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Padrenuestro(Mateo 6,9-13):
En perspectiva de solidaridad y santidad
Hna. Dra. Ángela Cabrera,
(Misionera Dominica).
Instituto Nacional de Pastoral
1er. Congreso Nacional de Solidaridad
Santo Domingo:
12-14 de junio, 2015.
2
Itinerario
1.	 Texto: Mateo 6,9-13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2.	 Observaciones sobre las frases del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . 3
	 2.1. Las dos versiones del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
3.	 El Padrenuestro y sus textos vecinos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
4.	 Fecha y lugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
5.	 Rumiando las frases del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
6.	 Consideraciones finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
7.	 Bibliografía utilizada y consultada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
3
Introducción
La solidaridad es un valor humano y cristiano que implica actitudes
saludables en las relaciones interpersonales y comunitarias. El
sentido de unidad y comunión son puntos neurálgicos al momento
de considerarla. ¿De dónde nace? Tiene sus raíces, desde la fe que
profesamos, en dimensiones teológicas y espirituales. Ella emana,
espontánea, de una fuente, Dios. En este sentido, escoger la oración
sugerida y enseñada por Jesús para reflexionar en torno a esta
templanza es significativo. Para Tertuliano, el Padrenuestro es el
resumen de todo el Evangelio.1
Rezar con el Padrenuestro significa acoger la propuesta de Jesús,
quien nos pone ante el espejo de la comunión trinitaria: en esta oración
está presente el Padre, y el Hijo en el Espíritu. En resumidas frases
tenemos una oración que lleva a la proximidad de Dios y a la fraternidad
con los hermanos.
Vamos a seguir algunos pasos metodológicos que, bajo las luces del
Magisterio, nos lleven a profundizar en esta bella y exigente oración. Al
mismo tiempo, como el título lo indica, iremos vinculando la propuesta
con la solidaridad, sin olvidar la santidad, temas escogidos por nuestra
Iglesia dominicana para el año en curso.
1. Texto: Mateo 6,9-13
9.	 Padre nuestro, que estás en los cielos,
	 santificado sea tu Nombre,
10.	venga tu Reino,
	hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
11.	Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12.	y perdónanos nuestras deudas,
	 así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
13.	y no nos dejes caer en tentación,
	mas líbranos del mal.
2. Observaciones sobre las frases del Padrenuestro
Observando las frases que forman el Padrenuestro podemos sugerir
que consta de dos partes diferenciadas e integradas. La primera
posee una invocación, seguida de tres deseos a manera de peticiones.
1.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, São Paulo, Paulinas, 2001, 27.
4
La segunda parte, contiene cuatro, sumando siete peticiones que
manifiestan una oración plena.
En un primer momento se destaca la dimensión teológica y, en la
segunda, la antropológica, estando ambas íntimamente conectadas.
No pasa desapercibido el orden de cada una de las frases del texto
y la sobresaliente literatura en plural. Las primeras tres peticiones y
sus consecuentes deseos subrayan el horizonte “celeste/divino”, las
restantes, la perspectiva “terrena/humana”.
La palabra “Padre” inaugura la estrofa sustentando toda la oración.
Le sigue la fórmula “que estás en los cielos”, formando, ambas, una
“invocación”. La alusión a “cielos” está vinculada, de alguna manera,
a la “tierra”. Se apertura la secuencia de las tres primeras peticiones
mediante frases con verbos imperativos donde convergen tres núcleos
teológicos alusivos a “nombre”, “reino”, “voluntad”. En medio de las
frases se destaca la palabra “Reino”.
•	 “santificado sea tu Nombre”,
•	 “venga tu Reino”,
•	 “hágase tu voluntad”.
La segunda estrofa inicia con una solicitud de “pan”. Seguidamente se
le suman las restantes peticiones, cuatro:
•	 “dánosle hoy”,
•	 “perdónanos nuestras deudas”,
•	 “no nos dejes caer en tentación”,
•	 “líbranos del mal”.
La estrofa destaca núcleos antropológicos alusivos a: pan, perdón,
deuda, tentación y mal. ¿Existe un hilo conductor que una las dos
estrofas del Padrenuestro? Podríamos sugerir que el corazón de
la oración está compuesto por los referentes: “Padre”, “Reino” y
“comunidad de hermanos”. Ellos fusionan la oración en un conjunto
armónico e indivisible.
En suma, en el texto contamos como una invocación, a las que le
siguen siete peticiones. El número siete señala un número unido a
Dios, que no está sujeto al tiempo, y por tal, con propiedades eternas.
Es un número marcado por la santidad. En torno a la invocación giran
las restantes frases del texto. Tres de ellas se vinculan al “tú”:
“Tu Nombre”,
“Tu Reino”,
“Tu voluntad”.2
2.	 Catecismo Iglesia, 2804.
5
Las restantes frases están unidas al plural:
“Danos”,
“Perdónanos”,
“No nos dejes”,
“Líbranos”.3
Benedicto XVI sugiere la relación entre las peticiones del Padrenuestro
con el Decálogo, pues en su núcleo explican las dos partes del
mandamiento principal: el amor a Dios, (quien tiene la primacía), y al
prójimo.4
Ahí encontramos el fundamento teológico de la solidaridad.
2.1. Las dos versiones del Padrenuestro
Mateo 6,9-13 Lucas 11,2-4
9. Padre nuestro, que estás en los
cielos,
santificado sea tu Nombre;
10. venga tu Reino;
hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo.
11. Nuestro pan cotidiano dánosle
hoy;
12. y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado
a nuestros deudores;
13. y no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal.
2. Padre,
santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino.
3. Danos cada día nuestro pan
cotidiano,
4. y perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe,
y no nos dejes caer en tentación.
Escribir las variantes observadas en las dos versiones
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3.	 Idem., 2805.
4.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, en Jesús de Nazaret, Ciudad del Vaticano,
Vaticana, 2007, 59.
6
Algunas consideraciones: Las palabras subrayadas, en ambos
textos, son semejantes. Las cursivas se refieren a la misma raíz
griega. Las otras variantes son atribuidas por la comunidad académica
a las traducciones españolas para hacer más familiar el texto. Suele
admitirse la versión lucana como la forma más antigua, aunque se duda
el atrevimiento de resumir tal oración. Sin embargo, con pretensiones
litúrgicas, la versión mateana, que seguiremos en este estudio, pudo
tener añadidos destacándose por perfección literaria, que no deterioran
el sentido primitivo.5
Mateo se distingue por conservar, en la oración, la influencia judía,
que se dirige a Dios mediante la fórmula “Padre en los cielos”. Lucas
la pudo haber modificado para los destinatarios de origen helenistas.
En la versión mateana, que parece poseer el sentido más antiguo, se
lee: “perdónanos nuestras deudas”, en Lucas se sostiene “perdónanos
nuestros pecados”. La súplica por el perdón, en Lucas, abarca “a todo
el que nos debe”; en Mateo, se limita a “nuestro deudores”. Mateo utiliza
el verbo “perdonar” en pasado: “hemos perdonado”. Lucas lo mantiene
en tiempo presente, subrayando la continuidad. Cada evangelista nos
hace partícipe del texto en la forma como era orado en su comunidad.
Ambas maneras son válidas.
3. El Padrenuestro y sus textos vecinos
El Padrenuestro en el Evangelio de Mateo se sitúa en el conjunto
de textos comprendidos en el “Sermón de la Montaña”. Allí Jesús
predica a sus discípulos y a la multitud.6
El Sermón se inaugura en el
capítulo 5 de Mateo con las Bienaventuranzas (5,1-12), y concluye en
el capítulo 7,29, luego de un amplio llamado a cumplir la voluntad del
Padre celestial. Para entrar en contacto con la oración enseñada por
Jesús es necesario situarla en su conjunto literario y teológico. Veamos
dos momentos: los textos que están antes y los que están después
del texto escogido.
El Padrenuestro tiene un fino olor a Bienaventuranzas. Ellas inauguran
el Sermón de la Montaña. Veámoslas en una posible mirada sinóptica:
Bienaventurados
los:
… porque Agregar frases
del Padrenuestro
vinculadas a las
Bienaventuranzas
Pobres con Espíritu de ellos el Reino de
los Cielos
5.	 H. Cousin, La oración del Padrenuestro en los evangelios, en www.verbodivino.es
6.	 Mientras Mateo sitúa el Padrenuestro en el Sermón del Monte, Lucas lo hace en
el marco donde el propio Jesús ora a su Padre. Es en ese momento donde los
discípulos le piden al Maestro que les enseñe a orar.
7
Los mansos poseerán en herencia
la tierra
Los que lloran serán consolados
Los que tiene
hambre y sed de
justicia
serán saciados
Los
misericordiosos
alcanzarán misericordia
Los limpios de
corazón
verán a Dios
Los que trabajan
por la paz
serán llamados hijos de
Dios
Los perseguidos
por causa de la
justicia
de ellos es el Reino de
los cielos
Los que injurien,
persigan y digan
mentiras contra
ustedes por mi
causa
La recompensa será
grande en los cielos:
así persiguieron a los
profetas anteriores a
ustedes.
Una vez concluida la unidad literaria de las Bienaventuranzas, y antes
de encontrar el Padrenuestro, se localizan, por así decir, diversos
criterios para formar parte del Reino. Se extienden desde Mt 5,13 – 6,8.
Luego prosiguen desde 6,14 - 7,29:
Criterios y exhortaciones para entrar
en el Reino
Escribir un verbo
(guiándonos por la cita de
la izquierda) que identifique
una acción solidaria:
Ser sal de la tierra (Mateo 5,13) Animar
Ser luz del mundo (5,14)
Alumbrar
Testimoniar buenas obras entre la
gente y glorificar al Padre del cielo
(5,16)
Practicar la justicia (5,20)
Ser paciente/tolerante con el hermano
(5,22)
Reconciliarse antes de llegar al altar
(5,24)
8
Cumplir la ley (5,28-37)
Ser hijos del Padre celestial, que
supone: dar el manto, andar más millas,
dar, prestar, rezar por los demás,
incluyendo los enemigos (5,39-45)
Ser perfectos como el Padre celestial:
hace salir el sol sobre malos y
buenos, y llover sobre justos e
injustos (5,45)
Practicar la justicia y la caridad sin
publicidad (6,1-4)
Luego del Padrenuestro Luego del Padrenuestro
Ser espiritual más allá de la
apariencia: cuando ayunes perfuma
tu cabeza…. (6,17)
Desapegarse de tesoros terrenales y
amontonar tesoros en el cielo (6,19)
Tener conciencia de la identidad del
tesoro que habita en el corazón (6,21)
Servir al Señor Dios y no al señor
dinero (6,24)
Valorar la vida más que el alimento y
el cuerpo más que el vestido (6,25)
Afanarse y preocuparse por el Reino
y su justicia (6,33)
No juzgar (7,1)
No dar perlas a los puercos (7,6)
Pedir, buscar, llamar (7,7)
Hacerles a los demás lo que
quisiéramos que nos hagan (7,12)
Entrar por la puerta estrecha (7,13)
Guardarse de los falsos profetas
(7,15)
Dar frutos buenos (7,18)
Hacer la voluntad del Padre celestial
(7,21)
Escuchar y practicar la Palabra (7,24)
9
Observación: El resumen anterior señala los criterios que suponen la
filiación que Dios, mediante Jesús, ofrece. Los textos que circundan al
Padrenuestro robustece la seriedad de la oración. Sus demandas son
exigentes. Interesa destacar que el Padrenuestro es fuente de donde
emana “la solidaridad”. En la medida en que el corazón está centrado
en el Reino y su justicia, los desapegos fortalecen el compartir entre
hermanos y hermanas.
Para algunos estudiosos, Mateo reúne y sintetiza la doctrina de
Cristo en el Sermón de la Montaña. No es coincidencia que sitúe el
Padrenuestro en el centro. El Sermón de la Montaña ofrece un cuadro
completo de la auténtica humanidad. Muestra cómo llegar a ser hombre
y a ser mujer según la voluntad de Dios.7
4. Fecha y lugar
Toda reflexión teológica toma en cuenta la fecha y el lugar, porque
nace dentro de la historia humana. También el Padrenuestro tiene un
lugar y una fecha de referencia. Hay concordancia en la comunidad
académica para situar el Evangelio de Mateo después del año 70 d.C.
Mt 22,7 lleva a establecer una fecha luego de la caída de Jerusalén.
