospectiva son variadas, pero
todas tienen como objeto sistematizar la
reflexión colectiva, que es la base del pro-
ceso, y facilitar la consecución de consen-
sos. Para ello se apoyan en tres principios:
la creatividad, el conocimiento y la inter-
acción. En el extremo, la creatividad lleva-
ría a la literatura de ciencia ficción; el co-
nocimiento, a estudios de proyección de
futuro estrictamente científicos, y la inter-
acción, a reuniones en régimen de brain-
storming. La combinación de los tres valo-
res mencionados, sin embargo, permite
desarrollar unos métodos de trabajo que
conducen a resultados tan alejados de la
ciencia ficción como de la extrapolación
científica.
Las metodologías más empleadas en pros-
pectiva son las que se describen somera-
mente en las líneas que siguen: paneles de
expertos, encuestas Delphi, identificación
de tecnologías críticas y construcción de
escenarios. Sin embargo, la primera obser-
vación que resulta necesario hacer es que,
casi siempre, lo que se utiliza son combi-
naciones de estas metodologías. Lo habi-
tual es que la fase preparatoria de una en-
cuesta Delphi la realice un panel de
expertos, y no pocas veces, los resultados
de una encuesta de este tipo sirven de ba-
se para un proceso de construcción de es-
cenarios. Así, una característica de los res-
ponsables de un ejercicio de prospectiva,
sobre todo si éste reviste una cierta com-
plejidad y diversificación de ámbitos te-
máticos, es la flexibilidad metodológica, lo
que siempre ha de ser compatible con el
rigor a la hora de aplicar un método con-
creto.
Paneles de expertos
Los paneles se suelen constituir alrededor
de un área temática. En los ejercicios am-
plios de prospectiva (por ejemplo, a nivel
nacional), las áreas temáticas son varias, y
INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA…
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
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así ocurre también con los paneles. En
la composición de éstos, que no deben
tener más de diez o quince miembros, se
ha de buscar el equilibrio de orígenes
profesionales entre ellos (procedencia de
la empresa, del mundo académico, de la
administración, o, en su caso, tecnólogos,
economistas y sociólogos, etc.).
Igualmente es importante garantizar un
mínimo equilibrio en razón del sexo,
edad, origen geográfico, etc. Ha de tener-
se en cuenta que el principal peligro que
se cierne sobre la actividad de un panel
de expertos es que se produzca una ex-
cesiva identificación cultural o de intere-
ses entre sus miembros, lo que constituye
un factor esterilizador de los resultados a
conseguir.
Un posible esquema de trabajo para un pa-
nel de expertos es el siguiente (menciona-
do estrictamente a título de ejemplo):
 Alcance del campo, cuestiones a tratar,
plan de trabajo, metodología.
 Recopilación y análisis de información
internacional. Identificación de las fuerzas
directoras que influyen en esa área o sec-
tor.
 Análisis de la posición del país: agen-
tes, estructura, competencia, etc.
 Posición del país en relación con el
marco internacional.
 Visión común del panel sobre el desa-
rrollo tecnológico. Situar esta visión en
relación con: sistema educativo, I+D,
capacidad industrial, marco legal y regla-
mentario, financiación, etc.
 Informe final: visión de futuro y pro-
puesta de prioridades.
Cuando funcionen varios paneles en para-
lelo, es necesario organizar reuniones pe-
riódicas entre los responsables de los mis-
mos para garantizar la coherencia
metodológica y evitar la dispersión temáti-
ca y la pérdida de vista de los objetivos co-
munes. Y esto, que parece de sentido co-
mún, es uno de los aspectos más críticos
del ejercicio.
El método Delphi
Es, sin duda, la más empleada de las me-
todologías. Se le ha definido como «una
herramienta para encontrar ideas, formar
opiniones y realizar pronósticos de futu-
ro». No se debe olvidar, sin embargo, que
es sólo un instrumento y no es lícito con-
fundir la prospectiva con él. Como es sa-
bido, consiste en la preparación de unos
cuestionarios compuestos por un conjun-
to de hipótesis de futuro que son valora-
das por expertos en función de unas va-
riables predeterminadas (variables del
tipo: plazo de materialización de la hipó-
tesis, grado de importancia de la misma,
influencia de su materialización desde di-
ferentes puntos de vista, etc.).
Una vez procesadas estadísticamente las
respuestas, son enviadas, por segunda vez,
a los que han respondido, para que, a la luz
de las respuestas de la mayoría consideren
si desean, o no, revisar su opinión. Luego
son procesados los resultados de la segun-
da vuelta, y se procede de la misma manera
para una tercera vuelta, si la hubiere. Lo
más frecuente es trabajar a dos vueltas úni-
camente. Aun así, el método Delphi es cos-
toso en tiempo y en recursos.
Las grandes ventajas son: el anonimato
que garantiza a los encuestados; la reite-
ración, que permite a éstos reconsiderar
sus opiniones, siendo por tanto un me-
canismo propiciador de consenso, y la
presentación estadística aséptica de sus
resultados, que impide que éstos aparez-
can deformados por juicios de valor.
Entre los inconvenientes ya se ha mencio-
nado el coste. Además ha de tenerse en
cuenta que la identificación de los temas o
hipótesis a evaluar es un elemento crítico
y muy complejo, ya que la validez de un
DELPHI depende de lo razonables e inteli-
gentes que sean tales hipótesis. Es habi-
tual que, para elaborar y redactar estas hi-
pótesis se constituya un panel de expertos
altamente cualificados. Por otra parte, los
resultados del Delphi no son el final del
estudio, sino el comienzo de un proceso
de análisis, discusión y difusión.
En resumen, las etapas de una encuesta
Delphi son las que aparecen en el siguien-
te esquema:
s Identificación del objeto del estudio:
área temática, horizonte temporal, objeti-
vos perseguidos, etc.
s Formulación de las hipótesis o temas a
valorar.
s Definición de las variables de valora-
ción: plazo en que se materializará la
hipótesis, grado de importancia, posición
del país en relación con ella, obstáculos a
su realización, etc.
s Primera ronda: envío de cuestionarios,
recepción de respuestas, tratamiento esta-
dístico.
s Segunda ronda: envío de cuestionarios
a cada encuestado de la primera ronda
con los resultados generales y sus propias
respuestas, para que las reconsidere si lo
cree conveniente. Tratamiento estadístico
de las respuestas finales.
s Análisis de los resultados.
No hace falta insistir en que este proceso
consume bastante tiempo. Por otra parte,
este método es el que permite movilizar
un mayor número de opiniones de exper-
tos, lo que conduce también a una última
consideración de tipo práctico. Los resul-
tados de un DELPHI se reconocen como
válidos cuando están apoyados en no me-
nos de treinta encuestas respondidas; pe-
ro, como es lógico, dado lo laborioso y
comprometido de responder a ellas, la
mayor parte de los encuestados primitiva-
mente no lo hacen, reputándose como un
éxito satisfactorio que el índice de res-
puesta se sitúe entre el 30% y el 35% de las
encuestas enviadas. Ello conduce a la con-
clusión de que un DELPHI sólo tiene sen-
tido si la población a consultar consta al
menos de cien expertos. Esta reflexión de-
be ser incorporada a la planificación de
los ejercicios de prospectiva a la hora de
decidir las metodologías a emplear.
Las tecnologías críticas
Consiste en la elaboración de listas de tec-
nologías que se consideran críticas para la
evolución de una sociedad determinada.
Ha sido el método elegido por Francia pa-
ra realizar sus dos ejercicios de prospecti-
J. RODRÍGUEZ CORTEZO
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va de 1995 y 2000; también se ha utilizado
mucho para estudios de áreas temáticas
concretas en EEUU y otros países. El mé-
todo, en esencia, combina el análisis de
las necesidades tecnológicas del mercado
Market Pull con la dinámica propia del
progreso científico y tecnológico Techno-
logy Push. Para ello se constituyen diver-
sos paneles de expertos que van prepa-
rando, desde puntos de vista específicos
asociados con estas dos dimensiones, lis-
tas de tecnologías.
