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-!Dios mío hijo! –Exclamo el Señor Carter. –Siento que no te he mirado
desde hace una semana. ¿Dónde te has metido?
Alec dirigió su brillante mirada hacia su padre. El había estado mirando
hacia el televisor de la cocina despreocupado mientras comía de un
enorme plato de cereal. Sentado tan cómodo como ahora y sin ninguna
herida en su cuerpo, nunca nadie podría imaginar que estuvo a punto de
morir bajo el ataque de un demonio con tentáculos. Alec sonrió –Por ahí
y por allá padre. Ya me conoces.
Los chicos habían adquirido impresionantes tácticas evasivas durante
los pasados dos días. Todo para evitar que Los Carter no se percataran
de sus heridas. Básicamente había necesitado de la solidaridad de su
amigo Nico ya que se miro en la necesidad de instalarse en su casa
mientras las marcas y heridas de su rostro y cuerpo desaparecían. Ahora
todo era como antes, su familia estaba unidad e intacta como lo
recordaba. Excepto que ahora el mundo parecía tan superficial, tan fuera
de lugar en todo aspecto, sin encontrar el sentido a las cosas que antes
le gustaban, los videojuegos no tenían desde ninguna perspectiva el
mismo impacto de vida. Las cosas dentro de él habían cambiado y lo
torturaban a tal grado que durante las noches se quedaba sobre su
sillón, con el televisor puesto en cualquier canal, sus auriculares
colocados y su mente a cientos de kilómetros de ahí. Eso había sido
todas las noches desde que regreso del instituto.
-Nico vendrá. –Dijo Gwen despertando a su primo que estaba sentado a
su lado en la sala mirando fijamente a su celular. Gwen tenía una idea
del porque de eso.
-Excelente. –Dijo Alec fingiendo prestar atención a la televisión y
tomando una palomita del bol en el regazo de Gwen.
-Pensaba en una noche de Mario Kart ¿Te gustaría?
-Claro.
-Invite a Johanna -Dijo precavida. -¿Te molesta?
-Claro que no. –Alec se levanto y comenzó a subir las escaleras. –Avísame
cuando lleguen.
Y ahí estaba de nuevo, en su habitación, rodeado de objetos que se
sentían tan ajenos a él. Intentando que las cosas en su interior no lo
consumieran lentamente. Buscando el sentido de haber elegido la vida
que quería seguir llevando y que esta no le pareciera vacía.
-No encontraras la respuesta aquí sin hacer nada.
Alec se levanto con sobresalto, no esperaba que alguien estuviera con él
en la habitación, él no contaba con la espontaneidad de Magnus Bane.
-Dios, Magnus, casi me matas del susto.
-Se necesita más que un susto para asesinar a un Cazador de Sombras.
–Magnus se paseo por la habitación sin preocuparse en si tenía permiso
en husmear o no. –Como ya debiste haberte dado cuenta.
-¿Qué haces aquí?
-Ya que no llamas ni contestas mis mensajes…
Alec se dejo caer sobre la orilla de la cama. –Necesitaba pensar.
-¿Puedo preguntar en qué?
-Deja de actuar como si no lo supieras. –Dijo Alec mirando a sus propias
manos.
Magnus entendió que era hora de hablar con la verdad, sin importar lo
doloroso que eso podría ser. -¿Qué harás Alexander? –Dijo Magnus sin
rodeos. -¿En verdad piensas quedarte aquí? ¿En el lugar que sabes no
perteneces, fingiendo que todo está muy bien? ¿Justo como lo hace tu
prima?
-No hables de mi prima. –Advirtió Alec. –No sabes nada de ella.
-Pero se de ti. –Magnus hizo a un lado el abrigo purpura que colgaba
largo de su espalda para poder sentarse sobre la cama a lado de Alec. -Se
que sin importar lo mucho que te esfuerces, ya no eres feliz aquí.
Eso era tan cierto que Alec lo odio. –Son mi familia. –Dijo Alec
levantándose, alejándose de Magnus. –Ellos me hacen feliz.
-Quedándote despierto noche tras noche, inmóvil en ese sillón, como si
esperaras a que tu vida solo pasara para llegar pronto al final. Esa no es
exactamente la definición de felicidad.
Alec se sintió expuesto, y avergonzado por ello. -¡¿Estas espiándome?!
Magnus miro hacia sus uñas pintadas de negro. –Te cuido. –Dijo.
-¿Me cuidas sin avisarme que lo harás? ¡Eso es espiar Magnus!
-Depende de la perspectiva con que lo mires. –Se defendió el brujo.
-No veo que sea de otra forma.
-Deberías ampliar tus perspectivas querido.
Magnus le dedico una sonrisa traviesa, esa sonrisa que iluminaba todo
su rostro y que hizo que algo que se sentía como cientos de mariposas se
posara en su estomago. Alec aparto la mirada.
-¿Has venido a decirme lo miserable que luzco cada noche? Lo tengo.
Gracias por hacérmelo saber. Si no tienes algo más que tratar…
-De hecho, -Dijo Magnus capturando la atención de Alec. –Pensé en lo
que dijiste sobre no sentir el instituto como tu hogar y tienes razón.
Alec no podía fingir que eso no lo tomo por sorpresa.
-Es cierto. –Continúo Magnus. –El instituto hacia un tiempo ya no era tu
casa. Tu casa era en Brooklyn.
-¿En Brooklyn? –Pregunto sincero Alec.
-Mi apartamento. Nuestro hogar.
Fue como el recuerdo de una vida pasada o el recuerdo de alguien más
plantado en su memoria. La imagen llego a él sin ningún esfuerzo:
Magnus vistiendo una camiseta blanca y jeans agujerados sonriendo
como no lo había mirado sonreír desde que lo conoció. Él le entregaba
una taza azul con café, de alguna manera sabía que era café. Por un
segundo pudo incluso percibir su delicioso aroma. Se vio a él mismo
sonriéndole al brujo mientras apartaba el libro que leía para prestar
absoluta atención a Magnus que se sentaba a su lado. Era el
apartamento de Magnus luciendo de una manera diferente, con brillo.
Alec se obligo a desenredarse del recuerdo para simplemente dejar que se
esfumara tan rápido como llego.
-¿Ese es tu intento por hacerme regresar? –Dijo Alec en cierto tono
irónico. –En verdad creí que tendrías algo mejor.
Magnus había percibido en Alec una chispa de luminosidad, como si algo
le hubiera sido revelado, pero fue tan solo en un segundo y ahora eso se
había ido con la esperanza.
-No. –Confeso el brujo mirándose claramente derrotado. –En verdad es
todo lo que tengo.
Alec se lleno de furia hacia sí mismo por hacer que Magnus se mirara
como en este momento. Hacer sentir miserable a Magnus era algo que
estaba dentro de sus posibilidades, era algo que no quería en absoluto,
desearía mejor tener la capacidad de hacer sonreír al brujo, pero eso
ahora parecía tan alejado de la realidad, sintió un hoyo en la boca de su
estomago.
-Magnus. –Dijo el chico vulnerable. –No deberías volver.
-¿Qué?
Magnus nunca se había mirado tan serio como en este momento.
-No tiene ningún sentido. No quiero que sigas sufriendo por mí. ¿No te
das cuenta que lo único que hago es lastimarte?
Magnus lo miro aún más como mirando a un desconocido.
-Lo mejor para ti es…
-¿Alejarme de ti? ¿Irme? –Magnus torció sus labios en una dolorosa
sonrisa, se levanto y camino hacia el chico. Su mano se poso sobre la
mejilla de Alec dulcemente. –No me iré. –Le dijo en un susurro. –Nunca
voy a dejarte.
Fue como si le hablara a alguien más, a alguien que estaba dentro de él
gritando por salir y decirle a Magnus que lo sabía, que sabía que nunca
se alejaría, que nunca lo abandonaría. Sintió su corazón palpitando
fuertemente en su pecho debido a la caricia del brujo.
-Tal vez… -Dijo Magnus sin apartar su mano ni sus ojos de los de Alec. –
Tal vez si halla algo más que pudiéramos intentar, tal vez… te ayudaría a
recordar.
Alec sintió ahora ambas manos de Magnus sobre sus mejillas
acercándolo a él, su rostro fue llevado levemente hacia arriba por el
brujo, su expresión era muy clara, Alec sin pensarlo dio un paso más
hacia Magnus, hacia sus labios. –Tal vez funcione. –Susurro Magnus
antes de cerrar sus ojos. Alec se perdió en el momento en que percibió el
aliento del brujo familiar y anhelado de una manera extraña.
-Magnus. –Murmuro Alec.
No había vuelta atrás, Alec estaba a punto de hacer lo que hacía días
ansiaba hacer, probar los labios de Magnus era algo que había aceptado
como imposible hasta ese momento. Ese momento en el que una mínima
cantidad de aire separaba sus labios, labios que anhelaba y que no le fue
posible probar.
Antes de que su beso se realizara la puerta de la habitación fue abierta
precipitadamente. –¡Alex llegamos! –Johanna había entrado emocionada.
Alec giro su rostro rápidamente hacia ella, alejando sus labios de los de
Magnus. Miro a la chica parada ahí petrificada al haberse dado cuenta
de lo que acababa de ocurrir.
-¡Oh Dios! Yo… lo… Lo siento tanto, Gwen me dijo que viniera a buscarte
y…
Alec se compuso tan rápido como pudo. –Está bien. –Dijo el chico. –No te
preocupes.
Magnus no se miraba en lo absoluto compuesto, él en realidad estaba
furioso, o por lo menos se miraba lo mas furioso que Alec lo había visto.
-¡Por dios! ¡Dios lo siento! –Johanna se miraba sinceramente arrepentida.
-¡Ay por dios! ¡¿Qué estoy haciendo?! –La chica se dio cuenta que lo
mejor para este caso sería retirarse lo más rápido posible en lugar de
seguir ahí quieta lamentándose.
Alec la detuvo. –Johanna está bien. –Dijo intentando tranquilizar a la
chica y evitando que se fuera. –Es decir, no es como si hubieras
interrumpido algo. –Esto último lo dijo mirando a Magnus que lo miro a
él de vuelta con incredulidad.
El brujo había tenido suficiente, sin decir palabra alguna se dirigió a la
ventana y con elegancia y gracia felina desapareció de la vista de ambos
chicos.
Johanna miro la escena sin hablar por un momento. Alec se dejo
desplomar sobre el sillón de su habitación casi inmediatamente de que
Magnus se marchara.
-Alex. –Dijo la chica sorprendida. -¿Por qué dijiste eso? Claramente
interrumpí algo, y algo, MUY importante. ¿Acaso no viste la cara de
Magnus? ¿Por qué lo hiciste?
Alec tenía su rostro entre sus manos. –Por la misma razón por la que tú
sigues llamándome Alex.
Johanna había tomado la decisión de no alterar su recuerdos sobre Alex,
lo había decidido después de que Gwen le explicara lo que había pasado,
que Alex en realidad no era él, que todo era verdad, que alguien
desconocido para ellos había tomado su lugar. Johanna había pensado
egoístamente que ver a Alex como siempre lo había hecho era lo mejor
para ella. Ahora que todos habían decidido que Alex seguiría siendo Alex
a pesar de no ser verdad.
-Ale… Alexander. –Dijo Johanna y Alec la fulmino con la mirada de un
extraño.
Ahí estaban aceptando una mentira que los había alcanzado. –Por favor,
-Dijo el chico ahora sin mirarla. –Déjame solo.
Johanna salió de la habitación sin decir nada más. Alec se levanto,
camino hacia la ventana por donde Magnus había salido. Suspiro y de
un movimiento rápido la cerro. Fue entonces que percibió un aroma
familiar a la par que miraba como sobre la ventana se visualizaban
chispas de color azul. Extrañado puso más atención y poco a poco se dio
cuenta de que era una escritura formándose como si se grabara en el
vidrio de la ventana:
Intenta dormir.