El lugar de composición es más evidente. Mateo es de ambiente judío,
más palestinense que los otros evangelios. Es posible que haya sido
escrito por alguien de perfil judeo-cristiano, fuera de Palestina, destinado
a palestinenses.8
El mismo Sermón tratado se sitúa por un monte cerca
de “la ribera del mar de Galilea” (Mt 4,18).
5. Rumiando las frases del Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo
El término “Padre”, inaugura la oración recomendada y enseñada
por Jesús. Como las oraciones sinagogales de la época, debió de
formularse en hebreo, lo más probable en arameo.9
El arameo abba
es un clamor de oración y refleja la invocación de Dios.
En textos esparcidos por el Antiguo Testamento Dios se presenta o
es presentado como Padre: Israel es considerado su primogénito (Ex
4,22). En 1Sam 7,14 se afirma: “Yo seré para él Padre y él será para
mí hijo”. La persona sabia considera a Dios “Padre”, y le suplica no
ser abandonada a los caprichos de sus labios (Eclo 23,1; Sab 2,16).
Una idea individualizada aparece en los salmos al considerar que, en
caso de que un padre o una madre abandonasen al fiel, Dios asumiría
la paternidad y la maternidad de la persona desafortunada (Sal 27,10).
7.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 33-45.
8.	 M. John, Dicionário bíblico, São Paulo, Paulus, 2005, 589.
9.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, vol.2,
Salamanca, Sígueme, 2002, 835.
10
En el profeta Isaías se alude a la dimensión paterna de Dios (Is 63,16;
64,7). Jeremías lo considera, en sentido amistoso, “Padre” desde el
tiempo de su juventud (Jr 3,4.19). En el A. T. Dios es Padre desde la
perspectiva liberadora: elección, alianza, fidelidad (Ex 4,22).
Benedicto XVI se pregunta ¿Dios también es Madre? Haciendo un
recorrido bíblico reconoce que el misterio del amor maternal de Dios está
reflejado, especialmente, en el término rahamim, bien traducido como
“seno materno”, “misericordia”. Así concluye afirmando que “madre”, en
la Biblia, es una imagen, pero no un título para Dios. Afirma que Dios no
es hombre ni mujer, sino el creador de ambos.10
Puede considerarse, en
este sentido, que la tradición bíblica nos enseña a llamar a Dios “Padre”,
pero sin descartar su condición de “Madre”.
¿Cuál sería, entonces, la innovación jesuánica al referirse a Dios como
“Padre”? Jesús le da otro sentido, aunque ubicándose en la tradición
de la Sagrada Escritura. Al introducir su oración con el destacado
abba, muestra tanto su docilidad, como su profunda humildad ante
el Padre. Los evangelios conservan la palabra abba en arameo. Las
cartas existentes en esta lengua testifican que el término particular
utilizado por Jesús directamente para hablar con Dios era el mismo
vocablo utilizado por los niños para dirigirse a sus padres. Significa más
o menos: “padre amado”, “papito querido”, manifestando una relación
exclusiva entre padre e hijo.11
Los evangelios testifican, con frecuencia, que Jesús era un hombre
de oración, y casi todas sus oraciones comienzan con la palabra
“Padre” (Mc, 8,6; Lc 6,12; Mt 26,39; Jn 17,1-5). Para Jesús, Dios es “mi
Padre” (Mt 15,13). Se trata de una filiación natural y no adoptiva. Esta
vez, no es Dios quien asume al pueblo como hijo situándose él como
Padre, sino que es el propio Jesús quien dice abba. El concepto, en
Nuevo Testamento, se presenta cerca de 200 veces, evidenciado, en
el Padrenuestro, oración dominical, el punto más alto de la revelación
cristiana.
La generosidad de Jesús se hace sentir cuando enseña a la multitud a
decir “Padre nuestro”, expresando que, “mi Padre” es también “Padre
de ustedes”. Ha de subrayarse la palabra “nuestro”, pues solo Jesús
podía decir con todo derecho “Padre mío”.12
Jesús, sin una relación cerrada, integra, lleva e invita a la humanidad
hacia su Padre. Consecuentemente, de muchos hijos surge la
comunidad de hermanos. El Padrenuestro es la oración que hermana
eliminando la indiferencia. Por el sentido fraterno que emana de sus
letras, para ser rezado, presupone lazos afectivos y amorosos entre
10.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 61.
11.	 M. John, Dicionário bíblico, 1.
12.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 61.
11
los que la hacen suya. “Él nos reconoce como hijos al acoger como
hermanos a los demás que también son tenidos por hijos”.13
Para San Juan Crisóstomo: el Padrenuestro descentra del propio
interés invitando a considerar el del prójimo. De esta manera el
Señor: elimina el odio, reprime la soberbia, destierra la envidia, trae
la caridad, madre de todos los bienes; elimina la desigualdad de las
cosas humanas y muestra que el emperador merece la misma honra
que el mendigo, manifiesta que en las cosas mayores y necesarias
somos todos iguales.14
El plural “nuestro”, distinguido desde la primera frase del Padrenuestro,
evidencia que se trata de una oración comunitaria. Así lo afirman las
cartas paulinas en las frecuentes saludaciones: “Gracia a ustedes y
la paz de parte de Dios, nuestro Padre” (Gal 1,3; Ef 1,2; Fl 1,2). En
las mismas correspondencias se muestra el Espíritu Santo nos hace
descubrir a Dios como Padre (Rm 8,15; Gl 4,6).
Santo Tomás de Aquino, en su comentario al Padrenuestro, se
pregunta:
•	 ¿Por qué razón Dios es Padre?
•	 ¿Qué implica su paternidad en la vida de los creyentes?15
El santo dominico responde diciendo que Dios es Padre porque nos
creó a su imagen y semejanza, por ser providente, y adoptarnos como
hijos. Tal realidad exige caminar hacia su perfección, que implica
misericordia con el prójimo: “Quien no ama a su hermano, al que ve,
¿cómo va a amar a Dios, a quien no ve?” (1Jn 4,20).
El Catecismo de la Iglesia invita, en este sentido, a situarnos como
“criaturas” y “pecadores”, que pidan un “nosotros”, abarcando el mundo
y la historia. Porque “nuestro Padre” cumple su plan de salvación para
nosotros y para el mundo entero por medio del Nombre de Cristo y del
Reino del Espíritu Santo.16
Desde la época persa Dios fue llamado “Dios del cielo” (Esd
1,2; 5,11-12; Ne 1,4).17
Las posteriores evidencias bíblicas lo
muestran como el lugar del “trono/morada de Dios”, el espacio
de la divinidad (Sal 11,4; Mt 5,34). En la segunda venida, Jesús
retornará del “cielo” o sobre las nubes del cielo (Mt 24,30,
Mc 14,62). En Juan, Jesús viene de allí, en el momento de la
encarnación. La teología neotestamentaria presenta el “cielo”
como recompensa del cristiano. Los nombres de los discípulos allá
13.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 50.
14.	 San Juan Crisóstomo en Idem., 55.
15.	 Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás
de Aquino, Padrenuestro.
16.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2806.
17.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 58.
12
están escritos (Lc 10,20), también existe la expresión “ciudadano
del cielo” (Fil 3,20).
Claramente, con la expresión “cielo”, en el Padrenuestro estamos ante
un referente teológico, no geográfico.18
Dentro de este contexto se
entiende la crisis del salmista al no poder escapar de la presencia de
Dios: “Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo
mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más
remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si
digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío
será noche; ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla
como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti” (Sal 139,8-12).
El “cielo” es la atmosfera teológica desde donde Dios, como centro,
busca atraer a la humanidad. Dios no está en una “lejana galaxia”.
“Cielo”, esa “dimensión” divina de la que venimos y hacia donde
debemos encaminarnos, origen de toda paternidad.19
La expresión “que estás en los cielos” designa la majestad de Dios y
su presencia en el corazón de los justos, (los cuales están en la tierra).
El cielo, la casa del Padre, constituye la verdadera patria a la cual ya
pertenecemos.20
Como resultado tenemos la imagen de Dios que no
queda confortable en la trascendencia, sino que aproxima “su cielo”,
a “nuestra tierra”.
En las palabras de Martín Nieto se dice: “Solamente rezaremos bien el
Padrenuestro que estás en los cielos, si practicamos el Padrenuestro
que estás en la tierra”21
.
	¿En qué medida el “Padre nuestro que estás en los cielos” es un
fundamento teológico de solidaridad?
Santificado sea tu Nombre
Luego de la invocación anterior, aquí se inauguran las peticiones que
conforman el Padrenuestro, sabiendo que cuando pedimos, no pedimos
para Dios, sino por nosotros mismos, que buscamos, por su gracia,
identificar nuestro querer con el suyo.
“Que sea santificado su Nombre” es la primera petición. La introduce
el griego hagiazo “santificar”, “consagrar”. El aspecto de la santidad se
expresa mediante el término hebreo qadosh, que encierra la idea de
18.	 La antigua concepción semítica del universo lo dividía en tres esferas: el cielo, la
tierra y el abismo debajo de la tierra.
19.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 62.
20.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2802.
21.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 61.
13
“separar” (Lv 20,3; Am 2,7).22
La santidad de Dios es columna vertebral
del mundo bíblico: “Santo, Santo, Santo es el Señor…” (Is 57,15). La
esfera celeste, anteriormente mencionada, nos pone en evidencia su
dimensión trascendental.
La santidad de Dios es el hogar inaccesible de su misterio eterno.
Lo que se manifiesta de esta santidad en la creación y en la historia,
la Escritura lo llama Gloria, una gloria compartida con la humanidad
(Sal 8).23
Si el Padre es Santo, los hijos, bajo esta dimensión, están
vocacionados: “Sean santos, porque yo, Yavé, soy santo” (Lv 19,2).
El Decálogo instruye: “No tomarás el Nombre del Señor tu Dios en falso”
(Ex 20,7). Interesa considerar que en la teología bíblica el “nombre” es
el sustituto de la persona. El hecho de que Dios tenga “Nombre” es un
enaltecimiento para la humanidad, pues al “nombrarlo”, se le reconoce
en existencia. Bajo tales conceptos, Dios se dispone a establecer
relación íntima con el ser humano. Sin embargo, tal Nombre debe ser
“santificado” (Is 29,23).
El Nombre de Dios Santo se ha revelado en Jesús. Al manifestarlo, lo
santifica.24
Puede entenderse que el Nombre de Dios es un accionar
divino en la “tierra”, en la “historia”, “en comunión”. Es el obrar de Dios
que despierta la conciencia y el entendimiento para que la humanidad
lo reconozca.
En otras palabras, su Nombre se revela en manifestaciones que liberan
de la indigencia y la esclavitud. Siendo así, la oración del Padrenuestro
introduce un nuevo aspecto de la santidad de Dios, quien se hace
presente a partir de los espacios cotidianos, en la vida de la gente,
especialmente aquellos que, socialmente, son insignificantes.
Así nos dice el Sal 23 “por honor de su Nombre” (v.3), es decir, por
honor de un Nombre que, a lo largo de la Historia de Salvación ha
merecido respeto y demostrado fidelidad, pues quien confió nunca
quedó defraudado. “Yo soy el que soy” (Ex 3,14).
A la pregunta del Catecismo: ¿Quién podría santificar a Dios puesto
que Él santifica?25
se le puede sumar la que hace Benedicto XVI:
¿Cómo trato yo el Santo Nombre de Dios? 26
El Magisterio responde
acertadamente: si vivimos bien, el Nombre divino es bendecido.27
Se
hace necesario: orar para que tal santidad permanezca en la comunidad
humana, integrar a todos en tales pretensiones de santidad, incluso,
los enemigos.
22.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 48.
23.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2809.
24.	 Idem., 2812.
25.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2813.
26.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 62.
27.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2813-2814.
14
Todo cuanto toca ese Nombre queda en santidad, y quien se atreve
a pronunciarlo está llamado a vivir en sintonía con tal estado de
comunión y santidad. El Nombre y la santidad son sinónimos. Las
Bienaventuranzas son un claro espejo de la santificación del Nombre.
Liberar en el Nombre de Aquel que está sobre todo nombre (Fl 2,9).
Al “santificar el Nombre” también la humanidad se santifica, efecto que
produce la integración del cielo y la tierra.
	¿En qué sentido la solidaridad nos lleva a la santidad?
Venga a nosotros tu Reino
La petición inicia con el verbo erchomai “venir”, usado en perspectiva
de “presente” y “futuro”,28
aludiendo al Reino; del griego basileia
“reino”, “reinado”.29
En Mateo, la fórmula “Reino de los cielos”, hace
mención de una propuesta mayor a la del templo. En esta perspectiva,
la misericordia se expande sin fronteras.