Después, estas listas son armonizadas y
fusionadas, hasta llegar a una final. Todo
este proceso se desarrolla siguiendo es-
quemas similares al siguiente:
1|— Establecimiento de los criterios de se-
lección de las tecnologías, como pueden
ser: mercados de referencia, impacto so-
bre el comercio exterior, aceptabilidad so-
cial, riesgo de dependencia del exterior,
etcétera.
2|— Constitución de grupos de expertos al-
rededor de áreas temáticas asociadas con
las dos dimensiones mencionadas, Market
Pull y Technology Push. A título de ejem-
plo, respecto a las primeras, las áreas a
considerar pueden ser del tipo de salud y
medioambiente, sistemas de transporte,
etc. En cuanto a las áreas derivadas de la
presión de la tecnología, pueden ser tec-
nologías de la información y las comuni-
caciones, ciencias de la vida, materiales,
etcétera.
3|— Cada grupo o panel prepara una lista
de tecnologías utilizando los criterios de
selección establecidos, justificando la
elección, analizando el impacto global so-
bre la competitividad de cada tecnología y
jerarquizándolas.
4|— Un comité director armoniza y fusiona
las listas de los distintos grupos, aplicando
criterios de coherencia basados en la eva-
luación de la posición del país. Se recurre
para ello a puntos de vista industriales y
científicos, investigación bibliográfica,
bancos de datos de patentes, informes ad
hoc, etc. Como consecuencia, se obtiene
una única lista jerarquizada y reducida.
5|— El último paso es seleccionar las tecno-
logías críticas dentro de esa lista final. Ha
de tenerse en cuenta que el concepto de
«tecnología crítica» es relativo y sólo tiene
sentido en función de un país concreto
y/o de un proyecto estratégico relaciona-
do con su posición competitiva. Así, la se-
lección final de tecnologías se hace en
función de dos dimensiones: el atractivo
de la tecnología, medido por factores co-
mo mercados reales o potenciales que
abre, contribución a las necesidades na-
cionales, capacidad de difusión de la tec-
nología…, y posición del país frente a ella,
medida por factores como la capacidad in-
dustrial y científica, dominio de la tecnolo-
gía en cuestión, alianzas, capacidad para
ponerla en valor (mercados, financiación,
etcétera).
6|— La lista final de tecnologías críticas con-
viene que sea presentada asociando cada
tecnología a sus «factores de éxito», como
son la existencia de empresas líderes rela-
cionadas con ella, posibilidad de alianzas,
aceptabilidad social, u otros similares.
Construcción de escenarios
Los escenarios son guiones que descri-
ben caminos alternativos hacia un futuro
posible apoyado en hipótesis razonables.
Son construcciones intelectuales que
ayudan a comprender lo que puede ocu-
rrir, no lo que va a ocurrir, ni lo que de-
be ocurrir, ni lo que la gente quiere que
ocurra. Es importante aclarar esto desde
el principio, porque a veces se ven las
técnicas de escenarios empleadas para
dibujar un futuro probable, prácticamen-
te sin alternativas, cuando estas técnicas
para lo que deben servir es para dibujar
alternativas posibles e identificar los
acontecimientos en el tiempo (indicado-
res), que permiten entender cuál de esas
alternativas se va convirtiendo en más
probable.
Un esquema simplificado del proceso de
construcción de escenarios es el siguiente:
1|— Centrar el marco de las decisiones es-
tratégicas a cuyo servicio se desarrolla el
proceso (fijar objetivos).
2|— Identificar las «fuerzas directoras» en re-
lación con dicho marco. Se habla de «aná-
lisis STEEPV», aludiendo a que, esas «fuer-
zas directoras» pueden ser de naturaleza
social, tecnológica, económica, ecológica,
política o valores.
3|— Identificar factores influyentes que se
pueden extraer, por ejemplo, de los resul-
tados de una encuesta DELPHI.
4|— Aplicar a estos factores un análisis im-
portancia/incertidumbre, de forma que
sean seleccionados aquéllos revestidos de
mayor importancia y más elevado nivel de
incertidumbre sobre su desarrollo.
INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA…
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5|— La combinación de estos factores es la
que permite describir dos o tres escena-
rios alternativos.
6|— Desarrollar, relacionándolas entre sí,
las secuencias de acontecimientos que
conducen a uno u a otro de los escena-
rios. Así será posible identificar los «indica-
dores» que señalan en el tiempo el acerca-
miento o alejamiento a cada escenario
posible.
7|— Como conclusión, se ha de escribir ca-
da escenario en forma esquemática, asig-
narle un nombre e identificar las amena-
zas y oportunidades que afectan a su
probabilidad de realización, así como los
indicadores que permiten percibir su cer-
canía.
Los escenarios así construidos (que no de-
ben ser, como ya se ha dicho, más de tres
o, como máximo, cuatro) han de cumplir
con unos criterios, que en realidad permi-
ten fijarse en cuáles de los posibles van a
ser más útiles: han de ser plausibles (no se
trata de hacer ciencia ficción); estructural-
mente diferentes entre sí, de forma que lo
que los distinga a unos de otros no sea el
valor de alguna variable poco relevante;
internamente consistentes, útiles para ayu-
dar a la toma de decisiones (que, en defi-
nitiva, es lo que justifica todo cuanto se es-
tá diciendo), y, finalmente, desafiantes
respecto a la visión tradicional del futuro.
Desarrollo de un
proceso de prospectiva
En un ejercicio de prospectiva tecnológica
se distinguen tres etapas bien diferencia-
das: la previa, denominada preprospecti-
va, en la que, partiendo de la decisión po-
lítica de abordar el ejercicio, se han de fijar
los objetivos, áreas temáticas, agentes eje-
cutores, metodologías, horizonte tempo-
ral, etc.; la realización de los estudios de
prospectiva propiamente dichos, y la fase
que suele llamarse post-prospectiva, de
explotación de los estudios, elaboración
de recomendaciones, difusión, etc.
Antes de entrar en la descripción de todas
ellas es preciso advertir que las fases pre-
via y posterior requieren tanta atención y
recursos como la ejecución de los estu-
dios, y que especialmente la primera fase
es determinante para el éxito del proceso.
Las primeras características de un ejercicio
de prospectiva son su ámbito geográfico
(regional, nacional, supranacional), su
orientación (predominantemente econó-
mica, social o científica) y su alcance (glo-
bal o sectorial). En realidad, suelen ser
consecuencias directas de cuál sea el órga-
no institucional que ha tomado la iniciati-
va. Sin embargo, estas cuestiones institu-
cionales previas no son secundarias: una
vez que alguna entidad de la administra-
ción ha asumido el liderazgo del proceso,
puede ocurrir, o no, que se garantice la in-
tegración de opiniones e intereses de
otros órganos y del sector privado, y el
que se haga de una manera o de otra, es
determinante para que los resultados de
los trabajos emprendidos sean finalmente
aceptados y útiles para el conjunto de la
sociedad.
La definición de objetivos es el punto de
partida real, como en todo proyecto. En
este caso ha de tenerse claro cuáles son
las prioridades, porque ello afecta muy di-
rectamente a la configuración del ejerci-
cio. La primera cuestión a dilucidar es si
prevalecen criterios de adquisición de co-
nocimiento, de competitividad industrial o
de satisfacción social.
En estas tres grandes orientaciones pueden
englobarse, en rigor, casi todos los ejerci-
cios de prospectiva realizados en los distin-
tos países, pero las opciones son muy dife-
rentes entre sí, y condicionan también la
forma de hacer las cosas. Otros dos aspec-
tos vinculados a la definición de objetivos
que han de clarificarse a priori son los si-
guientes: a) si es importante dar continui-
dad a los trabajos, en cuyo caso se contem-
pla a medio plazo una entidad dedicada a
ello, o bien si se trata de una operación
puntual en el tiempo, y b) a qué nivel de
detalle se quiere llegar, lo que condiciona
los contenidos de las hipótesis a elaborar y
los perfiles de los expertos a movilizar.