Algo exploto en el pecho de Alec, una sensación de familiaridad y afecto
por alguien conocido pero olvidado en la memoria más no en el corazón.
A Alec le fue inevitable sonreír y sentirse aliviado, había pensado que eso
era todo, que Magnus no querría volver a verle, pero pareciera que todo
había sido un pensamiento guiado por el miedo, por el terror de pensar
en no volver a ver más a Magnus. Las centellas azules sobre la ventana
aparecieron nuevamente:
Intentaremos lo que dejamos pendiente en otra ocasión.
Alec respondió: Eso me encantaría. Pero eso solo fue en su mente.
* * * * *
-Pides que te de libertad, cuando… tu… -La Señora Carter parecía estar
luchando consigo misma para no golpear a su hijo. –No es justo
Alexander. –Dijo furiosa. –Si vas a pedir que confié en ti, no puedes
hacerme esto. –La mujer levanto su mano para mostrar la cartera de
pastillas sin abrir de Alec.
Alec se preguntaba como la había encontrado. –Mama no es para tanto. –
Dijo por compromiso, sabía que lo que dijera no haría que su madre se
calmara.
-No te atrevas a decirme que no es para tanto. Estas jugando con tu vida
¿Sabias eso? ¿Por qué no tomas tu medicamento?
-Tal vez porque me he sentido bien, tal vez porque no lo necesito mas.
-¿ES-TAS-LO-CO? ¿Crees que una enfermedad se curara de la nada? Si
no tomas tus medicamentos te expones a todo tipo de complicaciones, el
doctor nos explico…
-Lo sé pero… -Alec miro a su prima sentada en la mesa a su lado, ella se
miraba tan preocupada y temerosa como nunca la había mirado. Alec no
pudo mas, tenía tantas ganas de decir a su madre que nunca había
estado enfermo, que no necesitaba ese ni ningún otro medicamento.
Estaba a punto de decírselo cuando se puso de pie y sintió como si un
edificio se hubiera derrumbado sobre su pecho, el aire que entraba era
nulo, se mareo, sus ojos se pusieron en blanco y si no hubiera sido por
su padre que estaba muy cerca de él, Alec hubiera tenido una violenta
caída.
-¡Alexander! –Escucho a su familia gritar, escucho la alarma de los
cuerpos que se movían a su alrededor, no se había ido, por lo menos no
por completo y consiguió iniciar su recuperación unos segundos
después.
-Estoy bien. –Dijo el chico en los brazos de su padre. –Ya paso, estoy
bien.
Fue como si no hubiera dicho nada, en un instante estaba sobre el sillón,
Gwen tenía el teléfono y la agenda en sus manos, su madre dándole
instrucciones de a donde llamar y con quien comunicarse. Su padre
movía uno de los cojines frente al rostro de Alec para brindarle aire.
Mientras su madre eficientemente trajo en un segundo uno de los tantos
inhaladores que tenia por toda la casa, ella se sentó a lado de su hijo y lo
coloco en su boca. Alec giro el rostro.
-¡Dije que estoy bien!
-Pero no lo estas. –Dijo la Señora Carter más tranquila de lo que
cualquiera hubiera pensado. –Tienes que aceptar que no lo estas.
-Margaret –Llamo el Señor Carter a su esposa para reprenderla. –No
puedes decirle algo así.
-Es la verdad. –Dijo ella fríamente. Alec sabía que ella estaba enojada,
nunca pensó que tanto. –Entre más pronto se dé cuenta más se cuidara.
–Ella acerco más el inhalador a los labios de su hijo. Alec tampoco tenía
que ser amable con ella, aparto la mano de la mujer de su rostro, se
levanto completamente restablecido y subió las escaleras corriendo lo
más rápido que pudo. No se detuvo aun cuando se percato de los pasos
que estaban detrás de él.
-Y subir de esa manera las escaleras… -Fue lo último que escucho de su
madre antes de cerrar la puerta de su habitación para no escuchar nada
del exterior, esperaba él durante un buen rato.
* * * * *
-Ellos se fueron hace ya bastante tiempo. –Dijo Gwen a través de la
puerta de la habitación de Alec. –Puedes salir. –Dijo la chica en una
súplica cansada. –O dejarme entrar lo que pienses que te sería mejor, no
importa…
-Solo quiero saber que estas bien. –Dijo Gwen más para sí misma al no
obtener respuesta.
Se sorprendió y sintió la sensación de vértigo al sentir como se
desplomaba hacia el suelo al momento en que su apoyo se iba. Alec
había abierto la puerta y ahora la miraba hacia abajo, en el suelo donde
había caído.
Alec abrió mucho los ojos. -¿Qué haces? –Le dijo mirándola de pie a su
lado. -¿Por qué estas en el suelo?
Gwen se incorporo lo suficiente para quedar sentada. –Me canse de estar
parada detrás de tu puerta. –Dijo ella sencillamente.
-¿Entonces te sentaste detrás de mi puerta?
-Te lo dije, me canse y no sabía cuánto tiempo más duraría tu drama.
Alec la miro ofendido. –No es drama es…
-¿Rebeldía?
El chico acompaño a su prima en el suelo. –Eso creo.
-¿Qué fue eso? –Pregunto Gwen.
-Acabas de decir que fue…
-No eso. Lo que te paso, te mirabas muy mal, -Dijo la joven alarmada. –
Se supone que eso no debe pasar más.
Alec miro a sus propias manos y su memoria regreso a aquel día después
del ataque del demonio, en el instituto donde Jace había trazado una
runa sobre él y como esta lo había ayudado, Gwen tenía razón, no tenía
sentido que siguiera enfermo, pero recordó:
-Frágil como cualquier humano.
-Nada cambiara. –Recordó al demonio Belcebú frente a él. –Morirás antes
de regresar a ser quien eras. Díselo a tu insistente brujo.
Morirás antes de regresar a ser quien eras.
Y entendió que era verdad, Belcebú no dejaría que recobrara sus
recuerdos sin antes matarlo.
-¿Qué? –Pregunto Gwen. -¿Pasa algo?
Alec la miro y miro de nuevo esa angustia que se había fijado a su rostro,
su prima no había sonreído desde hace tiempo.
-No. –Dijo el chico fingiendo la mayor de las calmas. –No pasa nada.
* * * * *
Gwen y Alec pasaron un par de horas más en el suelo, conversando o
simplemente en silencio como lo hacían todas las noches después de la
escuela. Eran el tipo de persona que solo buscaba la compañía del otro.
Así habían sido toda su vida hasta ahora, ahora que algo entre ellos
estaba roto, ahora que Gwen difícilmente lo miraba a los ojos.
Alec quiso preguntar a la chica pero ella lo interrumpió. –el sol casi se
oculta. –Dijo ella como intentando escapar de lo que se avecinaba.
Alec miro hacia la ventana justo en el instante en el que Nico la abría
para entrar sin ningún esfuerzo.
-Johanna está entrando. –Dijo el vampiro colocándose a lado de Gwen. -
¿Tendremos una junta o algo así?
-No de la que esté enterado. –Dijo Alec.
-¿Cómo te ha ido con tus padres? –Pregunto Nico.
Alec movió su cabeza, -Dios, no preguntes.
-¿No preguntes qué? –Johanna se asomo por el pasillo. -¿Me excluyen
del club chicos? –Dijo Johanna al ver la reunión en el piso de la
habitación.
Alec sonrió y le señalo el lugar vacio a su lado.
-Lamento lo de el otro día. –Dijo la chica mientras se sentaba. –No era mi
intención… yo…
-¿Que ocurrió? –Pregunto Gwen.
-Lo peor que le puede pasar a una Ex. –Dijo. –Interrumpí un momento.
-¿Un momento, momento?
-Fue horrible. –Comenzó Johanna. –Y Magnus, o dios, Magnus lucia tan
furioso.
Alec se incomodo. –No es para tanto, solo conversábamos.
-Créeme –Dijo Johanna -esa no era una conversación.
Hubo silencio entre ellos por un momento.
-Me alegra que las cosas entre Magnus y tu funcionen. –Dijo Nico
después de un rato. Alec lo miro perplejo.
-No hay cosas entre Magnus y yo. –Dijo molesto. –Ni siquiera me voy a
molestar en hablar de eso.
-¿Por qué? –Pregunto Johanna, ella sonaba también molesta. -¿Qué se
supone que estás haciendo?
Lo mismo que ustedes, no puedo aceptar a Magnus sin aceptar mi vida.
Sin dejarlos. Sin dejar a Gwen. Pensó. El solo dijo: -Nada.
-Creí que lo que sentías por Magnus estaba claro. –Continuo Johanna. -
¿Por qué…?
-¿Qué pasa? –Pregunto Gwen ella estaba al borde de las lagrimas.
Alec no podía soportarlo. –No puedo, -Dijo derrotado. –No puedo estar
con Magnus siendo Alex Carter. Y no puedo renunciar a ser Alex Carter.
Gwen bajo la mirada, sabía que lo hacía por ella y se sintió culpable, aun
así. Ella tampoco podía renuncia a su primo. No había manera de
soportar eso.
Nico coloco una mano reconfortante sobre la espalda de su novia.
Johanna se miraba como si aun tuviera mucho que decir, Alec rogaba
porque se lo mantuviera para ella. Fue entonces que miro hacia sus
amigos, a cada uno de ellos. Y a su prima, por la persona que sobretodo
permanecía en esa casa. Él quería protegerla, hacerla feliz y se dio
cuenta mirándola ahí, frente a él luciendo tan desdichada, que sin
importar lo que hiciera, lo que dijera o como se comportara, ella sabia al
igual que todos ahí que no era su primo, ese quien nació y vivió con ella
y sin importar lo que pasara solo había una persona ausente que podía
hacerla feliz y ese no era él. Entonces, Gwen nunca más seria feliz.
Antes de que pudiera decir cualquier cosa los chicos se percataron del
fuego que se formo en medio de ellos. Lo miraron precavidos sin moverse,
al extinguirse un pedazo de papel cayó al suelo.
-¿Qué rayos es eso? –Pregunto Nico.
-Un papel. –Respondió Johanna. Nico solo la miro.
-Pero, ¿De dónde salió? –Dijo Gwen. Ninguno de ellos se había molestado
en tomarlo de su lugar.
-Es un mensaje de fuego. –Dijo Alec tomándolo del suelo.
-¿Cómo sabes eso? –Pregunto Gwen.
-La runa. –Dijo Alec mostrando precisamente eso en uno de las caras de
la nota.
-¿Conoces esa runa? –Cuestiono Johanna.
-Eso parece. –Dijo Alec sin apartar su mirada del objeto en sus manos.
-¿Cómo?
-No lo sé. –Alec se encogió de hombros y señalo a su propia cabeza como
si eso lo explicara.
Él la leyó en silencio.
-¿Qué dice? –Pregunto Nico.
-¿De quién es? –Dijo Johanna.
-¿Para quién es? –Cuestiono Gwen mirándose un poco más preocupada
que hace un segundo.
Alec bajo la nota. –Es de Maryse Lightwood. –Dijo. –Quiere que valla al
instituto.
-¿Quien? –Pregunto Johanna.
-¿A dónde? –Dijo Nico.
-¿Para qué? –Gwen se levanto de inmediato. –No. –Dijo y Alec se
sorprendió. –No necesitas ir ahí, ellos pueden venir, y si… y si no te
permiten volver.
-No creo que puedan hacer eso. –Dijo Alec perplejo al ver a su prima
caminando de un lado de la habitación a otro. –Dice que James Carstairs
quiere hablarme más sobre… -Alec guardo silencio, el intentaba escoger
sus palabras con cuidado.
-¿Por qué te quedas callado? –Pregunto Johanna.
-Bueno. –Titubeo. –Sobre… Alexander Carter.
Gwen se acerco a su primo para prácticamente arrebatar la nota de sus
manos. -¿Qué podría decirnos que no sepamos ya? –Dijo la chica
fríamente. –Tu estas aquí y bien, es todo lo que importa.
