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2. Capitulo Dos
                                   If you only believe
                                    By Laysa L’espoir
&.
   —Así que, ¿cuántos años dijiste que tenías? —Preguntó Nasha a Max, con su codos
apoyados en la mesa en la que se encontraban sentados en la cafetería, y su rostro sobre
sus manos.
  —Diecisiete. —Contestó el chico distraídamente antes de darle un mordisco a la
hamburguesa que había pedido como almuerzo.
  Julie estaba sentada al frente de Max, al lado de Nasha, con los brazos cruzados.
Molesta de que su mejor amiga no le prestara atención a ella, pero sí al nuevo.
  —Julie, ¿no comes? —Le preguntó Max a la aludida cuando se dio cuenta de que no
había siquiera pedido una botella de jugo.
     —No. —Contestó secamente mientras se ponía en pie.
     —¿A dónde vas? —Le preguntó Nasha confundida.
    —A conseguir nuevas amigas. —Le contestó enojada mientras se colgaba su mochila en
la espalda y salía de aquel lugar enfadada.
   ¿Desde cuándo a su mejor amiga le interesaban más los chicos que otra cosa? No
entendía cual era su interés en él. Sí, era guapo, encantador, era caballero, y tenía una
sonrisa que hipnotizaba, pero no era más que otro del montón. Todos los chicos
empezaban siendo de aquella forma, así te conquistaban. Pero luego te tiraban como un
trapo sucio y usado.
   “Si no lo sabré yo…” Pensó Julie ingresando en uno de los cubículos en el baño de
mujeres. Ella se sentó sobre la tapa del retrete, tomando su rostro entre sus manos. Ese
no era un buen día.
Todo había comenzado con los gritos de su hermanastra a las cinco de la mañana al no
encontrar su blusa favorita, culpando a Julie por haberla robado. Sue, su madrastra, no
tardó en meterse en la discusión y concordar con su hija en que ella la había robado.
   Brian -como siempre- era inmune a todos los griteríos del la casa. Cuando él dormía,
podía llegar hasta el tornado o huracán más enorme que haya existido jamás, y él ni se
daría cuenta de ello. Tan solo se giraría en su cama, tapándose hasta la cabeza, y volvería
a dormir.
   Mientras tanto, Richard, el padre de Julie, se había dejado manipular por la bruja,
culpándola así también por la desaparición de la blusa de Ashley. Al final, todo resultó ser
un malentendido, ya que la blusa se encontraba en el lavabo, en el cesto de la ropa sucia.
   Julie no se sorprendía de que ninguna de las mujeres se disculparan por dicha
confusión, pero le aborrecía que su padre nunca confiara en ella, o que nunca estuviera
para ella cuando lo necesitaba, a diferencia de las brujas.
  Suspiró cansada aún dentro de aquel cubículo.
   Luego, el día había seguido con el golpe que se dio con el chico nuevo, dejándole un
fuerte dolor en la cabeza y moretones en la espalda de cuando cayó hacia atrás. Y como
por si fuera poco, su mejor amiga se había olvidado de que ella existía por el susodicho.
Dejándola así, ser un adorno en la escena, una mancha en la pared. Dejándola ser lo que
siempre fue: Invisible.
   —Julie, ¿estás aquí? —La llamó una voz conocida. La aludida secó sus lágrimas -que no
sabía en qué momento habían comenzado a escaparse de sus ojos- y salió del cubículo,
encontrándose con la dueña de aquella voz.
  —Hola, Megan. —La saludó ella tratando de ocultar su tristeza.
    —¿Estás bien? —Le preguntó la castaña con preocupación mientras se acercaba a ella y
la abrazaba. Julie solamente asintió.
   —No me convences. —Dijo la chica guiñándole uno de sus chocolates ojos a Julie con
diversión.
  —¿Debo hacerlo? —Preguntó Julie jugando.
  —Si quieres que no siga preguntando o que no averigüe lo que ocurrió, te conviene
hablar. —Contestó Megan mientras Julie rodaba los ojos.
  —Eres insistente, mujer. —Protestó Julie divertidamente.
  —Es algo que me caracteriza, y no pienso cambiarlo.
  —Un mal día… —Fue lo único que Julie contestó mientras bajaba la mirada a sus pies.