Los objetivos determinan, a su vez, la deli-
mitación de áreas temáticas a abordar. En
primer lugar, si se va a realizar un trata-
miento conjunto (de tipo global) o espe-
cializado. Y, en este último caso, si los ele-
mentos de diferenciación van a ser las áre-
as de conocimiento o los sectores produc-
tivos. En cualquier caso, si se van a abor-
dar estudios por áreas o sectores, habrán
de seleccionarse en qué áreas o sectores
se va a hacer, de acuerdo con criterios lo
más objetivos posibles, a no ser que la de-
cisión política inicial ya incluya este tipo
de decisiones.
Entre los criterios de selección que podrían
emplearse, se pueden mencionar los si-
guientes: peso en la formación del pro-
ducto interior bruto y en la generación de
empleo (que serían criterios aplicables a
sectores productivos), y horizontalidad en
la aplicación, contribución a la calidad de
vida o consideraciones estratégicas (que
serían más aplicables a áreas de conoci-
miento). Criterios de este tipo u otros simi-
lares permitirán objetivizar, en lo posible,
la selección de áreas temáticas, que por
otra parte, en general depararán pocas
sorpresas a los conocedores de la realidad
socio-económica de cada país.
El siguiente paso a dar es definir la estruc-
tura operativa con la que se va a realizar
el ejercicio. Hay, por supuesto, una direc-
ción política, que reside en la Administra-
ción, y de la que ya se ha insinuado que
deberá integrar las necesidades e intereses
de diferentes órganos de la misma, lo que
no siempre ocurre. En bastantes países,
uno de los obstáculos que se oponen a un
adecuado aprovechamiento de las posibi-
lidades que ofrece la prospectiva es la ten-
sión entre órganos directivos de la Admi-
nistración, que han entablado auténticas
batallas campales alrededor de las compe-
tencias en este tema. Y hay que advertir
que, contra lo que pueda parecer, este fe-
nómeno no es privativo de los países lati-
nos, ni mucho menos.
De todas formas, la dirección política no
va a intervenir en el día a día, que descan-
sa en una dirección operativa, responsa-
ble del ejercicio, y que normalmente no
está situada en la Administración, sino en
alguna entidad profesional privada a la
que se encomienda este trabajo. Si se va a
actuar en distintas áreas temáticas, como
es frecuente, se suele encargar de los tra-
bajos relacionados con cada área un agen-
te (entidad o persona), buen conocedor
del área, seleccionado cuidadosamente en
J. RODRÍGUEZ CORTEZO
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
342 • 2001 / VI
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función de sus habilidades e integración
en el sector. No hay que olvidar la impor-
tancia de su papel como movilizador, y
que esto exige que sea aceptado por el co-
lectivo profesional al que se dirige.
Es habitual, también, la creación de un pa-
nel de expertos (o de paneles por áreas)
que apoyen con su conocimiento la activi-
dad de la entidad o persona encargada de
la dirección operativa. Cuando se trabaja
por áreas y funcionan varios paneles de
expertos en paralelo es fundamental po-
ner en marcha mecanismos de coordina-
ción que garanticen la homogeneidad me-
todológica, la fidelidad en plazos y
recursos a la programación establecida y
la no desviación de los objetivos persegui-
dos. En resumen, como se ve, la organiza-
ción exigida es, si no compleja, al menos,
delicada.
Dentro de esta fase de preprospectiva, se
cuenta la elección de la metodología a uti-
lizar, que ha de hacerse en función de las
realidades a que se refiere el ejercicio. Por
citar algo muy elemental, ya se ha mencio-
nado que el empleo del método DELPHI,
además de costoso y de precisar de una
dedicación en tiempo cercana al año, sólo
tiene sentido si se puede acceder a una po-
blación experta del orden del centenar de
personas. No hay espacio ni tiempo aquí
para profundizar en este tipo de considera-
ciones aplicadas a las distintas metodolo-
gías en presencia, pero el lector podrá ha-
cerse idea de que no se está hablando de
nada banal.
El seguimiento de una moda puede llevar
a situaciones casi grotescas, especialmen-
te en colectividades pequeñas y en las que
la base industrial y de conocimientos es li-
mitada. Los estudios de prospectiva son,
sin duda, útiles en todas las latitudes, pero
la forma de hacerlos ha de adaptarse sen-
satamente a las realidades existentes, no
olvidando, por otra parte, la sabia máxima
de que es bueno aprovechar lo que ya han
hecho otros, y que inventar la rueda es un
esfuerzo intelectual meritorio, pero de es-
casa sustancia.
En el caso de que la metodología elegida
haya sido el Delphi, se plantea la elabora-
ción de hipótesis para los cuestionarios,
que, como ya se ha dicho, es el factor más
importante del éxito y de la utilidad del
trabajo realizado. Ocurre lo mismo cuan-
do se van a construir escenarios (lo que se
hace frecuentemente con los resultados
del Delphi, como también se ha dicho). Lo
importante no son tanto las técnicas de
discusión, ni mucho menos las habilida-
des estadísticas, como la solidez de las hi-
pótesis que alimentan el proceso. Por eso
se ha podido decir, con razón, que la in-
versión en tiempo y esfuerzo en esta fase
previa siempre se rentabiliza.
Una vez realizados los estudios, se pasa a
la etapa de posprospectiva, a la que tam-
bién merece la pena dedicar algún co-
mentario. El mayor riesgo que se corre
cuando se abordan este tipo de aventuras
es que, ya realizados los estudios de pros-
pectiva, aplicando con rigor e inteligencia
las metodologías adecuadas, y después de
haber conseguido movilizar las opiniones
de un sinnúmero de expertos de diferen-
tes disciplinas, el resultado de tanto es-
fuerzo se convierta en una publicación en
gran formato que decore las librerías de
unas docenas de despachos de dirigentes
y políticos, y no sea consultada por nadie.
Y como puede imaginar el lector avisado,
tal peligro dista mucho de ser fruto de la
fantasía del autor.
Lo que se está llamando (por utilizar la ter-
minología acuñada en el Reino Unido)
posprospectiva es la fase en que se intenta
evitar ese riesgo, poniendo en explotación
los resultados de los estudios realizados.
Una primera observación que cualquiera
haría es que si esos estudios han sido
abordados como consecuencia de una de-
cisión política, el riesgo de su no utiliza-
ción no debería existir, puesto que la vo-
luntad política estaría presente, esperando
ansiosamente llegar a conclusiones sobre
ellos.
Quien tal dijera, demostraría una ingenui-
dad digna de mejor causa, y sobre todo un
notable desconocimiento de las realidades
de la vida, pues prácticamente en ningún
país se ha producido una situación pareci-
da. Y, además, es lógico que así haya sido.
Ha de tenerse en cuenta que las decisiones
sobre abordar estudios de prospectiva se
han producido en el marco de una corrien-
te mundial en el que todos los países in-
dustrializados lo hacían, y no se puede ol-
vidar la importancia del efecto moda en las
decisiones públicas. Además, los ejercicios
de prospectiva son largos, y desde la deci-
sión de acometerlos hasta la disponibilidad
de los primeros resultados transcurre un es-
pacio de tiempo que, en el mejor de los ca-
sos, se evalúa entre año y medio y dos años
y medio. Demasiado para la política, e in-
cluso para la permanencia de los políticos:
es muy habitual que quienes reciben esos
resultados no sean los mismos que han en-
cargado el inicio de los trabajos, y queden
un poco desconcertados ante esos volúme-
nes que muchas veces los autores (la direc-
INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA…
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
342 • 2001 / VI
19
ción operativa) no se han molestado en
presentar en una forma mínimamente
atractiva y digerible para quien no es, ni tie-
ne por qué ser, experto en las tecnologías
objeto de análisis.
La posprospectiva tiene, pues, como objeti-
vo conseguir una utilización amplia y efec-
tiva de los resultados conseguidos, para lo
cual se hacen necesarias actividades de dis-
tinto tipo: en primer lugar, extraer de los
estudios realizados una información accesi-
ble y directa para quienes toman decisio-
nes en el sector público o en las empresas,
sin que por eso se pierda el necesario rigor.
