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INDICE TEMATICO
‐ Las prendas que componían los uniformes.
‐ La Infantería de Marina a través de su uniforme. Síntesis histórica y organización.
‐ Condiciones históricas previas a la creación de la Infantería de Marina.
‐ Primera Época (1537‐1717) Infantería de Armada. Fuerza de Desembarco y Guarnición de
Galeras, Galeones y Galeazas.
‐ Segunda Época (1717‐1827) Infantería de Marina. Cuerpo de Batallones de Marina.
Guarnición de Buques.
‐ Tercera Época (1827‐1931) Infantería de Marina. Brigada Real de Marina. Real Cuerpo de
Infantería de Marina y Real Cuerpo de Artillería de Marina. Fuerza Expedicionaria.
‐ Cuarta Época (1931‐1957) Infantería de Marina. Cuerpo de Infantería de Marina.
Guarnición de Bases.
‐ Quinta Época (1957‐) Infantería de Marina. Cuerpo de Infantería de Marina. Fuerza de
Desembarco, Expedicionaria y de Protección.
‐ Uniformidad de la Artillería de Marina.
‐ Escudos de los Viejos Tercios.
‐ Escudos de los Tercios y Agrupaciones.
‐ Escudos del Tercio de Armada y sus unidades subordinadas.
‐ Comandancia General de Infantería de Marina.
‐ Compañía “Mar Océano”
‐ Banderas de Infantería de Marina.
‐ Guiones y Banderines.
‐ San Juan Nepomuceno (Patrón de la Infantería de Marina)
‐ Privilegios históricos del Cuerpo.
‐ Tradiciones peculiares del uniforme.
‐ La antigüedad del Cuerpo.
‐ Himno de Infantería de Marina.
‐ Cronología.
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Algunas veces se ha llamado cucarda o cocarda. Estas denominaciones son galicismos, pues vienen de la
palabra francesa coquarde, que a su vez proviene de coq, gallo. El origen de esta voz se remonta a la orden
que dio Luis XIV por la que mandó adornar los sombreros de la infantería francesa con plumas de gallo de
los colores particulares de sus coroneles.
El uso de plumas era también herencia del siglo anterior. En aquel entonces
a la pluma flotante del sombrero chambergo se le denominaba
respondiente, la manera como podían subirse o bajarse las alas y écharselo
sobre la oreja o sobre la cara, respondía al estado distinto de humor del que
lo llevaba. Según contaba Barthelemy Joly en 1603, los soldados españoles,
como gibelinos, siempre han llevado la pluma a la izquierda. El nombre de
chambergo para esos sombreros de la segunda mitad del XVII proviene del
Mariscal Schomberg, que vistió con ellos a sus tropas.
La cinta del sombrero se llamaba toquilla. En origen
servía para ajustarlo a la cabeza de quien lo vestía,
obligándole de este modo a dar la talla. Cuando se
recogen las alas del sombrero y aparece el tricornio, la
toquilla queda semioculta. Las órdenes dadas en
consideración a las muertes de los Reyes de España y
demás Familia Real, desde 1746 en adelante,
establecían los uniformes de luto que debía vestir la
Armada. Entre las prendas negras de luto (chupas,
medias y bandas) se habla de una cinta de gasa que
debía ponerse en el sombrero. Tal era la toquilla, que
aumentaba su longitud hasta quedar en su mayor parte
fuera de las alas. Más tarde ser regulará en las
Ordenanzas de 1793 en su apartado 62, del tratado 2º titulo 1º, en el que se establece por primera vez la
posibilidad de vestir luto por familiares cercanos.
Lógicamente su color era negro. Hasta hace poco
tiempo era costumbre entre los enterradores
ingleses usar una chistera de brillos en la que se
anudaba en la mitad de la copa una gasa negra y
flotante, como último vestigio de la toquilla.
Hasta el 30 de diciembre de 1763, en que se
prohibió, fue también costumbre adornar con
borlas los picos del sombrero.
El tricornio se llevaba con el pico delantero sobre un
ojo, como podemos ver en muchos retratos de
época. Cuando se traía demasiado ladeado se decía
del que lo llevaba que iba de bolina. Pasar la bolina
era sinónimo de pasar la crujía, esto es, someter a
un marinero o soldado al castigo de azotes. Quizás
estuviera sancionado con jarabe de palo el llevarlo
de tal manera.
Al sombrero de alas recogidas, aparte del tricornio
también se le denominó de candil o acandilado,
porque su forma presentaba semejanza con esa
lamparilla. Aún hoy se denomina candela en Italia el
tricornio del carabinieri.
Cucarda
Tricornio (Chambergo recogido)
Sombreros militares (1 y 2 son pelucas)
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PELUCA
Luis XIII, atacado de calvicie prematura, empezó a usarla en 1624. Sus cortesanos la pusieron de moda al
imitarle. Luis XIV no la usó hasta 1763, cuando contaba 35 años; había empezado también a quedarse
calvo.
El color predilecto fue en un principio rubio pues así tenía el pelo el rey Sol. Los aduladores de turno
afirmaban que daba al hombre aspecto de león. Pronto, sin embargo, empezó a usarse de multitud de
colores.
Una ordenanza de 1716 prohibía a los soldados el uso de cofia, lienzo o red en la cabeza, así que se llevaba
el pelo metido en la bolsa como podemos ver representada en el “Diccionario demostrativo con la
configuración o anathomía de toda la architectura naval moderna”, que escribió y dibujó el Marqués de la
Victoria entre los años 1719 y 1756.
Federico Guillermo I de Prusia fue quien impuso la moda de la coleta al hacerla reglamentaria en sus
ejércitos. Esto nos recuerda un dato que Jean Marie Montperland da en su “Historia de China”. Según este
autor, cuando en 1644 los manchúes se hacen con el poder en China, instaurando la dinastía Quing, exigen
a los chinos que para diferenciarse de ellos lleven coleta como signo visible de subordinación.
La peluca sólo era usada por la oficialidad, no por la tropa. Debajo de los rizos se llevaba el pelo a cepillo,
sin patillas ni prácticamente cogote. Ningún mechón natural debía asomar entre los falsos. La tropa se
blanqueaba el pelo con polvos de harina o de arroz.
La cinta con la que se sujetaban la bolsa pasó a ser lazo. Como se la perfumaban con agua de Colonia
terminó por llamarse también colonia. De esta forma tuvieron el mismo nombre cinta y perfume.
Miguel Angel Houasse – La barbería
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En el cuadro de Miguel Angen Houasse, “La barbería”, propiedad del Patrimonio Nacional, puede verse
representado, en primer plano, un Guardia de Corp de la Compañía Flamenca, con la cabeza
completamente afeitada, que espera a que terminen de peinar su peluca.
CASACA
En 1665, a la muerte de Felipe IV, su yerno, Luis XIV decidió que
cuando se quietara el luto, no volvería a usar mangas acuchilladas que
dejen ver la camisa. Desde entonces se llevó la manga entera.
“La casaca está cerrada por delante, pero sus superficies ofrecen
espacio suficiente para los bordados, así como la manga, subida más
arriba del codo, deja sitio para los vuelos de encajes. Cierto que los
bordados estaban prohibidos en Francia, pero el Rey se reservaba para
sí y para sus favoritos el derecho de llevarlos, instituyendo en 1662 la
llamada casaca de patente; los que tenían una patente de esa clase
estaban autorizados para llevar una casaca azul con forro encarnado
profusamente bordada en oro y plata, y estas casacas daban el
derecho de acompañar dondequiera al rey sin necesidad de otro
permiso. Como el número de los favoritos era muy limitado (háblase
de sesenta), la mayor ambición de un cortesano francés fue, desde
entonces, ser admitido en la clase de esos privilegiados”.
Esta costumbre
real llega a
España con
Felipe V, y así
viste a los
oficiales de su Cuerpo General de la Armada y a sus
Guardias. En la Armada, no obstante, es posible que
el azul fuera ya un color frecuente. El Almirante don
Julio Guillén nos habla del uso del paño piloto desde
antiguo.
El 13 de junio de 1761 se ordena que los uniformes
de los oficiales y sus bordados sean según diseño del
Pequeño de los oficiales de Guardias. Esto haría
pensar que el galón flordelisado es también de esta
fecha, si no fuera porque podemos verlo ya en
retratos de marinos de principios de siglo. En la
lámina adjunta se representan dos formas diferentes
de llevarlo en los puños, según los retratos. Por
cierto, los puños, cuando eran duros, de cartón
forrado con tela, eran postizos y se sujetaban a la
manga por unos botones ocultos en su revés.