Megan suspiró pesadamente.
    Pero cuando iba a protestar para que Julie le contara qué había ocurrido, su celular
sonó. La aludida lo sacó de su bolsillo y visualizó en la pantalla quién era: Brandon. Su
rostro mostró preocupación en ese momento. Preocupación que no fue desapercibida por
Julie.
  —Brandon. —Contestó Megan su móvil preocupada.
   —Megan, te necesito urgente aquí. —Dijo el chico con la respiración agitada mientras
se escuchaba del otro lado incesantes movimientos, como si él estuviera corriendo,
situación que logró preocupar a Megan aún más.
—En cinco minutos estoy allí. —Contestó ella antes de colgar. —Lo siento, cariño, pero
debo irme.
  —¿Está todo bien? —Preguntó Julie preocupada por el rostro y la reacción de Megan
desde que atendió el móvil.
  —Sí, solo… problemas familiares. —Contestó la castaña antes de besar a Julie en la
mejilla y correr hacia la puerta del baño seguida por Julie. —¡Luego hablamos! —Gritó
mientras corría por el vacío pasillo hacia la puerta de salida.
   Una vez afuera, visualizó su amada Honda-Fireblade color fucsia, regalo de su novio
Brandon. Ella se montó sobre su moto y arrancó camino al bosque. Iba a toda velocidad,
sin importarle que el viento despeinara su largo cabello. No, eso definitivamente no le
importaba cuando su amado y su mejor amigo estaban en peligro.
   Megan frenó de golpe en medio del bosque al escuchar un extraño -pero reconocido
para ella- idioma. Aquel idioma que utilizaban únicamente los Moghts, unos horribles y
malvados seres que traían destrucción a la Tierra. Ella se bajó de su moto y comenzó a
mirar a todo su alrededor, preparándose para lo que vendría, mientras ese extraño
lenguaje comenzaba a escucharse cada vez más y más cerca, casi ensordeciéndola. Hasta
que de repente…
  Se detuvo. Dejándola confundida y con algo de miedo.
  —Aquí estoy, preciosa. —Megan se giró precipitada sobre sus talones para encontrarse
con uno de esos horripilantes seres.
   El Moght la empujó con fuerzas, haciendo que ella prácticamente volara hasta que su
espalda chocara contra un árbol y cayera hacia adelante, mientras el árbol se partía y caía
hasta el suelo. Su cuerpo estaba todo adolorido por el fuerte golpe.
    “Mal día para no recargar fuerzas.” Pensó la castaña mientras el Moght avanzaba hacia
ella. Una vez que el Moght llegó a ella, la tomó por la nuca, tirando de sus cabellos para
que se levantara del suelo mientras Megan gritaba del dolor.
   —Eres muy hermosa, Lerion. Pero mi misión es acabar con los de tu especie… a ti
inclusive. —Dijo el Moght mientras sacaba una daga llena de talladuras con símbolos raros
para cualquier humano, pero que en realidad formaban palabras.
  —¡Suéltala! —Gritó Brandon saliendo de entre los árboles junto con Darren.
   El Moght se giró para gruñirles, dándole ventaja a Megan de poder defenderse. Ella
levantó con fuerza su pierna, dándole con la punta de sus Converse en el rostro, logrando
así que la soltara. Ella continuó el ataque dándole fuertes golpes con sus pies y sus puños,
donde en la parte de sus nudillos se formaban raros símbolos que parecían tatuajes. Aquel
malvado ser sentía cada vez más fuertes los golpes de Megan. Gracias a lo que ella era -y
también a esos ‘tatuajes’-, tenía una fuerza sobrehumana que la hacía poderosa.
Inhumana.
   —¡Megan! —La llamó Brandon antes de lanzarle una daga que brilló de un extraño rosa
en la punta cuando sus dedos la tocaron.
   Ella no dudó ni tardó en clavarla en el pecho del Moght con furia, a lo que él chilló con
fuerza por el dolor. Pero luego, comenzó a reír.
   —Les queda poco tiempo, Lerions. —Dijo entremedio de sus risas mezcladas con
gruñidos de dolor. —La hija de Temblond está a punto de desarrollarse… Muy pronto,
todos ustedes se extinguirán completamente. —Dijo antes de volverse piedra y disolverse
como tierra que lleva el viento.