Algo dentro de Alec se encendió, se puso de pie y confronto a Gwen. -
¿Sabes? –Dijo. –Tengo fuertes sentimientos encontrados con tu reacción.
-¿Por qué? –Pregunto Nico, él y Johanna estaban ahora también de pie.
Alec no quito la mirada de su prima. –Sabemos ya cual es la verdad.
-Cállate. –Advirtió Gwen.
-Es genial que me quieras, que aun me quieras.
-Por favor calla. –Las mejillas de Gwen comenzaron a llenarse de
lágrimas.
-Pero no soy tu primo. –Dijo Alec despiadado.
-No quiero escucharte.
-¿En verdad no quieres saber en donde esta él? ¿En donde…? ¿Estoy? –
Alec dijo dudando si esa sería la forma correcta de hacerlo.
-¡Estas aquí! –Dijo Gwen alterada. –Estas aquí y no te irás, prometiste
que no te irías.
Alec tomo a la chica del brazo para jalarla hacia su pecho. –Y no lo hare –
Dijo enterrando su rostro en el cabello de Gwen. -No importa lo que pase,
no voy a dejarte.
Gwen se aferro a los brazos de Alec, pareció haberse calmado después de
un momento. –Y no importa lo que diga ¿cierto? Iras.
Alec sonrió a su prima. –Iremos. –Dijo.
* * * * *
-Es un Cazador de Sombras, su lugar es aquí. –Dijo Robert. Él y Maryse
se encontraban en la biblioteca del instituto.
-No podemos obligarlo a quedarse. Aun si sus recuerdos fueran
recuperados, es libre de hacer lo que desee.
-Debemos intentarlo, al permanecer aquí sus recuerdos volverán con
mayor facilidad.
-Estuvo aquí lo suficiente para desear irse. –Dijo Maryse mirando a nada
en específico. -¿Por qué pensar que ahora será diferente? Tal vez, no sea
estar aquí lo que necesite.
-¿Qué? –Robert se sintió ofendido por el comentario. -¿Quién mejor que
su familia para ayudarlo? –Dijo Robert. -¿Quien?
Maryse abrió la boca para responder pero en ese momento alguien llamo
a la puerta, dos segundos después esta se abrió dejando entrar a
Magnus Bane.
Maryse le dedico una mirada a su esposo que este simplemente ignoro. -
¿Qué podemos hacer por ti Magnus? –Dijo Robert más por compromiso
que por amabilidad.
-Necesitaba informarles que Alec viene hacia acá. –Dijo –Viene con sus
amigos y uno de ellos es un vampiro.
-Ellos no fueron convocados.
-Alec los quiere aquí de igual manera.
Maryse floto su cien con sus dedos. –De acuerdo. –Dijo. –Arreglare la
reunión en el santuario.
Magnus había logrado su cometido y se dio media vuelta para salir de la
biblioteca.
-¿Él habla contigo? –Pregunto Robert. -¿Ha recordado algo?
-Eso parece. –Dijo Magnus y giro para ver a los ojos de Robert, iguales y
de una manera, tan distintos a los de Alec. –Lo intento.
-Inténtalo con más fuerza. –Dijo Maryse antes de que Magnus se girara
nuevamente. Ella no lo dijo enojada, o en una orden, ella pareció haberlo
dicho en una súplica.
Magnus se sintió en la necesidad de confortarla, por lo menos un poco. –
Lo hare. –Dijo y salió de la biblioteca.
* * * * *
Alec y sus acompañantes llegaron al instituto. Nico se miro de inmediato
sorprendido por la edificación.
-He caminado por aquí muchas veces. –Dijo –Y estoy muy seguro de que
esto no estaba aquí.
-Pues, dudo que lo hayan construido en unos días Nico. –Contesto
Johanna mientras bajaban todos del auto de Alec.
Alec sonrió a sus amigos. –Es un Glamour. –Dijo. –Mantiene oculto el
instituto.
-¿Oculto de qué?
-Creo que es más de Quien.
-¿Cómo sabes eso? –Pregunto Gwen con seriedad.
Alec se encogió de hombros. –No lo sé. –Lo dijo como si en realidad se
estuviera disculpando.
Nico se acerco a la enorme reja. –Está cerrada. –Dijo.
-Debes poder abrirla ¿Cierto?
Nico sin dudarlo coloco ambas manos sobre los portones para hacer
precisamente eso. Lo intento, después lo intento con más fuerza.
-Imposible. –Dijo. –No puedo abrirla.
-Busquen un timbre. –Sugirió Johanna y los chicos iniciaron sus
movimientos.
Alec tomo su celular. –Tal vez si llamo a Magnus. –Estaba bastante
concentrado en la tarea, que no se percato de cómo distraídamente se
apoyo sobre los portones los cuales se abrieron casi de inmediato.
Sus acompañantes lo miraron sorprendidos y después a las rejas ahora
abiertas.
-¿Cómo hiciste eso? –Dijo Johanna.
Alec miro su mano y un grupo de palabras comenzaron a ordenarse en
su cabeza.
En el nombre de la Clave. Pido entrar a este lugar sagrado. Y en el nombre
del ángel Raziel, solicito sus bendiciones para con mi misión en contra
de…
-¿Alexander? –Magnus apareció justo detrás de las enormes puertas
parcialmente abiertas. -¿Qué sucede? ¿Estás bien?
Alec sacudió la cabeza. –Sí, bien, bien.
-¿Qué sucedió? –Pregunto Nico. –Te aseguro que eran impenetrables.
Magnus entendió finalmente lo que ocurría. –Alec pudo abrir fácilmente
las puertas porque es un Nephilim. –Explico. -Un Instituto debe de
abrirse a cualquier Cazador que no tenga intención de dañar a sus
habitantes.
-Wow. –Dijo Nico con aburrimiento.
Magnus lo ignoro mientras abría completamente la puerta para dejarlos
entrar. El brujo no se tomo la molestia de disimular la manera en la que
miro de pies a cabeza y con exagerada atención a Alec.
-¿Qué? –Pregunto el chico.
Los ojos de Magnus brillaban con la oscuridad de la noche, su boca lucia
como si estuviera a punto de sonreír. Se acerco a Alec para acomodar el
cuello de la sudadera que llevaba debajo de la chamarra de mezclilla. –
Luces increíblemente apuesto hoy. –Dijo e inicio su camino al instituto.
Nunca. Nunca que él pudiera recordar unas palabras habían logrado en
él la adrenalina y euforia que estaba sintiendo ahora, fuegos artificiales
cruzaron por su estomago mientras miraba al brujo caminando hacia el
edificio.
Sus tres acompañantes caminaron frente a él al darse cuenta que quizás
necesitaba unos segundos más para bajar de su nube. Ellos se miraban
extrañamente satisfechos por ambos.
Nico lo miro con picardía. –Menos mal que no hay cosas entre ustedes.
-Solo sigue caminando. –Dijo Alec.
Los chicos siguieron al brujo por el costado del edificio. Isabelle les
encontró en el camino, ella ignoro a todos a excepción de Alec el cual
miro con desagrado. -¿Qué haces aquí?
Alec se detuvo de inmediato y abrió mucho los ojos. –Maryse me pidió
que viniera.
-Eso lo sé. –Dijo Isabelle -lo que no se es ¿Qué haces aquí? Hasta donde
recuerdo tu estancia aquí no fue de tu agrado.
-Yo no diría eso exactamente. –Alec no estaba enojado, había algo en su
interior que le decía del porque de la actitud de Isabelle y se sentía
complacido por ello.
-Vete a casa Alexander. –Dijo Isabelle dando media vuelta y alejándose.
¿Dónde es eso? Se cuestionó Alec mentalmente mientras miraba a la
resentida Isabelle alejándose.
Gwen pregunto a Magnus acerca de los Glamours y de cómo
funcionaban, Johanna y Nico se unieron a la fascinante conversación.
Alec miro hacia donde se había ido su hermana y al darse cuenta de la
poca atención que mantenían sobre él se encamino hacia ahí de
inmediato.
-¿Isabelle? –Llamo el chico haciendo que la joven girara hacia él.
-¿Qué quieres?
-¿Podemos hablar?
-¿De qué podríamos hablar tu y yo?
-Quisiera explicarte… es decir. –Alec se encogió de hombros.
Isabelle lo miro y fingiendo desinterés le señalo unas de las jardineras
enormes que se encontraban ahí para que tomara asiento.
Alec se sentó y a su lado Isabelle.
-Sé que no estas molesta. –Dijo Alec. –Por lo menos no en serio.
-¿Y tú qué sabes?
-Actúas a la defensiva cuando estas frente a algo que puede lastimarte.
-¿Y ahora me conoces de pies a cabeza?
-Es complicado. –Explico Alec. –En realidad no es mi memoria la que me
habla. Es… -Alec movió sus manos frente a su pecho. –Algo. –Dijo
finalmente. -¿Tiene algo de sentido?
-No en absoluto.
Alec levanto su cabeza y respiro profundo. –No puedo dejarla. –Soltó
inesperadamente. –Es decir, se que te es difícil de entender pero, Gwen
cada día se ve más frágil, temo porque se derrumbe en cualquier
instante, y si yo… es decir… -Alec miro a su hermana. –Sé que soy tu
hermano, que me necesitas, pero tú eres tan fuerte, a diferencia de ella…
-También te necesito. –Repitió Isabelle molesta.
-No puedes verme como tu hermano. –Dijo Alec. –Por lo menos no por
ahora. Yo… Esto no es para nada cosa de Alec. –Dijo en un tono de
desesperación. –Solo no puedo hacerle esto.
Isabelle le sonrió mirándose comprensiva. –En realidad me parece más
de Alec de lo que puedes imaginarte.
Alec no logro entender muy bien a lo que se refería, ella hablaba de su
hermano sin duda, sin embargo era un tema bastante desconocido para
él.
-Tal vez. –Dijo Isabelle, su mala actitud se había desvanecido. –Deberías
considerar la idea de pasar más tiempo con Magnus. Ir a tu
departamento de cuando en cuando.
-¿Qué?
-Supongo que un ambiente familiar puede lograr que tus recuerdos
regresen paulatinamente.
-Así que no bromeaba.
Isabelle solo lo miro extrañada.
–Magnus me dijo algo muy parecido, al igual que tú piensa que debería
pasar más tiempo en su departamento. Nuestro apartamento.
-Magnus es sabio, no por nada tiene cientos de años.
Alec miro a Isabelle aterrado. -¿Cuántos años?
Isabelle se miraba tranquila. –Los brujos son inmortales, ¿en verdad ni
siquiera eso sabias?
-¿Cómo podría saber algo así?
-Es extraño, se supone que la persona a la que estas suplantando es un
brujo.
No suplanto a nadie. Pensó, mas no dijo nada.
-Dime ¿tus padres alguna vez te dieron la impresión de que conocían el
mundo de las sombras?
Alec soltó un bufido. –Mis padres son las personas más ordinarias del
planeta.
-Insisto entonces, es extraño.
-¿Qué parte? –Jace y Clary se acercaban hacia ellos. –Así que decidiste
venir.
-Lo intente con todas mis fuerzas. –Dijo Alec poniéndose de pie. –Pero no
se puede tapar el sol con un dedo.
-¿Tapar el sol? –Pregunto Jace.
-Es un decir. –Explico Clary. –Significa que no puedes ocultar lo
evidente.
-¿Por qué es evidente? –Jace se miraba mas confundido.
Clary suspiro. –Cazadores de Sombras. –Dijo a Alec. –Pueden conocer
hasta diez idiomas distintos pero no saben nada de cultura popular.
Jace rodo los ojos. –Magnus te pidió que mantuvieras tu mochila cerca. –
Dijo mirando a Alec.
-Hoy no la necesito. –Alec levanto un poco su pantalón dejando ver su
tobillo en donde se asomaba el filo de la daga.
-Muy listo. –Dijo Jace mirándose complacido.
-¿Jóvenes Cazadores de Sombras? –Magnus se había asomado hacia
ellos desde la puerta del santuario. –Los esperan aquí adentro.