El 7 de septiembre de ese mismo año, se ordena que
las casacas de los oficiales tengan puños cerrados;
esto es, que no tengan abertura por la parte de
detrás de la manga.
Uniforme de Teniente General de la Armada; detalles de de la casaca.
Real Orden de 5 de diciembre de 1717
Justacorps
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CHALECO
Con frecuencia la pechera era falsa y se cerraba entonces por la espalda. Chalecos con pechera verdadera y
falsa fueron comunes durante el siglo XVIII.
D’Alembert se extiende en largas consideraciones
sobre su utilidad y ventajas, en la voz Arts de
l’habillement de “L’Encyclopedie”.
CAMISA
Era moda que estuviese toda llena de encajes. Los
que caían desde el cuello se denominaban chorreras,
los de los puños puñetas.
Los encajes eran indispensables para los oficiales
hasta en campaña. El Marqués de Dangeau refiere
esta bonita historieta vivida en 1690: Los oficiales del
Ejército francés, cercado por los españoles, habían
estropeado sus encajes, en vista de los cual suplicaron
al general enemigo, Marqués de Gastañaga, que
permitiera que algunos vendedores de encajes
pasaran las avanzadas para poder ellos de este modo
equiparse de nuevo. El general español accedió a
aquella petición en el acto y los franceses escogieron
encajes por valor de diez mil táleres; pero al ir a pagar
los vendedores no quisieron cobrar nada; el Marqués
lo había pagado todo.
CORAZA
Solamente se llevaba el peto, que con frecuencia era de plata.
Los generales aparecen retratados de ordinario con la casaca encima de ella.
CALZONES
Los calzones se cerraban por delante con una portañuela, que los finos decían
era au pont y la gente vulgar, a la bávara. Era una de aquellas extrañas
braguetas de dos cortes que llevaban hasta hace poco los marineros. Cuando
aparece la bragueta tal y como nosotros la conocemos, con un solo corte en la
delantera de los pantalones, en España la prohibe la Inquisición y se procede a
castigar no sólo a los que usan calzones de este tipo, sino también a los sastres
que los han hecho. Como la medida no acaba con la moda, se fijó en las puertas
de los templos un edicto autorizando a los verdugos a llevar pantalones con
bragueta. Ningún hombre decente podía vestir como un verdugo, así que los
pantalones con bragueta pasaron a mejor vida.
MEDIAS
Hasta 1730, aproximadamente, las medias llegaban más arriba de la rodilla, a
esta forma de llevarlas se le denominaba a la virulé. Luego aparecerá en la tropa
el uso de ligas o jarreteras cerradas con hebilla. Pronto se generalizan entre los
oficiales.
Guardia Walona – detalle de los encajes
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Durante cerca de cincuenta años fue de buen tono que las medias tuvieran bordados en sus cantoneras,
tanto en el lado de dentro como en el de fuera.
ZAPATOS
Sabemos por las contratas que con anterioridad a 1730 la tropa de la Armada los usaban sin tacón para no
resbalarse en las cubiertas mojadas. Debían, por tanto, ser algo así como nuestros náuticos; esos zapatos
usados principalmente en verano y cuya versión actual se la debemos a Paul Sperry, a quien se le ocurrió al
ver que su Fox‐Terrier no se escurría cuando el suelo estaba mojado.
Los zapatos de tropa eran iguales para los dos pies, es decir que no había zapato derecho y zapato
izquierdo. Carlos III mandó que tuvieran la puntera cuadrada para que los soldados no los pudieran vender
a los paisanos. No inventó nada nuevo, pues tales punteras se usaban ya en toda Europa desde hacía
cincuenta años. Las hebillas del empeine no eran un simple adorno; servían para ajustar el zapato al pie.
Los tacones se forraban de colores. El rojo era privativo de la Casa de Borbón, aunque también se usaba en
algún principado alemán. El plata era privilegio de la Soberana Orden de Malta.
GUANTES
Los guantes eran de cabritilla. Sebastián de Covarrubias en su “Tesoro de la Lengua Castellana o Española.
1611” nos dice en la voz cabrito lo siguiente:
“La piel aderezada del cabrito llamamos cabrita, y las avortivas, cabritillas”
TALABARTE
Es el cinturón de cuero del que pende la
espada. Los cinturones de gavilanes se
usaron hasta la Francesada; aunque nos
parezca extraño, las Guardias de Corps
llegaron con ellas hasta la Guerra de la
Independencia. Su vaina está copiada de la
que lleva “don Luis Josef de Vendome,
Capitán General de la Real Armada Naval
de Su Católica Magestad el Rey de las
Españas” en un grabado coloreado a la
aguada por Perigelli, conservado en la
Biblioteca Nacional de Madrid.
LLAVE
Puede verse en el esquema de la casaca (figura que acompaña esta voz), colgada en su costado derecho, al
lado del bolsillo. Era una distinción antigua de España, incluso antes de la unificación en los reinos
peninsulares cristianos.
Por ella se reconocía a los gentiles hombres. Este tratamiento tenía una enorme trascendencia jurídica y
era una de las mayores distinciones que podía recibir un caballero. Hoy lo traducimos como amigo del Rey.
De gran raigambre histórica en nuestro Derecho, ya aparece en las Partidas de Alfonso X (Partida Segunda,
Libro Segundo, Título 21) y en las Constituciones de Cataluña de la Baja Edad Media (por primera vez en
las Cortes de Murviedro, del año 1428). De acuerdo con nuestro Derecho Histórico se distinguían los
siguientes tipos de Gentilhombre:
Modo de uso del Talabarte
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a) De Cámara y entrada, que acompañaban al Rey en ella y cuando salía de palacio. Podían ser con
ejercicio o por el contrario honorarios, que se denominaban muy gráficamente de llave capona. Sus
funciones dicen que eran muy agradables por extraño que nos parezca: cortaban la comida al Rey,
le llevaban a la mesa, le traían la capa y podían entrar en cualquier lugar de palacio. De ahí el
símbolo de su emblema.
b) De Boca, que acompañaban al Rey en la mesa
para gozarse viéndolo comer.
c) De Casa o Acroe, que hacían lo propio en las
funciones religiosas y que como privilegio comían
en la misma mesa que los domésticos del príncipe.
Ambos se terminaron por fundir en los de Casa y
Boca.
d) De Manga, cuya misión era cuidar a los infantes
durante su minoría de edad.
Por si fuera poco, Almirante nos dice que en el Ejército y la
Armada el gentilhombre equivalía como término a
nuestros Ayudantes de Campo.
La llave puede verse en los retratos de la época, en
posición horizontal o vertical encima del riñón derecho. A
finales del XVIII sólo es visible su pomo, y la varilla se oculta
bajo el vuelo del bolsillo. Asía aparece en el retrato del
Teniente General de la Armada don Gabriel de Aristizábal,
que se conserva en el Museo Naval.
En contra de toda lógica, ni el emblema ni el empleo
desaparecieron con el Antiguo Régimen. En España
pervivieron hasta que la II República los suprimió.
BENGALA
En 1706 se reglamentan los bastones para el Ejército, como distintivos de mando. Dicha ordenanza omite
los de General. Estos utilizaban un cetro denominado bengala.
Recibe este nombre en el siglo XVII cuando su material es de
palo de Bengala, también llamado palo de India. Su forma
viene directamente del manípulo que los emperadores
romanos entregaban a sus generales. Significaba que quien lo
portaba era la mano del César y como tal podía actuar.
Desaparecido durante la Edad Media, reaparece en los albores
del Renacimiento. En el Trecento, le podestá de los municipios
de Italia quieren parecerse a los césares. Los artistas que pintan
sus retratos o esculpen sus tumbas o las estatuas ecuestres que
presidirán sus ciudades, los representan con bengala.
La imagen más antigua que recordamos de un caballero
portándola es de 1328: el fresco de Guidoriccio da Fogliano
que Simone Martini pintó en el Palazo Pubblico de Siena. En
Milán, detrás del altar mayor de San Giovanni in Conca,
Bernabó Visconti cabalga desde 1370, con ella en la mano,
sobre un caballo sin aparejo, rodeado de virtudes, Paolo
Símbolo de la llave
sir John Hawkwood
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LA INFANTERIA DE MARINA ESPAÑOLA A TRAVES DE SU UNIFORME
SINTESIS HISTORICA Y ORGANIZACIÓN
Por Real Decreto de 10 de Julio de 1978 se reconoce de manera oficial la antigüedad del Cuerpo de
Infantería de Marina, quedando establecida en el año 1537, siendo por tanto la más antigua del mundo,
con antelación a las de Inglaterra (Royal Marines, 1664) y Holanda (Korps Mariniers, 1665), Estados Unidos
(Marine Corps, 1775) y Portugal (Fusileiros Navais, 1797).