Complementariamente, proceder a la difu-
sión de esos resultados, de forma que lle-
guen a toda la sociedad y promuevan la
discusión y la reflexión entre todos los
agentes a los que puedan afectar.
Todo ello da lugar a la creación de talleres
de profundización, encargados de extraer
conclusiones, identificar grandes tenden-
cias de evolución, proponer recomendacio-
nes, instrumentar sistemas de seguimiento,
etc. Además, obliga a la organización res-
ponsable de las tareas de prospectiva a con-
vertirse en una máquina de comunicación
eficiente, capaz de sostener acciones del
tipo de las siguientes: publicación de los
estudios, boletines periódicos, publicacio-
nes ligeras de difusión de aspectos parcia-
les o sectoriales de los resultados, mante-
nimiento de una web eficiente, actos de
presentación, seminarios, participación en
congresos, proyección en los medios de
comunicación, etc.
En conclusión, no parece haberse faltado
a la verdad al decir que las fases prepara-
toria y posterior a la realización de los es-
tudios de prospectiva exigen una atención
especial y una elevada dedicación de re-
cursos, esfuerzo y tiempo.
A modo de conclusión
Para terminar estas líneas puede ser útil
recordar algunos aspectos que han sido
comentados en ellas y que deben conside-
rarse cuestiones determinantes de cómo
se va a desarrollar un ejercicio de prospec-
tiva y cuáles van a ser sus consecuencias.
No son exhaustivas (hay otros muchos as-
pectos importantes a considerar), pero sí
exigen decisiones que, una vez tomadas,
condicionan fuertemente el discurrir de
las cosas.
s Emprender un ejercicio de prospectiva
a escala nacional o regional es una deci-
sión política, que debe tomarse al nivel
adecuado y definiendo muy precisamente
los objetivos que se persiguen. «Hacer
prospectiva» no es un objetivo, sino que
ha de tenerse claro para qué.
s La responsabilidad política recae en el
organismo u organismos públicos que
promueven y vigilan el ejercicio, y su éxito
y aceptación (es decir, el aprovechamien-
to de sus resultados) dependerán, en gran
medida, de que estén adecuadamente
relacionados con el proceso todos cuantos
deban estarlo.
s La elección de la entidad operativa eje-
cutora de los trabajos es otra decisión crí-
tica; no es lo mismo apoyarse en empresas
consultoras, que en centros tecnológicos.
Igualmente crítica es la elección de las
entidades colaboradoras cuando se va a
trabajar en red para atender especializada-
mente a diferentes sectores o áreas temáti-
cas, y la instrumentación de las relaciones
entre ellas y de los mecanismos de coordi-
nación.
s Qué áreas temáticas (y cuáles no) van a
ser objeto de análisis prospectivo condi-
ciona el alcance del ejercicio y muchas
veces a los agentes ejecutores. Está muy
relacionado con los objetivos propuestos
y con el origen de la iniciativa.
s La metodología a emplear no es neu-
tral. Influye en los recursos presupuesta-
rios a movilizar y en los plazos, y, a su vez,
está condicionada por los objetivos perse-
guidos y por condiciones de entorno
(como, por ejemplo, la población experta
accesible).
s Finalmente, los recursos económicos
para financiar el ejercicio de prospectiva
son una decisión y, al mismo tiempo, una
condición. Presupuestar adecuadamente,
sobre todo teniendo en cuenta las etapas
de pre y posprospectiva en las que tanto
se ha insistido, no es fácil. Y desde luego,
los recursos disponibles determinan el
alcance de los trabajos y la forma de abor-
darlos.
Como siempre, lo único que se está ha-
ciendo es recordar aquella vieja verdad de
que no se puede subestimar la compleji-
dad de lo que realmente es complejo.
J. RODRÍGUEZ CORTEZO
ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o
342 • 2001 / VI
20

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El afán de los humanos por conseguir adivinar el futuro para tomar

  • 1. ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 13 Introducción a la prospectiva: metodologías, fases y explotación de resultados. PROSPECTIVA TECNOLÓGICA El afán de los humanos por conseguir adivinar el futuro para tomar mejor sus decisiones en el presente es tan viejo como el paso a la re- flexión de la especie. Unas veces contemplando las estrellas, otras, rebuscando en las entrañas de un ave muerta, los hombres primitivos intentaban prever cuáles de sus acciones iban a ser gratas a los dioses y cuáles iban a desen- cadenar su furia. En las antiguas civilizaciones, el de la pro- fecía era el más preciado de los dones, y los profetas se convertían con cierta facili- dad en dirigentes, puesto que eran quienes mejor podían tomar decisiones acertadas compatibles con lo que les había sido reve- lado sobre el porvenir. Generales y políti- cos acudían al oráculo de Delfos para con- sultarle antes de iniciar sus empresas. JESÚS RODRÍGUEZ CORTEZO Director General. Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial (OPTI) Más recientemente, Nostradamus puso en sus versos tal capacidad de adivinación que todavía hoy centenares de millares de bue- nas almas se aterrorizan especulando sobre lo que queda hasta el fin del mundo. Y también en la actualidad, los horóscopos son las páginas más leídas de las revistas, y videntes de todo tipo se hacen de oro facili- tando visiones de futuro a esa creciente fracción de la humanidad que parece haber puesto todo su empeño en huir desespera- damente de la racionalidad. La prospectiva no tiene nada que ver con todo esto, y, por otra parte, es mucho más reciente. Sin embargo, sí que tiene algo en común con las viejas tradiciones adivinato- rias: el objetivo de conocer por dónde pue- de ir el futuro para tomar mejores decisio- nes en el presente. Lo que sucede es que para conseguirlo no recurre a la magia, sino a las opiniones de personas expertas en las materias de que se trate, expresadas a través de mecanismos sistematizados de reflexión colectiva. Son estos mecanismos los que constituyen las técnicas y metodologías em- pleadas en prospectiva. Las técnicas que se utilizan en lo que ac- tualmente se llama prospectiva (encuestas
  • 2. DELPHI, construcción de escenarios, etc.) tienen su origen en la mitad del siglo XX, y quienes las emplearon primero fueron corporaciones norteamericanas que traba- jaban para el sistema de defensa de ese país. Sin embargo, esas mismas herra- mientas metodológicas fueron enseguida aplicadas a finalidades comerciales, al desarrollarse el marketing como elemento fundamental de la competitividad y super- vivencia de las empresas. Igualmente han sido ampliamente emplea- das en sociología y otras áreas de conoci- miento, y ha sido frecuente que muchos países hayan creado entidades específica- mente dedicadas a realizar estudios de prospectiva sobre diferentes aspectos que configuran el futuro. Naturalmente, a lo lar- go de estas décadas uno de esos aspectos es, no podía ser de otra forma, la evolución de la ciencia y la tecnología, y han sido nu- merosos los estudios que se han realizado identificando escenarios de futuro y ten- dencias previsibles de evolución en distin- tos ámbitos del conocimiento científico- tecnológico. En este contexto, lo que aporta de nuevo la década de los noventa es la intervención de los gobiernos, que empiezan a conside- rar a la prospectiva tecnológica como una herramienta privilegiada al servicio de la definición de sus políticas. La novedad, pues, reside en el uso que se hace de la herramienta, no en la naturaleza de la mis- ma: en el hecho de que los gobiernos ha- yan decidido asignar recursos de cierta im- portancia a la realización de estudios de prospectiva tecnológica y a la difusión y explotación de los resultados de esos estu- dios. Dado lo universal del fenómeno en los últimos diez o doce años, merece la pena preguntarse de qué se está hablando. Es lo que se va a intentar en el presente ar- tículo. Concepto de prospectiva La aplicación de la prospectiva a los fines mencionados de apoyo a la definición de políticas y a la toma de decisiones, se ex- plica por el elevado nivel de incertidumbre en que se realizan estos procesos. Efectiva- mente, todo cuanto se relaciona con la tec- nología, su evolución a largo plazo y su aplicación práctica aparece revestido con el barniz de lo incierto. La globalización de la economía, el ritmo de avance del des- arrollo tecnológico, el volumen de recur- sos a invertir en los desarrollos, el acorta- miento de la vida de los productos, el protagonismo de los servicios intensivos en tecnologías de la información en la ex- pansión económica y la vulnerabilidad que rodea al despegue de estos servicios, por su misma naturaleza, son, todas ellas, razones que avalan ese nivel de incerti- dumbre del que se ha hablado, en el que se toman decisiones que comprometen grandes volúmenes de recursos y de es- fuerzo humano a largo plazo, con un gran desconocimiento del marco de situaciones posibles que se pueden producir cuando se llegue al final del proceso iniciado. Ese desconocimiento de los escenarios posi- bles es precisamente lo que se define co- mo incertidumbre (ver «La prospectiva y la política de innovación», Economía Indus- trial, n.