3. Cronología histórica del Antiguo Egipto 30 a.C. - 395 d.C. Agusto - Valentiniano ( et alter ) Período Romano 332 a.C. - 30 a.C. Macedonia - Ptolemaica Din. Período Ptolemaico 664 a.C. - 332 a.C. XXVI Dinastía - 2º Per. Persa Período Tardío 1.069 a.C. - 664 a.C. XXI Dinastía - XXV Dinastía Tercer Período Intermedio 1.550 a.C. - 1.069 a.C. XVIII Dinastía - XX Dinastía Imperio Nuevo 1.650 a.C. - 1.550 a.C. XV Dinastía - XVII Dinastía Segundo Período Intermedio 2.055a.C. - 1-650 a.C. XI Dinastía - XIV Dinastía Imperio Medio 2.160 a.C. - 2.055 a.C. IX Dinastía - XI Dinastía Primer Período Intermedio 2.686 a.C. - 2.160 a.C. (III) IV Dinastía - VIII Dinastía Imperio Antiguo 3.000 a.C. - 2.686 a.C. I Dinastía - II (III) Dinastía Dinástico Temprano 7.000 A P. - 3.000 a.C. ... - "Dinastía 0" Paleolítico a Período Predinástico Años comprendidos Dinastías Período
4. Fragmento de una lista de reyes. Templo de Ramses II en Abydos. XIX Dinastía. La primera línea contiene los cartuchos de los reyes poco conocidos de la VII y VIII Dinastías. La fila del medio muestra los cartuchos de reyes pertenecientes a las XII, XVIII y XIX Dinastías, omitiendo algunos gobernantes como Hatshepsut, Ajenaton y Tutanjamon. Los cartuchos de Ramses II están en la hilera inferior. British Museum .
5. El Antiguo Egipto fue una civilización que se originó a lo largo del cauce medio y bajo del río Nilo, y que alcanza tres épocas de esplendor faraónico en los periodos denominados: Imperio Antiguo, Imperio Medio, e Imperio Nuevo. Alcanzaba desde el delta del Nilo en el norte, hasta Elefantina, en la primera catarata del Nilo, en el sur, llegando a tener influencia desde el Éufrates hasta Jebel Barkal , en la cuarta catarata del Nilo, en épocas de máxima expansión. Su territorio también abarcó, en distintos periodos, el desierto oriental y la línea costera del mar Rojo, la península del Sinaí, y un gran territorio occidental dominando los dispersos oasis. Históricamente, fue dividido en Alto y Bajo Egipto, al sur y al norte respectivamente. La civilización egipcia se desarrolló durante más de 3000 años. Comenzó con la unificación de varias ciudades del valle del Nilo, alrededor de 3150 a. C., y se da convencionalmente por terminado en 31 a. C., cuando el imperio romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico, que desaparece como estado. Este acontecimiento no representó el primer período de dominación extranjera, pero fue el que condujo a una transformación gradual en la vida política y religiosa del valle del Nilo, marcando el final del desarrollo independiente de su cultura. Su identidad cultural había comenzado a diluirse paulatinamente tras las conquistas de los reyes de Babilonia (siglo VI a. C.) y Macedonia (siglo IV a. C.), desapareciendo su religión con la llegada del cristianismo, en la época de Justiniano I, cuando en 535 fue prohibido el culto a la diosa Isis, en el templo de File.