Si en la primera frase se dice: “Padre nuestro” ahora se afirma que tal
Padre es Rey. Es la comunidad de los pobres quien suplica: “venga a
nosotros”. “Venga” el modelo de reinado experimentado en la persona
de Jesús.
¿Por qué piden que venga? Porque los pobres aguardan que Él,
con su brazo, disperse a los soberbios, derribe a los poderosos, los
despida de manos vacías; para que a ellos los exalte, y los colme de
bienes (Lc 1,51-53).
El Reino está vinculado a la implantación de la justicia y el derecho,
ejemplificado en Mt 25,31-36: “tuve hambre, y me diste de comer, tuve
sed, y me diste de beber, era forastero, y me acogiste, estaba desnudo
y me vestiste, enfermo, y me visitaste, en la cárcel, y viniste a verme”.
Desde el A.T. se vislumbra la promesa mesiánica de un rey al estilo
del Buen Pastor (Sal 23, Ez 34,33).
Las Bienaventuranzas constituyen la carta magna y la ciudadanía
del Reino, en cuyo centro están los pobres. El paradigma del Reino
direcciona las relaciones interpersonales y el vínculo con Dios. Dejar la
edificación del Reino solo para Dios es una invitación a la haraganería.
Es evasión de los problemas que demandan dedicación humana. Dice
Lucas 17,21: “El Reino está en medio de ustedes”, es pues, tarea del
ser humano, hacerlo visible, en lo que nos compete.
En algunos pasajes el Reino tiene matiz de futuro (Mt 6,10; Mc 14,25),
y a veces de presencia, en lo que Jesús dice y hace (Lc 10,11). Muchas
parábolas hablan del Reino de los cielos ofreciendo al concepto
28.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1592.
29.	 Idem., 608-609.
15
resonancias éticas: “Busca primero el Reino de Dios y su justicia”. El
Reino es una promesa para los que practican la justicia, prometido a
la humanidad.
El compromiso con el Reino inicia con la propia conversión. Lo primero
y esencial es un corazón dócil, para que sea Dios quien reine y no
la persona. Rezar por el Reino es decir a Jesús: “déjanos ser tuyos,
Señor”.30
Donde Dios no está, nada puede ser bueno. Teniendo el
Reino como primacía, la vivencia y convivencia se vuelve sobria, justa,
y piadosa (Tt 2,12-13).
El Catecismo recomienda a los cristianos distinguir entre el crecimiento
del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la
sociedad en las que están implicados. Tal distinción no supone
separación, pues la vocación humana a la vida eterna no suprime, sino
que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios
recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz.
	Recordemos pasajes bíblicos donde, aunque no se mencione
la palabra “Reino”, él esté operando mediante prácticas
solidarias.
Hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo
La tercera petición del Padrenuestro inicia con el verbo imperativo
ginomai, que puede dignificar: “suceder”, “realizar”, “ser”, “originar”.31
En este sentido, el deseo está vinculado al querer que la “voluntad de
Dios” suceda, se realice, sea, se origine. Para Mateo, la voluntad de
Dios es paralela a “la voluntad del Padre que está en los cielos”. La
esencia de tal “voluntad” se sintetiza en “el amor a Dios y al prójimo”.32
Por tal motivo, está unida al proyecto de salvación preexistente de Dios.
La Sagrada Escritura nos muestra un continuo “revelarse” y “ocultarse”
de la voluntad de Dios. La misma es un misterio. Accedemos a ella
no por méritos propios. Existen un sin número de evidencias que nos
aproximan al querer de Dios. Isaías 1,15-17 lo relaciona a: lavarse las
manos sucias de sangre y maldad, con el agua de la justicia, cesar
de hacer el mal, y practicar el bien, reprender al opresor, defender al
huérfano, abogar por la viuda.
La comunidad sapiencial, acorde a la tradición profética, pide a Dios
que le enseñe a hacer su voluntad para ser guiada a “tierra firme” (Sal
143,10). Pide buen juicio y conocimiento (Sal 119,66). Considera que
el Señor, desde su trono en el cielo, reina, siendo bendecido por sus
30.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 64.
31.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 744.
32.	 Idem., vol.1, 1841.
16
ángeles. Sus ángeles son los que ejecutan su “voluntad” sirviéndole
en su propia obra histórica (Sal 103,19; 104,1).
Los evangelios son más específicos al afirmar que “hacer la voluntad
del Padre que está en los cielos”, es un criterio para entrar al Reino (Mt
7,21). Aunque tal voluntad conlleve “beber la copa amarga” (Mt 26,42),
por eso no vale decir “Señor”, “Señor” si no se realiza su voluntad (Lc
6,46). Jesús es claro al sostener que su alimento es hacer la voluntad
de Aquel que lo envió (Jn 4,34). Jn 6,40 acrecienta que la voluntad de
Dios se puede sintetizar en: que vean al Hijo y crean en Él, porque así
tendrán vida eterna, y resucitarán al final. Es deseo de Dios restablecer
la dignidad que soñó para el hombre y la mujer.
El apóstol Pablo sugiere en Rm 12,2-3 que los cristianos no se adapten
a “este mundo”, sino que lo transformen. En Ef 1,7-10 se recuerda que
en Cristo se nos dio a conocer el misterio de su voluntad, con miras de
reunir en él todas las cosas, tanto las que están en los cielos, como
las que están en la tierra. Uniéndonos a Cristo integramos los cielos
y la tierra.
En suma, la Biblia no posee un término referente al “mundo”, “universo”.
En su empeño por referirse a todo lo que existe habla de “cielo” y
“tierra”, ambas palabras localizadas en el Padrenuestro. Pedir que la
“voluntad de Dios sea hecha en ambas dimensiones” está vinculada
al anhelo de que “el modelo del cielo” sea implementado en la “tierra”.
El Reino crece en la medida en que cada uno va uniendo su voluntad
a la voluntad de Dios.
Existe una voluntad de Dios, que debe convertirse en el criterio de
nuestro querer y nuestro ser. El “cielo” es allí donde se cumple la
voluntad de Dios. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la
voluntad de Dios. La tierra se convierte en cielo en la medida en que
en ella se cumple la voluntad de Dios. Para tales propósitos se invita
a escuchar la “conciencia”33
(Rm 2,15). María nos recuerda que, en
la vida, lo principal es mantener un “hágase en mi según tu Palabra”
(Lc 1,38).
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy
Cierto niño le pregunta a su madre:
-	 ¿Mamá, en el cielo hay pan?
Nos cuestionamos: ese niño ¿qué vive? ¿qué lo lleva a relacionar el
“cielo” con el “pan”? Puede afirmarse que, en el cielo geográfico no
hay pan, pero sí en el “cielo/reino/tierra” soñado por Jesús. Si antes
se imploraban cosas espirituales, ahora se introducen las humanas,
33.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 64.
17
marcadas por la carencia. Solo piden pan los pobres, los que no tienen:
“felices los que tienen hambre…” (Mt 5,6).
El término “pan” procede del hebreo lehem, traducido por “pan”,
“cereal”, “alimento sólido”, “alimento principal”. Su raíz verbal es lhm
“comer”, “estar a la mesa”. Aparece alrededor de 300 veces en el A.T.
En el N.T. aparece unas 97 veces, concentrándose en los evangelios,
ahora mediante el griego artos “pan”, “alimento”, “sustento”.34
Estos
datos nos confirman que estamos ante un asunto esencial.
En la cultura bíblica, el pan era la comida base y principal para los
pobres (Ex 23,25; 2Rs 6,22; Job 22,7; Ez 12,18). El éxodo presenta,
mediante el relato del Maná en el desierto, la preocupación de Dios
por las necesidades de su pueblo (Dt 8,2-17). El pan es uno de los
principios, materiales, de la vida de la persona (Eclo 29,28). Entre los
ricos era usado como acompañamiento en los banquetes. Todavía así,
el pan era distinto según es extracto social: los pobres comían el pan
hecho a base de harina de cebada; y los ricos, a base de trigo. El pan
de trigo era alimento de lujo.
Jesús enseña, mediante el Espíritu, a pedir cosas necesarias. El
pensamiento paulino sostiene: “si tenemos qué comer y con qué
cubrirnos, con eso estaremos contentos” (1 Tm 6,8). El Padre que da
la vida no puede dejar de dar el alimento necesario para ella. El texto
griego presenta un artículo, “el pan”. Se trata de algo básico y conocido.
En este sentido, se acoge la palabra “cotidiano”, del griego epiousios,
adjetivo que puede significar lo “necesario para la existencia”, “lo que
pertenece al día”. El término aparece solo en el Padrenuestro (Mt
6,11; Lc 11,3) y posee el sentido de “danos, en este día, el pan que
corresponde”.35
Puede interpretarse, conforme a la tradición mateana
que “basta, a cada día, su propia dificultad” (Mt 6,34). El “pan” es lo
necesario, mientras llegan las promesas futuras.
La tradición sapiencial sostiene: “No me des pobreza ni riqueza;
dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue,
y diga: ¿Quién es el Señor?, o que sea menesteroso y robe, y
profane el Nombre de mi Dios” (Pr 30,8-9). También nos recuerda
las exhortaciones jesuánicas en Mateo: Por tanto, no se preocupen,
diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos
vestiremos?” Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas
cosas; que su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas.
Pero busquen primero su Reino y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mt 6,31-33). El Padrenuestro desafía para vivir el
presente con temor y humildad. Pedir pan es pedir, al mismo tiempo,
trabajo.
34.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 479.
35.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1515.
18
“Nuestro pan”, remite a un “pan de todos y para todos”, en comunión
de bienes. “Denles ustedes de comer” (Mc 6,37). También evoca los
vínculos comunitarios de solidaridad, desafío descrito en la visión
apocalíptica del juicio final (Mt 25). El juicio no tiene como tema
central “la demora de la parusía, sino la orientación de las relaciones
interpersonales y comunitarias en cuanto acontezca. La perspectiva
encuentra eco en el discurso de la misión, donde acoger a un misionero
es motivo de recompensa (Mt 10,40-42).36
En esta petición queda más evidente la identificación de Jesús con
los pequeños, llevando a los cristianos a la práctica solidaria como
elemento constitutivo de fe. El pan que no se reparte no es pan de
Dios: “Danos el pan que necesitamos así como nosotros damos pan
aquellos quienes necesitan”.37
El Catecismo nos ilumina al considerar
que “no hay estructura justa sin seres humanos que quieran ser
justos”.38
Repartir el pan contrarresta el drama del hambre en el mundo.
Para Santo Tomás, “el pan de cada día” resume todas nuestras
necesidades, evitando los siguientes pecados: desear más de lo que se
necesita, adueñarse de los bienes del otro, ambicionar, consumir en un
día lo suficiente para varios días, la ingratitud que brota de la soberbia, y
la preocupación excesiva por el mañana.39
Conforme a los fundamentos bíblicos y teológicos, la vida es más que
un bocado. No solo de “pan” vive la humanidad (Mt 4,4,). Por eso,
los evangelios hablan del pan del Reino, del banquete mesiánico (Lc
14,15). El Magisterio de la Iglesia presenta la Eucaristía como el pan
cotidiano. El Catecismo recoge las palabras de San Pedro Crisólogo
para considerar que: “Cristo mismo es el pan que, sembrado en la
Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno
del sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra
cada día a los fieles un alimento celestial”.40
	¿Qué tipo de pan pedimos?
	¿Qué tipo de pan quiero/queremos ser?
	¿Por qué ser pan?
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
Esta petición consta de dos frases. Hay una relación entre ambas:
integra las acciones de Dios y la del ser humano. El término “perdón”,
36.	 R. García, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição judaica, São Paulo,
Fonte Editorial, 2010,164.
37.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 176.
38.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2832.
39.	 Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás
de Aquino, Padrenuestro.
40.	 San Pedro Crisólogo, Sermo 67,7, en: Catecismo de la Iglesia Católica, 2837.
19
procede del griego aphiemi “hacer ir”, “dejar ir”, “permitir”, “soltar”,
“perdonar”.41
El perdón es tema neurálgico en la cultura bíblica. La
Historia de Salvación está hecha de pecados y perdón. Perdonar es
don divino.
