El documento describe la visita Ad Limina que los obispos de Paraguay realizarán a Roma del 29 de agosto al 6 de setiembre de 1994. La visita Ad Limina es una práctica donde los obispos visitan las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo y se reúnen con el Papa cada 5 años. Los obispos evaluarán la iglesia en Paraguay y sus desafíos en unión con la iglesia universal durante esta visita.
1. Visita Ad Limina de 1994
A los sacerdotes;
A los miembros de la vida consagrada;
A los fieles laicos;
A las personas de buena voluntad;
Los Obispos del Paraguay viajaremos a Roma para realizar nuestra
"visita Ad Limina" desde el día 29 de agosto hasta el día 6 de setiembre del
corriente año.
La "Visita ad Limina" es una práctica antiquísima de los Obispos
que llegan a Roma para visitar las "tumbas de los Apostoles Pedro y
Pablo" y para encontrarse con el Santo Padre, sucesor de San Pedro y
Supremo Pastor de la Iglesia Universal.
El recibió la misión de confirmar en la fe sus hermanos y de dirigir a
la Iglesia Universal. Nosotros estaremos cumpliendo, de esa manera,
una disposición canónica que se celebra cada cinco años.
EL SUCESOR DE PEDRO EN LA IGLESIA UNIVERSAL
Como enseña el Concilio Vaticano II, "por disposición del Señor,
San Pedro y los demás apóstoles forman un solo colegio apostólico;
de modo semejante, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los
Obispos, sucesores de los apóstoles, se unen entre sí. Ya la más antigua
disciplina, según la cual los Obispos establecidos por todo el Orbe,
estaban en comunión entre sí y con el Obispo de Roma por el vínculo
de la unidad, de la caridad y de la paz" (LG 22). "La union colegial
se manifiesta también en las relaciones mutuas de los Obispos
particulares con las iglesias particulares y con la Iglesia Universal.
El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y
fundamento perpétuo y visible de la unidad tanto de los Obispos como
de la multitud de los fieles" (LG 23). Es así como Jesucristo Nuestro
Señor continúa realizando la obra de salvación y apacentamiento de su pueblo.
Por eso, cada cinco años llegamos hasta la Sede de Pedro, junto al
Santo Padre, para hacer una evaluación global de la vida de la Iglesia
en Paraguay en unión con la Iglesia Universal. Es una misión de
trabajo donde los Obispos, tanto cada uno en particular como
colegialmente, estudiamos con el Papa y con los diversos organismos
de la Sede Apostólica la situación de nuestras diócesis, que son iglesias
particulares. Con solícita preocupación exponemos los problemas que
tienen nuestros pueblos para ser coherentes con su fe cristiana. Con
sincero esfuerzo procuramos definir los servicios que debemos ofrecer
para que esta fe continue progresando.
2. El encuentro con el Santo Padre tiene un profundo sentido pastoral.
Nos sentimos realmente en familia cuando entablamos un diálogo
cordial con el Santo Padre y con sus colaboradores a fin de realizar el
apasionante proyecto de la Nueva Evangelización. Este gran desafío
pastoral lo hemos vivido muy hondamente durante la inolvidable visita
que el Papa Juan Pablo II ha realizado a nuestra tierra seis años atrás,
cuando nos alentara con expresiones de sincero estímulo y fortaleza.
La riquísima experiencia de esa visita pastoral ha sido reavivada por
la Conferencia de Santo Domingo, que nos ha motivado a vivir con
gozo el compormiso de la unidad eclesial y de la construcción del
Reino de Dios en nuestro querido país. Esta nueva evangelización
nos presenta numerosos desafíos que con la gracia de Dios y con el
apoyo de la Iglesia Universal estamos dispuestos a enfrentar con esperanza
cristiana.