6. Egipto tiene una combinación única de características geográficas, situada en África nororiental y confinada por Libia, Sudán, el mar Rojo y el mar Mediterráneo. El Nilo fue la clave para el éxito de la civilización egipcia: el légamo fértil depositado a lo largo de los bancos del Nilo tras las inundaciones anuales significó para los egipcios el practicar una forma de agricultura menos laboriosa que en otras zonas, liberando a la población para dedicar más tiempo y recursos al desarrollo cultural, tecnológico y artístico. La vida se ordenaba entorno al desarrollo de un sistema de escritura y de una literatura independientes, así como en un cuidado control estatal sobre los recursos naturales y humanos, caracterizado sobre todo de la irrigación del fértil valle del Nilo y la explotación minera del valle y de las regiones desérticas circundantes, la organización de proyectos colectivos, el comercio con las regiones vecinas de África del este y central y con las del mediterráneo oriental y finalmente, por empresas militares que mantuvieron una hegemonía imperial y la dominación territorial de civilizaciones vecinas en diversos períodos. La motivación y la organización de estas actividades dependía de una élite sociopolítica y económica que alcanzó consenso social por medio de un sistema basado en creencias religiosas, bajo la dirección del Faraón un personaje semi-divino, generalmente masculino, perteneciente a una sucesión de dinastías, no siempre del mismo linaje.
7. Arte en el Antiguo Egipto La civilización egipcia desarrollo un arte que permaneció casi inalterable durante toda la época faraónica. Las obras que dejaron los antiguos egipcios nos informan de su manera de pensar. Los templos y las tumbas reales reflejan el poder del faraón y de los dioses a trabes de su monumentalidad. Los sistemas constructivos expresan, mediante el uso de la línea y el ángulo recto, el concepto de equilibrio que les inspiraba su entorno geográfico. Las esculturas y los relieves y pinturas de las tumbas, que representaban al difunto, responden a la creencia en una vida en el Mas allá, idea que se veía reforzada por el efecto conservador ejercido por el clima sobre los cadáveres.
8. Arquitectura Las pirámides de Egipto son, de todos los vestigios que nos legaron los egipcios de la Antigüedad, los más portentosos y emblemáticos monumentos de esta civilización, y en particular, las tres grandes pirámides de Giza, las tumbas o cenotafios de los reyes Keops, Kefrén y Micerino, cuya construcción se remonta, para la gran mayoría de estudiosos, al periodo denominado Imperio Antiguo de Egipto. La mastaba, construcción casi prismática, era la sepultura de los soberanos del periodo arcaico de Egipto. Las razones del paso de las mastabas a las pirámides no se conocen bien, pero se menciona generalmente el deseo de alcanzar alturas cada vez más significativas para manifestar la importancia y el poder del faraón difunto. La función de la pirámide: contener la «esencia» del rey por toda la eternidad. Según los textos que se encuentran en el interior, el rey resucita, y asciende al cielo para vivir eternamente entre los dioses, transfigurado en una estrella.
10. A principios de la Dinastía III (c. de 2700 a. C.) las mastabas se transformaron en pirámides escalonadas, constituidas con varias gradas, a modo de una "escalera gigantesca" que se elevaba hacia el cielo. La primera y más famosa de estas es la pirámide escalonada de Saqqara del faraón Dyeser (Zoser), cuyo arquitecto era Imhotep, que posiblemente quiso crear un monumento que se eleva hacia el cielo, como una gigantesca escalera, con el fin de simbolizar la ascensión del difunto del "mundo terrenal" hacia los "Cielos". La siguiente etapa, en la evolución de las pirámides, fue la construcción ordenada erigir por el rey Seneferu, la llamada "pirámide romboidal", o "pirámide acodada", en la región de Dahshur, que se considera una etapa intermedia entre la "pirámide escalonada" y la "pirámide clásica", o de caras lisas. En la pirámide romboidal las caras están conformadas con dos pendientes, de inclinación decreciente en dirección a la cumbre. La ausencia de uniformidad de esta pendiente podría ser un efecto geométrico voluntario. Las pirámides clásicas es la etapa que conduce, en la fase última de evolución, hacia las pirámides clásicas , de caras lisas, de la Dinastía IV (c. 2500 a. C.); las más célebres son las pirámides de Keops, Kefren, y Micerino, erigidas en la meseta de Giza, cerca de El Cairo.
