1. ¿ELEGANCIA ES CALIDAD?
Se dice que es muy difícil que exista elegancia sin
calidad.
Calidad en la tela, en la hechura, en el acabado, en
los accesorios, etc.
Una prenda de calidad proyecta elegancia por sí
sola, y no hay que adornarla mucho.
Los errores que cometemos las mujeres al comprar y planear nuestro
guardarropa consisten en comprar demasiadas cosas de menor calidad, para
disfrutar de variedad, claro; ésa es la intención. Sin embargo, esto resulta ser
un error tan común como el de comprar diez vestidos regulares en vez de
preferir dos de ensueño; o veinte pares de zapatos baratos en diversos colores
y modelos, en vez de tres pares de la mejor calidad posible.
Para conseguir la calidad en el vestir, hay que empezar por controlar el afán de
tener mucho y aprender a ser más selectiva.
Al hablar de calidad se tiene que aceptar lo más recomendable.
Óscar de la Renta dice al rechazar tanto lo muy ceñido como lo demasiado
fluido: “Me gusta la ropa que caiga”.
Por eso maravilló a Nueva York con sus lujosos abrigos sueltos en
combinación con vestidos mucho más cortos y las franjas en colores
contrastantes. Sus conjuntos de abrigo y pantalón fueron exquisitos.
Este gran diseñador proyectó calidad en sus ideas sobre moda femenina al
decir: “La tela debe caer suavemente”. No se ponga ropa ceñida al cuerpo que
parezca con un “calzador” y que se le arrugue o le marque todo lo que tiene en
el cuerpo: ¡brassiere, la trusa, el hueso salido, las costillas o los rollos
desmondongados!
El diseño para la noche es mucho más fácil. Al haber más fantasía, disminuye
el rigor. “¿Cómo puede lucir feo un vestido de encaje, de terciopelo o con
bordado maravilloso?” se pregunta Valentino.
Después de todo, los maestros de la moda saben que “la calidad a fin de
cuentas también resulta más económica
2. DECÁLOGO DEL BUEN VESTIR
Considere su figura: ¿Es alta, baja? Su contextura y peso: ¿Es delgada,
gruesa, gordita, flaquita?
SU EDAD: Hay que recordarla para que pueda llevar a casa ropa
conveniente y no desentone a la hora del compromiso.
SU ESTILO: Considere los siguientes: exótico, inocente, casual,
romántico, deportivo, ejecutivo, sensual, glamoroso o sofisticado. Escoja
el que mejor convenga a su personalidad y a la ocasión.
LA NECESIDAD DE LA PRENDA Y SU USO: ¿Para qué y para dónde lo
necesita? ¿Para el día, tarde o noche? ¿Qué clase de reunión es?
¿Informal? ¿Semiformal o formal?
LA CALIDAD: Mejor es poco y bueno, por eso trate de conseguir
calidad. Es probable que una prenda que no dure la desilusione
rápidamente. Dinero perdido.
LOS COLORES: ¿Qué color es el más apropiado para la ocasión? ¿Qué
color le asienta más? ¿Puede usar dos o más colores? Colores oscuros
para la noche.
EL MATERIAL: Los materiales concuerdan con la hora en que se usará
la prenda. Mañanas: telas frescas y juveniles. Tardes: algodones
satinados, sedas, crepés y poliésteres. Noches: gasas, raso, moiré,
tafetán, organza, seda, encajes, gipiur y bordados de pedrería, por cierto
de acuerdo a la tendencia.
ACCESORIOS: Infaltables, trate de combinarlos adecuadamente y evite
usarlos en exceso. Un chanel con un collar de perlas siempre luce
divino. El pañuelo, atrévase a usarlo: póngalo en el cuello, el hombro, la
cintura. Haga trabajar a su imaginación.
CARTERAS Y CALZADO: Ambos deben ser del mismo estilo, color o
pertenecientes a las misma gama de colores y material. La cartera se
utiliza de acuerdo con los tamaños y edades. Mujeres altas con carteras
grandes y mujeres bajas con carteras pequeñas. En el estilo formal no
se usan ni cartera ni zapatos de cuero.
Complemente ese decálogo con el mejor peinado y maquillaje para la
ocasión.
3. JAMÁS IMITE LA ELEGANCIA
El vestido es algo que no puede dejar de apreciarse y llega incluso a
contradecir al refrán: “El hábito no hace al monje”. En el caso de la mujer,
definitivamente sí hace la diferencia en su estilo y en su personalidad.
“Elegancia “viene de “elegir” y éste del latín “elígere” que significa escoger con
criterio y gusto, elegir bien. La persona elegante es la que sabe elegir, la que
escoge bien sus prendas, su atuendo en general.
Es muy difícil hablar de elegancia, ya que la moda en la mujer cambia cada año
(todas seguimos la moda), a diferencia de la elegancia masculina, que es tan
estable como el Misti en Arequipa.
La elegancia obedece a determinadas reglas que usted debe memorizar y
recordar: la edad, la hora, el clima y la circunstancia. La pregunta de rigor sería:
¿Ser elegante es estar a la moda?
Tomemos un vestido. Llevado por una joven, luce sublime; llevado por una
mujer de cuarenta años, ¡ridículo!
De modo que nuestra reflexión sería pensar que un vestido no existe por sí
mismo. Sigue la ley de los líquidos: adquiere la forma del cuerpo que lo
contiene.
Toda mujer que desee ser elegante debe estudiarse a sí misa; sus gustos,
aficiones y lugar donde se desenvuelve diariamente. ¿Quién es, adónde va,
qué quiere, cómo lo quiere, dónde está situada y cuáles son sus metas y
objetivos?
¿Siempre se prefiere la calidad a la cantidad?
Cuando una mujer está se gura del vestido que lleva, muestra mayor soltura y
naturalidad en los movimientos, en su comportamiento.
El vestir con dignidad dentro de los medios de cada una es de suma
importancia, ya que a la persona que no se conoce íntimamente se le juzga por
su imagen exterior, por todo aquello que ella representa.
Ser elegante y estar a la moda pueden ser cosas muy diferentes.
Todo lo que se necesita es creatividad y sentido práctico, no se deje
deslumbrar por la moda y reconozca sus propias limitaciones, para no hacer el
ridículo; y siéntase segura, confiada y elegante: “La mona aunque se vista de
seda, mona se queda”.
4. “Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la
Seguridad Alimentaria”
TEMA:
Elegancia es Calidad
DOCENTE:
Mg. Shirley Rodríguez Chamorro
ESCUELA:
Administración en Turismo y Hotelería
INTEGRANTES:
Becerra Chauca, Yomaira
Romero Carlos, Anyela
Trujillo-Perú
2013