° 331). Para combatir esta consciencia de preca- riedad en el conocimiento, se utilizan di- versas técnicas, que se diferencian entre sí en el horizonte temporal contemplado y en las bases en que se apoya la percep- ción de futuro. Se pueden mencionar las siguientes: Identificación de la demanda tecnoló- gica. Las tecnologías concretas que van a ser objeto de demanda, y por las que, por tanto, han de apostar los tomadores de de- cisiones, se identifican mediante encues- tas a las empresas usuarias de dichas tec- nologías. Se trata, pues, de un método basado en las opiniones de los expertos empresariales que precisan utilizar la tec- nología para sus fines industriales, como un input más de la producción. Son, por su misma naturaleza, proyecciones a pla- zo más bien corto. Vigilancia tecnológica. Bajo este nom- bre se engloban distintas técnicas, que tie- nen en común que se apoyan en la obser- vación de acontecimientos relacionados con la evolución de la tecnología, general- mente en entornos de aplicación muy de- finidos. Estos acontecimientos suelen ser patentes registradas, anuncios y presen- cias en ferias y congresos, noticias relacio- nadas con el avance tecnológico o con la aparición de productos industriales, etc. La vigilancia tecnológica manifiesta su ma- yor utilidad a la escala de las empresas. Previsión tecnológica. La previsión a medio y largo plazo de la evolución de las tecnologías consiste en la descripción de las expectativas lógicas de desarrollo ba- sadas en los estudios de expertos tecnólo- gos, que se apoyan en su profundo cono- cimiento del nivel de desarrollo actual y de los proyectos, recursos y líneas de in- vestigación existentes o previsibles razo- nablemente en el futuro. Prospectiva. La prospectiva se basa tam- bién en las opiniones de expertos, pero, a diferencia de la previsión, no se apoya en estudios técnicos de proyección del pre- sente hacia el futuro en un plano estricta- mente científico-tecnológico, sino que re- caba pareceres de personas de diferentes áreas de conocimiento y sitúa sus aproxi- maciones a la evolución de la tecnología en el marco de la evolución económica y social. Según la OCDE, la prospectiva consiste en «tentativas sistemáticas para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tec- nología, la economía y la sociedad, con el propósito de identificar las tecnologías emergentes que probablemente produz- can los mayores beneficios económicos y sociales». Como se ve en esta definición, es consus- tancial con el concepto de prospectiva la aplicación de la tecnología y su encarna- ción en «beneficios económicos y socia- les». Nada más lejano a los criterios de la ciencia por la ciencia y a la valoración del conocimiento desarrollado sin atender a su aplicación. La prospectiva es, por su propia naturaleza, una disciplina social; también lo es por la forma en que se apli- ca. Efectivamente, se ha dicho que son «tentativas sistemáticas», que deben impli- car a la mayor cantidad de expertos posi- ble, y hacerlo de una forma sistematizada, aplicando metodologías predefinidas. En otras palabras, se trata de un trabajo colec- tivo, que adquiere su valor cuanto mayor es el número y variedad de los expertos implicados, y que se realiza metódicamen- J. RODRÍGUEZ CORTEZO ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 14
  • 3. te. Sin estas características, no se está ha- blando de prospectiva, sino de otra cosa. Al ser una técnica participativa, es tam- bién una técnica integradora. Los diver- sos actores que colaboran en un ejercicio de prospectiva intercambian conocimien- tos y posiciones, y se esfuerzan en llegar a consensos que luego les obligan a to- dos. Se ha podido, con justicia, decir que el proceso (la dinámica de reflexión colec- tiva y negociación de consensos sobre las diferentes visiones del futuro) es tan im- portante en estos casos como el producto (el informe final). A ello se refiere la conocida regla de las cinco Cs, que es considerada la base de la cultura de la prospectiva, y con la que se resume el efecto vertebrador que un ejer- cicio de prospectiva tiene sobre los agen- tes del sistema nacional de innovación. Según esta regla, tal efecto se manifiesta en las siguientes formas: Comunicación entre diferentes actores del sistema de I+DT. En condiciones nor- males esta comunicación muchas veces no se produce, o no con la fluidez desea- ble. Concentración en el largo plazo, mientras se está atendiendo a las tareas de la pros- pectiva. Coordinación de acciones y políticas con- juntas. Consenso sobre prioridades y visión com- partida del futuro. La obtención de con- senso sobre las proyecciones de futuro, no importa que el consenso sea de míni- mos, es el objeto de las metodologías em- pleadas en prospectiva. Compromiso con los resultados obtenidos y los objetivos a alcanzar. Como resumen de esta aproximación al concepto de prospectiva tecnológica, se menciona a continuación qué es lo que aporta o puede aportar: 1|— Desarrolla visiones de futuro sobre tec- nologías y aspectos clave del desarrollo. 2|— Proporciona fuentes de conocimiento. 3|— Posibilita el diálogo entre actores. 4|— Fomenta la creación de redes de cola- boración. 5|— Proporciona información para el desa- rrollo de políticas tecnológicas. 6|— Moviliza un amplio colectivo y le obli- ga a reflexionar sobre el futuro. En pocas palabras: reduce el nivel de in- certidumbre, mejora el conocimiento y fa- cilita la interacción y la comunicación en- tre los agentes del sistema nacional de innovación. Metodologías Las metodologías utilizadas para realizar trabajos de prospectiva son variadas, pero todas tienen como objeto sistematizar la reflexión colectiva, que es la base del pro- ceso, y facilitar la consecución de consen- sos. Para ello se apoyan en tres principios: la creatividad, el conocimiento y la inter- acción. En el extremo, la creatividad lleva- ría a la literatura de ciencia ficción; el co- nocimiento, a estudios de proyección de futuro estrictamente científicos, y la inter- acción, a reuniones en régimen de brain- storming. La combinación de los tres valo- res mencionados, sin embargo, permite desarrollar unos métodos de trabajo que conducen a resultados tan alejados de la ciencia ficción como de la extrapolación científica. Las metodologías más empleadas en pros- pectiva son las que se describen somera- mente en las líneas que siguen: paneles de expertos, encuestas Delphi, identificación de tecnologías críticas y construcción de escenarios. Sin embargo, la primera obser- vación que resulta necesario hacer es que, casi siempre, lo que se utiliza son combi- naciones de estas metodologías. Lo habi- tual es que la fase preparatoria de una en- cuesta Delphi la realice un panel de expertos, y no pocas veces, los resultados de una encuesta de este tipo sirven de ba- se para un proceso de construcción de es- cenarios. Así, una característica de los res- ponsables de un ejercicio de prospectiva, sobre todo si éste reviste una cierta com- plejidad y diversificación de ámbitos te- máticos, es la flexibilidad metodológica, lo que siempre ha de ser compatible con el rigor a la hora de aplicar un método con- creto. Paneles de expertos Los paneles se suelen constituir alrededor de un área temática. En los ejercicios am- plios de prospectiva (por ejemplo, a nivel nacional), las áreas temáticas son varias, y INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA… ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 15
