Los romanos tenían un sistema de nombres compuesto de tres partes: 1) el praenomen o nombre de pila, 2) el nomen que indicaba la gens o linaje familiar, y 3) el cognomen o apodo. Los varones nobles tenían los tres nombres, mientras que para las mujeres y esclavos el sistema variaba. Los nombres reflejaban características como conquistas, defectos físicos o anécdotas familiares.