13. Durante la dinastía V la mayoría de sus reyes levantaron complejos de pirámides, en Saqqara y Abusir, pero de menores dimensiones y técnicamente muy inferiores. Prosiguieron erigiéndolas en Saqqara Teti, Pepy I, Merenra I y Pepy II, durante la dinastía VI. En el denominado primer periodo intermedio de Egipto algunos gobernantes continuaron la tradición, como Neferkara Neby, Jui, Iti, o Merykara, pero apenas quedan restos. Es en el Imperio Medio (dinastía XII, c. 1990 a. C.) cuando se levantan las últimas grandes pirámides, pero con núcleos de adobe y revestimiento pétreo, actualmente desmoronado. Los faraones del Imperio Nuevo prefirieron construir grandes templos e hipogeos en la zona de Tebas. Pirámides pétreas menores y más estilizadas, fueron erigidas por los dignatarios de la dinastía XXV (c. 747 a. C.), en Napata y Meroe (Kush).
14. Las pirámides muestran, para su época, el gran conocimiento de los técnicos egipcios y la capacidad organizativa necesaria para erigir tales monumentos con medios muy simples. No se sabe con certeza cómo se construyeron las pirámides, pues no han perdurado documentos de su época que lo describan. Además, se utilizaron diversos materiales (piedra escuadrada, piedra si tallar, adobe) y variadas técnicas en la construcción de sus núcleos (apilamiento de bloques, muros resistentes conformando espacios rellenos de cascotes, etc.). La hipótesis más aceptada es la siguiente: previamente se procedía a aplanar el terreno rocoso, y excavar canales para inundarlos de agua y así poder marcar líneas de nivel con las que preparar una superficie horizontal. Después se rellenaban los surcos. A continuación se excavaba la cámara subterránea y se comenzaba la edificación. La mayoría de los bloques de piedra eran cortados en canteras próximas al lugar de construcción. Se transportaban otros de las canteras del sur del país con ayuda de gigantescas barcazas. Los bloques se colocaban a continuación sobre trineos y se arrastraban hasta su emplazamiento definitivo.
15. En Egipto se han hallado más de cien pirámides de la época farónica. La siguiente tabla muestra una cronología de la construcción de las pirámides de mayor tamaño. Cada pirámide está identificada con el faraón que ordenó edificarla, la fecha aproximada del reinado y su localización geográfica actual. Hawara c. 1850 a. C. Amenemhat III Dahshur c. 1850 a. C. Amenemhat III Dahshur c. 1870 a. C. Senusert III El Lahun c. 1880 a. C. Senusert II El Lisht c. 1950 a. C. Senusert I El Lisht c. 1970 a. C. Amenemhat I Abusir c. 2450 a. C. Neferirkara Giza c. 2510 a. C. Menkaura (Micerino) Giza c. 2540 a. C. Jafra (Kefrén) Abu Roash c. 2550 a. C. Dyedefra Giza c. 2570 a. C. Jufu (Keops) Meidum c. 2600 a. C. Seneferu «roja» Dahshur c. 2600 a. C. Seneferu «acodada» Dahshur c. 2610 a. C. Seneferu «en ruinas» Saqqara c. 2660 a. C. Dyeser (Zoser) Situación Reinado (± 50 años) Faraón «Pirámide»
16. El Valle de los Reyes, en árabe Uadi Biban Al-Muluk ( وادي الملوك ), Valle de las Puertas de los Reyes , es una necrópolis del antiguo Egipto donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), así como de varias reinas, príncipes, nobles e incluso de algunos animales. Popularmente era conocido por los egipcio como Ta-sekhet-ma'at ( Gran Campo ). Forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, se encuentra situado en la orilla oeste del Nilo, frente a Tebas (moderna Luxor), en el corazón de la Necrópolis. El valle se compone de dos valles, el Valle Este y el Valle Oeste o Valle de los monos. El primer rey conocido que abandonó la necrópolis de Dra Abu el-Naga fue el tercer faraón de la dinastía XVIII, el gran Thutmose I, que, en torno al año 1500 antes de nuestra era (gobernó de 1504 a 1492 a. C.), encargó a su mano derecha y arquitecto real Ineni la construcción de su tumba en medio del mayor secreto. En un principio es posible que se pensase en el Valle de los Reyes como un cementerio familiar, no sólo dedicado a los reyes. Prueba de ello son las numerosas tumbas menores, casi todas de tiempos de la dinastía XVIII, en las que sin duda debieron de ser enterrados reinas, príncipes y princesas. Sería sólo a partir de la fundación del Valle de las Reinas cuando la cantidad de personajes no reales enterrados en el Valle de los Reyes desciende drásticamente. Las tumbas de la dinastía XVIII han sido, en su gran mayoría, las últimas en ser descubiertas. Esto se debe a lo bien que disimularon los constructores de tumbas su entrada, y a los escombros que cayeron en los umbrales con el paso del tiempo. Aun así, que se sepa, tan sólo dos de ellas mantuvieron todos sus tesoros y ocupantes indemnes y a salvo de saqueadores.