  • 4. así ocurre también con los paneles. En la composición de éstos, que no deben tener más de diez o quince miembros, se ha de buscar el equilibrio de orígenes profesionales entre ellos (procedencia de la empresa, del mundo académico, de la administración, o, en su caso, tecnólogos, economistas y sociólogos, etc.). Igualmente es importante garantizar un mínimo equilibrio en razón del sexo, edad, origen geográfico, etc. Ha de tener- se en cuenta que el principal peligro que se cierne sobre la actividad de un panel de expertos es que se produzca una ex- cesiva identificación cultural o de intere- ses entre sus miembros, lo que constituye un factor esterilizador de los resultados a conseguir. Un posible esquema de trabajo para un pa- nel de expertos es el siguiente (menciona- do estrictamente a título de ejemplo): Alcance del campo, cuestiones a tratar, plan de trabajo, metodología. Recopilación y análisis de información internacional. Identificación de las fuerzas directoras que influyen en esa área o sec- tor. Análisis de la posición del país: agen- tes, estructura, competencia, etc. Posición del país en relación con el marco internacional. Visión común del panel sobre el desa- rrollo tecnológico. Situar esta visión en relación con: sistema educativo, I+D, capacidad industrial, marco legal y regla- mentario, financiación, etc. Informe final: visión de futuro y pro- puesta de prioridades. Cuando funcionen varios paneles en para- lelo, es necesario organizar reuniones pe- riódicas entre los responsables de los mis- mos para garantizar la coherencia metodológica y evitar la dispersión temáti- ca y la pérdida de vista de los objetivos co- munes. Y esto, que parece de sentido co- mún, es uno de los aspectos más críticos del ejercicio. El método Delphi Es, sin duda, la más empleada de las me- todologías. Se le ha definido como «una herramienta para encontrar ideas, formar opiniones y realizar pronósticos de futu- ro». No se debe olvidar, sin embargo, que es sólo un instrumento y no es lícito con- fundir la prospectiva con él. Como es sa- bido, consiste en la preparación de unos cuestionarios compuestos por un conjun- to de hipótesis de futuro que son valora- das por expertos en función de unas va- riables predeterminadas (variables del tipo: plazo de materialización de la hipó- tesis, grado de importancia de la misma, influencia de su materialización desde di- ferentes puntos de vista, etc.). Una vez procesadas estadísticamente las respuestas, son enviadas, por segunda vez, a los que han respondido, para que, a la luz de las respuestas de la mayoría consideren si desean, o no, revisar su opinión. Luego son procesados los resultados de la segun- da vuelta, y se procede de la misma manera para una tercera vuelta, si la hubiere. Lo más frecuente es trabajar a dos vueltas úni- camente. Aun así, el método Delphi es cos- toso en tiempo y en recursos. Las grandes ventajas son: el anonimato que garantiza a los encuestados; la reite- ración, que permite a éstos reconsiderar sus opiniones, siendo por tanto un me- canismo propiciador de consenso, y la presentación estadística aséptica de sus resultados, que impide que éstos aparez- can deformados por juicios de valor. Entre los inconvenientes ya se ha mencio- nado el coste. Además ha de tenerse en cuenta que la identificación de los temas o hipótesis a evaluar es un elemento crítico y muy complejo, ya que la validez de un DELPHI depende de lo razonables e inteli- gentes que sean tales hipótesis. Es habi- tual que, para elaborar y redactar estas hi- pótesis se constituya un panel de expertos altamente cualificados. Por otra parte, los resultados del Delphi no son el final del estudio, sino el comienzo de un proceso de análisis, discusión y difusión. En resumen, las etapas de una encuesta Delphi son las que aparecen en el siguien- te esquema: s Identificación del objeto del estudio: área temática, horizonte temporal, objeti- vos perseguidos, etc. s Formulación de las hipótesis o temas a valorar. s Definición de las variables de valora- ción: plazo en que se materializará la hipótesis, grado de importancia, posición del país en relación con ella, obstáculos a su realización, etc. s Primera ronda: envío de cuestionarios, recepción de respuestas, tratamiento esta- dístico. s Segunda ronda: envío de cuestionarios a cada encuestado de la primera ronda con los resultados generales y sus propias respuestas, para que las reconsidere si lo cree conveniente. Tratamiento estadístico de las respuestas finales. s Análisis de los resultados. No hace falta insistir en que este proceso consume bastante tiempo. Por otra parte, este método es el que permite movilizar un mayor número de opiniones de exper- tos, lo que conduce también a una última consideración de tipo práctico. Los resul- tados de un DELPHI se reconocen como válidos cuando están apoyados en no me- nos de treinta encuestas respondidas; pe- ro, como es lógico, dado lo laborioso y comprometido de responder a ellas, la mayor parte de los encuestados primitiva- mente no lo hacen, reputándose como un éxito satisfactorio que el índice de res- puesta se sitúe entre el 30% y el 35% de las encuestas enviadas. Ello conduce a la con- clusión de que un DELPHI sólo tiene sen- tido si la población a consultar consta al menos de cien expertos. Esta reflexión de- be ser incorporada a la planificación de los ejercicios de prospectiva a la hora de decidir las metodologías a emplear. Las tecnologías críticas Consiste en la elaboración de listas de tec- nologías que se consideran críticas para la evolución de una sociedad determinada. Ha sido el método elegido por Francia pa- ra realizar sus dos ejercicios de prospecti- J. RODRÍGUEZ CORTEZO ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 16
  • 5. va de 1995 y 2000; también se ha utilizado mucho para estudios de áreas temáticas concretas en EEUU y otros países. El mé- todo, en esencia, combina el análisis de las necesidades tecnológicas del mercado Market Pull con la dinámica propia del progreso científico y tecnológico Techno- logy Push. Para ello se constituyen diver- sos paneles de expertos que van prepa- rando, desde puntos de vista específicos asociados con estas dos dimensiones, lis- tas de tecnologías. Después, estas listas son armonizadas y fusionadas, hasta llegar a una final. Todo este proceso se desarrolla siguiendo es- quemas similares al siguiente: 1|— Establecimiento de los criterios de se- lección de las tecnologías, como pueden ser: mercados de referencia, impacto so- bre el comercio exterior, aceptabilidad so- cial, riesgo de dependencia del exterior, etcétera. 2|— Constitución de grupos de expertos al- rededor de áreas temáticas asociadas con las dos dimensiones mencionadas, Market Pull y Technology Push. A título de ejem- plo, respecto a las primeras, las áreas a considerar pueden ser del tipo de salud y medioambiente, sistemas de transporte, etc. En cuanto a las áreas derivadas de la presión de la tecnología, pueden ser tec- nologías de la información y las comuni- caciones, ciencias de la vida, materiales, etcétera. 3|— Cada grupo o panel prepara una lista de tecnologías utilizando los criterios de selección establecidos, justificando la elección, analizando el impacto global so- bre la competitividad de cada tecnología y jerarquizándolas. 4|— Un comité director armoniza y fusiona las listas de los distintos grupos, aplicando criterios de coherencia basados en la eva- luación de la posición del país. Se recurre para ello a puntos de vista industriales y científicos, investigación bibliográfica, bancos de datos de patentes, informes ad hoc, etc. Como consecuencia, se obtiene una única lista jerarquizada y reducida. 5|— El último paso es seleccionar las tecno- logías críticas dentro de esa lista final. Ha de tenerse en cuenta que el concepto de «tecnología crítica» es relativo y sólo tiene sentido en función de un país concreto y/o de un proyecto estratégico relaciona- do con su posición competitiva. Así, la se- lección final de tecnologías se hace en función de dos dimensiones: el atractivo de la tecnología, medido por factores co- mo mercados reales o potenciales que abre, contribución a las necesidades na- cionales, capacidad de difusión de la tec- nología…, y posición del país frente a ella, medida por factores como la capacidad in- dustrial y científica, dominio de la tecnolo- gía en cuestión, alianzas, capacidad para ponerla en valor (mercados, financiación, etcétera). 