Los chicos se encaminaron de inmediato hacia el interior del edificio.
Alec se detuvo un poco frente a Magnus que mantenía la puerta abierta.
–Hablando de Jóvenes. –Dijo. –hay algo que me gustaría preguntarte, en
cuanto tenga una oportunidad.
Magnus sonrió deslumbrante. –y yo estaré gustoso de responder a todo
cuanto te interese preguntar.
-Me han aconsejado que te visite. –Dijo. –Tal vez… lo haga pronto.
-Eso suena maravilloso.
¿Su voz siempre había sido tan melodiosa? Se pregunto Alec mientras
mordía su labio inferior.
-Podríamos pasar todo el día aquí mirándonos mutuamente. –Dijo
Magnus travieso mientras tocaba al costado del labio de Alec como si
estuviera limpiando una mancha inexistente de ahí. –Nada me gustaría
más, pero, nos están esperando.
Alec sacudió un poco su cabeza para obligarse a despertar de su
aturdimiento por los dedos de Magnus sobre su rostro. –Debes dejar de
coquetear conmigo.
-Debes dejar de mirarme así.
¡No puedo! Se dijo Alec mentalmente. Él solo movió su cabeza y entro al
santuario.
Gwen, Nico y Johanna estaban muy juntos en medio de muchas
personas, para su sorpresa, todos ahí ya los conocía. Maryse y Robert lo
miraron fijamente. Alec los saludó con la cabeza, Tessa le sonrió
amablemente junto a Catarina que bestia como enfermera.
James Cartairs estaba ubicado muy céntricamente entre los asistentes.
Levanto su mirada directo hacia Alec.
-Me contaron que fuiste atacado por un demonio. –Dijo sinceramente
preocupado. –Me alegra ver que estas recuperado.
-Gracias. –Dijo tímido Alec.
Jem respiro profundamente, algo dentro de Alec se altero, de alguna
manera sabia que lo que iba a decir no le gustaría para nada.
-No logre encontrar mucho más sobre Alexander Carter en los archivos
de la Hermandad. –Dijo Jem. –Así que tuvimos que usar otros medios. –
Jem miro de soslayo hacia Tessa detrás de él. Magnus entendía el idioma
de los brujos, otros medios por lo general significaba que habían
recurrido al otro lado de la magia, la que estaba directamente dirigida a
los demonios.
Gwen se había alejado de Nico y Johanna, ahora tomaba fuertemente la
mano de Alec. Ella quería estar segura de que su primo estaba ahí, a su
lado, tomando su mano.
-No fue casualidad que hallas tomado el lugar de Alex Carter. –Dijo. –
Belcebú lo siguió desde su nacimiento. Vigilo su crecimiento, estudio sus
habilidades, todo para un fin.
Ambos chicos estaban en silencio. El habla se había marchado de sus
cuerpos y se rehusaba a volver.
-¿Qué fin? –Pregunto desde atrás Johanna al darse cuenta de que nadie
más preguntaría.
-Las dimensiones demoniacas se alimentan de energía, de la vida, la
inmortalidad es la mejor de ellas. El poder de Edom quedo menguado
desde la última batalla que ustedes mismos llevaron a cabo ahí.
-¿Edom? –Pregunto débilmente Alec.
-Tú has estado ahí Alexander. –Dijo Jem. –El amo de ese reino les cobro
por devolverlos aquí. Pero parece que no le fue suficiente.
No le fue suficiente. Él vino por más. Pensó Alec aferrándose aún más al
agarre en la mano de Gwen.
-¿Qué ocurrió con Alex Carter? –Pregunto Isabelle y Alec sintió a Gwen
estremecerse.
-Belcebú le hablo. –Dijo. -Le ofreció poder sin igual a cambio de su
energía. A cambio de restablecer el poder de Edom.
-¿Quién aceptaría fortalecer una dimensión demoniaca? –Dijo Alec
sonando perturbado y asqueado por la simple idea.
Jem busco su rostro, Gwen tenía su frente en el brazo de su primo. –Así
es. –Dijo. –Lo rechazo.
Gwen se sintió mareada, el aire en los pulmones de Alec se esfumo sin
ninguna contemplación al darse cuenta de lo que pudo haber provocado
ese rechazo.
-Los demonios no aceptan los rechazos, -Dijo Jem precavido. -Belcebú…
-Lo asesino. –Dijo Alec notando que su propia voz temblaba.
Y Jem asintió lentamente.
El agarre de Gwen en Alec se desvaneció, ella camino hacia la puerta
lentamente sin mirar hacia donde se dirigía, sus ojos estaban perdidos
en algún otro lugar, Nico intento acercarse pero Johanna lo detuvo. Dale
unos segundos. Le dijo su mirada. Las rodillas de la chica desfallecieron
haciendo que callera al suelo.
Nico no se detuvo mas, en un segundo estaba a su lado. Johanna miro
hacia Alec para pedirle ayuda con ella, nunca se imagino lo que miraría
en él.
Alec al igual que Gwen parecía estar en transe, miraba a sus propias
manos, su pecho subía y bajaba violentamente.
Esta muerto. Está muerto. ¿Estoy muerto?
Miraba hacia sus manos intentando descubrir si era real, si él estaba
ahí. Su mente se sentía como si se alejara de su cuerpo, había oscuridad
a donde mirara y no podía salir de ella. Todo había terminado, él no
existía más.
Fue entonces que sintió como una sacudida eléctrica que lo devolvió a la
realidad, en un segundo su rostro estaba entre las manos frescas y
suaves de Magnus. –Escúchame. –Dijo el brujo con determinación. –No
eres tú, no estás muerto, estas bien, estas aquí. Eres Alec Lightwood
¿Estas escuchándome?
Los ojos de Alec estaban oscurecidos de terror. Magnus lo atrajo más
hacia él, sus frentes unidas. –Eres Alec Lightwood. –Susurro Magnus al
chico. –Eres Alec Lightwood.
-Yo…
-Repítelo. Dilo.
-Soy… Soy Alec Lightwood. –Su respiración se estaba controlando, busco
los fascinantes ojos de Magnus. –Soy Alec Lightwood. –Dijo forzando la
determinación. –Y no estoy muerto.
Magnus respiro con alivio, beso la frente del chico para dejarla descansar
en su hombro y dijo: -No. No lo estas.
La aparente tranquilidad no duro mucho. El cuerpo de Alec se
convulsiono al escuchar el primer sonido que surgía de Gwen después de
la noticia. Ella grito, grito desconsoladamente el nombre de su primo,
ella llamaba a su primo mientras que Alec se aferraba con todas sus
fuerzas al pecho de Magnus. Como si cada sonido de los labios de Gwen
le provocara dolor físico real.
Johanna y Nico la llamaban para brindarle consuelo, en el frio piso del
santuario ella no dejaba de llamar a su primo. Catarina corrió hacia la
chica. Isabelle no recordaba la última vez que miro lágrimas en el rostro
de Alec. Ahora estaban ahí.
-Gwen. –Murmuro Alec dolorosamente en el cuello de Magnus. Ahí
estaba enfrentando su peor pesadilla, lo que había intentado evitar con
todas sus fuerzas. Y no podía hacer nada para cambiarlo.
-Ella es fuerte. –Dijo el brujo.
Alec sabía eso. Aun así, su llanto lo estaba destrozando.
Catarina logro calmar a la chica con palabras de tranquilidad, invocando
al consuelo y la paz. Gwen seguía en shock pero por lo menos había
dejado de gritar.
-Deben llevarla a casa. –Dijo Catarina, -Ella dormirá. –Les aseguro la
bruja.
Maryse les ofreció un trasporte, Sin embargo Nico llevando a Gwen en
brazos, le dijo que él los llevaría en el auto de Alex. Johanna busco a
Alec, ella no quería dejarlo, quería asegurarse de que estaría bien y para
ello tendría que llevarlo con ellos. Sin embargo, noto la manera en la que
Magnus lo sostenía, como en cada movimiento o palabra había amor
inmenso. Johanna entendió entonces que Alex no necesitaba más que a
Magnus para recuperarse. Ella salió del santuario sin volver a mirar
atrás.
* * * * *
Alec estaba sentado en una de las bancas del santuario que se
encontraba pegada a la pared, Clary, Simon, Jace e Isabelle lo rodeaban
sin hablar, solo mirándolo y estudiando cada movimiento. Alec tenía su
rostro entre sus manos, no había hablado desde hace más de una hora.
Jace acariciaba su antebrazo en donde su runa parabatai se encontraba
y pensaba en la necesidad que sentía porque ahora más que nunca su
lazo se restableciera, le dolía de sobremanera ver a Alec así.
El chico finalmente hecho su cabeza hacia atrás, respiro profundamente,
esa apariencia de resignación se esfumo tan rápido como llego. Alec se
quejó y su rostro fue nuevamente cubierto por sus manos. Magnus que
había permanecido a su lado todo este tiempo, floto la espalda del chico
para brindarle confort.
El resto de los presentes estaban en una reunión separada, al parecer
decidiendo cual sería el siguiente paso a seguir. Robert se acercó a su
hijo.
-Sé que en este momento, todo debe parecerte extraño e incluso horrible.
–Dijo Robert y Alec lo miro finalmente. –Lo que sea que quieras aclarar,
nosotros podemos ayudarte.
Había algo en Robert que hacía que Alec se sintiera a la defensiva, no era
que no le agradara, sabía que era su padre, entendía que él debía
amarlo, sin embargo no podía evitar no confiar en él.
Alec miro a su padre con un poco más de atención y se vio en él mismo,
ellos se parecían tanto, los ojos azules, el cabello negro. Fue entonces
otro rostro apareció en su mente, alguien que inexplicablemente
compartía las mismas características.
Le tomo tan solo un segundo realizar la pregunta. -¿Quién es Max? –
Pregunto dejando a todos sin aire por un segundo.
El rostro de Robert cambio, Isabelle dejo salir un sonido leve de asombro,
Clary llevo una mano a su boca y Alec sintió el agarre de Magnus más
fuerte en su espalda.
-¿Recuerdas a Max? –Pregunto Robert.
-¿Recordarlo? Eso significa que él existe ¿cierto? ¿Quién es? ¿Qué tiene
que ver conmigo? –La curiosidad lo invadió, había llegado la hora de
conocer a ese pequeño que lo había acompañado desde hace más de un
año.
-Max es tu hermano. Tu hermano menor. –Dijo Robert.
Mi hermano, claro que es mi hermano, como Isabelle. Pensó y su pecho se
llenó de ilusión.
Alec sonrió. -¿Dónde está? ¿Puedo verlo? Necesito hablar con él.
-Mi amor. –Susurro Magnus con agonía sin siquiera importarle en como
Alec reaccionaria por su forma de llamarlo. –Espera, deja que te
expliquen.
Alec miro el rostro de Magnus, puso más atención en los del resto que lo
acompañaban. -¿Qué ocurre?
-Max no está más con nosotros. –Dijo Robert. –Max murió.
Ya antes le habían dado una noticia parecida. Tus tíos no lo lograron.
Recordo. Él había llorado con Gwen durante toda esa noche. Ahora se
sentía diferente, como si no hubiera forma de recuperarse, como si su
vida se hubiera ido junto con Max.
Los ojos de Alec se llenaron de lágrimas, no quería que lo miraran en esa
condicion, así que salió por las puertas tan rápido como pudo y sin mirar
atrás. El corrió hacia la salida pero antes de llegar a ellas una mano
firme lo detuvo.
-Habla conmigo. –Le pidió Magnus. –No puedes irte así.
Alec lo aparto y se apoyó en uno de los pilares. –No respiro. –Dijo
alarmado.
Magnus lo tomo por los hombros. –Eso es lo que el demonio quiere que
pienses. –Dijo con determinación. –No lo dejes, tu sabes quién eres, no
estas enfermo Alexander, solo tú puedes detener eso.
Tal vez hayan sido lo cierto en sus palabras, quizá la contagiosa
determinación en su voz o la sensación de sus manos sobre él, no lo
sabía. Aun así. El aire volvía a él con mucha facilidad.