Megan guardó su daga en el cinturón de su pantalón quedándose parada en su lugar
totalmente atónita y preocupada, cuando sintió unos brazos que rodearon su cintura
desde atrás. Supo que era Brandon.
   —¿Escucharon eso? —Preguntó ella mirando un punto inexistente mientras las
palabras del Moght se repetían en su cabeza.
   —Sí. —Contestaron ambos muchachos al mismo tiempo.
   —Debemos avisarle a Peter. —Dijo Darren decidido.
   .
   .
   .
   —Julie, ¿quieres decirme qué demonios te molestó hoy? —Le preguntó Nasha desde el
otro lado de la línea a Julie con algo de enojo.
    —Tú y tu estúpida atención hacia el nuevo… —Contestó Julie mientras acomodaba sus
libros en la repisa de su habitación.
  Luego de que discutieran por un largo rato, y que al final ambas se disculparan
mutuamente, Julie comenzó a leer la revista que su mejor amiga le había regalado.
   Sí. Ellas eran de las típicas amigas que no podían estar peleadas por más de unas
cuantas horas. Al final, siempre una cedía, y no por cansancio, sino porque no soportaban
estar separadas.
  Ya eran las 02:45 a.m. y Julie seguía leyendo su revista recostada en su cama, cuando
una historia en particular llamó su atención.
   Relato de Janice Roberts:
   “Realmente, no sé lo que ocurrió. Solo estaba en mi habitación, sentada en mi
computador, cuando una bola de luz azul que cayó desde el cielo llamó mi atención. Corrí
hacia la ventana para intentar ver algo, pero esa cosa había caído en el bosque, por lo que
no pude ver mucho.
   Recuerdo que vi muchas sombras ir a toda velocidad y luego un fuerte golpe en el techo
de mi casa. Eso es lo único que recuerdo luego de despertarme en el suelo de mi habitación
y que todo estuviera revuelto, pero no únicamente allí, sino también en el resto de mi casa.
   Mi padre dice que fueron ladrones, y que cuando me vieron despierta me golpearon
para poder robar, pero yo sé que no es así. Todos los caros artefactos siguen en mi casa,
inclusive cualquier cosa de valor como los collares de mi madre. Yo se que fue algo extraño
y sobrenatural, porque si hubieran sido ladrones, habrían robado algo, sin embargo, todo
sigue aquí. ¿Ustedes que dicen?”
   Justo debajo de esa ‘confesión’ por llamarlo de alguna forma, había escrito un correo
electrónico, que no se escapó de la vista de Julie. Ella corrió a su laptop y la encendió, para
luego ingresar en Internet y agregar a la tal Janice a su cuenta. Necesitaba hablar con ella
y preguntarle qué había ocurrido con claridad.
   Pareciera que ese día a pesar de haber sido malo, un golpe de suerte existía. La tal
Janice estaba conectada y charlaron durante un buen rato sobre lo que había ocurrido,
hasta que organizaron para encontrarse al día siguiente en uno de los bares más
transitados en Washington para poder hablar mejor sobre ese tema.
   .
.
  .
   —¿Qué significa todo eso? —Preguntó Brandon confundido una vez que Peter, el tutor
de los tres jóvenes e igualmente un Lerion, intentara explicar lo que había dicho el Moght.
   —Temblond, es el rey de los Moghts y el que gobierna nuestro planeta desde que mató
a los verdaderos reyes, Husher y Syma. —Contestó Peter mientras buscaba un libro en la
enorme biblioteca que tenía en su oficina.
  Cuando lo encontró, lo depositó sobre su escritorio y comenzó a pasar las hojas hasta
que encontró la que buscaba y comenzó a leer.
   —“La profecía dice que el nacimiento de la hija de Temblond, traerá destrucción al
universo entero. Pestes, muertes, tristeza, pobreza, desastres naturales…”
   —Omite todo eso y ve al punto, Peter. —Interrumpió Darren con impaciencia,
sintiendo una sensación desagradable en el estómago al oír aquellas catástrofes.
   — “Pero así como nacerá la hija de Temblond, conocida como la ‘Hija de la
Destrucción’, también nacerá la hija Husher y Syma, conocida como la ‘Hija de la
Esperanza’. Ella será la única con la fuerza capaz de matar a la Hija de la Destrucción y así
traer esperanza, paz y felicidad al universo entero”.