6|— La lista final de tecnologías críticas con- viene que sea presentada asociando cada tecnología a sus «factores de éxito», como son la existencia de empresas líderes rela- cionadas con ella, posibilidad de alianzas, aceptabilidad social, u otros similares. Construcción de escenarios Los escenarios son guiones que descri- ben caminos alternativos hacia un futuro posible apoyado en hipótesis razonables. Son construcciones intelectuales que ayudan a comprender lo que puede ocu- rrir, no lo que va a ocurrir, ni lo que de- be ocurrir, ni lo que la gente quiere que ocurra. Es importante aclarar esto desde el principio, porque a veces se ven las técnicas de escenarios empleadas para dibujar un futuro probable, prácticamen- te sin alternativas, cuando estas técnicas para lo que deben servir es para dibujar alternativas posibles e identificar los acontecimientos en el tiempo (indicado- res), que permiten entender cuál de esas alternativas se va convirtiendo en más probable. Un esquema simplificado del proceso de construcción de escenarios es el siguiente: 1|— Centrar el marco de las decisiones es- tratégicas a cuyo servicio se desarrolla el proceso (fijar objetivos). 2|— Identificar las «fuerzas directoras» en re- lación con dicho marco. Se habla de «aná- lisis STEEPV», aludiendo a que, esas «fuer- zas directoras» pueden ser de naturaleza social, tecnológica, económica, ecológica, política o valores. 3|— Identificar factores influyentes que se pueden extraer, por ejemplo, de los resul- tados de una encuesta DELPHI. 4|— Aplicar a estos factores un análisis im- portancia/incertidumbre, de forma que sean seleccionados aquéllos revestidos de mayor importancia y más elevado nivel de incertidumbre sobre su desarrollo. INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA… ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 17
  • 6. 5|— La combinación de estos factores es la que permite describir dos o tres escena- rios alternativos. 6|— Desarrollar, relacionándolas entre sí, las secuencias de acontecimientos que conducen a uno u a otro de los escena- rios. Así será posible identificar los «indica- dores» que señalan en el tiempo el acerca- miento o alejamiento a cada escenario posible. 7|— Como conclusión, se ha de escribir ca- da escenario en forma esquemática, asig- narle un nombre e identificar las amena- zas y oportunidades que afectan a su probabilidad de realización, así como los indicadores que permiten percibir su cer- canía. Los escenarios así construidos (que no de- ben ser, como ya se ha dicho, más de tres o, como máximo, cuatro) han de cumplir con unos criterios, que en realidad permi- ten fijarse en cuáles de los posibles van a ser más útiles: han de ser plausibles (no se trata de hacer ciencia ficción); estructural- mente diferentes entre sí, de forma que lo que los distinga a unos de otros no sea el valor de alguna variable poco relevante; internamente consistentes, útiles para ayu- dar a la toma de decisiones (que, en defi- nitiva, es lo que justifica todo cuanto se es- tá diciendo), y, finalmente, desafiantes respecto a la visión tradicional del futuro. Desarrollo de un proceso de prospectiva En un ejercicio de prospectiva tecnológica se distinguen tres etapas bien diferencia- das: la previa, denominada preprospecti- va, en la que, partiendo de la decisión po- lítica de abordar el ejercicio, se han de fijar los objetivos, áreas temáticas, agentes eje- cutores, metodologías, horizonte tempo- ral, etc.; la realización de los estudios de prospectiva propiamente dichos, y la fase que suele llamarse post-prospectiva, de explotación de los estudios, elaboración de recomendaciones, difusión, etc. Antes de entrar en la descripción de todas ellas es preciso advertir que las fases pre- via y posterior requieren tanta atención y recursos como la ejecución de los estu- dios, y que especialmente la primera fase es determinante para el éxito del proceso. Las primeras características de un ejercicio de prospectiva son su ámbito geográfico (regional, nacional, supranacional), su orientación (predominantemente econó- mica, social o científica) y su alcance (glo- bal o sectorial). En realidad, suelen ser consecuencias directas de cuál sea el órga- no institucional que ha tomado la iniciati- va. Sin embargo, estas cuestiones institu- cionales previas no son secundarias: una vez que alguna entidad de la administra- ción ha asumido el liderazgo del proceso, puede ocurrir, o no, que se garantice la in- tegración de opiniones e intereses de otros órganos y del sector privado, y el que se haga de una manera o de otra, es determinante para que los resultados de los trabajos emprendidos sean finalmente aceptados y útiles para el conjunto de la sociedad. La definición de objetivos es el punto de partida real, como en todo proyecto. En este caso ha de tenerse claro cuáles son las prioridades, porque ello afecta muy di- rectamente a la configuración del ejerci- cio. La primera cuestión a dilucidar es si prevalecen criterios de adquisición de co- nocimiento, de competitividad industrial o de satisfacción social. En estas tres grandes orientaciones pueden englobarse, en rigor, casi todos los ejerci- cios de prospectiva realizados en los distin- tos países, pero las opciones son muy dife- rentes entre sí, y condicionan también la forma de hacer las cosas. Otros dos aspec- tos vinculados a la definición de objetivos que han de clarificarse a priori son los si- guientes: a) si es importante dar continui- dad a los trabajos, en cuyo caso se contem- pla a medio plazo una entidad dedicada a ello, o bien si se trata de una operación puntual en el tiempo, y b) a qué nivel de detalle se quiere llegar, lo que condiciona los contenidos de las hipótesis a elaborar y los perfiles de los expertos a movilizar. Los objetivos determinan, a su vez, la deli- mitación de áreas temáticas a abordar. En primer lugar, si se va a realizar un trata- miento conjunto (de tipo global) o espe- cializado. Y, en este último caso, si los ele- mentos de diferenciación van a ser las áre- as de conocimiento o los sectores produc- tivos. En cualquier caso, si se van a abor- dar estudios por áreas o sectores, habrán de seleccionarse en qué áreas o sectores se va a hacer, de acuerdo con criterios lo más objetivos posibles, a no ser que la de- cisión política inicial ya incluya este tipo de decisiones. Entre los criterios de selección que podrían emplearse, se pueden mencionar los si- guientes: peso en la formación del pro- ducto interior bruto y en la generación de empleo (que serían criterios aplicables a sectores productivos), y horizontalidad en la aplicación, contribución a la calidad de vida o consideraciones estratégicas (que serían más aplicables a áreas de conoci- miento). Criterios de este tipo u otros simi- lares permitirán objetivizar, en lo posible, la selección de áreas temáticas, que por otra parte, en general depararán pocas sorpresas a los conocedores de la realidad socio-económica de cada país. El siguiente paso a dar es definir la estruc- tura operativa con la que se va a realizar el ejercicio. Hay, por supuesto, una direc- ción política, que reside en la Administra- ción, y de la que ya se ha insinuado que deberá integrar las necesidades e intereses de diferentes órganos de la misma, lo que no siempre ocurre. En bastantes países, uno de los obstáculos que se oponen a un adecuado aprovechamiento de las posibi- lidades que ofrece la prospectiva es la ten- sión entre órganos directivos de la Admi- nistración, que han entablado auténticas batallas campales alrededor de las compe- tencias en este tema. Y hay que advertir que, contra lo que pueda parecer, este fe- nómeno no es privativo de los países lati- nos, ni mucho menos. De todas formas, la dirección política no va a intervenir en el día a día, que descan- sa en una dirección operativa, responsa- ble del ejercicio, y que normalmente no está situada en la Administración, sino en alguna entidad profesional privada a la que se encomienda este trabajo. Si se va a actuar en distintas áreas temáticas, como es frecuente, se suele encargar de los tra- bajos relacionados con cada área un agen- te (entidad o persona), buen conocedor del área, seleccionado cuidadosamente en J. RODRÍGUEZ CORTEZO ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 18
