GOLDEN SPIDER SILK - SEDA DORADA DE ARAÑA
Soie d'araignee nephila madagascariansis.
Un poco de historia sobre la seda de araña la nephila, un género de arañas de la familia Nephilidae, conocidas como arañas de seda de oro debido al color de la seda que producen.
Con ella se tejió a mano una capa con seda dorada de araña fue exhibida en un museo londinense, el victoria & albert museum. La pieza es uno de los dos textiles que existen en el mundo elaborados con esta sed. La capa fue confeccionada en Madagascar y para terminarla se necesitó tejer la seda de 1.2 millones de arañas durante un período de 8 años.
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UN POCO DE HISTORIA DE LA SEDA DE ARAÑAS
En 1610, REAUMUR estudia la seda de las arañas y la posibilidad de utilizarla ya que sus
propiedades mecánicas excepcionales de esta seda hacen que sea un material con futuro. Fue
encargado de realizar un estudio sobre el tema (1710) pero no resulto favorable, eran
necesarias 4 grandes arañas para una cantidad equivalente a un gusano de seda y que… todas
las moscas del reino no serian suficientes para alimentar las arañas! El emperador de china fue
puesto al corriente.
Pero fue BON DE MONTPELLIER de SAINT‐HILAIRE François Xavier (1678‐1761) quien tuvo la
intuición del uso de la seda para su utilización en las hilaturas francesas. Publicó una obra
"dissertation sur l'araignée" en la que se enseña el modo de hilar la seda de este insecto (en
esa época la arañas eran todavía clasificadas como insectos), una obra traducida en todas las
lenguas en Europa e incluso en chino. Presentó a la academia de las Ciencias unas medias y
guantes fabricados así.
Más tarde en 1761, el misionero jesuita español Raimundo de Termeyer trabajó en Paraguay el
perfeccionamiento de la forma para llevar el hilo de seda de araña directamente de las hileras
en el abdomen de la araña hembra. Al viajar a Italia en el 1770, Termeyer continuó su trabajo y
publicó su Opusculi scientifici d'Entomologia en el 1807, el estudio más completo jamás escrito
sobre la extracción y transformación de la seda de las arañas. Al mismo tiempo, produjo
medias para el emperador Napoleón y un chal para su primera esposa, la emperatriz Josefina.
Dr. Auguste Vinson en 1861, fue el primero en darle el nombre científico de Nephila
Madagascarienis de Oro conocida como la MADAGASCAR ORB WEAVER (arañas de seda de
oro). También sugirió que la seda de estas arañas podría ser de uso y valor comercial. Más
tarde Pablo Jacob Camboué, un misionero jesuita francés, motivado por los escritos de Vinson
y las maravillosas propiedades del producto, empezó a experimentar para extraer la seda
directamente desde el araña en las décadas de 1880 y 1890.
Pero finalmente quien tuvo la intensión de darle el gran impulso comercial en Francia, sobre la
base de los esfuerzos de Camboué, fue el Sr. Nogué, sub‐director de la escuela profesional de
Tananarivo, quien logró crear una máquina potenciada a mano sin perjuicio de la araña. La
seda hecha por él se transformó en un baldaquino que se presentaron en París en la
Exposición Universal de 1900, pero no existen esos ejemplares. Aunque la historia dice que no
llegaron a la exposición ya que el barco que transportaba el trabajo se hundió por el camino.
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Los resultados fueron continuados por el Sr. Jolly, arquitecto de la colonia de Madagascar y
director de la escuela profesional de Tananarivo. Se ha instalado una escuela de tejido de seda
de araña.
Hay en Tananarivo, un director de fabricación, un contramaestre hilador y tres jóvenes
indígenas. Este pequeño personal dispone de al menos, hoy, un suministro de 200.000 metros
de hilo de 12 hebras, y la producción de eleva a 560.000 metros al mes.
Ramón Termeyer Y Sus Arañas
Nadie pone hoy en duda la relevancia histórica ni la labor evangelizadora que tuvo la
Compañía de Jesús en la América hispana. En Argentina, los jesuitas iniciaron sus
establecimientos en 1585 en toda la zona norte de la región, especialmente en lo que hoy es la
provincia de Misiones. Desde entonces hasta 1767, con la expulsión general de la Compañía,
en el Río de la Plata fueron los jesuitas quienes se dedicaron con mayor empeño al estudio de
la flora y fauna que en torno al río Paraná era de gran interés.
El principal naturalista de los que desarrollaron su trabajo en el Plata fue el jesuita Ramón
María de Termeyer, que había nacido en Cádiz el 11 de octubre de 1738 aunque de padres
alemanes. En la ciudad andaluza se dedicó con interés al estudio de las matemáti‐cas y las
ciencias naturales, especializándose en la investigación del gusano de seda, hasta el año 1762
en que pasaría al Río de la Plata.
Hasta allí viajó llevando consigo una ampolla con unos huevos de gusano de seda que
resistieron bien el viaje, por lo que estando en la ciudad de Córdoba del Tucumán, en
septiembre de 1763, comenzaron a germinar. Nada más llegar a tierras americanas empezó a
propagar sus gusanos por gusanos por Montevideo, Buenos Aires y Córdoba; por lo que se le
podría considerar el introductor de la industria serícola en el Río de la Plata.
El padre Termeyer fue destinado al pueblo de san Francisco Javier de indios mocobíes hasta
1767, cuando acaeció la expulsión de los jesuitas. En una de sus exploraciones por el Chaco fue
cuando se inició en el estudio de la seda de las arañas. Se hallaba a unas 180 millas de Santa
Fe, cuando se encontró con una serie de tupidas telarañas que apenas le dejaban caminar.
Entonces se le ocurrió que esas telarañas, obra de la Aranea Latro Linn, podrían ser utilizadas
como seda. Por ello, se dedicó con entusiasmo al estudio de las arañas de la región, hallando
diez especies distintas cuyas picaduras eran venenosas aunque no mortales, hasta que le llegó
el destierro en 1768.
Tuvo que partir hacia Italia, llevando consigo un buen número de arañas que no causaron
precisamente el agrado de los vecinos de su casa en Milán. Sin embargo, durante su estancia
en el país italiano pudo publicar varias memorias sobre sus investigaciones en las páginas de
Della scelta d’opuscoli interessanti di Milano, además de dedicarse a confeccionar prendas de
seda de araña que pronto alcanzaron gran fama por toda Europa.
Remitió una colección de arañas a la Corte madrileña que causó admiración, y en 1788 enviaría
a Carlos III unas medias de seda que pesaban dos onzas y cuarto, realizadas con tan peculiar
material. Obsequios semejantes hizo a la reina Catalina de Rusia, al rey de Nápoles y al
archiduque Fernando de Austria; todos ellos fabricados con la telaraña de la especie Diadema,
y hábilmente tejidos por el propio Ramón Termeyer y la señora Lucrecia Rasponi. Todas estas