Es interesante que el “perdón”, en un primer momento, conforme a la
frase, se refiera a la “deuda”. ¿Qué tipo de deuda? Esta palabra, del
griego opheiletes significa “deuda”, y corresponde al término arameo
hób “deuda de dinero”. En la LXX opheiletes también tiene sentido
de peculio: se trata de un préstamo que debe ser pagado.42
Solo la
posterior literatura rabínica la convirtió en la expresión corriente para
designar, además, los “pecados”.43
Los términos se usaron como
sustitutos intercambiables. Se traslada así el asunto de “deuda de
dinero” para “deuda de culpa”. Lucas integra ambas concepciones en
el capítulo 11,4.
Las explicaciones bíblicas nos aclaran el horizonte de interpretación:
Rm 4,4 afirma que al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor,
sino como deuda. Dt 24,10-15 sostiene que: “Cuando prestes cualquier
cosa a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomarle prenda; te
quedarás afuera, y el hombre a quien hiciste el préstamo te traerá la
prenda. Y si es un hombre pobre, no te acostarás reteniendo aún su
prenda; sin falta le devolverás la prenda al ponerse el sol, para que se
acueste con su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante del Señor
tu Dios. No oprimirás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de
tus conciudadanos o uno de los extranjeros que habita en tu tierra y en
tus ciudades. En su día le darás su jornal antes de la puesta del sol,
porque es pobre y ha puesto su corazón en él; para que él no clame
contra ti al Señor, y llegue a ser pecado en ti”.
En Mateo 18,23-35 está la parábola del siervo malo, quien, aunque fue
perdonado, no pudo perdonar. El Padrenuestro tiene la misericordia en
el corazón, pues el cuestionamiento que se le hace al “siervo malo” es
que debió tener misericordia. El perdón de las deudas en la parábola
es visto como un acto de misericordia: “Felices los misericordiosos
porque encontrarán misericordia” (Mt 5,7).
La misericordia tiene, en Mateo un doble significado: el perdón de las
deudas y los hechos de solidaridad/compasión. La misericordia en
Mateo está vinculada, fundamentalmente, a acciones a favor de los
pobres, pobres y endeudados.44
El pobre no puede pagar la deuda hasta
quedarse sin su pan de cada día. Por eso se exige el perdón. Una vez
perdonado, está llamado a perdonar a los demás, y a compartir el pan.45
41	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 554.
42	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 204.
43	 Idem., vol.2, 652.
44.	 R. García, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição judaica, 133.
45.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 203.
20
En la teología agustiniana, hay que perdonar las deudas en dos casos:
o porque no se tenga con qué, o porque no se quiera, a causa de la
ambición y la sinvergüencería. Quien perdona la deuda a tal deudor
perdona a un necesitado y actúa cristianamente.46
Esta es la sintonía
del Evangelio: Hay que prestar sin esperar nada a cambio (Lc 6,34-35).
A quien quiere la túnica: dale el manto (Mt 5,40), quien te abofetea da
la otra mejilla (Mt 5,39), no vuelvas la espalda para quien te pide algo
(Mt 5,42), reza por los que calumnian (Mt 5,39-42). En fin: este es el
itinerario de la perfección bajo los criterios del Padre perfecto (Mt 5,48).
La grandeza del corazón humano se mide en la capacidad de
perdonar: deudas, injurias, ofensas. Si perdonamos es porque Dios
nos ha concedido la facultad de hacerlo. “Dios nos deja administrar
el perdón”. No puede haber solidaridad sin perdón. Esta petición es
la única en exigir que, para ser perdonados, hemos de perdonar. El
Catecismo nos enseña que: No hay límite ni medida en este perdón,
esencialmente divino (Mt 18, 21-22; Lc 17,3-4); sea que se trata de
ofensas de “pecados” (Lc 11,4), o de “deudas” (Mt 6,12), pues somos
siempre deudores: “Con nadie tengas otra deuda que la del mutuo
amor” (Rm 13, 8).47
	¿Cuáles trampas del orgullo amenazan la solidaridad?
y no nos dejes caer en tentación
La expresión “no nos dejes caer”, procede del griego eisphero, “llevar”,
“traer”.48
Traducirla en una sola palabra es difícil, pero se alude al sentido de:
“no permitas entrar en” (Mt 26, 41), “no nos dejes sucumbir a la tentación”.49
Por su vez, la palabra “tentación”, proviene del griego peirasmos “pruebas”,
“tentación”.50
Esta es la única petición de fórmula negativa. Se observa
que, sin artículo, se refiere a cualquier tipo de tentación. En la tradición de
la Iglesia ha sido traducida de diversas maneras:
•	 “No permitas que seamos vencidos en la tentación”,
•	 “No nos sometas a tentación”,
•	 “Haz con que no entremos en tentación”,
•	 “No nos permitas sucumbir en la tentación”,
•	 “No nos induzcas a alguna tentación que no podamos
soportar”,
•	 “No permitas que seamos llevados a la tentación por el
tentador”.51
46.	 San Agustín, en Idem., 206.
47.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2845.
48.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1224.
49.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2846.
50.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.2, 871.
51.	 Diversos padre de la Iglesia en: E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia,
220.
21
En el episodio de las “tentaciones de Jesús” observamos que las armas
más poderosas de Satanás para atacar son aquellas vinculadas al
“poder” y al “poseer”. La lucha por el poder es la gran tentación que
acecha al Reino de Dios. Satanás, en los criterios veterotestamentarios,
es el “acusador”, “difamador”, el que crea la duda” en medio de la
comunidad de creyentes “transfigurado” en ángel de luz (2Cor 11,14).
Si en la teología bíblica la persona justa es aquella que crea comunidad,
el Satán, es el que la divide a base de seducción y confusión. Él acusa
día y noche ante Dios (Ap 12,10).52
En carácter de obligatoriedad,
Pablo exhorta a evitar todo lo que pueda ser ocasión de caída para
los otros (Rm 14,20-21).
Mt 26,41 aconseja “velar y orar para no entrar en tentación; pues el
espíritu es dispuesto, pero la carne es débil”. Santo Tomás indica que
“las tentaciones de la carne son muy poderosas porque no hay nada
peor que tener al enemigo dentro de casa”.53
De ahí que, seamos
responsables frente a la tentación y pedimos a Dios no dejarnos
dominar por ella. Cuando el diablo tienta es con el único objetivo de
interrumpir la sintonía entre Dios y el creyente. En otras palabras, su
objetivo es alejar a la persona de hacer la voluntad de Dios. Eso a él
le molesta.
En la Epístola de Santiago se afirma: “nadie, cuando sea tentado, diga
que su tentación viene de Dios, porque Dios no puede estar tentado de
hacer el mal ni tienta a nadie” (St 1,13). Conforme a propuesta del autor
sagrado, el origen de la tentación la encontramos en nosotros mismos:
cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia
pasión (St 1,14). Ellas salen del interior de la persona provocando las
“impurezas” (Mc 14,38).
Benedicto XVI distingue entre tentación y prueba (aunque es difícil
colocar barreras entre ambas). Asegura que, para madurar, la persona
necesita prueba. Ellas funcionan como purificaciones, peligrosas, pero
son “camino indispensable” para llegar a si y a Dios. En este proceso,
la persona, limitada de fuerzas, recurre a Dios. Experimenta la pobreza
de la fe para no presumir en la propia grandeza.54
En este contexto son
entendidas las reflexiones paulinas cuando alude a: “la buena batalla”
(2 Tm 4,7), “hacer el bien que se quiere” (Rm 7,23), “la fuerza en medio
a la debilidad personal” (2Cor 12,10).
La comunidad sapiencial afirma que “quien no fue probado conoce
poco” (Eclo 34,10). Al mismo tiempo, considera que las personas más
fieles son las más probadas (Eclo 2,1). Ahí se muestra un espacio de
confianza. Estas pruebas llevan a las personas a Dios. En este sentido,
52.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 69.
53.	 Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás
de Aquino, Padrenuestro.
54.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 69.
22
se espera la disponibilidad para aceptarla y pedirla proporcional a
nuestras fuerzas.
Se aconseja en 1 P 4,12 a no sorprenderse del fuego de prueba, como
si algo extraño aconteciese. La mayor tentación, en este aspecto,
es la ausencia de tentaciones. Puede llevar a la creencia de estar
confirmados en la gracia, al haber superado lo que los demás no
pueden.55
Esto se convierte en soberbia espiritual.
A manera de síntesis, nos unimos al sentimiento del salmista:
“Sondéame, oh Dios, mi corazón conoce, pruébame, conoce mis
desvelos; mira no haya en mí camino de dolor y llévame por el camino
eterno” (Sal 139,23-24).
	¿Cuáles anti-valores sociales “tientan” nuestros niveles
de solidaridad?
mas líbranos del mal.
El Padrenuestro comienza con la palabra más bella y amable, abba, y
termina con la más horrenda, el maligno, que es la suma de todos los
males.56
“Mal”, procede del griego poneros, “penoso”, “desgraciado”,
“malo”, “inútil”, “maligno”, “malvado”, “vicioso”. Se presta a dos
traducciones; en sentido personalizado: “el maligno”, “el mal”, y también
en el aspecto de “estar opuesto a Dios”, “contra Jesús”. Poneros se
aplica a reflexiones y acciones malignas.57
Hay referencia a malos espíritus que seducen al ser humano para que
recaiga (Mt 12,45; Lc 11,26). Jesús declaró la guerra a esos espíritus,
demonios, y los venció. En la parábola del sembrador (Mt 13,19), se le
aplica el término a Satanás, porque impide que la Palabra de Dios surta
su efecto en el ser humano.
De manera sapiencial, el Catecismo nos recuerda que la victoria sobre
el “príncipe de este mundo” (Jn 14, 30) se adquirió mediante Jesús. El
príncipe de este mundo está “echado abajo” (Jn 12, 31; Ap 12, 11). “Él
se lanza en persecución de la Mujer” (Ap 12, 13-16), pero no consigue
alcanzarla, “llena de gracia” del Espíritu Santo es preservada. “Entonces
despechado contra la Mujer, hace la guerra al resto de sus hijos” (Ap 12,
17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 17.
20) ya que su Venida nos librará del Maligno.58
Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados
de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es
55.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 223.
56.	 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 258.
57.	 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.2, 1075-1079.
58.	 Catecismo de la Iglesia Católica, 2853.
23
autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre
todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males
que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la
gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. (Ap 1,18).59
En vista de que el mal destruye, pedimos que no se nos arranque la
fe que nos permite ver a Dios, que une a Cristo.60
Por tal motivo nos
motiva San Pablo: “Si Dios está con nosotros, quién estará contra
nosotros” (Rm 8,31-39). Al pedir que nos libere del poder del mal,
pedimos identificarnos con su voluntad, la santificación de su Nombre61
.
	¿De qué males concretos necesitamos ser liberados en la Iglesia
y en la Sociedad dominicana, para que la Solidaridad nos lleve a
la santidad?
6. Consideraciones finales
La oración del Padrenuestro nos sitúa frente a un mar inagotable de
santidad mediante la solidaridad. La profunda sabiduría de Jesús
nos desconcierta. Nos da el itinerario a ser ejecutado en nuestra
vida cotidiana. El Magisterio de la Iglesia, en el misterio que la guía
y conduce, intenta orientarnos por los principios fundamentales que
emanan de esta fuente luminosa.
Se trata de “una síntesis de todo el Evangelio”. No por casualidad se
encuentra en el corazón del Sermón de la Montaña. Ojalá que también
pase al centro de nosotros, y que allí habite para interferir en nuestras
andanzas.
Vivir desde el Padre es la raíz del amor al prójimo. Si amo a Dios a
quien no veo, necesito amar aquellas personas a las cuales veo. La
convivencia es el espacio privilegiado para la solidaridad y la santidad.
¡Gracias, Jesús, por regalarnos esta joya espiritual!
Hna. Ángela.
59.	 Idem., 2854.
60.	 Benedicto XVI, La oración del Señor, 70.
61.	 Idem., 71.
24
7. Bibliografía utilizada y consultada:
Balz, H.; G. Schneider, Diccionario exegético del Nuevo Testamento,
vol.1-2, Salamanca, Sígueme, 2002.
Benedicto XVI, La oración del Señor, en Jesús de Nazaret, Ciudad del
Vaticano, Vaticana, 2007.
Bórmida, Jerónimo, Rezando el Padrenuestro con San Francisco, en
www.franciscanos.net.
Catecismo de la Iglesia Católica.
Coenen L.; Beyreuther, E.; Bietenhard, H., Diccionario teológico del
Nuevo Testamento, vol.1-2, Salamanca, Sígueme, 2012.
Cousin, Hugues (org.), La oración del Padrenuestro en los evangelios,
en www.verbodivino.es.