ANTECEDETES.
Antes de que España fuera una realidad, y antes también de que se pudiese hablar de la existencia de la
Infantería de Marina, hubo soldados de guarnición en las armadas y flotas. Se contrataban como el resto de
los profesionales para un viaje o jornada concreta y no formaban unidades permanentes. Más tarde,
cuando aparezcan las primeras unidades asignadas específicamente para esta misión marítima, esta
novedad no desterrará en mucho tiempo el antiguo sistema, coexistiendo con él.
El soldado de Marina es una realidad en la Baja Edad Media, y probablemente antes, en Castilla y Aragón.
Los soldados de mar sólo tienen misión a bordo de las naves, cuyo combate definitivo es muy similar al del
asalto a una fortaleza o reducto en tierra.
El antecedente hispano más antiguo de la Infantería de Marina se remonta a las Siete Partidas de Alfonso X
“el Sabio”: “los sobresalientes”. El ordenamiento alfonsí establecía (II Partida, XXIV, Ley II) que:
“ Quáles homes son meester para armamiento de los navios quando quisieren guerrear.
Homes de muchas maneras son meester en los navios quando quisieren guerrear por mar, asi como
almirante, que es guiador et mayoral de la armada; et comitres que ha de haber en cada galea, que
son como cabdiellos; et otrosi naucheres, que son sabidores de los vientos et de los puertos para
guiar los navios; et marineros, que son homes que los han de servir et de obedecer; et
sobresalientes, que es su oficio señaladamente de lidiar; et otros muchos asi como adelante se
muestra en las leyes de este titulo.”
Alfonso X elaborando las Siete Partidas
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Y en su Ley VI:
“Quáles deben ser los proeres et los sobresalientes, et los que han de guardar las armas, et las viandas et
la otra sarcia de los navios.
... Et sobresalientes llaman otrosi á los homes que son puestos ademas en los navios, asi como ballesteros
et otros homes de armas: et estos non han de facer otros oficios sinon defender á los que fueren en su navio
lidiando con sus enemigos: et han de seer esforzados, recios et ligeros lo mas que ellos pudieren, et quanto
mas usados fuesen de la mar tanto será mejor…”
Es decir, el sobresaliente era un soldado embarcado que no realizaba funciones marineras, sino tácticas. El
“Libro del Consulado del Mar”, pormenoriza por su parte los derechos y deberes de “hombres de armas” y
ballesteros embarcados. Se trata de personal contratado individualmente. No proceden de unidades
regulares ni forman más que grupos combativos dentro de cada barco. Son gente familiarizada con la
guerra en la mar, la defensa del buque y el golpe de mano a costas enemigas.
El sobresaliente recibía en Aragón el nombre de terçol (“Los cargos de la Hueste Real en tiempos de Alfonso
X. Estudio Onomasiológico” de Inés Carrasco).Semejante función es designada en las instituciones catalanas
con el término de terçol “nom que es donava al Ballester que en les naus de guerra ajudava a vogar als dos
remers del seu trast o remig”. Esta es la denominación que se registra en la Crónica de Muntaner Bofarull y,
siguiendo a éste, Vidal Jové, en sus respectivas traducciones castellanas de la Crónica representan como
equivalente del catalán terçol el castellano sobresaliente:
‘’Cuando el almirante hubo hecho reparar las cuarenta naves, como lo ordenara el señor infante, u
se dispuso de todas las chusmas y de toda la demás compañía de cabos, según estaba ordenado, o
sea que tantos hombres de cabeza hubiese que fuesen latinos como catalanes, y ballesteros de
tabla todos catalanes, y todas las galeras, a parte de seis ligeras que tenía como sobresalientes.’’
También, el término catalán es traducido al castellano por Vidal Jové como tercero. Así es como aparece en
el Sermó de Muntaner que constituye el capítulo 272 de su Crónica y en el que se puede apreciar que
Muntaner no tenía en muy buena estima a los que desempeñaban este oficio:
“No pongáis en vuestra escuadra, si quereis ser triunfante
En vuestros hechos, tercero, igual que se hacía antes.
Por esto he comenzado por lo que toca a la mar,
Pues conviene la domine el que quiera conquistar
Todo el reino de Cerdeña; y si lo hace, temblar
Haré a toda la gente; y esto no puede alcanzar
Si no lleva gente fresca que sepa herir y matar:
Y nunca con los terceros ser podría concentrar
Pilotos y ballesteros que son los que han de atacar.”
El Tercio tomó carta de naturaleza jurídica el 15 de noviembre de 1536.
Los soldados de mar, alistados a la vez que la marinería para cada actuación naval concreta, tuvieron una
decisiva intervención en las luchas castellanas contra ingleses y franceses, bajo el mando naval y militar de
sus almirantes y capitanes. La cornisa cantábrica fue entonces la cantera de estos combatientes que,
nacidos en el medio marítimo, eran auténticos especialistas de su profesión.
Realizada la unión peninsular e iniciada la gesta americana, desde las tres naves colombinas en adelante,
todo buque llevaba su guarnición de soldados contratada por los propios capitanes y propietarios de los
buques.
15. ‐ 15 ‐
Solimán el Magnífico
CONDICIONES HISTÓRICAS PREVIAS A LA CREACIÓN DE LA INFANTERÍA DE MARINA ESPAÑOLA
La amenaza turca
La creación y desarrollo inicial de la Infantería de Marina coincide con el momento en que el Imperio Turco
alcanza su máxima expansión. Se trata de una situación estratégica de extremada peligrosidad que
amenazaba a toda la Europa
Cristiana del siglo XVI con caer en manos de los turcos.
La amenaza turca empezó a materializarse de forma
preocupante con el asalto a Constantinopla en el 1452 por
Mohamed II. La presión se hizo más intensa al acceder al
trono, en 1521, Solimán el
Magnífico. En el primer año de su
reinado (1521) conquista Belgrado,
llave del Danubio medio; al año
siguiente, tras seis meses de sitio,
cae Rodas, llave a su vez del
Mediterráneo oriental y obstáculo
permanente al enlace por mar de
Turquía con Egipto. Cuatro años
más tarde, en 1526, tuvo lugar la
decisiva batalla de Mohacz, que le
dio a Solimán el dominio de
Hungría, y en 1529 Viena es sitiada
por primera vez. En 1534 cae
Bagdad y al año siguiente Kai red
Din, más conocido como
Barbarroja, conquista Túnez y llega
con sus incursiones hasta las bocas del Tíber.
Barbarroja
16. ‐ 16 ‐
Era preciso reaccionar con toda rapidez, ya que Túnez cogía por la espalda el arco defensivo de los
estrechos de Mesina y el canal de Sicilia. Así, en junio del mismo año 1535, Carlos I recuperó Túnez.
La importancia de la galera
En la realidad que España suponía a principios del siglo XVI y en
su interés coincidían no sólo dos espacios marítimos diferentes,
separados físicamente por el peligroso paso del Estrecho, sino
dos marinas distintas, de diferente especialización, con otra
organización y medios navales que no pudo ser llevada de un
lado a otro con éxito pleno durante siglos. Las naos atlánticas,
recias y pesadas, no resultaban de utilidad en el Mediterráneo
frente a las ágiles galeras que no precisaban de impulsión vélica
para huir o atacar, contando siempre con la ventaja del
barlovento.
La galera, en aguas calmas, y cuando la artillería aún no se
había desarrollado, presentaba indudables ventajas para el
combate.
1535 Asedio de Túnez
1535
Arcabuceros españoles en la Campaña de Túnez
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Era rápida, con silueta baja, tenía “motor” (los galeotes o chusma), con los que podía maniobrar con
agilidad. Sus rudimentarios cañones fijos a proa lanzaban una andanada y luego la potencia de fuego y
choque residía en los arcabuces y en el asalto de la infantería embarcada. Realmente era tal la importancia
de la infantería embarcada que sin ella prácticamente era nula la eficacia de la galera.
No es de extrañar, por tanto, que Carlos I se diera cuenta que la clave del éxito en el Mediterráneo era la
acción de las galeras, el único medio de la época con el que era posible el dominio del mismo. Pero la
potencia de fuego y choque de las galeras, aparte de
dos o tres cañones fijos a proa y algún que otro
“esmeril”, residía en los arcabuces de su infantería
embarcada, que en la práctica era una artillería ligera
que actuaba sobre las falcas entre remos y que luego
combatía sobre la pequeña plataforma de la
arrumbada, desde donde se iniciaba el abordaje.