ASPECTOS ESPECIALES DE NUESTRA VISITA
Pero sobre todo estaremos unidos a nuestro pueblo, al que llevamos
entrañablemente en nuestro corazón y que es causa de nuestras
preocupaciones, esfuerzos y servicios. Anhelamos sinceramente que
la fe de nuestra gente crezca y se profundice, que sus esperanzas se
vean cumplidas y que la caridad de Cristo se convierta en el dinamismo
para que nazcan los nuevos tiempos que todos deseamos.
Junto al Santo Padre, los Obispos paraguayos queremos ofrecer la
rica experiencia de fe de nuestras comunidades eclesiales. La realidad
socio-político-cultural de nuestro país es un desafío que debemos
afrontar permanentemente. Lo mismo la situación de la familia y del
hombre paraguayo en particular, pues existe un despertar de los laicos
quienes mejor formados se comprometen en la construcción de la
Iglesia de Cristo. Todo esto nos interpela permanentemente a que
tomemos decisiones oportunas en su defensa y su promoción. Muy
dentro de nuestro corazón llevamos las inquietudes de nuestros
primeros colaboradores, los presbíteros, quienes requieren de nosotros
un acompañamiento muy cercano y paternal.
Las vocaciones a la vida consagrada en evidente crecimiento será un
tema muy presente en nuestro diálogo eclesial. Con alegría
compartiremos la riqueza de una iglesia local que se ha visto
robustecida por cuatro nuevos Obispos desde la última Visita Ad
Limina. No dejaremos de mencionar el vasto abánico de problemas y
preocupaciones que forman parte de nuestra realidad social. Sólo así
podremos volver con esperanza renovada a fin de continuar la tarea
de la Nueva Evangelización que el señor nos ha encomendado realizar en nuestra
querida tierra.
Llevamos además los vivos sentimientos de gratitud porque en estos
3. cinco años pasados hemos sido enriquecido por las sabias
orientaciones del Magisterio papal a través de los vastos documentos
divulgados desde la Sede Apostólica.
Las circunstancias que vivimos, con las características inconfundibles
de una incipiente democracia, llena de expectativa y no pocas
preocupaciones, sobre todo en lo que toca al campo económico-social,
nos impulsan a reafirmar el propósito de edificar una Iglesia en
comunión, animando la formación de una sociedad más justa, más
fraterna y más consciente de su herencia cristiana. Esto nos
compromete a realizar el trabajo de la Nueva Evangelización a fin de
que la fe de nuestro pueblo crezca y se vigorice. La tradición de
devoción mariana que nos caracteriza y que el Santo Padre había
comprobado durante su visita y tantas veces señalado en su homilía,
será un punto central de la vivencia de nuestra fe al compartir la
comunidad de hermanos los momentos intensos de oración y
celebración de la Eucaristía con el Santo Padre y en las Basílicas
mayores de Roma que serán puntos obligados de nuestra
peregrinación. Nuestro pedido a la Madre de Dios será para que
nuestras evaluaciones y discernimientos se vean iluminados a fin de
que esta vista tenga el éxito deseado.
CONCLUSIÓN
De todo corazón queremos agraceder a aquellas personas que han
colaborado con nosotros en la preparación de esta visita, en particular
a aquellos que nos animan a nuestra misión pastoral y viven fielmente
la experiencia de nuestra tarea de construir el reino de Dios entre nosotros.
Con la esperanza de ser recordados en las oraciones y en los buenos
deseos de todos ustedes, nos preparamos para viajar a Roma. Les
bendecimos de corazón confiando en nuestros colaboradores que
animarán la evangelización en las diversas diócesis durante nuestra ausencia.
Que Roque González de Santa Cruz y Compañeros Mártires, unidos
a la protección especial de María Santísima, Madre de Dios y de la
Iglesia, conduzcan nuestros pasos por el camino del amor y de la paz.
Asunción, 31 de Julio de 1994
Por mandato de la 138a. Asamblea Plenaria
+ Mons. Pastor Cuquejo
Obispo Castrense
Secretario General de la CEP