Alec se recuperó y miro a Magnus. –Gracias. –Le dijo.
Magnus se relajó un poco. –Te llevare a casa. –Dijo. No era que quisiera
llevarlo con los Carter, sin embargo ahora más que nunca Alec
necesitaba sentirse protegido, sabía que para él ningún lugar le brindaría
eso más que la que creía su casa. –Ahí te sentirás mejor.
Alec tenía una noción de que Nico y los demás se habían llevado su auto.
-Pero Magnus. –Dijo Alec sinceramente angustiado. –Brooklyn está muy
lejos.
Continuara…
MayGraciela♥

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  • 1. -!Dios mío hijo! –Exclamo el Señor Carter. –Siento que no te he mirado desde hace una semana. ¿Dónde te has metido? Alec dirigió su brillante mirada hacia su padre. El había estado mirando hacia el televisor de la cocina despreocupado mientras comía de un enorme plato de cereal. Sentado tan cómodo como ahora y sin ninguna herida en su cuerpo, nunca nadie podría imaginar que estuvo a punto de morir bajo el ataque de un demonio con tentáculos. Alec sonrió –Por ahí y por allá padre. Ya me conoces. Los chicos habían adquirido impresionantes tácticas evasivas durante los pasados dos días. Todo para evitar que Los Carter no se percataran de sus heridas. Básicamente había necesitado de la solidaridad de su amigo Nico ya que se miro en la necesidad de instalarse en su casa mientras las marcas y heridas de su rostro y cuerpo desaparecían. Ahora todo era como antes, su familia estaba unidad e intacta como lo recordaba. Excepto que ahora el mundo parecía tan superficial, tan fuera de lugar en todo aspecto, sin encontrar el sentido a las cosas que antes le gustaban, los videojuegos no tenían desde ninguna perspectiva el mismo impacto de vida. Las cosas dentro de él habían cambiado y lo torturaban a tal grado que durante las noches se quedaba sobre su sillón, con el televisor puesto en cualquier canal, sus auriculares colocados y su mente a cientos de kilómetros de ahí. Eso había sido todas las noches desde que regreso del instituto. -Nico vendrá. –Dijo Gwen despertando a su primo que estaba sentado a su lado en la sala mirando fijamente a su celular. Gwen tenía una idea del porque de eso. -Excelente. –Dijo Alec fingiendo prestar atención a la televisión y tomando una palomita del bol en el regazo de Gwen. -Pensaba en una noche de Mario Kart ¿Te gustaría?
  • 2. -Claro. -Invite a Johanna -Dijo precavida. -¿Te molesta? -Claro que no. –Alec se levanto y comenzó a subir las escaleras. –Avísame cuando lleguen. Y ahí estaba de nuevo, en su habitación, rodeado de objetos que se sentían tan ajenos a él. Intentando que las cosas en su interior no lo consumieran lentamente. Buscando el sentido de haber elegido la vida que quería seguir llevando y que esta no le pareciera vacía. -No encontraras la respuesta aquí sin hacer nada. Alec se levanto con sobresalto, no esperaba que alguien estuviera con él en la habitación, él no contaba con la espontaneidad de Magnus Bane. -Dios, Magnus, casi me matas del susto. -Se necesita más que un susto para asesinar a un Cazador de Sombras. –Magnus se paseo por la habitación sin preocuparse en si tenía permiso en husmear o no. –Como ya debiste haberte dado cuenta. -¿Qué haces aquí? -Ya que no llamas ni contestas mis mensajes… Alec se dejo caer sobre la orilla de la cama. –Necesitaba pensar. -¿Puedo preguntar en qué? -Deja de actuar como si no lo supieras. –Dijo Alec mirando a sus propias manos.
  • 3. Magnus entendió que era hora de hablar con la verdad, sin importar lo doloroso que eso podría ser. -¿Qué harás Alexander? –Dijo Magnus sin rodeos. -¿En verdad piensas quedarte aquí? ¿En el lugar que sabes no perteneces, fingiendo que todo está muy bien? ¿Justo como lo hace tu prima? -No hables de mi prima. –Advirtió Alec. –No sabes nada de ella. -Pero se de ti. –Magnus hizo a un lado el abrigo purpura que colgaba largo de su espalda para poder sentarse sobre la cama a lado de Alec. -Se que sin importar lo mucho que te esfuerces, ya no eres feliz aquí. Eso era tan cierto que Alec lo odio. –Son mi familia. –Dijo Alec levantándose, alejándose de Magnus. –Ellos me hacen feliz. -Quedándote despierto noche tras noche, inmóvil en ese sillón, como si esperaras a que tu vida solo pasara para llegar pronto al final. Esa no es exactamente la definición de felicidad. Alec se sintió expuesto, y avergonzado por ello. -¡¿Estas espiándome?! Magnus miro hacia sus uñas pintadas de negro. –Te cuido. –Dijo. -¿Me cuidas sin avisarme que lo harás? ¡Eso es espiar Magnus! -Depende de la perspectiva con que lo mires. –Se defendió el brujo. -No veo que sea de otra forma. -Deberías ampliar tus perspectivas querido. Magnus le dedico una sonrisa traviesa, esa sonrisa que iluminaba todo su rostro y que hizo que algo que se sentía como cientos de mariposas se posara en su estomago. Alec aparto la mirada.
  • 4. -¿Has venido a decirme lo miserable que luzco cada noche? Lo tengo. Gracias por hacérmelo saber. Si no tienes algo más que tratar… -De hecho, -Dijo Magnus capturando la atención de Alec. –Pensé en lo que dijiste sobre no sentir el instituto como tu hogar y tienes razón. Alec no podía fingir que eso no lo tomo por sorpresa. -Es cierto. –Continúo Magnus. –El instituto hacia un tiempo ya no era tu casa. Tu casa era en Brooklyn. -¿En Brooklyn? –Pregunto sincero Alec. -Mi apartamento. Nuestro hogar. Fue como el recuerdo de una vida pasada o el recuerdo de alguien más plantado en su memoria. La imagen llego a él sin ningún esfuerzo: Magnus vistiendo una camiseta blanca y jeans agujerados sonriendo como no lo había mirado sonreír desde que lo conoció. Él le entregaba una taza azul con café, de alguna manera sabía que era café. Por un segundo pudo incluso percibir su delicioso aroma. Se vio a él mismo sonriéndole al brujo mientras apartaba el libro que leía para prestar absoluta atención a Magnus que se sentaba a su lado. Era el apartamento de Magnus luciendo de una manera diferente, con brillo. Alec se obligo a desenredarse del recuerdo para simplemente dejar que se esfumara tan rápido como llego. -¿Ese es tu intento por hacerme regresar? –Dijo Alec en cierto tono irónico. –En verdad creí que tendrías algo mejor.
  • 5. Magnus había percibido en Alec una chispa de luminosidad, como si algo le hubiera sido revelado, pero fue tan solo en un segundo y ahora eso se había ido con la esperanza. -No. –Confeso el brujo mirándose claramente derrotado. –En verdad es todo lo que tengo. Alec se lleno de furia hacia sí mismo por hacer que Magnus se mirara como en este momento. Hacer sentir miserable a Magnus era algo que estaba dentro de sus posibilidades, era algo que no quería en absoluto, desearía mejor tener la capacidad de hacer sonreír al brujo, pero eso ahora parecía tan alejado de la realidad, sintió un hoyo en la boca de su estomago. -Magnus. –Dijo el chico vulnerable. –No deberías volver. -¿Qué? Magnus nunca se había mirado tan serio como en este momento. -No tiene ningún sentido. No quiero que sigas sufriendo por mí. ¿No te das cuenta que lo único que hago es lastimarte? Magnus lo miro aún más como mirando a un desconocido. -Lo mejor para ti es… -¿Alejarme de ti? ¿Irme? –Magnus torció sus labios en una dolorosa sonrisa, se levanto y camino hacia el chico. Su mano se poso sobre la mejilla de Alec dulcemente. –No me iré. –Le dijo en un susurro. –Nunca voy a dejarte. Fue como si le hablara a alguien más, a alguien que estaba dentro de él gritando por salir y decirle a Magnus que lo sabía, que sabía que nunca
  • 6. se alejaría, que nunca lo abandonaría. Sintió su corazón palpitando fuertemente en su pecho debido a la caricia del brujo. -Tal vez… -Dijo Magnus sin apartar su mano ni sus ojos de los de Alec. – Tal vez si halla algo más que pudiéramos intentar, tal vez… te ayudaría a recordar. Alec sintió ahora ambas manos de Magnus sobre sus mejillas acercándolo a él, su rostro fue llevado levemente hacia arriba por el brujo, su expresión era muy clara, Alec sin pensarlo dio un paso más hacia Magnus, hacia sus labios. –Tal vez funcione. –Susurro Magnus antes de cerrar sus ojos. Alec se perdió en el momento en que percibió el aliento del brujo familiar y anhelado de una manera extraña. -Magnus. –Murmuro Alec. No había vuelta atrás, Alec estaba a punto de hacer lo que hacía días ansiaba hacer, probar los labios de Magnus era algo que había aceptado como imposible hasta ese momento. Ese momento en el que una mínima cantidad de aire separaba sus labios, labios que anhelaba y que no le fue posible probar. Antes de que su beso se realizara la puerta de la habitación fue abierta precipitadamente. –¡Alex llegamos! –Johanna había entrado emocionada. Alec giro su rostro rápidamente hacia ella, alejando sus labios de los de Magnus. Miro a la chica parada ahí petrificada al haberse dado cuenta de lo que acababa de ocurrir. -¡Oh Dios! Yo… lo… Lo siento tanto, Gwen me dijo que viniera a buscarte y…
  • 7. Alec se compuso tan rápido como pudo. –Está bien. –Dijo el chico. –No te preocupes. Magnus no se miraba en lo absoluto compuesto, él en realidad estaba furioso, o por lo menos se miraba lo mas furioso que Alec lo había visto. -¡Por dios! ¡Dios lo siento! –Johanna se miraba sinceramente arrepentida. -¡Ay por dios! ¡¿Qué estoy haciendo?! –La chica se dio cuenta que lo mejor para este caso sería retirarse lo más rápido posible en lugar de seguir ahí quieta lamentándose. Alec la detuvo. –Johanna está bien. –Dijo intentando tranquilizar a la chica y evitando que se fuera. –Es decir, no es como si hubieras interrumpido algo. –Esto último lo dijo mirando a Magnus que lo miro a él de vuelta con incredulidad. El brujo había tenido suficiente, sin decir palabra alguna se dirigió a la ventana y con elegancia y gracia felina desapareció de la vista de ambos chicos. Johanna miro la escena sin hablar por un momento. Alec se dejo desplomar sobre el sillón de su habitación casi inmediatamente de que Magnus se marchara. -Alex. –Dijo la chica sorprendida. -¿Por qué dijiste eso? Claramente interrumpí algo, y algo, MUY importante. ¿Acaso no viste la cara de Magnus? ¿Por qué lo hiciste? Alec tenía su rostro entre sus manos. –Por la misma razón por la que tú sigues llamándome Alex. Johanna había tomado la decisión de no alterar su recuerdos sobre Alex, lo había decidido después de que Gwen le explicara lo que había pasado,
  • 8. que Alex en realidad no era él, que todo era verdad, que alguien desconocido para ellos había tomado su lugar. Johanna había pensado egoístamente que ver a Alex como siempre lo había hecho era lo mejor para ella. Ahora que todos habían decidido que Alex seguiría siendo Alex a pesar de no ser verdad. -Ale… Alexander. –Dijo Johanna y Alec la fulmino con la mirada de un extraño. Ahí estaban aceptando una mentira que los había alcanzado. –Por favor, -Dijo el chico ahora sin mirarla. –Déjame solo. Johanna salió de la habitación sin decir nada más. Alec se levanto, camino hacia la ventana por donde Magnus había salido. Suspiro y de un movimiento rápido la cerro. Fue entonces que percibió un aroma familiar a la par que miraba como sobre la ventana se visualizaban chispas de color azul. Extrañado puso más atención y poco a poco se dio cuenta de que era una escritura formándose como si se grabara en el vidrio de la ventana: Intenta dormir. Algo exploto en el pecho de Alec, una sensación de familiaridad y afecto por alguien conocido pero olvidado en la memoria más no en el corazón. A Alec le fue inevitable sonreír y sentirse aliviado, había pensado que eso era todo, que Magnus no querría volver a verle, pero pareciera que todo había sido un pensamiento guiado por el miedo, por el terror de pensar en no volver a ver más a Magnus. Las centellas azules sobre la ventana aparecieron nuevamente: Intentaremos lo que dejamos pendiente en otra ocasión. Alec respondió: Eso me encantaría. Pero eso solo fue en su mente.