  —Eso quiere decir que hay una posibilidad de ganar. —Afirmó Megan con esperanzas.
   —Sí, pero hay un pequeño problema… —Dijo Peter con ironía mientras releía la
profecía. — “…también nacerá la hija de Husher y Syma…” —Repitió el hombre antes de
perderse en sus pensamientos.
   Cuando Peter terminó de releer esa profecía, Darren se giró hasta el gran ventanal que
había a sus espaldas con sus manos cerradas en puños. Él sabía cuál era el problema en
todo eso.
  —Están muertos. —Dijo Darren mientras miraba hacia el bosque.
   —¿Qué? —Preguntaron Brandon y Megan confundidos mientras Peter fruncía el ceño y
volvía a releer la profecía.
   —Husher y Syma están muertos. ¿Cómo nacerá ‘la Hija de la Esperanza’ entonces? —
Preguntó algo desesperado girándose hacia los presentes en esa sala. —Las esperanzas se
acabaron, Megan. Solo nos queda luchar por nuestras propias vidas y por los humanos,
aunque no servirá de nada. —Dijo el chico apoyándose en la pared que había a su lado y
dejándose caer al suelo mirando hacia el techo.
    —No. —Dijo Peter sonriendo al descubrir algo, llamando la atención de los jóvenes. —
Todavía hay esperanzas, escuchen… —Él comenzó a citar lo que el libro decía. — “La joven
Hija de la Esperanza nacerá en un planeta distinto, lejos de los de su especie, y todo eso
será para su protección. Nunca nadie sabrá de su existencia hasta el día que se desarrolle,
el cual será antes que el de la Hija de la Destrucción”.
  —Eso quiere decir… —Dijo Megan confundida.
  —Que la joven está viva, y está aquí. —Dijo Peter con una gran sonrisa en el rostro.
  —¿Cómo lo sabes? —Preguntó Brandon.
  —El único planeta que Husher y Syma visitaban personalmente era la Tierra… —
Contestó Darren levantándose del suelo.
—Exacto. La niña debe de estar aquí, solo nos queda encontrarla. —Dijo Peter con el
ceño fruncido, antes de volver su vista al libro.
   —¡Genial! ¿Y cómo demonios sabremos cual es la niña? Hay millones de jóvenes en la
Tierra, Peter. —Dijo Brandon exasperado.
   — “El brazalete creado por las Oráculos del planeta Starship, pertenecerá a la Hija de la
Esperanza. Cualquiera que quiera encontrarla, lo hará gracias al mismo, cuando en una
noche de Luna Llena, el brazalete quiera volver a su verdadero dueño.” —Citó Peter antes
de levantar su vista a los jóvenes.
   —Genial. —Volvió a decir Brandon con exasperación. —¿Alguien tiene la mínima idea
de donde está ese brazalete?
  —Sí. —Contestó Peter antes de buscar algo entre sus cajones, para luego sacar una
pequeña caja tallada con muchos símbolos raros. —Esta caja me la entregó Husher
personalmente semanas antes de morir. Dijo que la cuidara con mi vida si es que fuera
necesario…
   —¿Quieres decir que puede que el brazalete esté allí adentro? —Preguntó Megan
sonriendo. Peter asintió sonriente.
  —¿Qué esperas para abrirla entonces? —Preguntó Darren acercándose al escritorio de
Peter junto con Megan y Brandon.
   —No es tan fácil, niños. —Contestó el hombre moviendo hacia un lado el gran libro
para depositar la pequeña caja en medio del escritorio. —Se dice que la caja está
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  —¿Qué quieres decir con eso, Peter? —Preguntó la castaña confundida.
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Esperanza por el resto de su existencia. —Contestó Peter mirando a Darren.
  —¡¿Qué?! —Gritaron los tres jóvenes al darse cuenta de quién hablaba.
  —¡¿Por qué yo?! —Exclamó Darren algo molesto.
    —Tus padres eran verdaderos amigos de Husher y Syma, y en una ocasión les salvaron
la vida. Entonces, ellos creyeron que el mejor agradecimiento era uniendo a su primera
hija con el primer hijo de los Wikengston. O sea, tú. —Contestó Peter antes de entregarle
la caja a Darren.