El soldado de galera intervenía en los dos tiempos en
que cabe dividir el combate entre este tipo de
buques. El primer tiempo transcurre desde el
avistamiento de la galera enemiga hasta su
aproximación al alcance de las armas de fuego
portátiles. Sin embargo, es en el segundo momento,
el abordaje y su preparación, y en su caso la defensa de la nave, cuando interviene como profesional de las
armas. En general, la mitad de la gente tanto de mar como de guerra (el llamado batallón) nunca salía de la
galera y apoyaba con el fuego la acción de la otra mitad, que a su vez se dividía en dos partes, una que era
la fuerza de choque y otra la reserva. La fuerza de choque tomaba la arrumbada de la galera enemiga, para
desde allí proteger el avance de la reserva por la crujía y
los corredores laterales y neutralizar los puntos
dominantes, que eran el fogón y el esquife.
Para la defensa de la nave la guarnición se dividía en
vanguardia, batalla, retaguardia y socorro. La
“vanguardia” defendía el tercio delantero de la nave,
cubriendo la arrumbada, la crujía y los corredores
laterales. La “batalla” cubría el centro de los núcleos altos
del fogón y del esquife. Precisamente Cervantes como
cabo de la escuadra tenía a su cargo la defensa de la zona
del esquife en la galera “Marquesa”, lo que normalmente
se hacía con cinco soldados, tres de ellos arcabuceros y dos a cargo de un esmeril y del lanzamiento de
piñas incendiarias. La “retaguardia” defendía el tercio de popa y, por último, el “socorro” era una reserva
que se mantenía bajo cubierta.
Galera Veneciana
Galera Veneciana
22. ‐ 22 ‐
PRIMERA ÉPOCA (1537‐1717) INFANTERIA DE ARMADA
FUERZA DE DESEMBARCO Y GUARNICIÓN DE GALERAS, GALEONES Y GALEAZAS
Las Compañías Viejas del Mar de Nápoles
El hecho real, anterior a 1537 y por desgracia bastante frecuente, era que la
infantería embarcada muchas veces era insuficiente y de mala calidad porque se
contrataba directamente por el capitán de la galera o todo lo más a nivel de
escuadra de galeras.
A principios del siglo XVI en las galeras no parece existir distinción entre
tripulación y guarnición. A partir de 1530 se aprecia la contratación independiente
de arcabuceros.
Siendo preciso tener asegurados, por tanto, al menos 30 arcabuceros por galera
de la mejor calidad posible, Carlos I creó en 1537, para asignar de modo
permanente a las Escuadras de Galeras del Mediterráneo, las “Compañías Viejas
de la Mar de Nápoles”, siendo agrupados en un cuerpo especial y entrenados
para combatir “por tierra y por mar”.
“…en tiempos de Carlos V, cuando se precisaban soldados para ciertas empresas arriesgadas en la
mar, se utilizaban los de tierra y se les habituaba a vivir y luchar en el nuevo medio, es decir, se
hacía lo que siglos después se llamó marinear al soldado. Tal es el origen de la Infantería de
Marina.” (General Rivas Fabal)
Estas compañías estaban asignadas de forma permanente a la armada de galeras del reino napolitano y a la
disposición inmediata del virrey o, más tarde, del capitán general del Mar como mando operativo de todas
las fuerzas navales del ámbito. Siendo, por tanto, la primera unidad militar desempeñando unos cometidos
específicos distintos de las demás unidades de Infantería, tenía carácter de fuerza permanente o
semipermanente y estaba asignada de forma definitiva a la Armada, se considera el origen de la Infantería
de Marina.
Estas unidades repartían sus
fuerzas entre las galeras
quedando su sostenimiento a
cargo de las mismas y, a
prorrateo entre todas, el
capitán y su plana mayor
cuando embarcaba completa
una compañía. Su misión,
como antes se dijo, era
exclusivamente de guarnición
de buques, ya que la
compañía, como unidad
táctica, era muy pequeña para
cualquier acción seria en tierra
y, por otra parte, era muy
peligroso dejar a las galeras sin
guarnición.
Arcabucero español
Galera s.XVI
23. ‐ 23 ‐
Los fracasos de Argel y Gelves
A pesar de la victoria de Carlos I en Túnez, la presión otomana es incesante en todos los frentes. En el
Mediterráneo los turcos delegan de momento su acción en los piratas berberiscos. Barbarroja, en
septiembre de 1538, delante de Prevesa, aniquila las flotas genovesas y venecianas al mismo tiempo que
Solimán dirige el esfuerzo principal al flanco SE de Europa, invadiendo en el mismo año 1538 los Balcanes;
como consecuencia, en 1540 cae Budapest.
Barbarroja domina por completo el Mediterráneo y Carlos I decide intentar acabar con esta situación
atacando Argel, arsenal y base principal de los corsarios berberiscos. La acción se realizó en octubre de
1541 con una fuerza de 36.000 hombres en 451 transportes y 65 galeras, pero el ataque, en el que por
cierto participó Hernán Cortés, fracasó debido a un fuerte temporal que impidió el asalto.
El dominio naval turco es cada vez más potente y en 1551 cae Trípoli en
manos de Dragut. Esta vez la reacción se hizo esperar cuatro años, y en el
año 1560 Felipe II (en 1555 había abdicado Carlos I), a instancias de los
Caballeros de Malta, decide recuperar Trípoli, sufriendo la cristiandad en
esta acción un enorme desastre.
El panorama no podía ser más desolador y la moral cristiana más baja.
Desde la expedición a Túnez en 1535, es decir, desde hacía 25 años, la
cristiandad no hacía más que recibir reveses por todas partes, y los
continuos triunfos turcos y berberiscos hacían presagiar la caída en breve
plazo del Mediterráneo central, cuyas plazas cristianas de África, Orán y
Mezalquivir, fueron atacadas por el rey de Argel en 1563. Ahora, perdida la
iniciativa, sólo quedaba esperar el golpe turco definitivo y tratar de
enfrentarse a él en las mejores condiciones posibles.
1538 – Batalla de Prevesa
Berberisco
25. ‐ 25 ‐
llegan a Nápoles el 20 de julio y finalmente el 5 de agosto se reúnen en Messina las fuerzas que han de
auxiliar a Malta.
Después de una serie de dudas, el 25 de agosto de 1565 el Virrey de Sicilia, don García de Toledo, se hace a
la mar y al final del amanecer del 7 de septiembre desembarcan en Malta y consiguen rechazar y obligar a
reembarcar al enemigo con el auxilio de los heroicos defensores de Malta. El ataque final turco estaba
previsto precisamente para el 7 de septiembre y con un solo día más que se hubiese retrasado se habría
perdido Malta y con ella la clave del arco defensivo que protegía el Mediterráneo central.
Es decir, que a pesar de la alerta producida durante el invierno de 1564 y la confirmación del punto exacto
del ataque turco el 18 de mayo, se tardaron casi cuatro meses en reaccionar a la temida y esperada acción
enemiga.
Los primeros Tercios de Infantería de Armada
La salvación de Malta fue la primera reacción positiva de la cristiandad después de un largo período de
desastres e hizo a Felipe II tomar clara conciencia de la situación límite a que se había llegado, y que era
preciso organizar “equipos” permanentes de Fuerzas navales y terrestres que estuviesen en condiciones de
combatir a bordo y en tierra y que mantuviesen una disponibilidad casi absoluta. No se podía en modo
alguno andar recorriendo el Mediterráneo para recoger aquí y allá fuerzas terrestres que de golpe se veían
en unas condiciones de ambiente y de combate que no eran las suyas habituales. Lo mejor era potenciar las
veteranas Compañías Viejas del Mar de Nápoles, en todo momento vinculadas a las acciones navales.
Cuando nacen los Tercios de Infantería de Armada no había ninguna distinción orgánica entre unidades
terrestres y navales para su empleo. Los Tercios eran fuerzas reclutadas y organizadas por Maestres de
Campo con autorización del Rey y que “a veces” eran sostenidos por la Corona.
La Armada se denominaba la “Real Armada” porque su armador era el propio Rey. Los Tercios de Infantería
de Marina se crearon expresamente para la Armada, y desde el primer momento su denominación fue
naval y sus escudos y banderas llevaban dos anclas cruzadas.