García, Roberto, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição
judaica, São Paulo, Fonte Editorial, 2010.
Homilías del Papa Francisco.
Martín Nieto, Evaristo, Pai-Nosso: A oração da utopia, São Paulo,
Paulinas, 2001.
Martínez, Manuel Ángel, El comentario del Padrenuestro por Santo
Tomás, Salamanca, Facultad de Teología de San Esteban, en www.
dominicos.org.
Muñoz, Florentino, La oración del Padrenuestro, Cáceres, Instituto
Teológico de Cáceres, en CAURENSIA, vol.3, 2008.
Rusconi, Carlo, Dicionário do grego do Novo Testamento, São Paulo,
Paulus, 2005.
Scholz, Vilson, Novo Testamento Interlinear: Grego – Português, São
Paulo, Sociedade Bíblica do Brasil, 2004.

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Padrenuestro (Mateo 6,9-13): En perspectiva de solidaridad y santidad

  • 1. 1 Padrenuestro(Mateo 6,9-13): En perspectiva de solidaridad y santidad Hna. Dra. Ángela Cabrera, (Misionera Dominica). Instituto Nacional de Pastoral 1er. Congreso Nacional de Solidaridad Santo Domingo: 12-14 de junio, 2015.
  • 2. 2 Itinerario 1. Texto: Mateo 6,9-13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 2. Observaciones sobre las frases del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . 3 2.1. Las dos versiones del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 3. El Padrenuestro y sus textos vecinos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 4. Fecha y lugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 5. Rumiando las frases del Padrenuestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 6. Consideraciones finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 7. Bibliografía utilizada y consultada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
  • 3. 3 Introducción La solidaridad es un valor humano y cristiano que implica actitudes saludables en las relaciones interpersonales y comunitarias. El sentido de unidad y comunión son puntos neurálgicos al momento de considerarla. ¿De dónde nace? Tiene sus raíces, desde la fe que profesamos, en dimensiones teológicas y espirituales. Ella emana, espontánea, de una fuente, Dios. En este sentido, escoger la oración sugerida y enseñada por Jesús para reflexionar en torno a esta templanza es significativo. Para Tertuliano, el Padrenuestro es el resumen de todo el Evangelio.1 Rezar con el Padrenuestro significa acoger la propuesta de Jesús, quien nos pone ante el espejo de la comunión trinitaria: en esta oración está presente el Padre, y el Hijo en el Espíritu. En resumidas frases tenemos una oración que lleva a la proximidad de Dios y a la fraternidad con los hermanos. Vamos a seguir algunos pasos metodológicos que, bajo las luces del Magisterio, nos lleven a profundizar en esta bella y exigente oración. Al mismo tiempo, como el título lo indica, iremos vinculando la propuesta con la solidaridad, sin olvidar la santidad, temas escogidos por nuestra Iglesia dominicana para el año en curso. 1. Texto: Mateo 6,9-13 9. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, 10. venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. 11. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; 12. y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; 13. y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. 2. Observaciones sobre las frases del Padrenuestro Observando las frases que forman el Padrenuestro podemos sugerir que consta de dos partes diferenciadas e integradas. La primera posee una invocación, seguida de tres deseos a manera de peticiones. 1. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, São Paulo, Paulinas, 2001, 27.
  • 4. 4 La segunda parte, contiene cuatro, sumando siete peticiones que manifiestan una oración plena. En un primer momento se destaca la dimensión teológica y, en la segunda, la antropológica, estando ambas íntimamente conectadas. No pasa desapercibido el orden de cada una de las frases del texto y la sobresaliente literatura en plural. Las primeras tres peticiones y sus consecuentes deseos subrayan el horizonte “celeste/divino”, las restantes, la perspectiva “terrena/humana”. La palabra “Padre” inaugura la estrofa sustentando toda la oración. Le sigue la fórmula “que estás en los cielos”, formando, ambas, una “invocación”. La alusión a “cielos” está vinculada, de alguna manera, a la “tierra”. Se apertura la secuencia de las tres primeras peticiones mediante frases con verbos imperativos donde convergen tres núcleos teológicos alusivos a “nombre”, “reino”, “voluntad”. En medio de las frases se destaca la palabra “Reino”. • “santificado sea tu Nombre”, • “venga tu Reino”, • “hágase tu voluntad”. La segunda estrofa inicia con una solicitud de “pan”. Seguidamente se le suman las restantes peticiones, cuatro: • “dánosle hoy”, • “perdónanos nuestras deudas”, • “no nos dejes caer en tentación”, • “líbranos del mal”. La estrofa destaca núcleos antropológicos alusivos a: pan, perdón, deuda, tentación y mal. ¿Existe un hilo conductor que una las dos estrofas del Padrenuestro? Podríamos sugerir que el corazón de la oración está compuesto por los referentes: “Padre”, “Reino” y “comunidad de hermanos”. Ellos fusionan la oración en un conjunto armónico e indivisible. En suma, en el texto contamos como una invocación, a las que le siguen siete peticiones. El número siete señala un número unido a Dios, que no está sujeto al tiempo, y por tal, con propiedades eternas. Es un número marcado por la santidad. En torno a la invocación giran las restantes frases del texto. Tres de ellas se vinculan al “tú”: “Tu Nombre”, “Tu Reino”, “Tu voluntad”.2 2. Catecismo Iglesia, 2804.
  • 5. 5 Las restantes frases están unidas al plural: “Danos”, “Perdónanos”, “No nos dejes”, “Líbranos”.3 Benedicto XVI sugiere la relación entre las peticiones del Padrenuestro con el Decálogo, pues en su núcleo explican las dos partes del mandamiento principal: el amor a Dios, (quien tiene la primacía), y al prójimo.4 Ahí encontramos el fundamento teológico de la solidaridad. 2.1. Las dos versiones del Padrenuestro Mateo 6,9-13 Lucas 11,2-4 9. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; 10. venga tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. 11. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; 12. y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; 13. y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. 2. Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. 3. Danos cada día nuestro pan cotidiano, 4. y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación. Escribir las variantes observadas en las dos versiones _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ _______________________________________________________ ______________________________________ 3. Idem., 2805. 4. Benedicto XVI, La oración del Señor, en Jesús de Nazaret, Ciudad del Vaticano, Vaticana, 2007, 59.
  • 6. 6 Algunas consideraciones: Las palabras subrayadas, en ambos textos, son semejantes. Las cursivas se refieren a la misma raíz griega. Las otras variantes son atribuidas por la comunidad académica a las traducciones españolas para hacer más familiar el texto. Suele admitirse la versión lucana como la forma más antigua, aunque se duda el atrevimiento de resumir tal oración. Sin embargo, con pretensiones litúrgicas, la versión mateana, que seguiremos en este estudio, pudo tener añadidos destacándose por perfección literaria, que no deterioran el sentido primitivo.5 Mateo se distingue por conservar, en la oración, la influencia judía, que se dirige a Dios mediante la fórmula “Padre en los cielos”. Lucas la pudo haber modificado para los destinatarios de origen helenistas. En la versión mateana, que parece poseer el sentido más antiguo, se lee: “perdónanos nuestras deudas”, en Lucas se sostiene “perdónanos nuestros pecados”. La súplica por el perdón, en Lucas, abarca “a todo el que nos debe”; en Mateo, se limita a “nuestro deudores”. Mateo utiliza el verbo “perdonar” en pasado: “hemos perdonado”. Lucas lo mantiene en tiempo presente, subrayando la continuidad. Cada evangelista nos hace partícipe del texto en la forma como era orado en su comunidad. Ambas maneras son válidas. 3. El Padrenuestro y sus textos vecinos El Padrenuestro en el Evangelio de Mateo se sitúa en el conjunto de textos comprendidos en el “Sermón de la Montaña”. Allí Jesús predica a sus discípulos y a la multitud.6 El Sermón se inaugura en el capítulo 5 de Mateo con las Bienaventuranzas (5,1-12), y concluye en el capítulo 7,29, luego de un amplio llamado a cumplir la voluntad del Padre celestial. Para entrar en contacto con la oración enseñada por Jesús es necesario situarla en su conjunto literario y teológico. Veamos dos momentos: los textos que están antes y los que están después del texto escogido. El Padrenuestro tiene un fino olor a Bienaventuranzas. Ellas inauguran el Sermón de la Montaña. Veámoslas en una posible mirada sinóptica: Bienaventurados los: … porque Agregar frases del Padrenuestro vinculadas a las Bienaventuranzas Pobres con Espíritu de ellos el Reino de los Cielos 5. H. Cousin, La oración del Padrenuestro en los evangelios, en www.verbodivino.es 6. Mientras Mateo sitúa el Padrenuestro en el Sermón del Monte, Lucas lo hace en el marco donde el propio Jesús ora a su Padre. Es en ese momento donde los discípulos le piden al Maestro que les enseñe a orar.
  • 7. 7 Los mansos poseerán en herencia la tierra Los que lloran serán consolados Los que tiene hambre y sed de justicia serán saciados Los misericordiosos alcanzarán misericordia Los limpios de corazón verán a Dios Los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios Los perseguidos por causa de la justicia de ellos es el Reino de los cielos Los que injurien, persigan y digan mentiras contra ustedes por mi causa La recompensa será grande en los cielos: así persiguieron a los profetas anteriores a ustedes. Una vez concluida la unidad literaria de las Bienaventuranzas, y antes de encontrar el Padrenuestro, se localizan, por así decir, diversos criterios para formar parte del Reino. Se extienden desde Mt 5,13 – 6,8. Luego prosiguen desde 6,14 - 7,29: Criterios y exhortaciones para entrar en el Reino Escribir un verbo (guiándonos por la cita de la izquierda) que identifique una acción solidaria: Ser sal de la tierra (Mateo 5,13) Animar Ser luz del mundo (5,14) Alumbrar Testimoniar buenas obras entre la gente y glorificar al Padre del cielo (5,16) Practicar la justicia (5,20) Ser paciente/tolerante con el hermano (5,22) Reconciliarse antes de llegar al altar (5,24)
  • 8. 8 Cumplir la ley (5,28-37) Ser hijos del Padre celestial, que supone: dar el manto, andar más millas, dar, prestar, rezar por los demás, incluyendo los enemigos (5,39-45) Ser perfectos como el Padre celestial: hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos (5,45) Practicar la justicia y la caridad sin publicidad (6,1-4) Luego del Padrenuestro Luego del Padrenuestro Ser espiritual más allá de la apariencia: cuando ayunes perfuma tu cabeza…. (6,17) Desapegarse de tesoros terrenales y amontonar tesoros en el cielo (6,19) Tener conciencia de la identidad del tesoro que habita en el corazón (6,21) Servir al Señor Dios y no al señor dinero (6,24) Valorar la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido (6,25) Afanarse y preocuparse por el Reino y su justicia (6,33) No juzgar (7,1) No dar perlas a los puercos (7,6) Pedir, buscar, llamar (7,7) Hacerles a los demás lo que quisiéramos que nos hagan (7,12) Entrar por la puerta estrecha (7,13) Guardarse de los falsos profetas (7,15) Dar frutos buenos (7,18) Hacer la voluntad del Padre celestial (7,21) Escuchar y practicar la Palabra (7,24)
  • 9. 9 Observación: El resumen anterior señala los criterios que suponen la filiación que Dios, mediante Jesús, ofrece. Los textos que circundan al Padrenuestro robustece la seriedad de la oración. Sus demandas son exigentes. Interesa destacar que el Padrenuestro es fuente de donde emana “la solidaridad”. En la medida en que el corazón está centrado en el Reino y su justicia, los desapegos fortalecen el compartir entre hermanos y hermanas. Para algunos estudiosos, Mateo reúne y sintetiza la doctrina de Cristo en el Sermón de la Montaña. No es coincidencia que sitúe el Padrenuestro en el centro. El Sermón de la Montaña ofrece un cuadro completo de la auténtica humanidad. Muestra cómo llegar a ser hombre y a ser mujer según la voluntad de Dios.7 4. Fecha y lugar Toda reflexión teológica toma en cuenta la fecha y el lugar, porque nace dentro de la historia humana. También el Padrenuestro tiene un lugar y una fecha de referencia. Hay concordancia en la comunidad académica para situar el Evangelio de Mateo después del año 70 d.C. Mt 22,7 lleva a establecer una fecha luego de la caída de Jerusalén. El lugar de composición es más evidente. Mateo es de ambiente judío, más palestinense que los otros evangelios. Es posible que haya sido escrito por alguien de perfil judeo-cristiano, fuera de Palestina, destinado a palestinenses.8 El mismo Sermón tratado se sitúa por un monte cerca de “la ribera del mar de Galilea” (Mt 4,18). 5. Rumiando las frases del Padrenuestro Padre nuestro, que estás en el cielo El término “Padre”, inaugura la oración recomendada y enseñada por Jesús. Como las oraciones sinagogales de la época, debió de formularse en hebreo, lo más probable en arameo.9 El arameo abba es un clamor de oración y refleja la invocación de Dios. En textos esparcidos por el Antiguo Testamento Dios se presenta o es presentado como Padre: Israel es considerado su primogénito (Ex 4,22). En 1Sam 7,14 se afirma: “Yo seré para él Padre y él será para mí hijo”. La persona sabia considera a Dios “Padre”, y le suplica no ser abandonada a los caprichos de sus labios (Eclo 23,1; Sab 2,16). Una idea individualizada aparece en los salmos al considerar que, en caso de que un padre o una madre abandonasen al fiel, Dios asumiría la paternidad y la maternidad de la persona desafortunada (Sal 27,10). 7. Benedicto XVI, La oración del Señor, 33-45. 8. M. John, Dicionário bíblico, São Paulo, Paulus, 2005, 589. 9. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, vol.2, Salamanca, Sígueme, 2002, 835.