   —Eso quiere decir que seré yo el que encuentre a la Hija de la Esperanza, ¿cierto? —
Preguntó Darren tomando de mala gana la caja.
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  • 1. 2. Capitulo Dos If you only believe By Laysa L’espoir &. —Así que, ¿cuántos años dijiste que tenías? —Preguntó Nasha a Max, con su codos apoyados en la mesa en la que se encontraban sentados en la cafetería, y su rostro sobre sus manos. —Diecisiete. —Contestó el chico distraídamente antes de darle un mordisco a la hamburguesa que había pedido como almuerzo. Julie estaba sentada al frente de Max, al lado de Nasha, con los brazos cruzados. Molesta de que su mejor amiga no le prestara atención a ella, pero sí al nuevo. —Julie, ¿no comes? —Le preguntó Max a la aludida cuando se dio cuenta de que no había siquiera pedido una botella de jugo. —No. —Contestó secamente mientras se ponía en pie. —¿A dónde vas? —Le preguntó Nasha confundida. —A conseguir nuevas amigas. —Le contestó enojada mientras se colgaba su mochila en la espalda y salía de aquel lugar enfadada. ¿Desde cuándo a su mejor amiga le interesaban más los chicos que otra cosa? No entendía cual era su interés en él. Sí, era guapo, encantador, era caballero, y tenía una sonrisa que hipnotizaba, pero no era más que otro del montón. Todos los chicos empezaban siendo de aquella forma, así te conquistaban. Pero luego te tiraban como un trapo sucio y usado. “Si no lo sabré yo…” Pensó Julie ingresando en uno de los cubículos en el baño de mujeres. Ella se sentó sobre la tapa del retrete, tomando su rostro entre sus manos. Ese no era un buen día.
  • 2. Todo había comenzado con los gritos de su hermanastra a las cinco de la mañana al no encontrar su blusa favorita, culpando a Julie por haberla robado. Sue, su madrastra, no tardó en meterse en la discusión y concordar con su hija en que ella la había robado. Brian -como siempre- era inmune a todos los griteríos del la casa. Cuando él dormía, podía llegar hasta el tornado o huracán más enorme que haya existido jamás, y él ni se daría cuenta de ello. Tan solo se giraría en su cama, tapándose hasta la cabeza, y volvería a dormir. Mientras tanto, Richard, el padre de Julie, se había dejado manipular por la bruja, culpándola así también por la desaparición de la blusa de Ashley. Al final, todo resultó ser un malentendido, ya que la blusa se encontraba en el lavabo, en el cesto de la ropa sucia. Julie no se sorprendía de que ninguna de las mujeres se disculparan por dicha confusión, pero le aborrecía que su padre nunca confiara en ella, o que nunca estuviera para ella cuando lo necesitaba, a diferencia de las brujas. Suspiró cansada aún dentro de aquel cubículo. Luego, el día había seguido con el golpe que se dio con el chico nuevo, dejándole un fuerte dolor en la cabeza y moretones en la espalda de cuando cayó hacia atrás. Y como por si fuera poco, su mejor amiga se había olvidado de que ella existía por el susodicho. Dejándola así, ser un adorno en la escena, una mancha en la pared. Dejándola ser lo que siempre fue: Invisible. —Julie, ¿estás aquí? —La llamó una voz conocida. La aludida secó sus lágrimas -que no sabía en qué momento habían comenzado a escaparse de sus ojos- y salió del cubículo, encontrándose con la dueña de aquella voz. —Hola, Megan. —La saludó ella tratando de ocultar su tristeza. —¿Estás bien? —Le preguntó la castaña con preocupación mientras se acercaba a ella y la abrazaba. Julie solamente asintió. —No me convences. —Dijo la chica guiñándole uno de sus chocolates ojos a Julie con diversión. —¿Debo hacerlo? —Preguntó Julie jugando. —Si quieres que no siga preguntando o que no averigüe lo que ocurrió, te conviene hablar. —Contestó Megan mientras Julie rodaba los ojos. —Eres insistente, mujer. —Protestó Julie divertidamente. —Es algo que me caracteriza, y no pienso cambiarlo. —Un mal día… —Fue lo único que Julie contestó mientras bajaba la mirada a sus pies. Megan suspiró pesadamente. Pero cuando iba a protestar para que Julie le contara qué había ocurrido, su celular sonó. La aludida lo sacó de su bolsillo y visualizó en la pantalla quién era: Brandon. Su rostro mostró preocupación en ese momento. Preocupación que no fue desapercibida por Julie. —Brandon. —Contestó Megan su móvil preocupada. —Megan, te necesito urgente aquí. —Dijo el chico con la respiración agitada mientras se escuchaba del otro lado incesantes movimientos, como si él estuviera corriendo, situación que logró preocupar a Megan aún más.
