Las termas romanas eran recintos públicos destinados a baños que fueron construidos primero por Agripa en el 25 d.C. y luego por otros emperadores como Nerón. Servían como baños públicos con estancias para actividades como también lugares de reunión, y eran usados por la gente plebeya y esclavos que no tenían baños en sus casas. Algunos ejemplos notables de termas romanas en España incluyen las Termas de Lecrín en Granada y las Termas de Italica en Sevilla.