  • 10. 10 En el profeta Isaías se alude a la dimensión paterna de Dios (Is 63,16; 64,7). Jeremías lo considera, en sentido amistoso, “Padre” desde el tiempo de su juventud (Jr 3,4.19). En el A. T. Dios es Padre desde la perspectiva liberadora: elección, alianza, fidelidad (Ex 4,22). Benedicto XVI se pregunta ¿Dios también es Madre? Haciendo un recorrido bíblico reconoce que el misterio del amor maternal de Dios está reflejado, especialmente, en el término rahamim, bien traducido como “seno materno”, “misericordia”. Así concluye afirmando que “madre”, en la Biblia, es una imagen, pero no un título para Dios. Afirma que Dios no es hombre ni mujer, sino el creador de ambos.10 Puede considerarse, en este sentido, que la tradición bíblica nos enseña a llamar a Dios “Padre”, pero sin descartar su condición de “Madre”. ¿Cuál sería, entonces, la innovación jesuánica al referirse a Dios como “Padre”? Jesús le da otro sentido, aunque ubicándose en la tradición de la Sagrada Escritura. Al introducir su oración con el destacado abba, muestra tanto su docilidad, como su profunda humildad ante el Padre. Los evangelios conservan la palabra abba en arameo. Las cartas existentes en esta lengua testifican que el término particular utilizado por Jesús directamente para hablar con Dios era el mismo vocablo utilizado por los niños para dirigirse a sus padres. Significa más o menos: “padre amado”, “papito querido”, manifestando una relación exclusiva entre padre e hijo.11 Los evangelios testifican, con frecuencia, que Jesús era un hombre de oración, y casi todas sus oraciones comienzan con la palabra “Padre” (Mc, 8,6; Lc 6,12; Mt 26,39; Jn 17,1-5). Para Jesús, Dios es “mi Padre” (Mt 15,13). Se trata de una filiación natural y no adoptiva. Esta vez, no es Dios quien asume al pueblo como hijo situándose él como Padre, sino que es el propio Jesús quien dice abba. El concepto, en Nuevo Testamento, se presenta cerca de 200 veces, evidenciado, en el Padrenuestro, oración dominical, el punto más alto de la revelación cristiana. La generosidad de Jesús se hace sentir cuando enseña a la multitud a decir “Padre nuestro”, expresando que, “mi Padre” es también “Padre de ustedes”. Ha de subrayarse la palabra “nuestro”, pues solo Jesús podía decir con todo derecho “Padre mío”.12 Jesús, sin una relación cerrada, integra, lleva e invita a la humanidad hacia su Padre. Consecuentemente, de muchos hijos surge la comunidad de hermanos. El Padrenuestro es la oración que hermana eliminando la indiferencia. Por el sentido fraterno que emana de sus letras, para ser rezado, presupone lazos afectivos y amorosos entre 10. Benedicto XVI, La oración del Señor, 61. 11. M. John, Dicionário bíblico, 1. 12. Benedicto XVI, La oración del Señor, 61.
  • 11. 11 los que la hacen suya. “Él nos reconoce como hijos al acoger como hermanos a los demás que también son tenidos por hijos”.13 Para San Juan Crisóstomo: el Padrenuestro descentra del propio interés invitando a considerar el del prójimo. De esta manera el Señor: elimina el odio, reprime la soberbia, destierra la envidia, trae la caridad, madre de todos los bienes; elimina la desigualdad de las cosas humanas y muestra que el emperador merece la misma honra que el mendigo, manifiesta que en las cosas mayores y necesarias somos todos iguales.14 El plural “nuestro”, distinguido desde la primera frase del Padrenuestro, evidencia que se trata de una oración comunitaria. Así lo afirman las cartas paulinas en las frecuentes saludaciones: “Gracia a ustedes y la paz de parte de Dios, nuestro Padre” (Gal 1,3; Ef 1,2; Fl 1,2). En las mismas correspondencias se muestra el Espíritu Santo nos hace descubrir a Dios como Padre (Rm 8,15; Gl 4,6). Santo Tomás de Aquino, en su comentario al Padrenuestro, se pregunta: • ¿Por qué razón Dios es Padre? • ¿Qué implica su paternidad en la vida de los creyentes?15 El santo dominico responde diciendo que Dios es Padre porque nos creó a su imagen y semejanza, por ser providente, y adoptarnos como hijos. Tal realidad exige caminar hacia su perfección, que implica misericordia con el prójimo: “Quien no ama a su hermano, al que ve, ¿cómo va a amar a Dios, a quien no ve?” (1Jn 4,20). El Catecismo de la Iglesia invita, en este sentido, a situarnos como “criaturas” y “pecadores”, que pidan un “nosotros”, abarcando el mundo y la historia. Porque “nuestro Padre” cumple su plan de salvación para nosotros y para el mundo entero por medio del Nombre de Cristo y del Reino del Espíritu Santo.16 Desde la época persa Dios fue llamado “Dios del cielo” (Esd 1,2; 5,11-12; Ne 1,4).17 Las posteriores evidencias bíblicas lo muestran como el lugar del “trono/morada de Dios”, el espacio de la divinidad (Sal 11,4; Mt 5,34). En la segunda venida, Jesús retornará del “cielo” o sobre las nubes del cielo (Mt 24,30, Mc 14,62). En Juan, Jesús viene de allí, en el momento de la encarnación. La teología neotestamentaria presenta el “cielo” como recompensa del cristiano. Los nombres de los discípulos allá 13. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 50. 14. San Juan Crisóstomo en Idem., 55. 15. Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás de Aquino, Padrenuestro. 16. Catecismo de la Iglesia Católica, 2806. 17. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 58.
  • 12. 12 están escritos (Lc 10,20), también existe la expresión “ciudadano del cielo” (Fil 3,20). Claramente, con la expresión “cielo”, en el Padrenuestro estamos ante un referente teológico, no geográfico.18 Dentro de este contexto se entiende la crisis del salmista al no poder escapar de la presencia de Dios: “Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti” (Sal 139,8-12). El “cielo” es la atmosfera teológica desde donde Dios, como centro, busca atraer a la humanidad. Dios no está en una “lejana galaxia”. “Cielo”, esa “dimensión” divina de la que venimos y hacia donde debemos encaminarnos, origen de toda paternidad.19 La expresión “que estás en los cielos” designa la majestad de Dios y su presencia en el corazón de los justos, (los cuales están en la tierra). El cielo, la casa del Padre, constituye la verdadera patria a la cual ya pertenecemos.20 Como resultado tenemos la imagen de Dios que no queda confortable en la trascendencia, sino que aproxima “su cielo”, a “nuestra tierra”. En las palabras de Martín Nieto se dice: “Solamente rezaremos bien el Padrenuestro que estás en los cielos, si practicamos el Padrenuestro que estás en la tierra”21 .  ¿En qué medida el “Padre nuestro que estás en los cielos” es un fundamento teológico de solidaridad? Santificado sea tu Nombre Luego de la invocación anterior, aquí se inauguran las peticiones que conforman el Padrenuestro, sabiendo que cuando pedimos, no pedimos para Dios, sino por nosotros mismos, que buscamos, por su gracia, identificar nuestro querer con el suyo. “Que sea santificado su Nombre” es la primera petición. La introduce el griego hagiazo “santificar”, “consagrar”. El aspecto de la santidad se expresa mediante el término hebreo qadosh, que encierra la idea de 18. La antigua concepción semítica del universo lo dividía en tres esferas: el cielo, la tierra y el abismo debajo de la tierra. 19. Benedicto XVI, La oración del Señor, 62. 20. Catecismo de la Iglesia Católica, 2802. 21. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 61.
  • 13. 13 “separar” (Lv 20,3; Am 2,7).22 La santidad de Dios es columna vertebral del mundo bíblico: “Santo, Santo, Santo es el Señor…” (Is 57,15). La esfera celeste, anteriormente mencionada, nos pone en evidencia su dimensión trascendental. La santidad de Dios es el hogar inaccesible de su misterio eterno. Lo que se manifiesta de esta santidad en la creación y en la historia, la Escritura lo llama Gloria, una gloria compartida con la humanidad (Sal 8).23 Si el Padre es Santo, los hijos, bajo esta dimensión, están vocacionados: “Sean santos, porque yo, Yavé, soy santo” (Lv 19,2). El Decálogo instruye: “No tomarás el Nombre del Señor tu Dios en falso” (Ex 20,7). Interesa considerar que en la teología bíblica el “nombre” es el sustituto de la persona. El hecho de que Dios tenga “Nombre” es un enaltecimiento para la humanidad, pues al “nombrarlo”, se le reconoce en existencia. Bajo tales conceptos, Dios se dispone a establecer relación íntima con el ser humano. Sin embargo, tal Nombre debe ser “santificado” (Is 29,23). El Nombre de Dios Santo se ha revelado en Jesús. Al manifestarlo, lo santifica.24 Puede entenderse que el Nombre de Dios es un accionar divino en la “tierra”, en la “historia”, “en comunión”. Es el obrar de Dios que despierta la conciencia y el entendimiento para que la humanidad lo reconozca. En otras palabras, su Nombre se revela en manifestaciones que liberan de la indigencia y la esclavitud. Siendo así, la oración del Padrenuestro introduce un nuevo aspecto de la santidad de Dios, quien se hace presente a partir de los espacios cotidianos, en la vida de la gente, especialmente aquellos que, socialmente, son insignificantes. Así nos dice el Sal 23 “por honor de su Nombre” (v.3), es decir, por honor de un Nombre que, a lo largo de la Historia de Salvación ha merecido respeto y demostrado fidelidad, pues quien confió nunca quedó defraudado. “Yo soy el que soy” (Ex 3,14). A la pregunta del Catecismo: ¿Quién podría santificar a Dios puesto que Él santifica?25 se le puede sumar la que hace Benedicto XVI: ¿Cómo trato yo el Santo Nombre de Dios? 26 El Magisterio responde acertadamente: si vivimos bien, el Nombre divino es bendecido.27 Se hace necesario: orar para que tal santidad permanezca en la comunidad humana, integrar a todos en tales pretensiones de santidad, incluso, los enemigos. 22. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 48. 23. Catecismo de la Iglesia Católica, 2809. 24. Idem., 2812. 25. Catecismo de la Iglesia Católica, 2813. 26. Benedicto XVI, La oración del Señor, 62. 27. Catecismo de la Iglesia Católica, 2813-2814.