17. Sería con las nuevas dinastías cuando el Valle de los Reyes experimentase un profundo cambio. Las tumbas pasarían a ser de diseño completamente recto (al contrario que las de la dinastía XVIII, donde suelen presentar acodamientos), y su entrada es mucho más fácil de descubrir que la de sus antecesores. Esto provocaría un aumento espectacular en los robos, y las tumbas ya bien conocidas desde la Antigüedad serían precisamente las de esta época. Pese a que Tebas perdió la capitalidad a favor de Pi-Ramsés, en el Delta del Nilo, los reyes siguieron manteniendo la necrópolis y construyendo sus templos funerarios en la orilla occidental tebana. No obstante, las cosas estaban cambiando, y los monarcas cada vez se desentendían más de la antigua capital y los sacerdotes de Amón iban adquiriendo el control. A la par, Egipto se estaba debilitando, y el hambre y la pobreza comenzaban a hacer su aparición en las clases populares. La incapacidad de muchos faraones, las tensiones con los sacerdotes y miembros de la nobleza local, el peligro de una invasión, así como la carestía acabarían por colapsar el Imperio Nuevo en el reinado del último gran faraón, Ramsés III. Los siguientes faraones de la dinastía XX, hasta Ramsés XI, poco o nada hicieron por cambiar la situación. Tebas se asfixiaba, y los temores que se preveían ya desde hacía siglos, se hicieron realidad: el Sumo Sacerdote de Amón se autoproclamó autónomo y, como un verdadero rey sin corona, se escindió del norte del país. Ramsés XI, que estaba construyendo su tumba en el Valle de los Reyes, nunca llegó a ocuparla. Tanto la necrópolis real como el Imperio Nuevo habían desaparecido, 430 años después del reinado de Thutmose I.
18. El Valle de los Reyes. Necrópolis tebana del Imperio Nuevo
19. La pintura del Antiguo Egipto fue eminentemente simbólica. La técnica pictórica de los egipcios fue un precedente de la pintura al fresco o témpera, ya que aglutinaban pigmentos naturales, extraídos de tierras de diferentes colores, que mezclaban con clara de huevo y disolvían con agua para poder aplicarlo sobre los muros, revestidos con una capa de tendido "seco" de yeso. Sus procedimientos fueron el fresco, el temple, el encausto y a veces también el esmalte en joyas, amuletos, escarabeos, estatuillas de respondientes * y azulejos de revestimiento en muros interiores. Sus colores fueron vivos y variados en cada escena y las más antiguas pinturas que se conocen fueron polícromas, y de colorido uniforme. Los egipcios pintaban los bajorrelieves los cuales, por su escasa profundidad, propician la identificación con la escultura y el arte pictórico. A partir de la dinastía III la pintura sobre los muros de las tumbas sustituye al bajorrelieve, del cual adopta las principales convenciones. * Ushebtis , término egipcio que significa " los que responden ", son pequeñas estatuillas que, en el Antiguo Egipto, se depositaban en la tumba del difunto. Su cometido era servirle en el inframundo. La mayoría estaban hechos de fayenza, madera o piedra, aunque los más valiosos estaban tallados en lapislázuli. La fayenza es una material cerámico de acabado exterior vítreo
20.