En consecuencia, Felipe II ordenó en 1566 que se creasen tercios que fuesen desde el primer momento
incorporados a la Real Armada, entrenándose para la guerra anfibia. Estos tercios fueron:
- Tercio de la Armada (luego Tercio de Galeones).
- Tercio de la Armada del Mar Océano.
- Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles.
Soldados de los Tercios
26. ‐ 26 ‐
- Tercio Viejo de la Armada del Mar Océano y de Infantería Napolitana.
- Tercio de Galeras de Sicilia.
Es Felipe II el que crea el concepto de “Fuerza de Desembarco”; es decir, protección del poder naval sobre
la costa por medio de fuerzas que, partiendo desde las naves, fueran capaces de abordarla sin menoscabo
de su capacidad de combate en tierra.
Así, el 27 de febrero de 1566 se crea en Cartagena el Tercio de Armada
para atender de forma permanente las necesidades de guarnición de las
armadas de guerra, de forma parecida, aunque no igual, a la que desde
1528 venía haciendo el Tercio de Galeones respecto a las naves de las
Indias. Fue su primer Maestre de Campo don Lope de Figueroa. En los
primeros tiempos se le conoce como Tercio de la Armada del Mar Océano
o bien como Tercio de Armada o Tercio de Figueroa, según era empleado
en el Atlántico, como guarnición de la citada armada, o bien en el
Mediterráneo.
El Tercio (Nuevo) de la Mar de Nápoles
también denominado “de la Corona” y el
“Mar y Tierra”, se creó el mismo día que
el anterior bajo el mando de su también
primer Maestre de Campo y fundador don Pedro Padilla y, como el
anterior, se incorporó rápidamente a Nápoles. A pesar de esta nueva
creación se consideró heredero del Tercio Viejo del Mar de Nápoles, que
con el tiempo parece ser que llegaron a constituir las Compañías Viejas,
por lo que este Tercio adquirió la antigüedad de las mismas, 1537, y es por
tanto el Tercio cuna de la Infantería de Marina.
Ese mismo año nacía el Tercio de Galeras de Sicilia, aunque su antigüedad
se remonta a 1535.
El Tercio Viejo del Mar
Océano y de Infantería
Napolitana se creó algo
más tarde, el 1 de
septiembre de 1571 y,
tuvo la condición de
unidad móvil con alguna
actuaciones navales de
las que le quedó el
nombre, cambiado
posteriormente por su
abreviatura:
Regimiento Nápoles
(1707).
Estos primeros Tercios
tendrían ocasión de poner en práctica su valía en
numerosas acciones, desde este momento, fueron
conocidos como “Tercios de la Armada” o “Infantería
de la Armada”. Estaban compuestos por unidades de
rodeleros, de piqueros y de arcabuceros.
Armas del Maestre de Campo
don Lope de Figueroa
Tercio de la Armada del Mar Océano
Armas del Maestre de Campo
don Pedro Padilla
Tercio Viejo del Mar de Nápoles
Piquero de los Tercios
27. ‐ 27 ‐
Llevaban en su escudo dos anclas de oro puestas en aspa, que fueron el emblema del Cuerpo hasta 1931.
El Tercio de Armada inicia su vida con un contingente inusitado, nada menos que 6.697 hombres
distribuidos en 40 compañías; una fuerza de esa magnitud muestra que no había sido creada únicamente
como guarnición de buques.
También fue establecido el número de hombres de
guarnición de cada navío, quedando fijada en 125
infantes para cada bajel, incluso su capitán, un alférez,
un sargento, un pífano y un tambor. El capitán de
infantería compartía la cámara con el capitán de mar,
lo que da idea de la importancia concedida entonces a
la Infantería de Marina.
Embarcado en 1567 en la Armada del Mar Océano, se
irá desvinculando en años sucesivos su carácter naval
ya que sus servicios son requeridos en los Países Bajos
y en la Guerra de las Alpujarras. Finalizada ésta, desde
los primeros planes de creación de la Santa Liga contra
el turco se piensa contar con esta unidad aguerrida y a
este objeto se embarca hacia Italia y Messina en las
Galeras de España formando un total de 16 compañías.
Organizada la escuadra, las banderas de don Lope de Figueroa se distribuyen entre las galeras de España,
Nápoles y Génova.
De los 8.160 soldados españoles que combatieron en Lepanto en 1571, 2.285, al mando de ilustres
capitanes entre los que se encontraba don Pedro de Bazán, hijo del Marqués de Santa Cruz, pertenecían al
Tercio de Figueroa y a ellos les cupo la gloria de intervenir en la acción definitiva de la batalla, pues la
mayoría pertenecía a la escuadra de reserva que decidió la suerte final. Los arcabuceros del Tercio de la
Armada del Mar Océano fueron los primeros que asaltaron a la galera “Sultana”, capitana del almirante
turco Alí Pachá, y los arcabuceros del Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, con su Maestre de Campo al
frente, don Pedro Padilla, a bordo de la capitana del Marqués de Santa Cruz, tras rendir a dos galeras
saltaron a la galera “La Real”, de don
Juan de Austria, y pasaron a la
galera “Sultana” para acabar con la
existencia de la capitana enemiga.
Don Lope de Figueroa sería
premiado con una comisión
excepcional, la de llevar la nueva y
detalles de la batalla a Felipe II.
Con posterioridad el Tercio de
Armada embarcaría para la campaña
de las Islas Azores, que emprendiera
Felipe II para hacer valer sus
derechos a la corona de Portugal y
para evitar que estas islas se pasaran
a la obediencia del Prior de Rato,
pretendiente también a la corona
portuguesa.
En una primera expedición una escuadra española mandada por Bazán bate a una francesa (aliadas del
Prior) en aguas de estas islas en 1581. Participa el Tercio de Armada con 3.600 hombres. Derrotada la flota
enemiga, se regresa a Cádiz, no sin antes desembarcar a los 2.600 hombres del tercio de don Agustín
Primera bandera de la Infantería de Marina
1571 Batalla de Lepanto
28. ‐ 28 ‐
Íñiguez de Zárate en la isla de San Miguel para evitar hostigamientos de los 3.000 ó 4.000 defensores
rebeldes de la isla de la Tercera, que sigue obediente al desafecto portugués.
Felipe II decide tomarla y en 1583 organiza una expedición que, conducida por Bazán, cuenta con una
fuerza de desembarco, al mando de don Lope de Figueroa, Maestre del Tercio de Armada, para el asalto de
la isla.
La materialización del desembarco es un brillante ejemplo de lo que hoy llamaríamos guerra de maniobra.
El enemigo guarnece en fuerza las probables playas de desembarco y cuenta con fuerte reserva. Después
de efectuar un concienzudo reconocimiento, el Jefe de la Fuerza, don Lope de Figueroa, descubre una playa
poco idónea para un desembarco, pero en el cual éste no sería imposible.
Al efecto desviar la atención del defensor (que sigue atentamente por tierra todos los movimientos de la
flota española) se efectúa una demostración, apoyado en fuego de cañón de las galeras, sobre una de las
playas que, aparentemente, eran de las más idóneas para el desembarco. Engañado, el enemigo orienta sus
fuerzas para hacerse fuerte contra esta amenaza al tiempo que, rápidamente, el Tercio de Armada, seguido
de los demás desembarca en dos oleadas (“barcadas”) en la playa inicialmente juzgada como menos
idónea. Una vez en tierra, eliminada la débil resistencia inicial y constituida la adecuada potencia de
combate, la fuerza de desembarco busca y cierra sobre el grueso enemigo, venciéndolo.
La campaña de la Tercera en 1583 fue, quizás, la más brillante de toda la historia de la Infantería de Marina
Española. Unidades del Tercio de Armada, embarcadas en las escuadra de don Fadrique de Toledo, la del
Mar Océano, y junto con la Infantería de las del Estrecho, Vizcaya, de las Cuatro Villas, de Nápoles y de
Portugal, intervendrían también en la conquista de San Salvador de Bahía, ocupada por los holandeses,
tomando la ciudad el 30 de abril de 1625, tras haber saltado a tierra con cuatro días de ración en los sacos
y haber tomado las oportunas posiciones, adelantando las trincheras hasta el foso.
En una segunda expedición, en 1638, se obtuvo una victoria que obligó a los holandeses a una evacuación
definitiva de la zona.
1583 Desembarco en las Islas Terceras
29. ‐ 29 ‐
Miguel de Cervantes, Infante de Marina.