  • 9. * * * * * -Pides que te de libertad, cuando… tu… -La Señora Carter parecía estar luchando consigo misma para no golpear a su hijo. –No es justo Alexander. –Dijo furiosa. –Si vas a pedir que confié en ti, no puedes hacerme esto. –La mujer levanto su mano para mostrar la cartera de pastillas sin abrir de Alec. Alec se preguntaba como la había encontrado. –Mama no es para tanto. – Dijo por compromiso, sabía que lo que dijera no haría que su madre se calmara. -No te atrevas a decirme que no es para tanto. Estas jugando con tu vida ¿Sabias eso? ¿Por qué no tomas tu medicamento? -Tal vez porque me he sentido bien, tal vez porque no lo necesito mas. -¿ES-TAS-LO-CO? ¿Crees que una enfermedad se curara de la nada? Si no tomas tus medicamentos te expones a todo tipo de complicaciones, el doctor nos explico… -Lo sé pero… -Alec miro a su prima sentada en la mesa a su lado, ella se miraba tan preocupada y temerosa como nunca la había mirado. Alec no pudo mas, tenía tantas ganas de decir a su madre que nunca había estado enfermo, que no necesitaba ese ni ningún otro medicamento. Estaba a punto de decírselo cuando se puso de pie y sintió como si un edificio se hubiera derrumbado sobre su pecho, el aire que entraba era nulo, se mareo, sus ojos se pusieron en blanco y si no hubiera sido por su padre que estaba muy cerca de él, Alec hubiera tenido una violenta caída. -¡Alexander! –Escucho a su familia gritar, escucho la alarma de los cuerpos que se movían a su alrededor, no se había ido, por lo menos no
  • 10. por completo y consiguió iniciar su recuperación unos segundos después. -Estoy bien. –Dijo el chico en los brazos de su padre. –Ya paso, estoy bien. Fue como si no hubiera dicho nada, en un instante estaba sobre el sillón, Gwen tenía el teléfono y la agenda en sus manos, su madre dándole instrucciones de a donde llamar y con quien comunicarse. Su padre movía uno de los cojines frente al rostro de Alec para brindarle aire. Mientras su madre eficientemente trajo en un segundo uno de los tantos inhaladores que tenia por toda la casa, ella se sentó a lado de su hijo y lo coloco en su boca. Alec giro el rostro. -¡Dije que estoy bien! -Pero no lo estas. –Dijo la Señora Carter más tranquila de lo que cualquiera hubiera pensado. –Tienes que aceptar que no lo estas. -Margaret –Llamo el Señor Carter a su esposa para reprenderla. –No puedes decirle algo así. -Es la verdad. –Dijo ella fríamente. Alec sabía que ella estaba enojada, nunca pensó que tanto. –Entre más pronto se dé cuenta más se cuidara. –Ella acerco más el inhalador a los labios de su hijo. Alec tampoco tenía que ser amable con ella, aparto la mano de la mujer de su rostro, se levanto completamente restablecido y subió las escaleras corriendo lo más rápido que pudo. No se detuvo aun cuando se percato de los pasos que estaban detrás de él. -Y subir de esa manera las escaleras… -Fue lo último que escucho de su madre antes de cerrar la puerta de su habitación para no escuchar nada del exterior, esperaba él durante un buen rato.
  • 11. * * * * * -Ellos se fueron hace ya bastante tiempo. –Dijo Gwen a través de la puerta de la habitación de Alec. –Puedes salir. –Dijo la chica en una súplica cansada. –O dejarme entrar lo que pienses que te sería mejor, no importa… -Solo quiero saber que estas bien. –Dijo Gwen más para sí misma al no obtener respuesta. Se sorprendió y sintió la sensación de vértigo al sentir como se desplomaba hacia el suelo al momento en que su apoyo se iba. Alec había abierto la puerta y ahora la miraba hacia abajo, en el suelo donde había caído. Alec abrió mucho los ojos. -¿Qué haces? –Le dijo mirándola de pie a su lado. -¿Por qué estas en el suelo? Gwen se incorporo lo suficiente para quedar sentada. –Me canse de estar parada detrás de tu puerta. –Dijo ella sencillamente. -¿Entonces te sentaste detrás de mi puerta? -Te lo dije, me canse y no sabía cuánto tiempo más duraría tu drama. Alec la miro ofendido. –No es drama es… -¿Rebeldía? El chico acompaño a su prima en el suelo. –Eso creo. -¿Qué fue eso? –Pregunto Gwen. -Acabas de decir que fue…
  • 12. -No eso. Lo que te paso, te mirabas muy mal, -Dijo la joven alarmada. – Se supone que eso no debe pasar más. Alec miro a sus propias manos y su memoria regreso a aquel día después del ataque del demonio, en el instituto donde Jace había trazado una runa sobre él y como esta lo había ayudado, Gwen tenía razón, no tenía sentido que siguiera enfermo, pero recordó: -Frágil como cualquier humano. -Nada cambiara. –Recordó al demonio Belcebú frente a él. –Morirás antes de regresar a ser quien eras. Díselo a tu insistente brujo. Morirás antes de regresar a ser quien eras. Y entendió que era verdad, Belcebú no dejaría que recobrara sus recuerdos sin antes matarlo. -¿Qué? –Pregunto Gwen. -¿Pasa algo? Alec la miro y miro de nuevo esa angustia que se había fijado a su rostro, su prima no había sonreído desde hace tiempo. -No. –Dijo el chico fingiendo la mayor de las calmas. –No pasa nada. * * * * * Gwen y Alec pasaron un par de horas más en el suelo, conversando o simplemente en silencio como lo hacían todas las noches después de la escuela. Eran el tipo de persona que solo buscaba la compañía del otro. Así habían sido toda su vida hasta ahora, ahora que algo entre ellos estaba roto, ahora que Gwen difícilmente lo miraba a los ojos.
  • 13. Alec quiso preguntar a la chica pero ella lo interrumpió. –el sol casi se oculta. –Dijo ella como intentando escapar de lo que se avecinaba. Alec miro hacia la ventana justo en el instante en el que Nico la abría para entrar sin ningún esfuerzo. -Johanna está entrando. –Dijo el vampiro colocándose a lado de Gwen. - ¿Tendremos una junta o algo así? -No de la que esté enterado. –Dijo Alec. -¿Cómo te ha ido con tus padres? –Pregunto Nico. Alec movió su cabeza, -Dios, no preguntes. -¿No preguntes qué? –Johanna se asomo por el pasillo. -¿Me excluyen del club chicos? –Dijo Johanna al ver la reunión en el piso de la habitación. Alec sonrió y le señalo el lugar vacio a su lado. -Lamento lo de el otro día. –Dijo la chica mientras se sentaba. –No era mi intención… yo… -¿Que ocurrió? –Pregunto Gwen. -Lo peor que le puede pasar a una Ex. –Dijo. –Interrumpí un momento. -¿Un momento, momento? -Fue horrible. –Comenzó Johanna. –Y Magnus, o dios, Magnus lucia tan furioso. Alec se incomodo. –No es para tanto, solo conversábamos.
  • 14. -Créeme –Dijo Johanna -esa no era una conversación. Hubo silencio entre ellos por un momento. -Me alegra que las cosas entre Magnus y tu funcionen. –Dijo Nico después de un rato. Alec lo miro perplejo. -No hay cosas entre Magnus y yo. –Dijo molesto. –Ni siquiera me voy a molestar en hablar de eso. -¿Por qué? –Pregunto Johanna, ella sonaba también molesta. -¿Qué se supone que estás haciendo? Lo mismo que ustedes, no puedo aceptar a Magnus sin aceptar mi vida. Sin dejarlos. Sin dejar a Gwen. Pensó. El solo dijo: -Nada. -Creí que lo que sentías por Magnus estaba claro. –Continuo Johanna. - ¿Por qué…? -¿Qué pasa? –Pregunto Gwen ella estaba al borde de las lagrimas. Alec no podía soportarlo. –No puedo, -Dijo derrotado. –No puedo estar con Magnus siendo Alex Carter. Y no puedo renunciar a ser Alex Carter. Gwen bajo la mirada, sabía que lo hacía por ella y se sintió culpable, aun así. Ella tampoco podía renuncia a su primo. No había manera de soportar eso. Nico coloco una mano reconfortante sobre la espalda de su novia. Johanna se miraba como si aun tuviera mucho que decir, Alec rogaba porque se lo mantuviera para ella. Fue entonces que miro hacia sus amigos, a cada uno de ellos. Y a su prima, por la persona que sobretodo permanecía en esa casa. Él quería protegerla, hacerla feliz y se dio
  • 15. cuenta mirándola ahí, frente a él luciendo tan desdichada, que sin importar lo que hiciera, lo que dijera o como se comportara, ella sabia al igual que todos ahí que no era su primo, ese quien nació y vivió con ella y sin importar lo que pasara solo había una persona ausente que podía hacerla feliz y ese no era él. Entonces, Gwen nunca más seria feliz. Antes de que pudiera decir cualquier cosa los chicos se percataron del fuego que se formo en medio de ellos. Lo miraron precavidos sin moverse, al extinguirse un pedazo de papel cayó al suelo. -¿Qué rayos es eso? –Pregunto Nico. -Un papel. –Respondió Johanna. Nico solo la miro. -Pero, ¿De dónde salió? –Dijo Gwen. Ninguno de ellos se había molestado en tomarlo de su lugar. -Es un mensaje de fuego. –Dijo Alec tomándolo del suelo. -¿Cómo sabes eso? –Pregunto Gwen. -La runa. –Dijo Alec mostrando precisamente eso en uno de las caras de la nota. -¿Conoces esa runa? –Cuestiono Johanna. -Eso parece. –Dijo Alec sin apartar su mirada del objeto en sus manos. -¿Cómo? -No lo sé. –Alec se encogió de hombros y señalo a su propia cabeza como si eso lo explicara. Él la leyó en silencio.
  • 16. -¿Qué dice? –Pregunto Nico. -¿De quién es? –Dijo Johanna. -¿Para quién es? –Cuestiono Gwen mirándose un poco más preocupada que hace un segundo. Alec bajo la nota. –Es de Maryse Lightwood. –Dijo. –Quiere que valla al instituto. -¿Quien? –Pregunto Johanna. -¿A dónde? –Dijo Nico. -¿Para qué? –Gwen se levanto de inmediato. –No. –Dijo y Alec se sorprendió. –No necesitas ir ahí, ellos pueden venir, y si… y si no te permiten volver. -No creo que puedan hacer eso. –Dijo Alec perplejo al ver a su prima caminando de un lado de la habitación a otro. –Dice que James Carstairs quiere hablarme más sobre… -Alec guardo silencio, el intentaba escoger sus palabras con cuidado. -¿Por qué te quedas callado? –Pregunto Johanna. -Bueno. –Titubeo. –Sobre… Alexander Carter. Gwen se acerco a su primo para prácticamente arrebatar la nota de sus manos. -¿Qué podría decirnos que no sepamos ya? –Dijo la chica fríamente. –Tu estas aquí y bien, es todo lo que importa. Algo dentro de Alec se encendió, se puso de pie y confronto a Gwen. - ¿Sabes? –Dijo. –Tengo fuertes sentimientos encontrados con tu reacción.