  • 14. 14 Todo cuanto toca ese Nombre queda en santidad, y quien se atreve a pronunciarlo está llamado a vivir en sintonía con tal estado de comunión y santidad. El Nombre y la santidad son sinónimos. Las Bienaventuranzas son un claro espejo de la santificación del Nombre. Liberar en el Nombre de Aquel que está sobre todo nombre (Fl 2,9). Al “santificar el Nombre” también la humanidad se santifica, efecto que produce la integración del cielo y la tierra.  ¿En qué sentido la solidaridad nos lleva a la santidad? Venga a nosotros tu Reino La petición inicia con el verbo erchomai “venir”, usado en perspectiva de “presente” y “futuro”,28 aludiendo al Reino; del griego basileia “reino”, “reinado”.29 En Mateo, la fórmula “Reino de los cielos”, hace mención de una propuesta mayor a la del templo. En esta perspectiva, la misericordia se expande sin fronteras. Si en la primera frase se dice: “Padre nuestro” ahora se afirma que tal Padre es Rey. Es la comunidad de los pobres quien suplica: “venga a nosotros”. “Venga” el modelo de reinado experimentado en la persona de Jesús. ¿Por qué piden que venga? Porque los pobres aguardan que Él, con su brazo, disperse a los soberbios, derribe a los poderosos, los despida de manos vacías; para que a ellos los exalte, y los colme de bienes (Lc 1,51-53). El Reino está vinculado a la implantación de la justicia y el derecho, ejemplificado en Mt 25,31-36: “tuve hambre, y me diste de comer, tuve sed, y me diste de beber, era forastero, y me acogiste, estaba desnudo y me vestiste, enfermo, y me visitaste, en la cárcel, y viniste a verme”. Desde el A.T. se vislumbra la promesa mesiánica de un rey al estilo del Buen Pastor (Sal 23, Ez 34,33). Las Bienaventuranzas constituyen la carta magna y la ciudadanía del Reino, en cuyo centro están los pobres. El paradigma del Reino direcciona las relaciones interpersonales y el vínculo con Dios. Dejar la edificación del Reino solo para Dios es una invitación a la haraganería. Es evasión de los problemas que demandan dedicación humana. Dice Lucas 17,21: “El Reino está en medio de ustedes”, es pues, tarea del ser humano, hacerlo visible, en lo que nos compete. En algunos pasajes el Reino tiene matiz de futuro (Mt 6,10; Mc 14,25), y a veces de presencia, en lo que Jesús dice y hace (Lc 10,11). Muchas parábolas hablan del Reino de los cielos ofreciendo al concepto 28. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1592. 29. Idem., 608-609.
  • 15. 15 resonancias éticas: “Busca primero el Reino de Dios y su justicia”. El Reino es una promesa para los que practican la justicia, prometido a la humanidad. El compromiso con el Reino inicia con la propia conversión. Lo primero y esencial es un corazón dócil, para que sea Dios quien reine y no la persona. Rezar por el Reino es decir a Jesús: “déjanos ser tuyos, Señor”.30 Donde Dios no está, nada puede ser bueno. Teniendo el Reino como primacía, la vivencia y convivencia se vuelve sobria, justa, y piadosa (Tt 2,12-13). El Catecismo recomienda a los cristianos distinguir entre el crecimiento del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la sociedad en las que están implicados. Tal distinción no supone separación, pues la vocación humana a la vida eterna no suprime, sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz.  Recordemos pasajes bíblicos donde, aunque no se mencione la palabra “Reino”, él esté operando mediante prácticas solidarias. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo La tercera petición del Padrenuestro inicia con el verbo imperativo ginomai, que puede dignificar: “suceder”, “realizar”, “ser”, “originar”.31 En este sentido, el deseo está vinculado al querer que la “voluntad de Dios” suceda, se realice, sea, se origine. Para Mateo, la voluntad de Dios es paralela a “la voluntad del Padre que está en los cielos”. La esencia de tal “voluntad” se sintetiza en “el amor a Dios y al prójimo”.32 Por tal motivo, está unida al proyecto de salvación preexistente de Dios. La Sagrada Escritura nos muestra un continuo “revelarse” y “ocultarse” de la voluntad de Dios. La misma es un misterio. Accedemos a ella no por méritos propios. Existen un sin número de evidencias que nos aproximan al querer de Dios. Isaías 1,15-17 lo relaciona a: lavarse las manos sucias de sangre y maldad, con el agua de la justicia, cesar de hacer el mal, y practicar el bien, reprender al opresor, defender al huérfano, abogar por la viuda. La comunidad sapiencial, acorde a la tradición profética, pide a Dios que le enseñe a hacer su voluntad para ser guiada a “tierra firme” (Sal 143,10). Pide buen juicio y conocimiento (Sal 119,66). Considera que el Señor, desde su trono en el cielo, reina, siendo bendecido por sus 30. Benedicto XVI, La oración del Señor, 64. 31. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 744. 32. Idem., vol.1, 1841.
  • 16. 16 ángeles. Sus ángeles son los que ejecutan su “voluntad” sirviéndole en su propia obra histórica (Sal 103,19; 104,1). Los evangelios son más específicos al afirmar que “hacer la voluntad del Padre que está en los cielos”, es un criterio para entrar al Reino (Mt 7,21). Aunque tal voluntad conlleve “beber la copa amarga” (Mt 26,42), por eso no vale decir “Señor”, “Señor” si no se realiza su voluntad (Lc 6,46). Jesús es claro al sostener que su alimento es hacer la voluntad de Aquel que lo envió (Jn 4,34). Jn 6,40 acrecienta que la voluntad de Dios se puede sintetizar en: que vean al Hijo y crean en Él, porque así tendrán vida eterna, y resucitarán al final. Es deseo de Dios restablecer la dignidad que soñó para el hombre y la mujer. El apóstol Pablo sugiere en Rm 12,2-3 que los cristianos no se adapten a “este mundo”, sino que lo transformen. En Ef 1,7-10 se recuerda que en Cristo se nos dio a conocer el misterio de su voluntad, con miras de reunir en él todas las cosas, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra. Uniéndonos a Cristo integramos los cielos y la tierra. En suma, la Biblia no posee un término referente al “mundo”, “universo”. En su empeño por referirse a todo lo que existe habla de “cielo” y “tierra”, ambas palabras localizadas en el Padrenuestro. Pedir que la “voluntad de Dios sea hecha en ambas dimensiones” está vinculada al anhelo de que “el modelo del cielo” sea implementado en la “tierra”. El Reino crece en la medida en que cada uno va uniendo su voluntad a la voluntad de Dios. Existe una voluntad de Dios, que debe convertirse en el criterio de nuestro querer y nuestro ser. El “cielo” es allí donde se cumple la voluntad de Dios. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios. La tierra se convierte en cielo en la medida en que en ella se cumple la voluntad de Dios. Para tales propósitos se invita a escuchar la “conciencia”33 (Rm 2,15). María nos recuerda que, en la vida, lo principal es mantener un “hágase en mi según tu Palabra” (Lc 1,38). Nuestro pan cotidiano dánosle hoy Cierto niño le pregunta a su madre: - ¿Mamá, en el cielo hay pan? Nos cuestionamos: ese niño ¿qué vive? ¿qué lo lleva a relacionar el “cielo” con el “pan”? Puede afirmarse que, en el cielo geográfico no hay pan, pero sí en el “cielo/reino/tierra” soñado por Jesús. Si antes se imploraban cosas espirituales, ahora se introducen las humanas, 33. Benedicto XVI, La oración del Señor, 64.
  • 17. 17 marcadas por la carencia. Solo piden pan los pobres, los que no tienen: “felices los que tienen hambre…” (Mt 5,6). El término “pan” procede del hebreo lehem, traducido por “pan”, “cereal”, “alimento sólido”, “alimento principal”. Su raíz verbal es lhm “comer”, “estar a la mesa”. Aparece alrededor de 300 veces en el A.T. En el N.T. aparece unas 97 veces, concentrándose en los evangelios, ahora mediante el griego artos “pan”, “alimento”, “sustento”.34 Estos datos nos confirman que estamos ante un asunto esencial. En la cultura bíblica, el pan era la comida base y principal para los pobres (Ex 23,25; 2Rs 6,22; Job 22,7; Ez 12,18). El éxodo presenta, mediante el relato del Maná en el desierto, la preocupación de Dios por las necesidades de su pueblo (Dt 8,2-17). El pan es uno de los principios, materiales, de la vida de la persona (Eclo 29,28). Entre los ricos era usado como acompañamiento en los banquetes. Todavía así, el pan era distinto según es extracto social: los pobres comían el pan hecho a base de harina de cebada; y los ricos, a base de trigo. El pan de trigo era alimento de lujo. Jesús enseña, mediante el Espíritu, a pedir cosas necesarias. El pensamiento paulino sostiene: “si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos” (1 Tm 6,8). El Padre que da la vida no puede dejar de dar el alimento necesario para ella. El texto griego presenta un artículo, “el pan”. Se trata de algo básico y conocido. En este sentido, se acoge la palabra “cotidiano”, del griego epiousios, adjetivo que puede significar lo “necesario para la existencia”, “lo que pertenece al día”. El término aparece solo en el Padrenuestro (Mt 6,11; Lc 11,3) y posee el sentido de “danos, en este día, el pan que corresponde”.35 Puede interpretarse, conforme a la tradición mateana que “basta, a cada día, su propia dificultad” (Mt 6,34). El “pan” es lo necesario, mientras llegan las promesas futuras. La tradición sapiencial sostiene: “No me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es el Señor?, o que sea menesteroso y robe, y profane el Nombre de mi Dios” (Pr 30,8-9). También nos recuerda las exhortaciones jesuánicas en Mateo: Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?” Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas. Pero busquen primero su Reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt 6,31-33). El Padrenuestro desafía para vivir el presente con temor y humildad. Pedir pan es pedir, al mismo tiempo, trabajo. 34. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 479. 35. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1515.
  • 18. 18 “Nuestro pan”, remite a un “pan de todos y para todos”, en comunión de bienes. “Denles ustedes de comer” (Mc 6,37). También evoca los vínculos comunitarios de solidaridad, desafío descrito en la visión apocalíptica del juicio final (Mt 25). El juicio no tiene como tema central “la demora de la parusía, sino la orientación de las relaciones interpersonales y comunitarias en cuanto acontezca. La perspectiva encuentra eco en el discurso de la misión, donde acoger a un misionero es motivo de recompensa (Mt 10,40-42).36 En esta petición queda más evidente la identificación de Jesús con los pequeños, llevando a los cristianos a la práctica solidaria como elemento constitutivo de fe. El pan que no se reparte no es pan de Dios: “Danos el pan que necesitamos así como nosotros damos pan aquellos quienes necesitan”.37 El Catecismo nos ilumina al considerar que “no hay estructura justa sin seres humanos que quieran ser justos”.38 Repartir el pan contrarresta el drama del hambre en el mundo. Para Santo Tomás, “el pan de cada día” resume todas nuestras necesidades, evitando los siguientes pecados: desear más de lo que se necesita, adueñarse de los bienes del otro, ambicionar, consumir en un día lo suficiente para varios días, la ingratitud que brota de la soberbia, y la preocupación excesiva por el mañana.39 Conforme a los fundamentos bíblicos y teológicos, la vida es más que un bocado. No solo de “pan” vive la humanidad (Mt 4,4,). Por eso, los evangelios hablan del pan del Reino, del banquete mesiánico (Lc 14,15). El Magisterio de la Iglesia presenta la Eucaristía como el pan cotidiano. El Catecismo recoge las palabras de San Pedro Crisólogo para considerar que: “Cristo mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial”.40  ¿Qué tipo de pan pedimos?  ¿Qué tipo de pan quiero/queremos ser?  ¿Por qué ser pan? y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Esta petición consta de dos frases. Hay una relación entre ambas: integra las acciones de Dios y la del ser humano. El término “perdón”, 36. R. García, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição judaica, São Paulo, Fonte Editorial, 2010,164. 37. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 176. 38. Catecismo de la Iglesia Católica, 2832. 39. Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás de Aquino, Padrenuestro. 40. San Pedro Crisólogo, Sermo 67,7, en: Catecismo de la Iglesia Católica, 2837.