La vida militar de Miguel de Cervantes transcurre entre 1569 y
1584. Tanto esta circunstancia como la de haberse hallado en la
jornada de Lepanto en 1571 y en otras acciones de mar y tierra
son innegables e innegadas; sin embargo, lo que es punto de
discusión es si puede o no considerarse Infante de Marina. La
unidad en la que sienta plaza, como soldado aventajado, a los
22 años, es la compañía de don Diego de Urbina, una de las diez
de las que se componía el tercio del Maestre de Campo don
Miguel de Moncada. Se trataba de una compañía de infantería
española reclutada en el interior de Castilla, pero su destino
estaba muy claro y constituía el mayor aliciente para los
reclutas: combatir al turco por mar en los prolegómenos de la
Santa Liga.
Embarcado con su unidad, su primera campaña fue
probablemente el socorro de Chipre, en el que las galeras
españolas de don Juan Andrea Doria, las del papado y las de
Venecia, bajo el mando conjunto de Marco Antonio Colonna,
no pudieron impedir la pérdida de la isla.
Formada de nuevo la Santa Liga, Cervantes embarco otra vez en
Nápoles con su capitán y parte de su compañía en la galera
“Marquesa”. Conocida fue su valiente actuación en el mayor combate naval del siglo. Enfermo de
calenturas, su capitán ordenó su baja y que fuese retirado bajo cubierta por no encontrarse en condiciones
de pelear, pero su alegato fue contundente: “…más quería morir peleando por Dios y por su rey, que su
salud.”, pidiendo que “le pusiese en la parte y lugar que fuese más peligroso, y allí estaría y moriría
peleando”. En efecto, se le dio un puesto de gran responsabilidad, la defensa del esquife, clave de la propia
galera, donde lucha heroicamente al mando de doce soldados, ya que su condición de aventajado le
cualificaba para ello.
don Miguel de Cervantes Saavedra
30. ‐ 30 ‐
En el transcurso de la batalla en la que, según atestiguan multitud de informes, se comportó con gran
bizarría, recibió dos arcabuzazos en el pecho y otro en la mano izquierda, de la que resultó inútil.
Si la actividad militar de este genio literario en
ciernes hubiese terminado en 1571, cabría
afirmar todo lo más que Cervantes fue soldado de
Mar en una unidad embarcada, convirtiéndose en
válida la frase de Alcalá Galiano de que: “Al
Ejército español cabe la suerte de que varón tan
insigne militase en sus filas como soldado de sus
valerosos Tercios; y a la Marina de nuestra Patria
la no menor de que su nombre se halle asociado al
combate más glorioso y trascendente de sus
fastos navales.” Pero está documentalmente
probado, como veremos, que si bien es cierto que
antes fue soldado de infantería embarcado para
una jornada naval, más tarde se convirtió en
verdadero Infante de Marina al pasar a una
unidad al servicio permanente de la Armada y que
por esta circunstancia acabaría denominándose
Tercio de Armada.
Después de Lepanto, malherido, fue trasladado a
aquel célebre hospital de Messina donde pudo
gozar del sobresueldo de tres escudos del que le
hizo merced don Juan de Austria por sus méritos y donde permaneció convaleciente hasta 1572.
Combate de los Tercios
Asalto de los Tercios al Fuerte Carolina
31. ‐ 31 ‐
A partir del 29 de abril de ese año, Miguel de Cervantes pasa a ser Infante de Marina al sentar plaza en la
compañía de don Manuel Ponce de León, del Tercio de don
Lope de Figueroa. A partir de ese momento seguirá todas
sus vicisitudes marítimas, porque no se trata de una unidad
embarcada para una ocasión concreta, sino de la unidad de
guarnición de galeras.
Por una relación de 16 de julio de 1572 se sabe que el
Tercio de don Lope, con un total de 2.259 plazas, estaba
embarcado en 12 de las 16 galeras del cargo de don Álvaro
de Bazán. Cervantes, por lo tanto, tuvo que haber servido a
bordo de una de estas naves.
El 7 de octubre de 1572 tomó parte en el indeciso combate
de Navarino y de ahí pasó, con su tercio, a las duras
jornadas de Túnez y La Goleta, salvándose de la reconquista
turca que hizo perecer a la heroica guarnición de sus
compañeros de armas, al volver con el grueso del tercio de
don Lope de Figueroa a Italia, donde permaneció hasta
1575, estando de guarnición en Cerdeña y navegando a
Génova y La Spezia y participando en el socorro de La
Goleta en 1574 que el mal tiempo hizo fracasar.
Cuando se dirigía con licencia a España, a representar en la Corte una solicitud para el mando de una
compañía, avalada por los informes de su Maestre de Campo y del propio virrey de Nápoles, Duque de
Sessa, es apresado junto a su hermano Rodrigo, soldado como él en la galera “Sol”, por los argelinos.
Hasta 1580 permanecería cautivo en Argel, resultando infructuosas sus valerosas e ingeniosísimas
intentonas de fuga.
Piquero, arcabucero y rodelero
33. ‐ 33 ‐
El significado de la creación de los Tercios de Armada
Con la disposición de Felipe II la situación había
cambiado por completo ya que a cada escuadra de
galeras se le asignó un Tercio de Galeras, así que
cada galera no tenía ya su propia infantería, sino
que ésta le era asignada, con lo cual se podía
dosificar su entidad según la misión asignada a la
escuadra, pero lo más importante no era esto, sino
que las guarniciones podían desembarcar en un
momento dado e integrarse en unidades tácticas,
puesto que poseían el adiestramiento y los cuadros
de mando para ello.
Pero es más, para en un momento dado poder
aplicar en fuerza el poder naval sobre las costas del
Mediterráneo o del Atlántico, es decir, para cuando
se juntaba la Armada, se creó el Tercio de Armada,
capaz durante la navegación de reforzar las
guarniciones de los Tercios de Galeras con
Infantería de Armada, como se la denominaba
entonces, y llegado el momento desembarcar como
una unidad táctica completa perfectamente
adiestrada. Es decir, que, a partir de Felipe II,
España contaba con una herramienta que podía pasearse por todo el Mediterráneo y aplicar en cualquier
momento y punto de la costa las tácticas derivadas del genio del Gran Capitán.
Esta herramienta, la capacidad anfibia, está ya plenamente
desarrollada a finales del siglo XVI, como lo demuestra el
desembarco en Azores en 1583, en el que se puede apreciar
la planificación y las mismas fases de la doctrina moderna,
con utilización de cinchas y atalajes especiales para los
caballos en la de embarque, y el empleo de lanchas planas en
oleadas sucesivas con formación de cabeza de playa
fortificadas por unos elementos constituidos
mayoritariamente por arcabuceros e ingenieros, a los que
sigue el grueso que forma escuadrón rápidamente para las
ulteriores operaciones en tierra.
En cuanto al origen u antigüedad de los tercios, dice el
General Rivas Fabal que: “… en tiempos de Carlos V, cuando
se precisaban soldados para ciertas empresas arriesgadas en
la mar, se utilizaban los de tierra y se les habituaba a vivir y
luchar en el nuevo medio, es decir, se hacía lo que siglos
después se llamó marinear al soldado. Tal es el origen de la
Infantería de Marina”. Tal vez sea lo que ha podido llevar a
pensar a algunos que el origen de los Tercios de Infantería de
Marina o de Armada fueron Tercios del Ejército.
Sin embargo, siguiendo la opinión del General Aláez Rodríguez, no puede establecerse tal nexo de unión.
Cuando nacieron los Tercios de Infantería de Armada no había una distinción nítida entre unidades
terrestres y navales, desde el punto de vista orgánico, para emplearlas.
1590 Batalla de Ivry
Piqueros franceses
34. ‐ 34 ‐
Los Tercios eran fuerzas reclutadas y organizadas por Maestres de Campo que tenían autorización del Rey
para hacerlo y que eran sostenidos “a veces” por la Corona.
Tanto es así que la mayoría de los Tercios Viejos, los primeros
creados, se conocían por los nombres de sus jefes.
La Armada se llamaba Real Armada porque el Armador de los
buques era el Rey, es decir, estaban construidos y equipados
por el Rey y, a veces, sólo para determinadas acciones navales.
Don Álvaro de Bazán, el
más grande de nuestros
marinos, en 1565 mandaba
la escuadra de galeras de la
“guarda del Estrecho” que
era mantenida y sostenida
por los comerciantes de
Sevilla. Cuando esa
escuadra fue llamada para
acudir en socorro de Malta
su mantenimiento corrió a
cargo del Rey.
Felipe II se servía de una “Secretaría del Despacho Universal” que no
distinguía entre Ejércitos de Tierra y Mar.