21. Durante el Imperio Antiguo no es posible disociar el bajorrelieve de la pintura ya que comparten los mismos temas con idénticos propósitos: representar la vida cotidiana y la naturaleza para que ambas puedan ser recreadas en la otra vida en el inframundo (Duat). En la Mastaba de Ti (dinastía V, hacia 2450 a. C.) hay diversos bajorrelieves pintados con escenas de trabajos agrícolas, entre ellos el hombre con una burra y su burrito que porta un fardo, o la escena de un esclavo, cruzando un vado, que lleva sobre sus hombros un ternero, y como evidencia de realismo en la pintura de animales, el ternero vuelve su cabeza para llamar a su madre, que marcha detrás. En las tumbas, los temas representados son esencialmente costumbristas: la preparación de los alimentos, del pan o de la cerveza, escenas agrícolas, escenas de caza y pesca, etc. Posteriormente se añadirán otros como la construcción de barcos, la elaboración de joya, estatuas, tejidos, etc. Durante el Imperio Medio las decoraciones pictóricas, sobre papiro o el cartonaje de sus ataúdes, narraban, por medio de jeroglíficos, diversas leyendas mitológicas e ideas tomadas del ritual funerario y contenían el retrato del difunto en la zona correspondiente de la cabeza. El ataúd, generalmente de madera, se elaboraba desde la dinastía XI (siglo XXI a. C.) en forma prismática y, posteriormente, antropoide a fin de colocar en él, más ajustada, la momia para la cual se hacía, llevando en su exterior decoraciones semejantes a las de ésta, aunque más profusas.
22. Los asuntos de las pinturas murales decorativas de las cámaras funerarias durante el Imperio Nuevo consistían en relatos mitológicos del Libro de los Muertos y escenas de la vida cotidiana, sobre todo las que más hubieran de servir para manutención, entretenimiento y solaz del difunto en la otra vida, según la creencia de los egipcios. Con el nombre de Libro de los Muertos, o ritual funerario, se designa los rollos de papiro en que estaban escritas las fórmulas religiosas que les permitieran evitar los peligros de la Duat y alcanzar la inmortalidad. Desde la dinastía XX (unos doce siglos a. C.) se decoraban con dibujos o miniaturas las copias de este libro y era común acompañar a la momia recitando algún fragmento de éstas. Los asuntos de tales miniaturas suelen ser mitológicos y representaciones del juicio de Osiris, figurando el finado y determinados dioses egipcios. Pintura mural de la cámara funeraria de Amenemhet. Imperio Nuevo, dinastía XVIII (s. XV a. C.). El Canon de perfil y el diferente color de la piel.
23. La escultura se practicó en el antiguo Egipto ya desde el periodo Predinástico con admirable perfección en estatuaria y bajorrelieves, conservándose millares de objetos de una y otra clase labrados en madera, marfil, en bronce (a veces dorado y con incrustaciones de oro y plata), en barro cocido y, sobre todo, en piedra que para las estatuas suele ser de gran dureza. Los bajorrelieves egipcios se usan para inscripciones jeroglíficas, representaciones de dioses y faraones, de la vida doméstica, de faenas agrícolas o escenas de ultratumba y sobre todo para conmemorar las victorias de los faraones. Las estatuas representan por lo general divinidades mitológicas, faraones, personajes importantes y a veces, personas sencillas ocupadas en quehaceres domésticos, en cámaras sepulcrales. Sus dimensiones varían considerablemente desde los grandes colosos de los templos de Abu Simbel que miden casi veinte metros hasta las minúsculas figurillas de tan solo algunos centímetros de longitud (generalmente, de barro cocido, barnizadas o esmaltadas). Los relieves estaban policromados con la técnica de pintura al temple. Se hallan con frecuencia en las tumbas egipcias de la época tebana estatuillas de respondientes o ushebtis (así llamadas en el ritual funerario). Mientras que otras de mayores dimensiones y de aspecto natural que también se colocaban en las tumbas son auténticos retratos del difunto, los cuales, en opinión de los egipcios servían como de sostén al Ka, especie de doble espiritual que suponían sobrevivía al cuerpo del finado que sólo era la residencia del Ka.