  • 17. -¿Por qué? –Pregunto Nico, él y Johanna estaban ahora también de pie. Alec no quito la mirada de su prima. –Sabemos ya cual es la verdad. -Cállate. –Advirtió Gwen. -Es genial que me quieras, que aun me quieras. -Por favor calla. –Las mejillas de Gwen comenzaron a llenarse de lágrimas. -Pero no soy tu primo. –Dijo Alec despiadado. -No quiero escucharte. -¿En verdad no quieres saber en donde esta él? ¿En donde…? ¿Estoy? – Alec dijo dudando si esa sería la forma correcta de hacerlo. -¡Estas aquí! –Dijo Gwen alterada. –Estas aquí y no te irás, prometiste que no te irías. Alec tomo a la chica del brazo para jalarla hacia su pecho. –Y no lo hare – Dijo enterrando su rostro en el cabello de Gwen. -No importa lo que pase, no voy a dejarte. Gwen se aferro a los brazos de Alec, pareció haberse calmado después de un momento. –Y no importa lo que diga ¿cierto? Iras. Alec sonrió a su prima. –Iremos. –Dijo. * * * * *
  • 18. -Es un Cazador de Sombras, su lugar es aquí. –Dijo Robert. Él y Maryse se encontraban en la biblioteca del instituto. -No podemos obligarlo a quedarse. Aun si sus recuerdos fueran recuperados, es libre de hacer lo que desee. -Debemos intentarlo, al permanecer aquí sus recuerdos volverán con mayor facilidad. -Estuvo aquí lo suficiente para desear irse. –Dijo Maryse mirando a nada en específico. -¿Por qué pensar que ahora será diferente? Tal vez, no sea estar aquí lo que necesite. -¿Qué? –Robert se sintió ofendido por el comentario. -¿Quién mejor que su familia para ayudarlo? –Dijo Robert. -¿Quien? Maryse abrió la boca para responder pero en ese momento alguien llamo a la puerta, dos segundos después esta se abrió dejando entrar a Magnus Bane. Maryse le dedico una mirada a su esposo que este simplemente ignoro. - ¿Qué podemos hacer por ti Magnus? –Dijo Robert más por compromiso que por amabilidad. -Necesitaba informarles que Alec viene hacia acá. –Dijo –Viene con sus amigos y uno de ellos es un vampiro. -Ellos no fueron convocados. -Alec los quiere aquí de igual manera. Maryse floto su cien con sus dedos. –De acuerdo. –Dijo. –Arreglare la reunión en el santuario.
  • 19. Magnus había logrado su cometido y se dio media vuelta para salir de la biblioteca. -¿Él habla contigo? –Pregunto Robert. -¿Ha recordado algo? -Eso parece. –Dijo Magnus y giro para ver a los ojos de Robert, iguales y de una manera, tan distintos a los de Alec. –Lo intento. -Inténtalo con más fuerza. –Dijo Maryse antes de que Magnus se girara nuevamente. Ella no lo dijo enojada, o en una orden, ella pareció haberlo dicho en una súplica. Magnus se sintió en la necesidad de confortarla, por lo menos un poco. – Lo hare. –Dijo y salió de la biblioteca. * * * * * Alec y sus acompañantes llegaron al instituto. Nico se miro de inmediato sorprendido por la edificación. -He caminado por aquí muchas veces. –Dijo –Y estoy muy seguro de que esto no estaba aquí. -Pues, dudo que lo hayan construido en unos días Nico. –Contesto Johanna mientras bajaban todos del auto de Alec. Alec sonrió a sus amigos. –Es un Glamour. –Dijo. –Mantiene oculto el instituto. -¿Oculto de qué? -Creo que es más de Quien. -¿Cómo sabes eso? –Pregunto Gwen con seriedad.
  • 20. Alec se encogió de hombros. –No lo sé. –Lo dijo como si en realidad se estuviera disculpando. Nico se acerco a la enorme reja. –Está cerrada. –Dijo. -Debes poder abrirla ¿Cierto? Nico sin dudarlo coloco ambas manos sobre los portones para hacer precisamente eso. Lo intento, después lo intento con más fuerza. -Imposible. –Dijo. –No puedo abrirla. -Busquen un timbre. –Sugirió Johanna y los chicos iniciaron sus movimientos. Alec tomo su celular. –Tal vez si llamo a Magnus. –Estaba bastante concentrado en la tarea, que no se percato de cómo distraídamente se apoyo sobre los portones los cuales se abrieron casi de inmediato. Sus acompañantes lo miraron sorprendidos y después a las rejas ahora abiertas. -¿Cómo hiciste eso? –Dijo Johanna. Alec miro su mano y un grupo de palabras comenzaron a ordenarse en su cabeza. En el nombre de la Clave. Pido entrar a este lugar sagrado. Y en el nombre del ángel Raziel, solicito sus bendiciones para con mi misión en contra de… -¿Alexander? –Magnus apareció justo detrás de las enormes puertas parcialmente abiertas. -¿Qué sucede? ¿Estás bien?
  • 21. Alec sacudió la cabeza. –Sí, bien, bien. -¿Qué sucedió? –Pregunto Nico. –Te aseguro que eran impenetrables. Magnus entendió finalmente lo que ocurría. –Alec pudo abrir fácilmente las puertas porque es un Nephilim. –Explico. -Un Instituto debe de abrirse a cualquier Cazador que no tenga intención de dañar a sus habitantes. -Wow. –Dijo Nico con aburrimiento. Magnus lo ignoro mientras abría completamente la puerta para dejarlos entrar. El brujo no se tomo la molestia de disimular la manera en la que miro de pies a cabeza y con exagerada atención a Alec. -¿Qué? –Pregunto el chico. Los ojos de Magnus brillaban con la oscuridad de la noche, su boca lucia como si estuviera a punto de sonreír. Se acerco a Alec para acomodar el cuello de la sudadera que llevaba debajo de la chamarra de mezclilla. – Luces increíblemente apuesto hoy. –Dijo e inicio su camino al instituto. Nunca. Nunca que él pudiera recordar unas palabras habían logrado en él la adrenalina y euforia que estaba sintiendo ahora, fuegos artificiales cruzaron por su estomago mientras miraba al brujo caminando hacia el edificio. Sus tres acompañantes caminaron frente a él al darse cuenta que quizás necesitaba unos segundos más para bajar de su nube. Ellos se miraban extrañamente satisfechos por ambos. Nico lo miro con picardía. –Menos mal que no hay cosas entre ustedes.
  • 22. -Solo sigue caminando. –Dijo Alec. Los chicos siguieron al brujo por el costado del edificio. Isabelle les encontró en el camino, ella ignoro a todos a excepción de Alec el cual miro con desagrado. -¿Qué haces aquí? Alec se detuvo de inmediato y abrió mucho los ojos. –Maryse me pidió que viniera. -Eso lo sé. –Dijo Isabelle -lo que no se es ¿Qué haces aquí? Hasta donde recuerdo tu estancia aquí no fue de tu agrado. -Yo no diría eso exactamente. –Alec no estaba enojado, había algo en su interior que le decía del porque de la actitud de Isabelle y se sentía complacido por ello. -Vete a casa Alexander. –Dijo Isabelle dando media vuelta y alejándose. ¿Dónde es eso? Se cuestionó Alec mentalmente mientras miraba a la resentida Isabelle alejándose. Gwen pregunto a Magnus acerca de los Glamours y de cómo funcionaban, Johanna y Nico se unieron a la fascinante conversación. Alec miro hacia donde se había ido su hermana y al darse cuenta de la poca atención que mantenían sobre él se encamino hacia ahí de inmediato. -¿Isabelle? –Llamo el chico haciendo que la joven girara hacia él. -¿Qué quieres? -¿Podemos hablar? -¿De qué podríamos hablar tu y yo?
  • 23. -Quisiera explicarte… es decir. –Alec se encogió de hombros. Isabelle lo miro y fingiendo desinterés le señalo unas de las jardineras enormes que se encontraban ahí para que tomara asiento. Alec se sentó y a su lado Isabelle. -Sé que no estas molesta. –Dijo Alec. –Por lo menos no en serio. -¿Y tú qué sabes? -Actúas a la defensiva cuando estas frente a algo que puede lastimarte. -¿Y ahora me conoces de pies a cabeza? -Es complicado. –Explico Alec. –En realidad no es mi memoria la que me habla. Es… -Alec movió sus manos frente a su pecho. –Algo. –Dijo finalmente. -¿Tiene algo de sentido? -No en absoluto. Alec levanto su cabeza y respiro profundo. –No puedo dejarla. –Soltó inesperadamente. –Es decir, se que te es difícil de entender pero, Gwen cada día se ve más frágil, temo porque se derrumbe en cualquier instante, y si yo… es decir… -Alec miro a su hermana. –Sé que soy tu hermano, que me necesitas, pero tú eres tan fuerte, a diferencia de ella… -También te necesito. –Repitió Isabelle molesta. -No puedes verme como tu hermano. –Dijo Alec. –Por lo menos no por ahora. Yo… Esto no es para nada cosa de Alec. –Dijo en un tono de desesperación. –Solo no puedo hacerle esto.
  • 24. Isabelle le sonrió mirándose comprensiva. –En realidad me parece más de Alec de lo que puedes imaginarte. Alec no logro entender muy bien a lo que se refería, ella hablaba de su hermano sin duda, sin embargo era un tema bastante desconocido para él. -Tal vez. –Dijo Isabelle, su mala actitud se había desvanecido. –Deberías considerar la idea de pasar más tiempo con Magnus. Ir a tu departamento de cuando en cuando. -¿Qué? -Supongo que un ambiente familiar puede lograr que tus recuerdos regresen paulatinamente. -Así que no bromeaba. Isabelle solo lo miro extrañada. –Magnus me dijo algo muy parecido, al igual que tú piensa que debería pasar más tiempo en su departamento. Nuestro apartamento. -Magnus es sabio, no por nada tiene cientos de años. Alec miro a Isabelle aterrado. -¿Cuántos años? Isabelle se miraba tranquila. –Los brujos son inmortales, ¿en verdad ni siquiera eso sabias? -¿Cómo podría saber algo así? -Es extraño, se supone que la persona a la que estas suplantando es un brujo.
  • 25. No suplanto a nadie. Pensó, mas no dijo nada. -Dime ¿tus padres alguna vez te dieron la impresión de que conocían el mundo de las sombras? Alec soltó un bufido. –Mis padres son las personas más ordinarias del planeta. -Insisto entonces, es extraño. -¿Qué parte? –Jace y Clary se acercaban hacia ellos. –Así que decidiste venir. -Lo intente con todas mis fuerzas. –Dijo Alec poniéndose de pie. –Pero no se puede tapar el sol con un dedo. -¿Tapar el sol? –Pregunto Jace. -Es un decir. –Explico Clary. –Significa que no puedes ocultar lo evidente. -¿Por qué es evidente? –Jace se miraba mas confundido. Clary suspiro. –Cazadores de Sombras. –Dijo a Alec. –Pueden conocer hasta diez idiomas distintos pero no saben nada de cultura popular. Jace rodo los ojos. –Magnus te pidió que mantuvieras tu mochila cerca. – Dijo mirando a Alec. -Hoy no la necesito. –Alec levanto un poco su pantalón dejando ver su tobillo en donde se asomaba el filo de la daga. -Muy listo. –Dijo Jace mirándose complacido.