Pero es más, los Tercios de Infantería que se vinculaban a la Real
Armada se crearon expresamente para ella y desde el primer momento
su denominación fue naval (del Mar de Nápoles y del Mar Océano) y
sus escudos y banderas llevaban dos anclas cruzadas (escudo de la Infantería de Marina hasta 1931). Fue en
1717 cuando se crearon el Ejército de Tierra y la Armada tal y como hoy los concebimos y cuando parte de
dichos Tercios pasaron al Ejército y la Armada se quedó con sólo Aquila parte que se consideraba necesaria
para el nuevo concepto de guarnición de buque que las escuadras creían necesitar.
Falcón Pedrero
Equipo de soldado
Piquero de Infantería de Marina Piquero de los Tercios
35. ‐ 35 ‐
Por Real Orden de 28 de septiembre de 1704, los Tercios pasaron a ser Regimientos, siendo algunos
transferidos al ejército. Posteriormente, por Real Orden de 28 de febrero de 1707, recibieron nombres
permanentes, resultando, para los que estuvieron vinculados a la Armada:
- Regimiento de la Mar de Nápoles
- Regimiento de Bajeles
- Regimiento de Marina de Sicilia
- Regimiento de Armada
Entre las acciones más destacadas de esta época, cabe citar:
- 1541. Expedición de Argel
- 1571. Batalla de Lepanto
- 1573. Expedición de Túnez
- 1582. Conquista de las Terceras y Azores
- 1599. Expedición a Inglaterra
- 1625. Expedición a San Salvador
Cascos
Equipo de mosquetero y arcabucero
38. ‐ 38 ‐
SEGUNDA ÉPOCA (1717‐1827) INFANTERIA DE MARINA. CUERPO DE BATALLONES DE MARINA
GUARNICIÓN DE BUQUES
En el año 1700 había los siguientes cuatro Tercios de la Armada de Infantería Española:
- Armada Viejo, al mando del Maestre de Campo don Alejandro Barriento.
- Armada Nuevo, al mando del Maestre de Campo don Carlos de San Gil y la Justicia.
- Armada 1ª, al mando del Maestre de Campo don José de Villalonga, Conde de la Cueva.
- Armada 2ª, al mando del Maestre de Campo don Pedro de Castro.
Además, en Italia había tres tercios más de Infantería Española, que se embarcaban:
- Mar de Nápoles, al mando del Maestre de Campo don Lucas de Spínola, Marqués de Siruela.
- Fijo de Nápoles, al mando del Maestre de Campo don Juan Caro de Montenegro.
- Fijo de Sicilia, al mando del Maestre de Campo don Nicolás Choven.
Y un Tercio de Armada de Infantería Italiana:
- Armada Viejo, al mando del Maestre de Campo don Juan Bautista Visconti.
A esto debemos añadir que en 1703, el Ejército de Galicia, fiel a Felipe V, contaba con dos Tercios de
Armada.
Por Real Orden de 28 de septiembre de 1704, los Tercios pasaron a ser Regimientos.
La Real Orden de 19 de junio de 1705 estableció en principio que el personal destinado en las Armadas de
América, apenas 1.231 hombres, se agrupara en unidades típicas de los Austrias: las Compañías. En este
momento de desbarajuste normativo coinciden por tanto los dos tipos de unidades mencionadas,
Regimientos y Compañías.
Por otra Real Orden de 28 de febrero de 1707, los Regimientos recibieron nombres permanentes. Según
esta Real Orden, los que prestaban servicio embarcados, además de las citadas Compañías, a las que no se
alude en ella, pasaron a denominarse de la siguiente forma:
- Armada, al mando del Coronel Marqués de Santa Cruz.
- Marina, al mando del Coronel don Antonio de Lanzas y Taboada.
- Baxeles, al mando del Coronel don Jerónimo de Solís y Gante.
- Mar de Nápoles, al mando del Coronel don Blas de Dragoneti.
Parte de estas unidades junto con las compañías de las Indias fueron aprovechadas para formar en 1717 el
Cuerpo de Batallones, origen moderno de la Infantería de Marina, y parte pasó a los Regimientos de
Infantería del Ejército de Tierra, al año siguiente, cambiando sus nombres el 10 de febrero de 1718:
- Armada por Mallorca
- Bajeles por Córdoba
- Mar de Nápoles por Corona
- Marina por Palencia
Los cuatro Regimientos referidos pasaron a tomar estas denominaciones por los siguientes motivos:
“Corona.‐ Este Regimiento se llamó Mar de Nápoles por haberlo nombrado así el Rey Alfonso V de Aragón,
habiéndolo destinado al servicio de la Marina en otro reino de Italia, cuando para suceder en estos reinos
Juana II, hizo guerra a su competidor Renato de Anjou, y habiendo venido a España otro Cuerpo, cambio de
nombre para distinguirse de los Tercios Viejos de la Armada que había en este Reino.”
39. ‐ 39 ‐
“Córdoba.‐ Este Regimiento se llamó Bajeles, con cuyo título se formó el Tercio de Infantería Viejo, del
Maestre de Campo don Melchor de la Cueva, y vario el nombre cuando se dio el de Bajeles a uno de los
cuatro Batallones de Marina, formados el año 1717.”
“Mallorca.‐ Este Regimiento se llamó Armada, con cuyo nombre se levantó en el Reino de Jaén el año 1682,
para servicio de la Marina; y por Real Decreto de 19 de febrero de 1718 mudo su nombre, para distinguirse
del Batallón de dichos cuatro de Marina, a que se dio el suyo antiguo.”
“Palencia.‐ Este Regimiento se llamó Marina y varió el nombre, por habérselo dado este a uno de los
referidos cuatro Batallones de Armada.”
Entre 1714 y 1715, existió un quinto Regimiento que se denominó Marina de Sicilia.
El 28 de abril de 1717 se reorganizó toda la Infantería de la Armada, que formó el Cuerpo de Batallones.
Esta nueva unidad, el Batallón, sustituyó al Regimiento. Los Batallones fundacionales eran los siguientes:
- Armada.
- Marina.
- Bajeles.
- Océano.
Estos Batallones recibieron como norma constitutiva la…
“…Ordenanza para la formación, mando, servicio, policía, disciplina, subordinación y subsistencia de
los Batallones de Marina, tanto a bordo de los Navíos como en tierra.”
Es en 1717 cuando se crea el Ejército de Tierra y la Armada tal y como hoy los concebimos, y cuando parte
de dichos Tercios pasan al Ejército, quedándose la Armada sólo con aquella parte que se considera
necesaria para el nuevo concepto de guarnición de buque que las escuadras creían necesitar. Esta fecha
divide en un antes y un después la historia de la Infantería de Marina española.
La reforma de Patiño
La Infantería de Marina va indisolublemente unida a la historia de la Armada. Encontramos una definición
de las funciones que se le asignaban en dos normas de principios del siglo XVIII: la Instrucción de 28 de
abril de 1717, por al que Patiño reorganizó el Cuerpo para Felipe V, y el Reglamento del Batallón de
Barlovento de 11 de septiembre de 1734, creado para servir en el Caribe. Las funciones eran relativas al
embarque de la Infantería en los navíos del Rey para darles la seguridad oportuna y combatir en ellos, así
como la prestación de estos mismos servicios en tierra. Ambos tipos de funciones se han denominado de
guarnición, bien de Arsenales y Plazas, bien de buques, en los que precisamente se llamaba de esta forma
(guarnición) a las unidades o destacamentos de Infantería de Marina que se embarcaban en ellos.
Clásicamente la dotación, o conjunto de hombres destinados en un buque, estaba formada por la
tripulación, Oficiales de mar y pito, la marinería y la guarnición, formada por infantes. La primera norma
aludida decía en su artículo primero lo siguiente:
“…Siendo indispensable que para el perfecto armamento de los navíos que haya gente de guerra,
que los guarnezca se ha formado el Cuerpo de tropas con el nombre de batallones de marina, los
cuales han de hacer el servicio de mar y tierra en los bajeles, puertos y plazas donde fueran
destinadas”.
40. ‐ 40 ‐
Por su parte, el Reglamento del Batallón de Barlovento, establecía en su artículo primero, en relación con
sus funciones, lo siguiente:
“1.‐ Habiendo resuelto S.M. que se forme un batallón, cuya inspección haya de estar al cuidado del
comandante, que es, o fuere de la armada de Barlovento, arreglado sobre el pie de los batallones de
marina de España, como el mismo número de gentes y compañías declaro y ordeno, que este
batallón ha de hacer el servicio en mar, y en tierra, así en los bajeles de la mencionada armada, a
que se destina principalmente, como en la plaza de la Vera Cruz, castillo de San Juan de Ulúa y
demás donde se tuviere por conveniente”.