  • 3. —En cinco minutos estoy allí. —Contestó ella antes de colgar. —Lo siento, cariño, pero debo irme. —¿Está todo bien? —Preguntó Julie preocupada por el rostro y la reacción de Megan desde que atendió el móvil. —Sí, solo… problemas familiares. —Contestó la castaña antes de besar a Julie en la mejilla y correr hacia la puerta del baño seguida por Julie. —¡Luego hablamos! —Gritó mientras corría por el vacío pasillo hacia la puerta de salida. Una vez afuera, visualizó su amada Honda-Fireblade color fucsia, regalo de su novio Brandon. Ella se montó sobre su moto y arrancó camino al bosque. Iba a toda velocidad, sin importarle que el viento despeinara su largo cabello. No, eso definitivamente no le importaba cuando su amado y su mejor amigo estaban en peligro. Megan frenó de golpe en medio del bosque al escuchar un extraño -pero reconocido para ella- idioma. Aquel idioma que utilizaban únicamente los Moghts, unos horribles y malvados seres que traían destrucción a la Tierra. Ella se bajó de su moto y comenzó a mirar a todo su alrededor, preparándose para lo que vendría, mientras ese extraño lenguaje comenzaba a escucharse cada vez más y más cerca, casi ensordeciéndola. Hasta que de repente… Se detuvo. Dejándola confundida y con algo de miedo. —Aquí estoy, preciosa. —Megan se giró precipitada sobre sus talones para encontrarse con uno de esos horripilantes seres. El Moght la empujó con fuerzas, haciendo que ella prácticamente volara hasta que su espalda chocara contra un árbol y cayera hacia adelante, mientras el árbol se partía y caía hasta el suelo. Su cuerpo estaba todo adolorido por el fuerte golpe. “Mal día para no recargar fuerzas.” Pensó la castaña mientras el Moght avanzaba hacia ella. Una vez que el Moght llegó a ella, la tomó por la nuca, tirando de sus cabellos para que se levantara del suelo mientras Megan gritaba del dolor. —Eres muy hermosa, Lerion. Pero mi misión es acabar con los de tu especie… a ti inclusive. —Dijo el Moght mientras sacaba una daga llena de talladuras con símbolos raros para cualquier humano, pero que en realidad formaban palabras. —¡Suéltala! —Gritó Brandon saliendo de entre los árboles junto con Darren. El Moght se giró para gruñirles, dándole ventaja a Megan de poder defenderse. Ella levantó con fuerza su pierna, dándole con la punta de sus Converse en el rostro, logrando así que la soltara. Ella continuó el ataque dándole fuertes golpes con sus pies y sus puños, donde en la parte de sus nudillos se formaban raros símbolos que parecían tatuajes. Aquel malvado ser sentía cada vez más fuertes los golpes de Megan. Gracias a lo que ella era -y también a esos ‘tatuajes’-, tenía una fuerza sobrehumana que la hacía poderosa. Inhumana. —¡Megan! —La llamó Brandon antes de lanzarle una daga que brilló de un extraño rosa en la punta cuando sus dedos la tocaron. Ella no dudó ni tardó en clavarla en el pecho del Moght con furia, a lo que él chilló con fuerza por el dolor. Pero luego, comenzó a reír. —Les queda poco tiempo, Lerions. —Dijo entremedio de sus risas mezcladas con gruñidos de dolor. —La hija de Temblond está a punto de desarrollarse… Muy pronto, todos ustedes se extinguirán completamente. —Dijo antes de volverse piedra y disolverse como tierra que lleva el viento.