  • 7. función de sus habilidades e integración en el sector. No hay que olvidar la impor- tancia de su papel como movilizador, y que esto exige que sea aceptado por el co- lectivo profesional al que se dirige. Es habitual, también, la creación de un pa- nel de expertos (o de paneles por áreas) que apoyen con su conocimiento la activi- dad de la entidad o persona encargada de la dirección operativa. Cuando se trabaja por áreas y funcionan varios paneles de expertos en paralelo es fundamental po- ner en marcha mecanismos de coordina- ción que garanticen la homogeneidad me- todológica, la fidelidad en plazos y recursos a la programación establecida y la no desviación de los objetivos persegui- dos. En resumen, como se ve, la organiza- ción exigida es, si no compleja, al menos, delicada. Dentro de esta fase de preprospectiva, se cuenta la elección de la metodología a uti- lizar, que ha de hacerse en función de las realidades a que se refiere el ejercicio. Por citar algo muy elemental, ya se ha mencio- nado que el empleo del método DELPHI, además de costoso y de precisar de una dedicación en tiempo cercana al año, sólo tiene sentido si se puede acceder a una po- blación experta del orden del centenar de personas. No hay espacio ni tiempo aquí para profundizar en este tipo de considera- ciones aplicadas a las distintas metodolo- gías en presencia, pero el lector podrá ha- cerse idea de que no se está hablando de nada banal. El seguimiento de una moda puede llevar a situaciones casi grotescas, especialmen- te en colectividades pequeñas y en las que la base industrial y de conocimientos es li- mitada. Los estudios de prospectiva son, sin duda, útiles en todas las latitudes, pero la forma de hacerlos ha de adaptarse sen- satamente a las realidades existentes, no olvidando, por otra parte, la sabia máxima de que es bueno aprovechar lo que ya han hecho otros, y que inventar la rueda es un esfuerzo intelectual meritorio, pero de es- casa sustancia. En el caso de que la metodología elegida haya sido el Delphi, se plantea la elabora- ción de hipótesis para los cuestionarios, que, como ya se ha dicho, es el factor más importante del éxito y de la utilidad del trabajo realizado. Ocurre lo mismo cuan- do se van a construir escenarios (lo que se hace frecuentemente con los resultados del Delphi, como también se ha dicho). Lo importante no son tanto las técnicas de discusión, ni mucho menos las habilida- des estadísticas, como la solidez de las hi- pótesis que alimentan el proceso. Por eso se ha podido decir, con razón, que la in- versión en tiempo y esfuerzo en esta fase previa siempre se rentabiliza. Una vez realizados los estudios, se pasa a la etapa de posprospectiva, a la que tam- bién merece la pena dedicar algún co- mentario. El mayor riesgo que se corre cuando se abordan este tipo de aventuras es que, ya realizados los estudios de pros- pectiva, aplicando con rigor e inteligencia las metodologías adecuadas, y después de haber conseguido movilizar las opiniones de un sinnúmero de expertos de diferen- tes disciplinas, el resultado de tanto es- fuerzo se convierta en una publicación en gran formato que decore las librerías de unas docenas de despachos de dirigentes y políticos, y no sea consultada por nadie. Y como puede imaginar el lector avisado, tal peligro dista mucho de ser fruto de la fantasía del autor. Lo que se está llamando (por utilizar la ter- minología acuñada en el Reino Unido) posprospectiva es la fase en que se intenta evitar ese riesgo, poniendo en explotación los resultados de los estudios realizados. Una primera observación que cualquiera haría es que si esos estudios han sido abordados como consecuencia de una de- cisión política, el riesgo de su no utiliza- ción no debería existir, puesto que la vo- luntad política estaría presente, esperando ansiosamente llegar a conclusiones sobre ellos. Quien tal dijera, demostraría una ingenui- dad digna de mejor causa, y sobre todo un notable desconocimiento de las realidades de la vida, pues prácticamente en ningún país se ha producido una situación pareci- da. Y, además, es lógico que así haya sido. Ha de tenerse en cuenta que las decisiones sobre abordar estudios de prospectiva se han producido en el marco de una corrien- te mundial en el que todos los países in- dustrializados lo hacían, y no se puede ol- vidar la importancia del efecto moda en las decisiones públicas. Además, los ejercicios de prospectiva son largos, y desde la deci- sión de acometerlos hasta la disponibilidad de los primeros resultados transcurre un es- pacio de tiempo que, en el mejor de los ca- sos, se evalúa entre año y medio y dos años y medio. Demasiado para la política, e in- cluso para la permanencia de los políticos: es muy habitual que quienes reciben esos resultados no sean los mismos que han en- cargado el inicio de los trabajos, y queden un poco desconcertados ante esos volúme- nes que muchas veces los autores (la direc- INTRODUCCIÓN A LA PROSPECTIVA… ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 19
  • 8. ción operativa) no se han molestado en presentar en una forma mínimamente atractiva y digerible para quien no es, ni tie- ne por qué ser, experto en las tecnologías objeto de análisis. La posprospectiva tiene, pues, como objeti- vo conseguir una utilización amplia y efec- tiva de los resultados conseguidos, para lo cual se hacen necesarias actividades de dis- tinto tipo: en primer lugar, extraer de los estudios realizados una información accesi- ble y directa para quienes toman decisio- nes en el sector público o en las empresas, sin que por eso se pierda el necesario rigor. Complementariamente, proceder a la difu- sión de esos resultados, de forma que lle- guen a toda la sociedad y promuevan la discusión y la reflexión entre todos los agentes a los que puedan afectar. Todo ello da lugar a la creación de talleres de profundización, encargados de extraer conclusiones, identificar grandes tenden- cias de evolución, proponer recomendacio- nes, instrumentar sistemas de seguimiento, etc. Además, obliga a la organización res- ponsable de las tareas de prospectiva a con- vertirse en una máquina de comunicación eficiente, capaz de sostener acciones del tipo de las siguientes: publicación de los estudios, boletines periódicos, publicacio- nes ligeras de difusión de aspectos parcia- les o sectoriales de los resultados, mante- nimiento de una web eficiente, actos de presentación, seminarios, participación en congresos, proyección en los medios de comunicación, etc. En conclusión, no parece haberse faltado a la verdad al decir que las fases prepara- toria y posterior a la realización de los es- tudios de prospectiva exigen una atención especial y una elevada dedicación de re- cursos, esfuerzo y tiempo. A modo de conclusión Para terminar estas líneas puede ser útil recordar algunos aspectos que han sido comentados en ellas y que deben conside- rarse cuestiones determinantes de cómo se va a desarrollar un ejercicio de prospec- tiva y cuáles van a ser sus consecuencias. No son exhaustivas (hay otros muchos as- pectos importantes a considerar), pero sí exigen decisiones que, una vez tomadas, condicionan fuertemente el discurrir de las cosas. s Emprender un ejercicio de prospectiva a escala nacional o regional es una deci- sión política, que debe tomarse al nivel adecuado y definiendo muy precisamente los objetivos que se persiguen. «Hacer prospectiva» no es un objetivo, sino que ha de tenerse claro para qué. s La responsabilidad política recae en el organismo u organismos públicos que promueven y vigilan el ejercicio, y su éxito y aceptación (es decir, el aprovechamien- to de sus resultados) dependerán, en gran medida, de que estén adecuadamente relacionados con el proceso todos cuantos deban estarlo. s La elección de la entidad operativa eje- cutora de los trabajos es otra decisión crí- tica; no es lo mismo apoyarse en empresas consultoras, que en centros tecnológicos. Igualmente crítica es la elección de las entidades colaboradoras cuando se va a trabajar en red para atender especializada- mente a diferentes sectores o áreas temáti- cas, y la instrumentación de las relaciones entre ellas y de los mecanismos de coordi- nación. s Qué áreas temáticas (y cuáles no) van a ser objeto de análisis prospectivo condi- ciona el alcance del ejercicio y muchas veces a los agentes ejecutores. Está muy relacionado con los objetivos propuestos y con el origen de la iniciativa. s La metodología a emplear no es neu- tral. Influye en los recursos presupuesta- rios a movilizar y en los plazos, y, a su vez, está condicionada por los objetivos perse- guidos y por condiciones de entorno (como, por ejemplo, la población experta accesible). s Finalmente, los recursos económicos para financiar el ejercicio de prospectiva son una decisión y, al mismo tiempo, una condición. Presupuestar adecuadamente, sobre todo teniendo en cuenta las etapas de pre y posprospectiva en las que tanto se ha insistido, no es fácil. Y desde luego, los recursos disponibles determinan el alcance de los trabajos y la forma de abor- darlos. Como siempre, lo único que se está ha- ciendo es recordar aquella vieja verdad de que no se puede subestimar la compleji- dad de lo que realmente es complejo. J. RODRÍGUEZ CORTEZO ECONOMÍA INDUSTRIAL N.o 342 • 2001 / VI 20