  • 19. 19 procede del griego aphiemi “hacer ir”, “dejar ir”, “permitir”, “soltar”, “perdonar”.41 El perdón es tema neurálgico en la cultura bíblica. La Historia de Salvación está hecha de pecados y perdón. Perdonar es don divino. Es interesante que el “perdón”, en un primer momento, conforme a la frase, se refiera a la “deuda”. ¿Qué tipo de deuda? Esta palabra, del griego opheiletes significa “deuda”, y corresponde al término arameo hób “deuda de dinero”. En la LXX opheiletes también tiene sentido de peculio: se trata de un préstamo que debe ser pagado.42 Solo la posterior literatura rabínica la convirtió en la expresión corriente para designar, además, los “pecados”.43 Los términos se usaron como sustitutos intercambiables. Se traslada así el asunto de “deuda de dinero” para “deuda de culpa”. Lucas integra ambas concepciones en el capítulo 11,4. Las explicaciones bíblicas nos aclaran el horizonte de interpretación: Rm 4,4 afirma que al que trabaja, el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda. Dt 24,10-15 sostiene que: “Cuando prestes cualquier cosa a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomarle prenda; te quedarás afuera, y el hombre a quien hiciste el préstamo te traerá la prenda. Y si es un hombre pobre, no te acostarás reteniendo aún su prenda; sin falta le devolverás la prenda al ponerse el sol, para que se acueste con su ropa, y te bendiga; y te será justicia delante del Señor tu Dios. No oprimirás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus conciudadanos o uno de los extranjeros que habita en tu tierra y en tus ciudades. En su día le darás su jornal antes de la puesta del sol, porque es pobre y ha puesto su corazón en él; para que él no clame contra ti al Señor, y llegue a ser pecado en ti”. En Mateo 18,23-35 está la parábola del siervo malo, quien, aunque fue perdonado, no pudo perdonar. El Padrenuestro tiene la misericordia en el corazón, pues el cuestionamiento que se le hace al “siervo malo” es que debió tener misericordia. El perdón de las deudas en la parábola es visto como un acto de misericordia: “Felices los misericordiosos porque encontrarán misericordia” (Mt 5,7). La misericordia tiene, en Mateo un doble significado: el perdón de las deudas y los hechos de solidaridad/compasión. La misericordia en Mateo está vinculada, fundamentalmente, a acciones a favor de los pobres, pobres y endeudados.44 El pobre no puede pagar la deuda hasta quedarse sin su pan de cada día. Por eso se exige el perdón. Una vez perdonado, está llamado a perdonar a los demás, y a compartir el pan.45 41 H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 554. 42 E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 204. 43 Idem., vol.2, 652. 44. R. García, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição judaica, 133. 45. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 203.
  • 20. 20 En la teología agustiniana, hay que perdonar las deudas en dos casos: o porque no se tenga con qué, o porque no se quiera, a causa de la ambición y la sinvergüencería. Quien perdona la deuda a tal deudor perdona a un necesitado y actúa cristianamente.46 Esta es la sintonía del Evangelio: Hay que prestar sin esperar nada a cambio (Lc 6,34-35). A quien quiere la túnica: dale el manto (Mt 5,40), quien te abofetea da la otra mejilla (Mt 5,39), no vuelvas la espalda para quien te pide algo (Mt 5,42), reza por los que calumnian (Mt 5,39-42). En fin: este es el itinerario de la perfección bajo los criterios del Padre perfecto (Mt 5,48). La grandeza del corazón humano se mide en la capacidad de perdonar: deudas, injurias, ofensas. Si perdonamos es porque Dios nos ha concedido la facultad de hacerlo. “Dios nos deja administrar el perdón”. No puede haber solidaridad sin perdón. Esta petición es la única en exigir que, para ser perdonados, hemos de perdonar. El Catecismo nos enseña que: No hay límite ni medida en este perdón, esencialmente divino (Mt 18, 21-22; Lc 17,3-4); sea que se trata de ofensas de “pecados” (Lc 11,4), o de “deudas” (Mt 6,12), pues somos siempre deudores: “Con nadie tengas otra deuda que la del mutuo amor” (Rm 13, 8).47  ¿Cuáles trampas del orgullo amenazan la solidaridad? y no nos dejes caer en tentación La expresión “no nos dejes caer”, procede del griego eisphero, “llevar”, “traer”.48 Traducirla en una sola palabra es difícil, pero se alude al sentido de: “no permitas entrar en” (Mt 26, 41), “no nos dejes sucumbir a la tentación”.49 Por su vez, la palabra “tentación”, proviene del griego peirasmos “pruebas”, “tentación”.50 Esta es la única petición de fórmula negativa. Se observa que, sin artículo, se refiere a cualquier tipo de tentación. En la tradición de la Iglesia ha sido traducida de diversas maneras: • “No permitas que seamos vencidos en la tentación”, • “No nos sometas a tentación”, • “Haz con que no entremos en tentación”, • “No nos permitas sucumbir en la tentación”, • “No nos induzcas a alguna tentación que no podamos soportar”, • “No permitas que seamos llevados a la tentación por el tentador”.51 46. San Agustín, en Idem., 206. 47. Catecismo de la Iglesia Católica, 2845. 48. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.1, 1224. 49. Catecismo de la Iglesia Católica, 2846. 50. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.2, 871. 51. Diversos padre de la Iglesia en: E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 220.
  • 21. 21 En el episodio de las “tentaciones de Jesús” observamos que las armas más poderosas de Satanás para atacar son aquellas vinculadas al “poder” y al “poseer”. La lucha por el poder es la gran tentación que acecha al Reino de Dios. Satanás, en los criterios veterotestamentarios, es el “acusador”, “difamador”, el que crea la duda” en medio de la comunidad de creyentes “transfigurado” en ángel de luz (2Cor 11,14). Si en la teología bíblica la persona justa es aquella que crea comunidad, el Satán, es el que la divide a base de seducción y confusión. Él acusa día y noche ante Dios (Ap 12,10).52 En carácter de obligatoriedad, Pablo exhorta a evitar todo lo que pueda ser ocasión de caída para los otros (Rm 14,20-21). Mt 26,41 aconseja “velar y orar para no entrar en tentación; pues el espíritu es dispuesto, pero la carne es débil”. Santo Tomás indica que “las tentaciones de la carne son muy poderosas porque no hay nada peor que tener al enemigo dentro de casa”.53 De ahí que, seamos responsables frente a la tentación y pedimos a Dios no dejarnos dominar por ella. Cuando el diablo tienta es con el único objetivo de interrumpir la sintonía entre Dios y el creyente. En otras palabras, su objetivo es alejar a la persona de hacer la voluntad de Dios. Eso a él le molesta. En la Epístola de Santiago se afirma: “nadie, cuando sea tentado, diga que su tentación viene de Dios, porque Dios no puede estar tentado de hacer el mal ni tienta a nadie” (St 1,13). Conforme a propuesta del autor sagrado, el origen de la tentación la encontramos en nosotros mismos: cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión (St 1,14). Ellas salen del interior de la persona provocando las “impurezas” (Mc 14,38). Benedicto XVI distingue entre tentación y prueba (aunque es difícil colocar barreras entre ambas). Asegura que, para madurar, la persona necesita prueba. Ellas funcionan como purificaciones, peligrosas, pero son “camino indispensable” para llegar a si y a Dios. En este proceso, la persona, limitada de fuerzas, recurre a Dios. Experimenta la pobreza de la fe para no presumir en la propia grandeza.54 En este contexto son entendidas las reflexiones paulinas cuando alude a: “la buena batalla” (2 Tm 4,7), “hacer el bien que se quiere” (Rm 7,23), “la fuerza en medio a la debilidad personal” (2Cor 12,10). La comunidad sapiencial afirma que “quien no fue probado conoce poco” (Eclo 34,10). Al mismo tiempo, considera que las personas más fieles son las más probadas (Eclo 2,1). Ahí se muestra un espacio de confianza. Estas pruebas llevan a las personas a Dios. En este sentido, 52. Benedicto XVI, La oración del Señor, 69. 53. Manuel Ángel Martínez, en: www.dominicos.org/grandes figuras / Santo Tomás de Aquino, Padrenuestro. 54. Benedicto XVI, La oración del Señor, 69.
  • 22. 22 se espera la disponibilidad para aceptarla y pedirla proporcional a nuestras fuerzas. Se aconseja en 1 P 4,12 a no sorprenderse del fuego de prueba, como si algo extraño aconteciese. La mayor tentación, en este aspecto, es la ausencia de tentaciones. Puede llevar a la creencia de estar confirmados en la gracia, al haber superado lo que los demás no pueden.55 Esto se convierte en soberbia espiritual. A manera de síntesis, nos unimos al sentimiento del salmista: “Sondéame, oh Dios, mi corazón conoce, pruébame, conoce mis desvelos; mira no haya en mí camino de dolor y llévame por el camino eterno” (Sal 139,23-24).  ¿Cuáles anti-valores sociales “tientan” nuestros niveles de solidaridad? mas líbranos del mal. El Padrenuestro comienza con la palabra más bella y amable, abba, y termina con la más horrenda, el maligno, que es la suma de todos los males.56 “Mal”, procede del griego poneros, “penoso”, “desgraciado”, “malo”, “inútil”, “maligno”, “malvado”, “vicioso”. Se presta a dos traducciones; en sentido personalizado: “el maligno”, “el mal”, y también en el aspecto de “estar opuesto a Dios”, “contra Jesús”. Poneros se aplica a reflexiones y acciones malignas.57 Hay referencia a malos espíritus que seducen al ser humano para que recaiga (Mt 12,45; Lc 11,26). Jesús declaró la guerra a esos espíritus, demonios, y los venció. En la parábola del sembrador (Mt 13,19), se le aplica el término a Satanás, porque impide que la Palabra de Dios surta su efecto en el ser humano. De manera sapiencial, el Catecismo nos recuerda que la victoria sobre el “príncipe de este mundo” (Jn 14, 30) se adquirió mediante Jesús. El príncipe de este mundo está “echado abajo” (Jn 12, 31; Ap 12, 11). “Él se lanza en persecución de la Mujer” (Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla, “llena de gracia” del Espíritu Santo es preservada. “Entonces despechado contra la Mujer, hace la guerra al resto de sus hijos” (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 17. 20) ya que su Venida nos librará del Maligno.58 Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él es 55. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 223. 56. E. Martín Nieto, Pai-Nosso: A oração da utopia, 258. 57. H. Balz, G. Schneider, Diccionario exegético, vol.2, 1075-1079. 58. Catecismo de la Iglesia Católica, 2853.
  • 23. 23 autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. (Ap 1,18).59 En vista de que el mal destruye, pedimos que no se nos arranque la fe que nos permite ver a Dios, que une a Cristo.60 Por tal motivo nos motiva San Pablo: “Si Dios está con nosotros, quién estará contra nosotros” (Rm 8,31-39). Al pedir que nos libere del poder del mal, pedimos identificarnos con su voluntad, la santificación de su Nombre61 .  ¿De qué males concretos necesitamos ser liberados en la Iglesia y en la Sociedad dominicana, para que la Solidaridad nos lleve a la santidad? 6. Consideraciones finales La oración del Padrenuestro nos sitúa frente a un mar inagotable de santidad mediante la solidaridad. La profunda sabiduría de Jesús nos desconcierta. Nos da el itinerario a ser ejecutado en nuestra vida cotidiana. El Magisterio de la Iglesia, en el misterio que la guía y conduce, intenta orientarnos por los principios fundamentales que emanan de esta fuente luminosa. Se trata de “una síntesis de todo el Evangelio”. No por casualidad se encuentra en el corazón del Sermón de la Montaña. Ojalá que también pase al centro de nosotros, y que allí habite para interferir en nuestras andanzas. Vivir desde el Padre es la raíz del amor al prójimo. Si amo a Dios a quien no veo, necesito amar aquellas personas a las cuales veo. La convivencia es el espacio privilegiado para la solidaridad y la santidad. ¡Gracias, Jesús, por regalarnos esta joya espiritual! Hna. Ángela. 59. Idem., 2854. 60. Benedicto XVI, La oración del Señor, 70. 61. Idem., 71.
  • 24. 24 7. Bibliografía utilizada y consultada: Balz, H.; G. Schneider, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, vol.1-2, Salamanca, Sígueme, 2002. Benedicto XVI, La oración del Señor, en Jesús de Nazaret, Ciudad del Vaticano, Vaticana, 2007. Bórmida, Jerónimo, Rezando el Padrenuestro con San Francisco, en www.franciscanos.net. Catecismo de la Iglesia Católica. Coenen L.; Beyreuther, E.; Bietenhard, H., Diccionario teológico del Nuevo Testamento, vol.1-2, Salamanca, Sígueme, 2012. Cousin, Hugues (org.), La oración del Padrenuestro en los evangelios, en www.verbodivino.es. García, Roberto, Sábado: A mensagem de Mateus e a contribuição judaica, São Paulo, Fonte Editorial, 2010. Homilías del Papa Francisco. Martín Nieto, Evaristo, Pai-Nosso: A oração da utopia, São Paulo, Paulinas, 2001. Martínez, Manuel Ángel, El comentario del Padrenuestro por Santo Tomás, Salamanca, Facultad de Teología de San Esteban, en www. dominicos.org. Muñoz, Florentino, La oración del Padrenuestro, Cáceres, Instituto Teológico de Cáceres, en CAURENSIA, vol.3, 2008. Rusconi, Carlo, Dicionário do grego do Novo Testamento, São Paulo, Paulus, 2005. Scholz, Vilson, Novo Testamento Interlinear: Grego – Português, São Paulo, Sociedade Bíblica do Brasil, 2004.