  • 4. Megan guardó su daga en el cinturón de su pantalón quedándose parada en su lugar totalmente atónita y preocupada, cuando sintió unos brazos que rodearon su cintura desde atrás. Supo que era Brandon. —¿Escucharon eso? —Preguntó ella mirando un punto inexistente mientras las palabras del Moght se repetían en su cabeza. —Sí. —Contestaron ambos muchachos al mismo tiempo. —Debemos avisarle a Peter. —Dijo Darren decidido. . . . —Julie, ¿quieres decirme qué demonios te molestó hoy? —Le preguntó Nasha desde el otro lado de la línea a Julie con algo de enojo. —Tú y tu estúpida atención hacia el nuevo… —Contestó Julie mientras acomodaba sus libros en la repisa de su habitación. Luego de que discutieran por un largo rato, y que al final ambas se disculparan mutuamente, Julie comenzó a leer la revista que su mejor amiga le había regalado. Sí. Ellas eran de las típicas amigas que no podían estar peleadas por más de unas cuantas horas. Al final, siempre una cedía, y no por cansancio, sino porque no soportaban estar separadas. Ya eran las 02:45 a.m. y Julie seguía leyendo su revista recostada en su cama, cuando una historia en particular llamó su atención. Relato de Janice Roberts: “Realmente, no sé lo que ocurrió. Solo estaba en mi habitación, sentada en mi computador, cuando una bola de luz azul que cayó desde el cielo llamó mi atención. Corrí hacia la ventana para intentar ver algo, pero esa cosa había caído en el bosque, por lo que no pude ver mucho. Recuerdo que vi muchas sombras ir a toda velocidad y luego un fuerte golpe en el techo de mi casa. Eso es lo único que recuerdo luego de despertarme en el suelo de mi habitación y que todo estuviera revuelto, pero no únicamente allí, sino también en el resto de mi casa. Mi padre dice que fueron ladrones, y que cuando me vieron despierta me golpearon para poder robar, pero yo sé que no es así. Todos los caros artefactos siguen en mi casa, inclusive cualquier cosa de valor como los collares de mi madre. Yo se que fue algo extraño y sobrenatural, porque si hubieran sido ladrones, habrían robado algo, sin embargo, todo sigue aquí. ¿Ustedes que dicen?” Justo debajo de esa ‘confesión’ por llamarlo de alguna forma, había escrito un correo electrónico, que no se escapó de la vista de Julie. Ella corrió a su laptop y la encendió, para luego ingresar en Internet y agregar a la tal Janice a su cuenta. Necesitaba hablar con ella y preguntarle qué había ocurrido con claridad. Pareciera que ese día a pesar de haber sido malo, un golpe de suerte existía. La tal Janice estaba conectada y charlaron durante un buen rato sobre lo que había ocurrido, hasta que organizaron para encontrarse al día siguiente en uno de los bares más transitados en Washington para poder hablar mejor sobre ese tema. .
  • 5. . . —¿Qué significa todo eso? —Preguntó Brandon confundido una vez que Peter, el tutor de los tres jóvenes e igualmente un Lerion, intentara explicar lo que había dicho el Moght. —Temblond, es el rey de los Moghts y el que gobierna nuestro planeta desde que mató a los verdaderos reyes, Husher y Syma. —Contestó Peter mientras buscaba un libro en la enorme biblioteca que tenía en su oficina. Cuando lo encontró, lo depositó sobre su escritorio y comenzó a pasar las hojas hasta que encontró la que buscaba y comenzó a leer. —“La profecía dice que el nacimiento de la hija de Temblond, traerá destrucción al universo entero. Pestes, muertes, tristeza, pobreza, desastres naturales…” —Omite todo eso y ve al punto, Peter. —Interrumpió Darren con impaciencia, sintiendo una sensación desagradable en el estómago al oír aquellas catástrofes. — “Pero así como nacerá la hija de Temblond, conocida como la ‘Hija de la Destrucción’, también nacerá la hija Husher y Syma, conocida como la ‘Hija de la Esperanza’. Ella será la única con la fuerza capaz de matar a la Hija de la Destrucción y así traer esperanza, paz y felicidad al universo