  • 26. -¿Jóvenes Cazadores de Sombras? –Magnus se había asomado hacia ellos desde la puerta del santuario. –Los esperan aquí adentro. Los chicos se encaminaron de inmediato hacia el interior del edificio. Alec se detuvo un poco frente a Magnus que mantenía la puerta abierta. –Hablando de Jóvenes. –Dijo. –hay algo que me gustaría preguntarte, en cuanto tenga una oportunidad. Magnus sonrió deslumbrante. –y yo estaré gustoso de responder a todo cuanto te interese preguntar. -Me han aconsejado que te visite. –Dijo. –Tal vez… lo haga pronto. -Eso suena maravilloso. ¿Su voz siempre había sido tan melodiosa? Se pregunto Alec mientras mordía su labio inferior. -Podríamos pasar todo el día aquí mirándonos mutuamente. –Dijo Magnus travieso mientras tocaba al costado del labio de Alec como si estuviera limpiando una mancha inexistente de ahí. –Nada me gustaría más, pero, nos están esperando. Alec sacudió un poco su cabeza para obligarse a despertar de su aturdimiento por los dedos de Magnus sobre su rostro. –Debes dejar de coquetear conmigo. -Debes dejar de mirarme así. ¡No puedo! Se dijo Alec mentalmente. Él solo movió su cabeza y entro al santuario.
  • 27. Gwen, Nico y Johanna estaban muy juntos en medio de muchas personas, para su sorpresa, todos ahí ya los conocía. Maryse y Robert lo miraron fijamente. Alec los saludó con la cabeza, Tessa le sonrió amablemente junto a Catarina que bestia como enfermera. James Cartairs estaba ubicado muy céntricamente entre los asistentes. Levanto su mirada directo hacia Alec. -Me contaron que fuiste atacado por un demonio. –Dijo sinceramente preocupado. –Me alegra ver que estas recuperado. -Gracias. –Dijo tímido Alec. Jem respiro profundamente, algo dentro de Alec se altero, de alguna manera sabia que lo que iba a decir no le gustaría para nada. -No logre encontrar mucho más sobre Alexander Carter en los archivos de la Hermandad. –Dijo Jem. –Así que tuvimos que usar otros medios. – Jem miro de soslayo hacia Tessa detrás de él. Magnus entendía el idioma de los brujos, otros medios por lo general significaba que habían recurrido al otro lado de la magia, la que estaba directamente dirigida a los demonios. Gwen se había alejado de Nico y Johanna, ahora tomaba fuertemente la mano de Alec. Ella quería estar segura de que su primo estaba ahí, a su lado, tomando su mano. -No fue casualidad que hallas tomado el lugar de Alex Carter. –Dijo. – Belcebú lo siguió desde su nacimiento. Vigilo su crecimiento, estudio sus habilidades, todo para un fin. Ambos chicos estaban en silencio. El habla se había marchado de sus cuerpos y se rehusaba a volver.
  • 28. -¿Qué fin? –Pregunto desde atrás Johanna al darse cuenta de que nadie más preguntaría. -Las dimensiones demoniacas se alimentan de energía, de la vida, la inmortalidad es la mejor de ellas. El poder de Edom quedo menguado desde la última batalla que ustedes mismos llevaron a cabo ahí. -¿Edom? –Pregunto débilmente Alec. -Tú has estado ahí Alexander. –Dijo Jem. –El amo de ese reino les cobro por devolverlos aquí. Pero parece que no le fue suficiente. No le fue suficiente. Él vino por más. Pensó Alec aferrándose aún más al agarre en la mano de Gwen. -¿Qué ocurrió con Alex Carter? –Pregunto Isabelle y Alec sintió a Gwen estremecerse. -Belcebú le hablo. –Dijo. -Le ofreció poder sin igual a cambio de su energía. A cambio de restablecer el poder de Edom. -¿Quién aceptaría fortalecer una dimensión demoniaca? –Dijo Alec sonando perturbado y asqueado por la simple idea. Jem busco su rostro, Gwen tenía su frente en el brazo de su primo. –Así es. –Dijo. –Lo rechazo. Gwen se sintió mareada, el aire en los pulmones de Alec se esfumo sin ninguna contemplación al darse cuenta de lo que pudo haber provocado ese rechazo. -Los demonios no aceptan los rechazos, -Dijo Jem precavido. -Belcebú… -Lo asesino. –Dijo Alec notando que su propia voz temblaba.
  • 29. Y Jem asintió lentamente. El agarre de Gwen en Alec se desvaneció, ella camino hacia la puerta lentamente sin mirar hacia donde se dirigía, sus ojos estaban perdidos en algún otro lugar, Nico intento acercarse pero Johanna lo detuvo. Dale unos segundos. Le dijo su mirada. Las rodillas de la chica desfallecieron haciendo que callera al suelo. Nico no se detuvo mas, en un segundo estaba a su lado. Johanna miro hacia Alec para pedirle ayuda con ella, nunca se imagino lo que miraría en él. Alec al igual que Gwen parecía estar en transe, miraba a sus propias manos, su pecho subía y bajaba violentamente. Esta muerto. Está muerto. ¿Estoy muerto? Miraba hacia sus manos intentando descubrir si era real, si él estaba ahí. Su mente se sentía como si se alejara de su cuerpo, había oscuridad a donde mirara y no podía salir de ella. Todo había terminado, él no existía más. Fue entonces que sintió como una sacudida eléctrica que lo devolvió a la realidad, en un segundo su rostro estaba entre las manos frescas y suaves de Magnus. –Escúchame. –Dijo el brujo con determinación. –No eres tú, no estás muerto, estas bien, estas aquí. Eres Alec Lightwood ¿Estas escuchándome? Los ojos de Alec estaban oscurecidos de terror. Magnus lo atrajo más hacia él, sus frentes unidas. –Eres Alec Lightwood. –Susurro Magnus al chico. –Eres Alec Lightwood. -Yo…
  • 30. -Repítelo. Dilo. -Soy… Soy Alec Lightwood. –Su respiración se estaba controlando, busco los fascinantes ojos de Magnus. –Soy Alec Lightwood. –Dijo forzando la determinación. –Y no estoy muerto. Magnus respiro con alivio, beso la frente del chico para dejarla descansar en su hombro y dijo: -No. No lo estas. La aparente tranquilidad no duro mucho. El cuerpo de Alec se convulsiono al escuchar el primer sonido que surgía de Gwen después de la noticia. Ella grito, grito desconsoladamente el nombre de su primo, ella llamaba a su primo mientras que Alec se aferraba con todas sus fuerzas al pecho de Magnus. Como si cada sonido de los labios de Gwen le provocara dolor físico real. Johanna y Nico la llamaban para brindarle consuelo, en el frio piso del santuario ella no dejaba de llamar a su primo. Catarina corrió hacia la chica. Isabelle no recordaba la última vez que miro lágrimas en el rostro de Alec. Ahora estaban ahí. -Gwen. –Murmuro Alec dolorosamente en el cuello de Magnus. Ahí estaba enfrentando su peor pesadilla, lo que había intentado evitar con todas sus fuerzas. Y no podía hacer nada para cambiarlo. -Ella es fuerte. –Dijo el brujo. Alec sabía eso. Aun así, su llanto lo estaba destrozando. Catarina logro calmar a la chica con palabras de tranquilidad, invocando al consuelo y la paz. Gwen seguía en shock pero por lo menos había dejado de gritar.
  • 31. -Deben llevarla a casa. –Dijo Catarina, -Ella dormirá. –Les aseguro la bruja. Maryse les ofreció un trasporte, Sin embargo Nico llevando a Gwen en brazos, le dijo que él los llevaría en el auto de Alex. Johanna busco a Alec, ella no quería dejarlo, quería asegurarse de que estaría bien y para ello tendría que llevarlo con ellos. Sin embargo, noto la manera en la que Magnus lo sostenía, como en cada movimiento o palabra había amor inmenso. Johanna entendió entonces que Alex no necesitaba más que a Magnus para recuperarse. Ella salió del santuario sin volver a mirar atrás. * * * * * Alec estaba sentado en una de las bancas del santuario que se encontraba pegada a la pared, Clary, Simon, Jace e Isabelle lo rodeaban sin hablar, solo mirándolo y estudiando cada movimiento. Alec tenía su rostro entre sus manos, no había hablado desde hace más de una hora. Jace acariciaba su antebrazo en donde su runa parabatai se encontraba y pensaba en la necesidad que sentía porque ahora más que nunca su lazo se restableciera, le dolía de sobremanera ver a Alec así. El chico finalmente hecho su cabeza hacia atrás, respiro profundamente, esa apariencia de resignación se esfumo tan rápido como llego. Alec se quejó y su rostro fue nuevamente cubierto por sus manos. Magnus que había permanecido a su lado todo este tiempo, floto la espalda del chico para brindarle confort. El resto de los presentes estaban en una reunión separada, al parecer decidiendo cual sería el siguiente paso a seguir. Robert se acercó a su hijo.
  • 32. -Sé que en este momento, todo debe parecerte extraño e incluso horrible. –Dijo Robert y Alec lo miro finalmente. –Lo que sea que quieras aclarar, nosotros podemos ayudarte. Había algo en Robert que hacía que Alec se sintiera a la defensiva, no era que no le agradara, sabía que era su padre, entendía que él debía amarlo, sin embargo no podía evitar no confiar en él. Alec miro a su padre con un poco más de atención y se vio en él mismo, ellos se parecían tanto, los ojos azules, el cabello negro. Fue entonces otro rostro apareció en su mente, alguien que inexplicablemente compartía las mismas características. Le tomo tan solo un segundo realizar la pregunta. -¿Quién es Max? – Pregunto dejando a todos sin aire por un segundo. El rostro de Robert cambio, Isabelle dejo salir un sonido leve de asombro, Clary llevo una mano a su boca y Alec sintió el agarre de Magnus más fuerte en su espalda. -¿Recuerdas a Max? –Pregunto Robert. -¿Recordarlo? Eso significa que él existe ¿cierto? ¿Quién es? ¿Qué tiene que ver conmigo? –La curiosidad lo invadió, había llegado la hora de conocer a ese pequeño que lo había acompañado desde hace más de un año. -Max es tu hermano. Tu hermano menor. –Dijo Robert. Mi hermano, claro que es mi hermano, como Isabelle. Pensó y su pecho se llenó de ilusión. Alec sonrió. -¿Dónde está? ¿Puedo verlo? Necesito hablar con él.
  • 33. -Mi amor. –Susurro Magnus con agonía sin siquiera importarle en como Alec reaccionaria por su forma de llamarlo. –Espera, deja que te expliquen. Alec miro el rostro de Magnus, puso más atención en los del resto que lo acompañaban. -¿Qué ocurre? -Max no está más con nosotros. –Dijo Robert. –Max murió. Ya antes le habían dado una noticia parecida. Tus tíos no lo lograron. Recordo. Él había llorado con Gwen durante toda esa noche. Ahora se sentía diferente, como si no hubiera forma de recuperarse, como si su vida se hubiera ido junto con Max. Los ojos de Alec se llenaron de lágrimas, no quería que lo miraran en esa condicion, así que salió por las puertas tan rápido como pudo y sin mirar atrás. El corrió hacia la salida pero antes de llegar a ellas una mano firme lo detuvo. -Habla conmigo. –Le pidió Magnus. –No puedes irte así. Alec lo aparto y se apoyó en uno de los pilares. –No respiro. –Dijo alarmado. Magnus lo tomo por los hombros. –Eso es lo que el demonio quiere que pienses. –Dijo con determinación. –No lo dejes, tu sabes quién eres, no estas enfermo Alexander, solo tú puedes detener eso. Tal vez hayan sido lo cierto en sus palabras, quizá la contagiosa determinación en su voz o la sensación de sus manos sobre él, no lo sabía. Aun así. El aire volvía a él con mucha facilidad. Alec se recuperó y miro a Magnus. –Gracias. –Le dijo.
  • 34. Magnus se relajó un poco. –Te llevare a casa. –Dijo. No era que quisiera llevarlo con los Carter, sin embargo ahora más que nunca Alec necesitaba sentirse protegido, sabía que para él ningún lugar le brindaría eso más que la que creía su casa. –Ahí te sentirás mejor. Alec tenía una noción de que Nico y los demás se habían llevado su auto. -Pero Magnus. –Dijo Alec sinceramente angustiado. –Brooklyn está muy lejos. Continuara… MayGraciela♥