Durante el reinado de Carlos II la extrema necesidad de España, acosada externamente y convulsa
internamente por lo movimientos de emancipación de Portugal y Cataluña, hace que las unidades más
militares de Infantería de Armada, como son el Tercio del Mar de Nápoles, sucesor de las Compañías Viejas
y el Tercio de Armada se empleen, respectivamente en Lombardía y en el principado catalán.
La guerra es larga y aún lo es más la situación inestable que obliga a mantener estas fuerzas fuera de sus
bases y de sus habituales cometidos; por ello, a poco de acceder Felipe V al trono español se encuentra sin
Infantes de Marina, porque el Tercio de Galeones ha sido prácticamente deshecho en el desastre de Vigo
de 1702, los otros dos (Armada y Mar de Nápoles) han perdido su vinculación marítima tras largos años de
empleo como unidades del Ejército y las guarniciones de galeras, excepto las de España, se han disuelto
tras perderse los reinos italianos.
Para corregir este orden de cosas, y dentro del proceso general de racionalización de las instituciones
públicas llevada a cabo por Felipe V, se deslindarán los campos de actuación del Ejército y de la Armada
Real, que como entidades orgánicas con personalidad propia van a agrupar, por separado, las diversas
instituciones militares que, por tierra o por mar, servían a la monarquía.
1702 Batalla de Rande
41. ‐ 41 ‐
Los Tercios de Infantería de Armada, que fueron reorganizados como regimientos entre 1704 y 1707 con
los nombres de Bajeles, Armada, Mar de Nápoles y Marina de Sicilia, parecían encontrarse en medio de
ambos campos, pues prestaban servicios de tierra y mar.
Por ello, el Rey parte de cero y reorganiza en 1717 la Infantería de Marina, que a partir de este momento es
y será única y general, como única y general era la Real Armada.
La fecha de 1717 divide en un antes y un después la historia de la
Infantería de Marina española. El 28 de abril se firmaron las
“Instrucciones de D. José Patiño para la formación y establecimiento de
los Batallones de Marina…”. En este momento se crea una fuerza
unificada nacional conocida como “Cuerpo de Batallones” y se le dota
de una estructura moderna. El organizador de los batallones por
encargo de don José Patiño, Ministro de Marina e Indias, será el
Mariscal de Campo don José de Vicaría, elegido para mandarlos como
Comandante‐Inspector, cargo que posteriormente se vería desdoblado,
el primero como representante del director general de la Armada y el
segundo para todo lo relativo al servicio y al personal. En este año y por
real orden del inspector don José de Vicaría formaba en Puerto Real,
con el pie de tropa del Segundo Batallón del Regimiento de la Corona,
antiguo Tercio de la Mar de Nápoles y algunas compañías sueltas, el
Cuerpo de Batallones. Fueron cuatro los batallones constituidos, sin
contar con el de Galeras, denominado en esta fase “Mediterráneo” y
que quedará desvinculado de la organización general de batallones, con
la intención de hacer de ellos la Infantería de Marina (“Batallones”) de la nueva Armada Real. De alguna
forma se instituye la Infantería de Marina “nacional” y por ello este momento histórico es el que para
algunos corresponde a la creación de una Infantería de Marina que atiende a los intereses generales de la
Monarquía.
En 1717, reinando Felipe V, la Infantería de Marina recibe una nueva y definitiva organización, impulsada
por don José Patiño; aunque esta ya se había iniciado en 1705 cuando se reformó la “Armada del Mar
Océano” con vistas a proteger nuestras posesiones de Ultramar, adscribiéndose a esta escuadra 18
capitanes de mar y guerra, 24 tenientes, 48 sargentos y 600 soldados. Pero es en 1717 cuando se decreta la
reunión en un solo cuerpo de las dotaciones de la Armada del Mar Océano, de Indias, de Cantabria, de la
Guardia del Estrecho, de Filipinas, de Barlovento, de Galeras, de Barcelona, etc., agrupándose las tropas en
ellas destinadas en un cuerpo especial que pasó a denominarse “Cuerpo de Batallones de Marina”,
tomando cada uno de los batallones que lo componían un nombre determinado: “Armada”, “Marina”,
“Bajeles”, “Océano”, “Mediterráneo” (que luego pasaría a denominarse “De Galeras”) y “Barlovento”
(creado en 1731, para reprimir la piratería con base en Veracruz). Cada Batallón contaba con 600 hombres,
agrupados en 6 compañías, cada una de estas con 100 plazas y compuestas por un capitán, un teniente
(ambos oficiales de la Armada), 10 sargentos, 16 cabos, un tambor, un pífano y 72 soldados; seis soldados
de cada compañía tenían la consideración de granaderos, con dos sargentos y un tambor por cada batallón.
Parte de los antiguos regimientos pasó al Ejército, cambiando su nombre el 10 de febrero de 1708: Armada
por Mallorca, Bajeles por Córdoba, Mar de Nápoles por Corona y Marina por Palencia.
Cuando se formó el Cuerpo de Batallones, su Comandante General era un Oficial General de la Armada,
auxiliado por un Sargento Mayor. Cada uno de los Batallones tenía un Capitán Comandante, que era el
Capitán más antiguo, un Ayudante Mayor, que hacía las veces de Sargento Mayor, y un Tambor Mayor.
Cada Batallón estaba formado, a tenor del artículo 2º de las Instrucciones de 4 de mayo de 1717, por:
“…600 hombres, además de los Oficiales repartidos en seis compañías de a 100 hombres cada una,
10 sargentos, 16 Cabos, un tambor, un pífano y 72 soldados, con un Capitán y un Teniente”.
Don José Patiño
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Según el artículo 30:
“…Todos los soldados de estos batallones deben ser instruidos en el servicio de granaderos, y
siempre que llegue el caso de entrar en guarnición o hacer el servicio en tierra se deberán escoger
de cada compañía seis soldados que hagan el servicio de tales granaderos, de forma que cada
Batallón forme una Compañía del número de treinta y seis soldados y además dos Sargentos, los
más aptos del Batallón y un Tambor”.
El año 1716, justo antes de la formación de los Batallones, la Infantería de la Armada vestía uniformes blancos con divisa azul y botón
dorado.
El primer uniforme del Cuerpo de Batallones fue reglamentado el 28 de abril de 1717 por la “…Ordenanza para la formación, mando,
servicio, policía, disciplina y subsistencia de los Batallones de Marina tanto a bordo de los Navíos como en tierra.”
“Art. 11.‐ Como los subalternos del Cuerpo de la Armada tiene ascenso en estos Batallones respecto a sus grados de Mar, y que
de diferenciarse los uniformes de unos, y otros Oficiales se originarían inconveniente, y perjuicios, deberán todos
indistintamente servirse de uno mismo, según la muestra, o modelo del que existe en los oficios de Marina de Cádiz, sin que se
permita por ningún caso, que usen de otro, tanto los Oficiales de los Batallones, como de la Armada.”
“Art. 12.‐ El vestuario entero de estos Batallones se suministrará nuevo cada treinta meses, compuesto de casaca, chupa, y
calzón de paño azul con divisa roja en la vuelta de la casaca, cuyo forro será de gerguilla, o estameña del propio color, y el de la
chupa, y calzón de lienzo, botones de cobre, dos camisas, dos corbatas, un par de zapatos, otro de medias encarnadas, un
sombrero guarnecido al canto con galón de seda de coro de oro, una birretina de paño azul corte a la Ynglesa con su frontache
rojo, un casacón, o sobretodo de lienzo crudo con su cuello y tres ojales de paño azul en cada lado, uno en la cintura, otro
debajo del cuello, y tres en cada vuelta de la manga, para reservar el vestido a bordo, y en países ardientes, un cinturón con su
cartuchera, portafusil, y portafrasco con este, una bolsa granadera con su correa, achuela y demás aderentes.”
“Art. 13.‐ El vestido de los Sargentos se distinguirá en mejorarse algo la calidad del paño, y forros, y un ribete de oro al canto de
la vuelta de la casaca, y un estrecho galón de lo mismo más abajo, el cual se excusará en el de los Cabos de escuadra,
guarneciendo el borde la vuelta solo con el ribete.”
De izquierda a derecha: Soldado de Infantería de la Armada (1716), Granadero del Cuerpo de Batallones (1717) y Fusilero del
Cuerpo de Batallones con casacón de mar (1717)