entero”. —Eso quiere decir que hay una posibilidad de ganar. —Afirmó Megan con esperanzas. —Sí, pero hay un pequeño problema… —Dijo Peter con ironía mientras releía la profecía. — “…también nacerá la hija de Husher y Syma…” —Repitió el hombre antes de perderse en sus pensamientos. Cuando Peter terminó de releer esa profecía, Darren se giró hasta el gran ventanal que había a sus espaldas con sus manos cerradas en puños. Él sabía cuál era el problema en todo eso. —Están muertos. —Dijo Darren mientras miraba hacia el bosque. —¿Qué? —Preguntaron Brandon y Megan confundidos mientras Peter fruncía el ceño y volvía a releer la profecía. —Husher y Syma están muertos. ¿Cómo nacerá ‘la Hija de la Esperanza’ entonces? — Preguntó algo desesperado girándose hacia los presentes en esa sala. —Las esperanzas se acabaron, Megan. Solo nos queda luchar por nuestras propias vidas y por los humanos, aunque no servirá de nada. —Dijo el chico apoyándose en la pared que había a su lado y dejándose caer al suelo mirando hacia el techo. —No. —Dijo Peter sonriendo al descubrir algo, llamando la atención de los jóvenes. — Todavía hay esperanzas, escuchen… —Él comenzó a citar lo que el libro decía. — “La joven Hija de la Esperanza nacerá en un planeta distinto, lejos de los de su especie, y todo eso será para su protección. Nunca nadie sabrá de su existencia hasta el día que se desarrolle, el cual será antes que el de la Hija de la Destrucción”. —Eso quiere decir… —Dijo Megan confundida. —Que la joven está viva, y está aquí. —Dijo Peter con una gran sonrisa en el rostro. —¿Cómo lo sabes? —Preguntó Brandon. —El único planeta que Husher y Syma visitaban personalmente era la Tierra… — Contestó Darren levantándose del suelo.
  • 6. —Exacto. La niña debe de estar aquí, solo nos queda encontrarla. —Dijo Peter con el ceño fruncido, antes de volver su vista al libro. —¡Genial! ¿Y cómo demonios sabremos cual es la niña? Hay millones de jóvenes en la Tierra, Peter. —Dijo Brandon exasperado. — “El brazalete creado por las Oráculos del planeta Starship, pertenecerá a la Hija de la Esperanza. Cualquiera que quiera encontrarla, lo hará gracias al mismo, cuando en una noche de Luna Llena, el brazalete quiera volver a su verdadero dueño.” —Citó Peter antes de levantar su vista a los jóvenes. —Genial. —Volvió a decir Brandon con exasperación. —¿Alguien tiene la mínima idea de donde está ese brazalete? —Sí. —Contestó Peter antes de buscar algo entre sus cajones, para luego sacar una pequeña caja tallada con muchos símbolos raros. —Esta caja me la entregó Husher personalmente semanas antes de morir. Dijo que la cuidara con mi vida si es que fuera necesario… —¿Quieres decir que puede que el brazalete esté allí adentro? —Preguntó Megan sonriendo. Peter asintió sonriente. —¿Qué esperas para abrirla entonces? —Preguntó Darren acercándose al escritorio de Peter junto con Megan y Brandon. —No es tan fácil, niños. —Contestó el hombre moviendo hacia un lado el gran libro para depositar la pequeña caja en medio del escritorio. —Se dice que la caja está protegida con magia. Una magia que únicamente Syma podía realizar… —¿Qué quieres decir con eso, Peter? —Preguntó la castaña confundida. —El único ser que puede abrir la caja, es el ser destinado a estar con la Hija de la Esperanza por el resto de su existencia. —Contestó Peter mirando a Darren. —¡¿Qué?! —Gritaron los tres jóvenes al darse cuenta de quién hablaba. —¡¿Por qué yo?! —Exclamó Darren algo molesto. —Tus padres eran verdaderos amigos de Husher y Syma, y en una ocasión les salvaron la vida. Entonces, ellos creyeron que el mejor agradecimiento era uniendo a su primera hija con el primer hijo de los Wikengston. O sea, tú. —Contestó Peter antes de entregarle la caja a Darren. —Eso quiere decir que seré yo el que encuentre a la Hija de la Esperanza, ¿cierto? — Preguntó Darren tomando de mala gana la caja. —Así es, Darren. —Contestó Peter asintiendo.