24. Suponían los egipcios que el espíritu del difunto se hallaría muy conturbado y no podría lograr la resurrección si no se mantenía íntegra la momia o su estatua, de lo que proviene el procurar que ésta fuese un fiel retrato, idealizado en el caso de los faraones, y que las estatuas siempre se representen lo más compactas posibles ya que si sobresaliesen los miembros estos podrían desprenderse con el paso del tiempo y estas eran estatuas para la eternidad. También destaca el poblar las cámaras sepulcrales de estatuillas que representasen variadas escenas de la vida doméstica, utensilios, rebaños, faenas agrícolas e industriales, alimentos, ejércitos, etc., para recreo del espíritu de la momia. Las pequeñas efigies de divinidades que se hallan en los sepulturas, desde el Imperio Medio, y se introducían hasta en los vendajes de las momias, se consideraban entes protectores que servían de conjuros o amuletos. Asimismo, algunas esculturillas de marfil que representan animales sagrados como el escarabajo, el ibis y otras figurillas mitológicas, las cuales suelen llevar algún orificio que indica haber servido para collares y dijes suspendidos del cuello. Las estatuas de faraones se disponen siempre erguidas, con el tronco recto, los brazos pegados al cuerpo o apoyados sobre los muslos si estaban sentados. Cuando se expresa la acción de andar, casi siempre avanzan el pie izquierdo. Si la actitud de la estatua es la de sentada sobre el suelo (como ocurre tratándose de la representación de escribas), se cruzan o juntan las piernas y se añadía un papiro desplegado sobre ellas. En todo caso se representa a los egipcios sin barbas y a los extranjeros con ellas o con el tipo y costumbres del respectivo país de procedencia.
25. La escultura del imperio Antiguo es hierática en las representaciones de dioses y faraones, pero en los cortesanos es de tendencia naturalista, y se distingue por la majestad y realismo que imprimen a la figura humana, copiando con bastante perfección las facciones del personaje y las escenas de su vida: se hallan en los templos y tumbas. En el imperio Medio se sigue la tradición menfita pero con más realismo, dando a los faraones un aspecto apacible, alargando ligeramente las figuras. El imperio Nuevo es la época del engrandecimiento político del país y en él se multiplican las estatuas y se labran algunas de tamaño colosal, adosándolas a los templos, representando al faraón a quien se dedican. Todas llevan en su mano un rollo o un cetro, etc. Asimismo, se introducen los dromos o avenidas procesionales con esfinges y se conmemoran las hazañas militares y los ritos religiosos en bajorrelieves tallados en los muros y pilonos de los templos. Las estatuas, sin embargo, pierden el carácter realista y vuelven a estar sujetas al canon, volviendo a adquirir la típica expresión hierática. El periodo Tardío (desde mediados del siglo VII a. C.) produjo una reacción extremadamente realista, alargando más las figuras y afinando y perfeccionando la técnica escultórica, a pesar de que el material preferido para ello, a veces, era el basalto y otras piedras de gran dureza. Se abandonó la talla de colosos desde esta época. Se poblaron de efigies los templos y aumentó la escultura en bronce En todas las épocas se grabaron innumerables piedras preciosas para sellos, collares o amuletos, figurando en ellas principalmente los dioses y textos con jeroglíficos. Las más frecuentes son los escarabeos (escarabajos tallados con el caparazón en relieve y un texto jeroglífico grabado en la parte inferior).
26. En la época de Ajenatón (Akenatón) hubo un cambio de cánones. Las figuras se representaron tal como eran realmente, sin idealizarlas y con una cierta tendencia a humanizarlas; aparecen con cabezas alargadas, gruesas y cortas piernas y estómagos abultados. También se aproximaban más al naturalismo muchas esculturas y representaciones grabadas en las tumbas de nobles y potentados de la época.